Toda la familia de Roció tenían el alma en un hilo por el desastre natural, que hubo no había manera de comunicarse de decir, estoy bien, pues por primera vez en muchos años aquel estado estaba sin luz y la bahía estaba desolada, tanto que había perdido su encanto solo unos cuantos hospitales había algo de luz por los heridos y muertos que llegaban a causa de ese desastre natural.
Por una vez en la vida, Daina se sintió amada por Leonardo que a pesar de que vivían esa monotonía constante, pues él había escrito una carta para decirle que de verdad le importaba, aunque no lo pareciese.
Pasaron los días, Leonardo había salido de peligro, pues de milagro se había salvado al despertar, vio a Daina que estaba leyendo un libro, la miro tan tierna que pensaba que no le había tocado una mejor mujer, no la quiso interrumpir solo se quedó mirándola o mejor dicho admirándola, pues ella era muy bella tenía su cabello negro azabache corto como a Daina le gustaba ella notó que él, la estaba mirando empezó a sonrojarse, pues le daba pena que la estuviese mirando por lo que volteo.
― No quería interrumpirte mi amor ― respondió Leonardo tratando de sonreír. ― Te vez muy bella sonriendo ― le dijo Leonardo extendiendo su mano, quería que le tomara la mano. ― Aunque no lo creas, eres la mujer más bella que mis ojos han visto ― respondió Leonardo haciendo que ella se pusiera de pie y se acercara a él. ― ¿Sabes algo? Siempre te voy a querer ― le dijo Leonardo haciendo que ella de repente agachara la mirada, sus ojos se pusieron cristalinos de repente, así era ella sentimental, inconscientemente y sin decirle nada, ella lo abrazó haciendo que él sonriera y sin decir nada ella lo besa, pues a pesar de todo ella lo quería y también lo amaba a pesar de que su relación era una monotonía constante.
Sin embargo, ella quería que fuese el que se quedara a su lado, a pesar de su falta de tiempo se separaron lentamente Leonardo le sonrió y le beso su frente, adoraba besarle el cabello y su frente acariciando su mejilla.
― Te amo Leo ― hablo de pronto Daina.
― Y yo a ti ― le respondió Leonardo ella estaba por responder cuando su hermana Roció la interrumpe.
― Daina necesito hablar contigo ― le respondió Roció llamando la atención de su hermana.
― Que sucede hermana ― le dijo Daina saliendo de aquella habitación.
― ¿Es en serio que le darás una oportunidad a Leonardo después de todo lo que te hizo? ― pregunto su hermana furiosa. ― Daina Leonardo no merece que tú lo perdones así porque sí ― le dijo Roció tratando de convencerla de que lo dejara. ― Dime una cosa ¿Es por qué papa está obligándote que te quedes con Leonardo? ― le pregunto Roció haciendo que Daina agachara la mirada, tenía que quedarse con él, pues su padre no le permitía que saliese con más muchachos vamos no la dejaba a que tomara sus decisiones.
Daina se quedaba callada, pero Roció sabía lo que le pasaba, la conocía tan bien que pensaba ayudarla para que dé una vez por todas, ella se sintiese un tanto libre, sin embargo, ella se preguntaba como sería la ciudad de Puebla ¿Le gustara? Esa pregunta le rondaba por la cabeza, caminaba de un lado a otro, pues se aburría de estar en un solo lugar, tratando de poner sus sentimientos y su cabeza en orden, pues por el huracán que no tenían ni siquiera para comer la tenía estresada viviendo en la total oscuridad en la noche ella pasó a ver a Leonardo quien estaba mirando hacia el techo, pues no tenía nada de sueño.
― ¿No puedes dormir? ― le preguntaba Leonardo mirando a Daina con la poquita luz que entraba por la luna.
― No ― hablo Daina tratando de sonreír. ― Mi papá me dijo que me iré a Puebla ― respondió Daina avisándole a su novio.
― ¿Estás, segura de querer irte? ― le pregunto Leonardo, pues quería saber si ella estaba segura de irse o por qué su padre la estaba obligando. Pero Daina se había quedado callada de nueva cuenta, por lo que Leonardo le toma de la mano tratando de calmarla. ― Si no estas segura puedes irte conmigo, nada me haría más feliz que tú y yo formáramos una familia ― respondió Leonardo haciendo que Daina sonriera, pero tenía miedo de casarse y que ese matrimonio fracase como su padre y su madre le habían repetido hasta el cansancio si ella tenía comunicación con su madre, pero no tenía una buena relación como ella quería.
Muchas veces extrañaba a su madre, pero también sentía algo de rencor o mejor resentimiento, su madre quería que Daina confiara en ella, pero ella no le tenía confianza, simplemente eran dos extrañas, Leonardo le dio un beso en la mejilla a su novia le tenía que tener paciencia, ya que ella se mostraba distante y un tanto perdida sabía que tenía ansiedad y depresión trataba de luchar con ello todos los días y él trataba de ayudarla, aunque sea un poco. ― Yo te prometo que si vives conmigo seremos muy felices ― le respondió Leonardo tomándola de la mano, pero Daina estaba confundida, no sabía si vivir con él o no le daba tantas vueltas que no sabía por dónde empezar quería mucho a Leo, pero tenía miedo de tener hijos y no ser la madre que sus hijos esperarían.
