POV SEBASTIANOCorrí con Mia en brazos, mi pecho se agitaba con una furia abrasadora mientras sentía la calidez de su sangre empapándome la camisa. No, no, no… No podía perderla. No a ella. No a nuestro hijo.—¡Salgan ya! —rugió Dario por la radio—. ¡Tenemos que movernos!El almacén era un caos. Mis hombres acababan con los últimos enemigos, y las balas aún zumbaban en el aire. El hedor a pólvora y sangre se impregnaba en mi piel.Pero nada de eso importaba.Solo Mia.Solo ella.—Aguanta, amore mio —murmuré contra su cabello, su cuerpo temblaba en mis brazos—. No cierres los ojos. Mírame.Su respiración era entrecortada, apenas un susurro.—Se…bastiano… —Su voz era tan débil que tuve que inclinarme para oírla.Mis músculos se tensaron. Su piel estaba fría.Demasiado fría.No. No la dejaría morir.—¡Muévanse! —bramé, con la desesperación atenazando mi garganta.Dario lideraba la retirada, abriéndonos paso a disparos. Nos cubría las espaldas junto con los hombres restantes, asegurándose
POV SEBASTIANOEl reloj en la pared avanzaba lento, como si se burlara de mí.Segundo a segundo.Golpe tras golpe de desesperación en mi pecho.El sonido de los monitores, el murmullo de los asistentes del médico, el olor a sangre y alcohol medicinal… todo me resultaba insoportable.Pero lo peor era la espera.No aparté los ojos de Mia en ningún momento.Su piel estaba demasiado pálida, sus labios demasiado secos. No se movía. No reaccionaba.Joder, ni siquiera parecía respirar.Mis dedos se aferraron a los bordes de la camilla.No la perderé.No me importa lo que tenga que hacer. No me importa a quién tenga que matar. No me importa si tengo que vender mi alma.Pero no la perderé.—Sebastiano…Dario estaba junto a mí, con el rostro tenso. Sus ojos recorrieron a Mia, la máquina que pitaba con cada latido débil, la sangre que aún empapaba su ropa.—¿Y el bebé? —gruñí, sin mirarlo.El médico se detuvo un segundo.El silencio se sintió como un disparo directo a mi pecho.Y luego…—Estamos
POV SEBASTIANOCada paso que di resonó en el pasillo subterráneo.El aire era pesado, cargado con la humedad del cemento y el eco distante del agua filtrándose en alguna grieta.Pero lo único que importaba era el sonido de los tacones golpeando el suelo.Ella estaba ahí.Esperando.Temblando.Como debería.Dario abrió la puerta.El rechinar de las bisagras viejas fue el único sonido en la habitación aparte de la respiración agitada de la mujer que me había arrebatado todo.Alessandra estaba encadenada a una silla de metal.El maquillaje ya no cubría la desesperación en su rostro. Sus labios estaban partidos, su vestido rasgado y su cabello enmarañado.Una sombra de la mujer arrogante que había osado tocar a Mia.Entré con calma.Con la paciencia de un depredador que saborea la cacería.Dario se quedó en la puerta.Alessandra alzó la mirada cuando mis zapatos de cuero se detuvieron frente a ella.—Sebastiano… —su voz era débil, un hilo tembloroso que se rompió en una súplica—. Podemos
El sonido sordo de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala de entrenamiento, una sinfonía de frustración y rabia que había sido mi compañera constante. Cada golpe era un recordatorio de la venganza que se me escapaba entre los dedos, como si el saco de boxeo pudiera absorber la oscuridad que me consumía.La imagen de Isabella, mi dulce hermana. Seguía atormentándome. Vittorio Morelli, el jefe de la Cosa Nostra, aún caminaba libre, y mi búsqueda de justicia se convertía cada día más en una lucha contra el tiempo y la impotencia.Mis músculos ya estaban tensos y el sudor resbalaba por mi frente cuando la puerta chirrió al abrirse. Todos sabían que cuando entrenaba no podían molestarme, a menos que fueras Niccoló, mi mejor amigo y aliado en esta venganza, Isa era como una hermana para él.El nombrado entró con una sonrisa que no lograba ocultar la excitación en su rostro.—Marco, amigo mio, tengo buenas noticias para ti —anunció, con una mirada llena de complicidad.Dejé
