En el bosque eterno

En el bosque eternoES

Fantasía
Annie Löwe  Completo
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Resumen
Índice

En los tiempos sumidos en odiseas e idilios entre dioses, una foránea decide sumergirse en el Bosque Eterno, la mayor creación de las divinidades. Encontrándose con diferentes caminos y situaciones, tendrá que afrontar riesgosas aventuras con tal de hallar a su padre, el hombre que la instruyó en las artes del combate y del manejo de la espada. Sin embargo, se verá acompañada obligatoriamente por un joven flacucho y desgarbado, el cual le enseñará que su humanidad siempre ha estado en su interior apagada y en ascuas. Con su compañía, no solo aprenderá el valor de la fraternidad, también a comprender más allá de la empatía.

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Prólogo
Solía sentarme en el regazo de mi madre cada vez que se acomodaba al frente de la fogata que armaba padre antes de irse a cazar. Se entretenía con mi cabello y me contaba historias sobre seres que habitaban más allá del bosque, de los dioses y sus hijos. Al ver que el fuego se extinguía, cesaba la charla, levantaba mi rostro y me sonreía con tristeza.—Tu padre era un asesino de dioses. Pronto serás como él —susurraba con el dolor en su mirada.No le entendía, mi mente solo captaba muy poco y lo que podía recaudar de mis memorias.—Pero soy una niña, soy débil.Sus ojos centelleaban como los rayos que aparecían en el cielo de esa noche.—¿Te hace débil ser mujer? —Asentí—. No, pequeña. Lo que te hace fuerte es la valentía, no la fuerza bruta. Recuérdalo, mi niña, que pronto t
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Capítulo uno
La espesa nieve me dificulta el caminar y se hunde sobre mis hombros, dejando que el frío traspase mi chaqueta de piel de oso. El invierno parece querer engullir los pocos pueblos de este bosque. El vaho que sale de mis labios es mi guía, pues flota hasta deshacerse en una pequeña cabaña con su puerta abierta. El letrero tallado en madera exuda que es una vinatería.Me cubro más en el momento que irrumpo la pequeña estancia; los leñadores detienen las copas de vino sobre el filo de sus bocas para observarme. Sé que es extraño ver a una mujer sola, sin un marido, en un lugar como este.La vendedora tras el gran roble que hace de mesa no tarda en servirme una copa de vino caliente sobre la mesilla en donde me siento.No aparto los ojos de su próximo movimiento: sentarse al frente de mí.—¿Qué hace por aquí, forastera?Aprieto los labios rece
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Capítulo dos
En el momento que una gota de agua gélida cae en mi frente, me he despertado por eso, porque la lluvia ha traspasado la barrera de hojas que nos brindaba el árbol. Empiezo a guardar todos mis utensilios en la bolsa, el cuero recubierto por pelaje vuelve a estar envuelto en mi cuerpo como un escudo.—Óláfr, levanta. —Lo muevo con la punta de mi pie. Refunfuña entre sueños—. Vamos.Despega sus párpados con un bostezo. Dejo que se aliste.—Tenemos que darnos prisa, se aproxima una tormenta.Observo las nubes congestionadas que se arremolinan en lo alto de nuestras cabezas. Ahora el diluvio es más fuerte, arrasa las débiles ramas y troncos, al igual que marchita las madrigueras de algunos roedores. Las gotas parecen ser bellotas al impactar contra el suelo, la borrasca será contundente.—Muévete, Óláfr, si no deseas ser ahogado por l
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Capítulo tres
ÓLÁFR La sangre manchando la cristalina agua y el cuerpo de Freya flotando sobre ella me hace viajar en el tiempo, a esa época en la que apenas era un niño, en la cual tenía a mi padre. Me caí de una mesa de rocas improvisada que armé con los amigos que solía tener. Mi progenitor al encontrarme con la cabeza manchada en ese líquido peculiar, me cargó entre maldiciones y corrió hasta el final del Ulaf, me sumergió en él y esperó. No es un mito lo que sucedió dicho día, la herida cerró, la sangre se secó tan rápido como emanó. Vuelvo en sí al oír un grave estruendo.Me arrastro por el suelo, jadeante. El dolor punzante en mi hombro abierto se agranda, no alcancé a protegerla, pues la gran hacha no tardo en rebanar mi carne. Y ella fue herida de gravedad al intervenir mi pat
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Capítulo cuatro
La forma en cómo me despierta ya es una costumbre habitual en ella a pesar de que lo ha hecho una vez. La punta de su bota es lo primero que veo al despegar los párpados, es buena madrugando. Me yergo con un bostezo.—Prepárate, hoy cazarás el mejor venado que veas, no quiero que caces uno joven.—¿Estarás conmigo?Acomoda la cuerda que mantiene su espada tras su espalda con algo de tenacidad.—Por supuesto, estaré tras de ti. La amenaza siempre surge cuando se está tranquilo.Flexiono las piernas. También ya es una costumbre sus frases que me catapultan a la reflexión.—Vale. Como dijiste: no estoy preparado para enfrentar algo más hostil.Observo bien su rostro en búsqueda de una sonrisa, pero no saca nada a la luz. Cuánto me gustaría que estire esa boca tan gruñona.—Óláfr veo q