Mientras que Fernando caminaba un rato por el parque para tratar de olvidar las constantes peleas que tenía con Alexa, su gran amor o mejor dicho el amor de su vida le dolía perderla, temía perderla, sin embargo, no quería aceptar que tenía un vicio enorme su hijo era lo único que lo mantenía a flote se estaba destruyendo lentamente, pues también su depresión quería acabar con él y por eso tomaba a diario para olvidarse de todo lo malo que le estaba ocurriendo él veía su celular checando mensajes de su esposa, pero no había nada.
Alexa quiso ayudarlo teniéndole la mayor paciencia posible, pero sentía que ya no podía más, por lo que opto por separarse de el aunque en el fondo le doliese como nunca, pues pensó que era lo mejor esperando a que llegara Fernando para que se llevara su maleta hasta que llega él un tanto tomado como siempre.
― ¿Y esa maleta? ― le pregunto Fernando viendo esa maleta un tanto desconcertada.
― Es mejor que nos separemos Fernando ― respondió Alexa dejando sin habla a Fernando.
― Esto tiene que ser una broma, ¿Verdad? ― le pregunto Fernando, pero ella dijo que no.
― Es la realidad quiero que te vayas de la casa, ya no pienso soportar a alguien que se la vive en la bebida todos los días ― hablo Alexa haciendo que Fernando negara con la cabeza una y otra vez.
― Por favor, Alexa, esto lo podemos solucionar ― respondió Fernando tratando de encontrar una solución, algo que claramente no había.
― lo siento, pero ya no hay solución, es lo mejor para los dos, por favor vete Fernando ― dijo Alexa tratando de sostenerse fuerte, pero por dentro sentía que se Moría por lo que Fernando agarro su maleta y decide irse haciendo que ella cayera de rodillas llorando desconsolada al ver que su matrimonio se estaba derrumbando...
― lo siento, pero ya no hay solución es lo mejor para los dos por favor vete Fernando ― dijo Alexa tratando de sostenerse fuerte, pero por dentro sentía que se moría por lo que Fernando agarro su maleta y decide irse haciendo que ella cayera de rodillas llorando desconsolada al ver que su matrimonio se estaba derrumbando... Alexa sentía que la vida se le iba sentía que estaba perdiendo todo su matrimonio que solo duro por 14 años esos años donde ella lo amaba cada día más. Sin embargo, Daina no sabía qué decisión tomar estaba entre la espada y la pared una parte estaba su papá y su hermano, pero por la otra estaba Leo aquel chico que de verdad ella creía amar bueno pensaba que si lo hacía salió de la habitación un tanto desconcertada, pues tenía muchas cosas que pensar quiso salir corriendo cuando su hermana la detiene. ― Daina ¿Qué sucede? Parece que viste un fantasma ― le dijo Roció haciendo que Daina soltara todo el aire que había retenido. ― No sé qué hacer ― hablo Daina un ta
Por lo que su hermana se lleva a Daina al avión para que dejara de pensar en él en ese amor que tanto le estaba haciendo daño sin pensar que tal vez un amor secreto estaba enamorado de ella. Daina se subió al avión recordando lo bonito que le había pasado estando en la playa, pero ella sentía un gran vacío y ese tenía nombre y apellido Leonardo Rosas Ordóñez Roció la miraba se sentía triste por verla de esa manera la ayudaría a despertar a conocer ese nuevo mundo que le esperaba ella quería estar con su hermana, pero su padre no quería de alguna manera quería mantenerla separadas después de varias horas el avión había llegado a su destino. ― Bienvenida a la ciudad ― le dijo Roció a su hermana, quien estaba perdida en sus pensamientos, ella solo asintió. ― Verás que saldrás adelante, te ayudaré ― le dijo su hermana abrazándola. Por lo que ella sin decir nada abraza a su hermana, para ella era la más hermosa compañía que podía tener alguien que la entendiera que la comprendiera. Su p
― Por favor te pido que no me digas nada ― hablo Fernando fumando un cigarrillo, no quería escuchar a nadie mejor dicho, no estaba en condiciones de escuchar a nadie, vamos ni siquiera a su propia madre, quien lo veía con preocupación. Si su madre lo veía con preocupación sentía que la vida de su hijo se le iba de las manos trataba de ayudarlo, pero él no se dejaba, pues en el fondo ya estaba harto de problemas de todos hasta consigo mismo se estaba convirtiendo en un hombre que pierden sus ilusiones se estaba convirtiendo en alguien que de verdad no era. Mientras que Daina se quedaba pensando en su hermana en todo lo que le dijeron si de verdad tenía razón tal vez si la tenía su hermana, pero tenía miedo un miedo horrible a no hacer lo que su padre disponía, ya que él siempre decía por qué no eres como yo porque no sabes hacer cosas como yo, pero jamás se preguntaba que tal vez su hija tenía otro don el cual no se quería dar cuenta siempre la minimizaba diciendo que no era intelige
