Después de la desgracia que el estado de Guerrero sufrió a causa del huracán Daina se fue a la ciudad de México con su hermana Roció quien la recibió muy bien sin saber que conocería a alguien que pondría su mundo de cabeza ella era una chica muy tímida no le gustaban las fiestas se encerraba siempre en su mundo, pues era algo insegura, pues su padre la creía tonta que no sabía valerse por sí misma, ya que siempre quería acompañarla a todas partes incluso a las citas que tenía con otros muchachos su hermana siempre se molestaba que no la dejaran salir siendo mayor de edad Roció le mostró otra vida que a ella le resulto agradable, pero siempre tenía la presión de hacerse cargo de su hermano y su papá, ya que no tenía una figura materna en esa vida ella pudo ser libre sin tener a alguien apurándola hasta para comer en fin estaba comenzando una nueva vida donde conoce a Fernando peña quien en tan poco tiempo se convirtió en su gran amor solo que había un detalle su exesposa y su vicio con el alcohol, pero a una si para ella era el hombre perfecto el hombre el cual amaría con todo su corazón.
Ler maisDaina se quedaba callada, no quería creer que Fernando era un tipo un tanto despreciable. No quería creer que él fuera esa clase de persona no quería escuchar que él no la quería no la amaba y que el verdadero significado del amor era no dejarla en sus peores momentos, sin embargo, él no la quería simplemente se dedicaba a lastimarla, por otro lado, Leonardo quería a Daina con todas las fuerzas de su alma, pero ella simplemente se había enamorado de Fernando. Aún no lograba entender qué había visto Daina en Fernando. ¿Por qué se había enamorado de el porqué dejó de quererlo tan de repente o, mejor dicho, porque había dejado de amarlo? Dudas asaltaban a su mente que se había convertido en un caos. —Tal vez será mejor que olvides a Daina — dijo su mejor amigo mirando a Leonardo quien rompió con sus dedos el lápiz que sostenía en sus manos. — Como si fuese tan fácil olvidarla y hacer como si nada hubiese pasado —habló Leonardo aventando los pedazos del lápiz. — Ella dejó de quererte
En ese instante ahora más que nunca necesita a su madre cerca que le dijera que luchará o bien que no la dejara desprotegida como ella ahora se sentía su ansiedad le hacía pensar que no valía nada que no era suficiente que era mala persona y que por eso merecía todo lo malo su hermana quería ayudarla llevándosela con ella quería protegerla de todos hasta de su papá, pero ella por fin se había quedado dormida. — Fernando, no le hables a mi hermana ahorita, ella está muy mal — habló Rocío un tanto enojada. —Ayuda a Daina ella se quiere morir, no quiere vivir, me lo dijo en esa llamada — habló Fernando, preocupado. — Si la ayudaré, no te preocupes, me la voy a llevar a la ciudad — respondió Rocío colgando aquella llamada. Puesto que llama a su hermana quien no contestaba, pues Daina necesitaba estar sola necesitaba lidiar con esa soledad y esa ansiedad que la estaba matando poco a poco, pues en el fondo ella quería morir quería desaparecer del mundo si fuese necesario paso la noche e
—Perdón, amor, estaba dormida, aún sigo muy mal — respondió Daina enferma, haciendo que Fernando quisiese estar con ella, pero por su trabajo no podía estar con ella como tanto deseaba. Ambos colgaron la llamada. Daina durmió de nuevo, estaba tan débil que no podía sostenerse de pie. A su padre le preocupaba su salud, pues nadie sabía qué era lo que tenía. Fernando le desesperaba que su novia estuviese enferma, trataba de hacerla sentir bien, pero ella siempre enfermaba. Una noche se puso grave, tenía escalofríos y no paraba de vomitar. Diego intentaba bajarle la fiebre a Daina también le ayudaba a comer, pero eso era imposible, ella no comía nada. Puesto que le pusieron un medicamento fuerte, pues tenían que parar la fiebre y el vómito que tenía paso más de una semana Fernando fue a verla a la casa y quedarse con ella esa misma noche ambos veían películas mientras estaban acostados sin darse cuenta sé ambos se quedaron dormidos su padre fue a ver, ya que no escuchaban ningún ruido
Fernando no tenía nada que ofrecerle no tenía que darle a Daina por eso no quería embarazarla, aunque eso también era un sueño para el darle un hijo cuando de pronto el padre de Daina entra a la habitación mirando con total desconfianza a Fernando y a su hija quien estaba con total nerviosismo, pues tenía miedo de ser descubierta. — ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Diego haciendo que Daina se pusiera de mil colores. — Nada, señor, solo estábamos hablando — habló Fernando, haciendo que él lo mirara de arriba a abajo. — Bueno, pues ya es tarde de estar platicando. Daina ve a tu habitación, ya es hora de que te duermas — respondió Diego con total desconfianza. Por lo que Daina se va a su habitación, tenía miedo de ser descubierta, al igual que Fernando, quien tenía miedo de que su padre se hubiese dado cuenta de que algo había pasado entre ellos dos. Sin embargo, y para buena suerte de ellos, el padre de Daina no se había dado cuenta. Ella estaba feliz, se había entregado a Fernand
