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Leo siente distante a Daina

«Arréglate esta tarde iremos a cenar» decía Leonardo en un mensaje, ella estaba a punto de arreglarse cuando de pronto recibió otro mensaje, era de su hermana diciéndole que vio a su novio con otra pareja, con otra mujer, ella al ver las fotos sentía que su mundo se caía y se derrumbaba esa tarde quiso llorar quiso gritar, pero tenía que guardarlo, ya que su padre diría «Te dije que solo que utilizan» puesto que decidió guardar todo lo que tenía todo lo que sentía como una especie de mochila...

Pensaba que aquello era lo mejor, guardarse todo lo que realmente sentía, dejando que él hiciera lo que quisiera, ya que siempre tenía un lema total, todos los hombres engañan y eso solo un rato, aunque en el fondo ella quería casarse y que un hombre la entendiese y la amara.

Más tarde ella se arregla y se maquilla como si nada hubiese pasado para salir con Leonardo quien la esperaba en su carro, Daina lo ve, se preguntaba si realmente era el hombre que le convenía las fotos por dentro, la había destrozado profundamente.

― Hola cariño ― hablo Leonardo acariciando la mejilla de Daina quien cerro los ojos sintiendo una especie de asco. ― Daina ¿Qué sucede? ― pregunto Leo viendo a su novia quién estaba triste, era común en ella la tristeza.

― Nada, solo me duele un poco la cabeza ― hablo Daina fingiendo malestar, aunque en el fondo ella quería reclamarle.

― ¿Segura? ― le pregunto Leo de vuelta, quien ella asentía, él quiso besarla, pero ella esquiva la mejilla. ― ¿Se puede saber qué es lo que tienes? ― volvió a preguntar Leonardo un tanto confundido.

― Leonardo ¿Me quieres? ― pregunto Daina con la voz entrecortada.

― Claro que te quiero mi amor ― le dijo Leo abrazando a Daina quien no se aguantó las ganas y empezó a llorar amargamente. ― Por favor dime que tienes que noto, cambiada, incluso nerviosa ― respondió Leonardo abrazando a Daina quien lloraba como si fuese una niña.

― Dime que nuestro amor será para siempre ― respondió Daina con los ojos llorosos.

― Claro que nuestro amor será para siempre Daina ― le dijo Leo sonriendo. ― Eres la chica más hermosa que he visto ― le dijo Leo limpiando sus lágrimas. ― Amo todo de ti, mi niña me encanta cuando sonríes ― le dijo Leonardo besando su frente.

Por lo que ella lo abraza, quería sentirse segura en un abrazo, quería sentirse tranquila, pero por algún motivo eso no lograba calmarla ni siquiera con un abrazo, ya que no sentía seguridad, amor, por el contrario, sentía esa angustia esa desesperación de irse lejos de muchas veces desaparecer porque pensaba que el amor no era para ella y a una si le sigue pensando quería distraer su mente antes de que ella jugara con ella por lo que tuvo la oportunidad de escribir quiso probar aunque su padre decía que no serviría para ello.

Leonardo manejaba en todo el camino, Daina se mostraba callada, seria y eso a él no le gustaba, sabía de su depresión, de esa ansiedad, pero no pensaba que lo que ella tenía era tal vez algo serio, algo que tal vez necesitaba ayuda.

― Verás que el restaurante que gustara ― hablo Leonardo tratando de animarla.

― Lo se confió en tu buen gusto ― le dijo Daina tratando de sonreír.

Llegaron al restaurante, ella quedó maravillada, era elegante con músicos que tocaban el violín, era realmente hermoso.

― ¿Te gusta el lugar? ― pregunto Leonardo tratando de sonreír.

― Si me gustó mucho el lugar ― le dijo Daina sonriendo.

Las horas pasaban ella quería irse, mientras que Leonardo a escondidas veía ese anillo de compromiso que le había comprado, pero por algún motivo no le dio ese anillo, pero al llegar a casa no sabían si por costumbre o por monotonía tenían sexo.

Por otra parte, Fernando veía su pagina social, su prima le había contado de su hermana, por lo que él decidió mandarle solicitud y escribirle, pero Daina jamás contesto, ya que no lo conocía, él también tenía problemas en su trabajo, empezó a faltar mucho por las adicciones que él tenía el alcohol a pesar de que él tenía una familia una esposa que lo quería un hijo que lo amaba.

― Mira nada más otra vez borracho ― respondió su esposa haciendo que él rodara los ojos fastidiados.

― No molestes, yo te doy el gasto cada semana, así que déjame en paz ― respondió Fernando, molesto.

― Si me das el gasto, pero por si no recuerdas tienes una familia a tu hijo que te necesita ― le dijo Alexa molesta, por lo que Fernando decide irse sin más, cada día los problemas crecían a causa de esas adicciones que le consumían el alma.

Sabía que eso era su perdición, las adicciones sabias a lo que realmente le tiraba, las discusiones con su esposa eran cada vez más fuertes, no se entendían, era como si no se comprendieran.

Por otro lado, Leo había llevado a Daina a la casa, la notaba distante, le notaba triste, no decía nada de lo que realmente le pasaba.

― Daina dime que tienes en todo el camino que escucho, sería te escucho triste, dime que es lo que realmente tienes ― le dijo Leo mirándola fijamente, pero ella se quedaba callada.

― No pasa nada, todo está bien ― le respondió Daina tratando de sonreír dándole un beso en la mejilla, pero Leo le da un beso en sus labios, ella no estaba tan acostumbrada tanto que temía que era lo que iba a decir su padre.

Por lo que Leo le da un beso en la frente dejándola ir a su casa a pesar de que ella por un solo instante se quería sentir segura, se quería sentir amada.

― Como te fue ― pregunto su padre un tanto curioso.

― Me ha ido bien, no te preocupes ― respondió Daina haciendo que él asintiera, pero ella al llegar su cuarto nadie estaba ahí para que la consolara, le dijera todo estará bien, por el contrario, era tan depresiva y ansiosa que tenía que lidiar con su cabeza todos los días para evitar hacer una tontería para evitar caer en un laberinto sin salida. ― Dios mío, ayúdame a ser fuerte a superar este trago amargo ― hablo Daina tratando de no llorar. ― Muchas veces no logro superar este dolor que tengo dentro ― respondía Daina tratando de no llorar.

Tenía amigos que se preocupaban por ella le estimaban demasiado, pero por algún motivo ella no lograba verlo por lo que cerraba los ojos fingiendo estar alegre aunque en el fondo ella se sentía desolada si sentía esa desolación esa necesidad llamada amor de sentir que de verdad alguien la puede amar era poco su amor propio que no se daba cuenta de que era la más bella que sus ojos podían ver o mejor dicho el espejo que muchas veces él ha renegado mirarse era tanta tristeza que tenía que pensar que no valía la pena como persona muchas veces ella pensaba morirse, pero veía a su hermano ese pequeño que necesitaba de ella y era su más grande tesoro que le permitía luchar en esta vida que solía ser cruel y áspera.

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