POV VALENTINA MORELLILa expectativa y el temor se mezclaban en mi mente mientras aguardaba la llegada del guardaespaldas que mi padre había decidido asignarme. La sola mención de su apodo, "la bestia", había encendido una chispa de aprensión que ardió en lo más profundo de mis pensamientos.Cada sonido fuera de la puerta aumentaba mi ansiedad. Saber que este hombre, conocido por su ferocidad en peleas y aparentemente desprovisto de emociones, se convertiría en mi sombra protectora, me sumergía en una inquietud incontrolable. ¿Cómo podía confiar mi seguridad a alguien tan imponente y aparentemente despiadado?Las historias sobre él se propagaban como sombras susurrantes, creando una imagen de un individuo sin tacto, un ser cuya presencia resonaba más como una amenaza que como una protección. La sola idea de compartir mi espacio con alguien tan distante y enigmático me hacía cuestionar las decisiones de mi padre.—Hija, buenos días —giré para encontrarme con la figura de mi padre, emer
POV MARCO RICCI Me repetía una y otra vez las razones por las cuales aún no podía llevar a cabo el asesinato de Vittorio, aun a pesar de las oportunidades que se me estaban presentando y que seguramente continuarían surgiendo en el futuro. Asesinarlo tan pronto sería demasiado sencillo; mi estrategia era sembrar el caos dentro de la Cosa Nostra. Posteriormente, cuando Vittorio estuviera sumido en la confusión de tantos golpes provenientes de diferentes direcciones, sería el momento de atacarlo. Quería revelarle toda la maldita verdad mientras se desangraba, obligándolo a enfrentar las consecuencias de sus acciones.Él tenía que sufrir y lo haría.Gracias al cielo era la última clase que tendría Valentina, y eso me brindaba la oportunidad de llevarla nuevamente a casa. Este tiempo adicional me permitiría estudiar minuciosamente la disposición de las alarmas, cámaras de seguridad y aprender los horarios de los guardias. Mi pierna se movía impacientemente; la espera no era precisamente
POV VALENTINATemblaba mientras permanecía agachada, abrazando mis piernas con fuerza. Las lágrimas no dejaban de caer mientras mi mente se llenaba de escenarios horribles. Estaba tan asustada, pero mi mayor preocupación era Marco; si le pasaba algo por mi culpa, no me lo perdonaría.No podía decir cuánto tiempo llevaba en esa posición, pero sabía que era suficiente como para ya no sentir mis piernas. Los disparos habían cesado hace unos minutos, pero simplemente no quería enfrentar la realidad.Marco vendría por mí. Marco estaría bien, él lo había prometido. Esa certeza era la única cosa que me daba un poco de consuelo en medio de todo el caos y el miedo.Cuando empezaron a escucharse unas fuertes pisadas, me encogí aún más en mi lugar y cerré los ojos, preparándome para el posible estruendo de las balas. Sin embargo, el impacto nunca llegó. Abrí los ojos de inmediato y jadeé de sorpresa al verlo frente a mí, ileso.No sé cómo mis piernas encontraron la fuerza, pero me levanté de inm
POV VALENTINAEl agradecimiento se deslizó de mis labios en un susurro, apenas perceptible— Muchas gracias por todo —murmuré—. Por salvarme y por tu hospitalidad, cocinas muy bien.Él asintió lentamente, mientras continuábamos caminando hacia la entrada de mi hogar. Pero la distancia entre nosotros parecía haberse ensanchado aún más. Nuevamente estaba el inaccesible guardaespaldas.—¿Entrarás? —pregunté, buscando romper la barrera que se había erigido entre nosotros.—Debo reportarlo —respondió con sequedad, abriendo la puerta para mí y dejándome pasar primero.Sus palabras cortantes resonaron en el aire. Mi interior se hundió con la frialdad de su tono, pero mantuve la compostura mientras continuaba el camino hacia las escaleras. Sin embargo, un impulso irresistible me detuvo antes de que pudiera retirarme por completo.Me giré para enfrentarlo, encontrándome con su mirada gélida que parecía atravesar mi alma.—Hasta mañana —dije, no queriendo irme, no sabía por qué, pero no quería