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Capítulo cinco
FREYA Al verle, empecé a desarmar el pequeño refugio que hice mientras se encontraba sumergido en la inconsciencia. Me saluda con la mano, en sus ojos veo el pesar, más no le preguntaré el por qué, no me incumbe.—¿Qué tal tu charla con Syl?Dejo de desamarrar las cuerdas. Su cuello se mueve de manera brusca cuando traga, frunzo las esquinas de mis ojos.—Una conversación semejante a la de un padre e hijo.Dejo de envolver las cintas en mi mano, suelto un suspiro al enfrentarlo.—Hablasteis sobre mí, ¿verdad?Cabizbajo, asiente.—No me mientas, odio que lo hagan —recrimino.—Lo lamento, me… no sé cómo explicarlo.—Déjalo así.Dejo caer las ramas al lado del tronco, envuelvo las pieles y hago que él me dé su espalda par
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Capítulo seis
Su aliento se aleja de mi rostro cuando Óláfr irrumpe de nuevo la estancia. Abrazadas contra su pecho están esas matas hasta con su raíz intacta. Lamo mis labios, la resequedad en ellos demuestra el nervio que tocó esa bruja en el momento que dijo tan inflexibles palabras.Me estremezco. Acaba de darme una sonrisa de un niño pequeño e inocente.—¿Sucede algo? —Su mirada pasa por ambas.—Nada. Le sugerí a tu mentora que pueden descansar aquí —exclama la bruja con fingida alegría.—Pero he declinado su oferta, es mejor que sigamos.Acaricio la cinta que sostiene mi espada al igual que las cadenas. La sonrisa de Gaela cae en picada.—Podéis descansar un poco y luego, muy temprano, iros con las panzas llenas.—No es necesario —rezongo, malhumorada.Óláfr saca su labio inferior en una muec
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Capítulo siete
ÓLÁFR Esquivo el manotazo del Draugr por poco, o sino se hubiese llevado un buen pedazo de mi pecho. Me he quedado sin flechas, así que como segunda opción empecé a defenderme con el cuchillo. He copiado la mayoría de movimientos (golpes) que hace Ariana y los he repetido hasta cansarme. Parece que estos no muertos no descansarán hasta volvernos su cena.—No te distraigas —ruge, impacta su espada contra la del Dragr que acaba de atacarme. Trago grueso.Lo patea hasta dejarlo medio acostado, no duda en darle en pisotón en el maloliente cráneo. Me empuja con su mano para deshacerse del último, resoplo, yo quería acabar con él.—No te dejes llevar por los pensamientos —regaña.—Sí señora —musito.—De esta clase de criatura salen cantidades de debajo de la tierra, son tr
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Capítulo ocho
Lo prometido es deuda, antes de que la luna poseyera el cielo, Syl se apareció con el mapa, y tan rápido como llegó, se marchó alardeando que tenía cosas por hacer. Revisé el mapa con cautela, lo único que alcancé a examinar fue una línea roja que traza la ruta. Mientras tanto, hemos estado caminando cerca del mar, lo sé por el olor salobre, además por el arrullo de las olas chocando el mar. No puedo asegurar que nuestra caminata ha sido pacífica, no, los draugr nos acosaban en cada esquina, pero esas batallas me sirvieron un poco para razonar y aprender. Por la sangre de Ariana corre la habilidad grácil de la lucha, de una excelente defensa, de hecho, la molesté diciéndole que todo eso lo heredó de su madre, dado que Freya es la diosa de la guerra, además del amor, por supuesto.Vigilo sus movimientos, desde que terminamos con la horda de hace media hora se
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Capítulo nueve
FREYA   Sus dedos rozaron los míos, más no alcancé a atraparlo. La ventisca hizo de las suyas, se lo llevó como peso muerto. Al sentir su furia, enterré la espada hasta donde más pude para afianzarme a ella, en el momento que busqué la manera de tenerlo a mi lado, fue demasiado tarde. Vi cómo poco a poco su cuervo rebotaba entre los árboles, cómo luchaba hasta que el lago lo engulló. El frenético viento no cesa, de hecho, se torna más iracundo. Aprieto el mango, en cualquier momento también saldré despedida. Mi mente se llena de las imágenes del chico lastimándose, se repiten una y otra vez. En el ventarrón veo una minúscula gota viajando en él, esa gotita se desprendió de mis ojos mientras que otras le seguían. Estabilizo mis piernas en el momento que se acaba la faena junto a la caída de quién esperaba. —¿Dejarás que te lleve a las buenas o a las malas? Desentierro mi compañera fiel. No dejo de vigilarlo con rencor.
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