Lo llevó a su casa, le preparó de comer. Aunque ella no sabía cocinar, ella le preparaba la comida por amor o bien para no quedar como una tonta Para no quedar como una inadaptada frente a él para demostrarle que si podía ser su mujer que si podía ser la mujer que él necesitaba ahora lo tenía a su lado aunque su padre no le permitía que se abrazaran a ella solo le bastaba estar con él a su lado miraron una película ambos sonreían al verse, sin embargo, Fernando le dio un beso a Daina haciéndola sonreír haciéndola sonrojar. —Te amo — le dijo Daina a Fernando en forma de susurro, haciendo que él sonriera abrazando a Daina sin que su padre se diese cuenta. Eso era lo malo para ellos que no los dejaba abrazarse como ellos querían, tenían que guardar distancia, aunque fue difícil para ellos. Al día siguiente todos se levantaron muy temprano, haciendo que Fernando la despertara, haciendo sonreír a Daina. — Ven, vamos a hacer el almuerzo, va, cariño — dijo Fernando tomando de la mano a Da
— Oh, bueno, pues Fernando ya va a ir para allá mañana mismo — le contestó Antonio, haciendo que Diego colgará la llamada, pues sabía quién estaba de todo esto y era su hija, pues sabía que ella quería estar junto a él. Puesto que rápidamente fue a buscar a Daina quien estaba sentada mirando su celular, llamándole la atención de inmediato. — ¿Daina se puede saber por qué Fernando va a venir a Acapulco? O que Daina se pusiera nerviosa, pues no sabía qué decir, por lo que lo intentó negar decir que era por trabajo, pero no funcionó. Por el contrario, el problema se hacía cada vez más grande. — Entiende que él solo va a venir para ti, te va a utilizar — decía su padre, haciendo que Daina se quedará callada ante lo que su padre decía, pues pensaba que de verdad Fernando la quería.Sin embargo, Daina rápidamente llamó a Mónica para saber quién le había dicho a su padre sobre Fernando. — Daina revisa el celular de tu padre ahí vamos a saber quién le dijo a tu papá sobre Fernando — respon
Maldita la hora en que Daina decidió irse a la ciudad de no haber sido, por eso ella aún seguiría a mi lado ― susurraba Leonardo mirando su computadora, pues él no se podía concentrar en su trabajo, mejor dicho, en nada.Su mejor amigo veía desde lejos cómo Leonardo se desesperaba, ahora entendía a Daina la dejaba sola tantas veces que ni siquiera la apoyaba en los momentos que más lo necesitaba, se lamentaba tantas veces que ya no podía hacer nada.— ¿Por qué no la olvidas? — decía su amigo mirando a Leo, quien estaba totalmente desconcentrado.— No puedo olvidarla, ahora me doy cuenta de que daina es el amor de mi vida — respondió Leo apretando su lápiz con algo de fuerza tanta que la rompió. — Pero ella ya tiene otro, no te das cuenta de que estás haciendo daño obsesionándote con ella — le dijo su amigo tratando de que Leo entrase en razón, pero no podía—No, no me estoy haciendo daño, yo sé que él no la merece —contestó Leo asegurando que Fernando solo la quería utilizar.—¿Cóm
La noche se hacía más larga más monótona su padre se daba cuenta de cómo se sentía su pequeña ella estaba enamorada lo podía ver en sus ojos y su manera de comportarse mientras que Daina miraba el techo como si quisiese encontrar una respuesta, pero no la encontraba ella no quería irse, pero no había otra salida ella tenía que irse. A la mañana siguiente, Fernando decide ir a la casa a ver a Daina aunque sea por última vez, y por qué no acompañarla a la terminal. Caminaba lentamente, como si no quisiera llegar, pero ya estaba frente a la puerta, decidiendo tocar abriendo el hermano de Daina. ―¿Qué haces aquí? ―preguntó su padre haciendo que Fernando se pusiera firme. No dejaría que lo intimidara, pues quería luchar por ese amor y ese aprecio que le tenía a Daina. ― Vine a llevarlos a la terminal ― respondió Fernando, mirando fijamente al papa de Daina. Por lo que a él no le quedo de otra aceptar que Fernando los llevara a la terminal Daina se sentía sin ánimo sin ganas de nada lo
― ¿Hablando? ¿A esta hora de la noche? ¿En el patio? ―preguntaba su padre, mirando con mucha desconfianza a ambos, especialmente a Fernando. ―No me gusta esto, Daina no me gusta nada —hablaba su padre furioso. Ellos trataban de ocultar algo que no era creíble, pues claramente ellos tenían sus caras rojas. Su nerviosismo era algo que los delataba a ambos, al menos para su padre, quien miraba con desdén a Fernando, pues sabía que entre ellos dos había algo más que una simple amistad. ―¿Se pueden saber qué estaban haciendo?—preguntó su padre aún más con desconfianza. Daina trata de encontrar las palabras para explicarle a su padre; sin embargo, Fernando trata de intervenir, pero era inútil, ya que su padre estaba sumamente molesto. ―No quiero saberlo, no te quiero cerca de mi hija, Fernando, tienes mala reputación y no quiero que la influencies ― respondió su padre molesto, haciendo que Fernando se pusiera de pie. En efecto, él estaba enfadado, trataba de mantener la calma, bueno, al me