Su hermana veía a alguien a quien proteger, a quien cuidar, a quien amar, así era Roció, pensaban que era sobre protectora, pero en realidad ella solo quería que ella estuviese lo mejor posible sin que se burlaran de ella sin que la cacharan de tonta. Pasaron los días Daina se sentía tranquila se sentía en paz no se sentía nerviosa era la primera vez que estaba bien que de verdad se sentía en paz hasta que llego el día que conoció a Fernando aquel que le robaría el corazón en un solo instante le había robado literalmente hasta su alma. ― Ella es la hermana de tu prima Roció ― respondió su mamá haciendo que Daina tratara de sonreír, aunque fuese un poco. ― Hola ― dijo Fernando saludándola con un pequeño beso en la mejilla por lo que ella se sonroja un poco. ― Mucho gusto en conocerte ― hablo Fernando tratando de sonreír. Ella no habló, solo le sonrió por vez primera, ella se sintió un tanto tímida en toda la comida, ella no habló, aunque él trataba de hacerle plática, Daina no pudo
Por lo que Fernando le sonrió pasando con su hijo quien era un chico tímido que también tenía la mirada triste ella suponía que era por la separación ella conocía muy bien eso lo había vivido en carne propia solo que ella y su madre no se hablaban era como si fuesen un par de desconocidas y en Mónica mama de Rocío la veía como una figura materna alguien que le contaba sus penas... Subieron a la recámara de ellas, dos Fernando saludo a su primo quien estaba algo pasado de copas, en efecto él se mantenía tomando solo para olvidar esa tristeza de perder a su familia, de perder a la mujer que él más amaba. ― Hola, prima por qué no me invitas de lo que tomas ― dijo Fernando sonriendo. ― No empieces papa, ya tomaste suficiente ― dijo su hijo un tanto enojado, le molestaba sobre manera que tomara, que se emborrachara. En un principio era risas, pasaban un momento agradable, Daina se arreglaba, pero Fernando no perdía la oportunidad de halagarla haciendo que ella se sonrojara o tratara de
― Estúpido orgullo ― murmuro Leonardo viendo que Daina le había llamado pues ahora eran dos corazones que estaban sufriendo la ausencia del uno y del otro. Por su puesto Fernando no le creyó que ella estaba bien presentía que algo le pasaba a Daina por su mirada incesante al celular como si estuviese esperando algún tipo de mensaje que por su puesto jamás llego exactamente aquel mensaje de Leonardo jamás llego pues él estaba destrozado dolido sintiendo que la vida se le iba en un instante. Pero Fernando no se sentía tan ajeno aun sufría en silencio la ausencia de su esposa estar lejos de ella le mataba tanto que muchas veces lloraba amargamente claro estando a solas pues él no quería que lo viesen derrotado había caído en una depresión terrible el cual muchas veces no tenía salida al día siguiente fue a buscarla pero ella no le recibió simplemente lo dejo afuera haciendo que él se sintiese humillado desolado se fue a la casa de su tía donde tal vez se iba a sentir comprendido pasand
Su amigo se quedó con Leonardo sabía que lo que sentía era remordimiento por no estar con ella cuando más lo necesitaba, tal vez se estaba dejando vencer. - Eso quería dejarse vencer Leonardo a estas alturas, a él ya nada le importaba, solo quería estar al lado de Daina que estaba más distante que nunca, por lo que se paró a caminar por la playa, pero hasta eso le traía recuerdos. ― Daina porque ya no estás más a mi lado, porque ― habló Leonardo mirando la foto de ella caminando sin rumbo fijo. Pasaron los días Fernando estaba desaparecido de nueva cuenta nadie sabía de él era como si la tierra se lo hubiese tragado de repente, pues no sabía si él estaba tomando o se había hecho daño no se sabía nada del durante días eso a Daina le preocupo sobre manera por lo que se ofreció con su mamá a ir con él para buscarlo por el mercado por donde fuese posible, pero lamentablemente no había rastro de Fernando. ―Fernando, dónde estás ― susurraba Daina en sus adentros, no podía concentrarse e
Por lo que mejor colgaron la llamada era lo mejor dejarlo en paz, aunque Manuela quería saber de su hijo. Por lo que ven a un señor bajándose de un carro, tal vez él le daría la información de cómo estaba su hijo, pues su madre aún sentía esa angustia que la estaba matando lentamente. Por lo que sin decir nada se fueron de ese lugar que ambas le habían deprimido Daina quiso asomarse por última vez y lo vio sentado en ese sillón viejo quiso ir y darle un poco de alivio un poco de consuelo o mejor dicho taparlo con una cobija una parte de ella comenzaba a quererlo comenzaba a amarlo una parte de ella estaba triste de verlo en ese estado, pero a la vez sentía un poquito alivio de que tal vez estaba en un lugar algo seguro. ― Ven, Daina vamos, creo que merecemos dar una vuelta. ¿No crees? respondió Manuela haciendo que ella asintiera. Fueron a la iglesia más cercana ahí Daina sentía un poco de paz una paz infinita poco a poco entraron ella se quedó mirando la cruz que estaba ahí se qu