—Chico.
—¿Sí?
Baja la vista a sus manos. Ese acto no pasa por inadvertido.
—En Hel no tuve tantos obstáculos para traerte de vuelta —explica sin tan siquiera verme. Sacudo la cabeza, extrañado, ¿qué hizo? —, pero acarreó una consecuencia fuera del susodicho; los recuerdos han vuelto a mí, se materializan, solo puedo verlos yo, son un tormento, me hacen viajar a ese pasado que tanto aborrezco. Por eso mi aspecto tan demacrado, es porque no he logrado disuadir esas emociones que contraigo cada vez que soy perturbada por una memoria.
Me incorporo. Empiezo a dar vueltas con los dedos enjaulados en mi cabello. ¿Por mí sufre? Es mi culpa, ¿cuántas veces más por mí ella será lastimada? Por el rabillo del ojo percibo cómo se mueve de manera inquieta. No quiere verme así, pero no puedo evitarlo. El desliz sigue presen
Se golpea la sien, una forma extraña de sacar los recuerdos que la atormentan de su cabeza. La curiosidad que ha sacado a relucir desea ver lo que ella presencia a cada paso que da. Gracias a ello la inquietud que se ha apoderado de mí es tanta, que sería capaz de jalonear su cabello para que deje de hacerse daño.—¿Cuándo acabará esa tortura?Su pecho deja de moverse al soltar tal pregunta.—Hasta que yo encuentre el modo de redimirme con esos recuerdos.Bajo la mirada. Hace poco llegamos al monte, a la colina más alta o eso creo. Estamos esperando a su padre, ella se encuentra recargada en una rama y yo sentado en una roca. No le he quitado la vista de encima, sus ojos están inflamados y bajo estos las bolsas oscuras son prominentes. Nadie desearía permanecer así de demacrado. Yo no sería capaz de seguir en pie con un tormento como ese, todos tenemos memorias
FREYAVolteo la cara hacía atrás. Un sentimiento extraño atenazó mi percepción, algo que me gruñe que el chico no está bien afuera. Sin embargo, he llegado a la sala y no podré ayudarle, él verá por su vida, aunque mi instinto clame por ir a auxiliarle sin más. Restriego mi mejilla, las alucinaciones no han hecho acto de presencia, no aún. Esta vez me atormentaron con el recuerdo vivido de la noche que dejé de ser la niña amable, ese acontecimiento que se llevó a mi madre para no regresarla jamás. Aprieto la mordida. Hela es inalcanzable, se divierte demasiado con lo que hace conmigo, más no le daré más satisfacción.Las telarañas adornan los candelabros, la mesa circular en el centro tiene jarrones llenos de polvo, los espejos que se bambolean en las paredes medio reflejan mi cuerpo. Una atrac
El aliento del dragón nos da la bienvenida. Después de cruzar el espejo, dejamos a Syl en él antes de que se destruyera, que el agua que hacía de reflejo se desbordará y destruyera ese portal, dando paso a otra parte de la colina e incluso engullo el sarcófago, dejando a su paso una masa de tierra y nada más. El chico mantiene detrás de mí, salimos y el bicho este ya está atacando, padre al verme se distrajo, ganando así un empujón brusco, al comprenderme más, se dio cuenta que no era su mujer, que simplemente era su hija que ya estaba libre de ataduras, que podría utilizar el poder de la naturaleza a su favor. Con un gesto de la mano y una orden silenciosa, las raíces del árbol al lado del expulsa fuego se enredan en sus patas, en un segundo se pone a mordisquear el aire para poder ser libre de nuevo.El aspecto del dragón es hermoso, jamás habí
Lo veo pescar con esfuerzo, inclino la cabeza un poco. Después de esa huida, comprendí que padre decidió enfrentarse a mis enemigos para que yo no sufriera, lo vi en sus ojos antes de partir. Se arriesgó para verme viva, para sentir que estaba segura de nuevo. Sé que falta mucho para que pueda comprender este mundo, su pasado y el de mi madre, pero por ahora, deseo un buen descanso. Llevamos un mes aquí, en el prado de flores en donde estuve con Freyr, que fingió ser una bruja y al marcharse, algunas flores desaparecieron al igual que la cabaña. Sin embargo, con orgullo, construimos una más pequeña y aprendí a hacer runas que nos ciega ante los dioses, es decir, que nos oculta, ellos no saben que seguimos aquí, en el Evig Skog, Óláfr creciendo como un chico sabio y yo viviendo como una humana de nuevo. Sé que esto no tardará para siempre, que pronto nos tocará salir de este escondite y enfrentarnos de nuevo al mundo hostil que estaba acostumbrada, he entrenado al castaño lo
Solía sentarme en el regazo de mi madre cada vez que se acomodaba al frente de la fogata que armaba padre antes de irse a cazar. Se entretenía con mi cabello y me contaba historias sobre seres que habitaban más allá del bosque, de los dioses y sus hijos. Al ver que el fuego se extinguía, cesaba la charla, levantaba mi rostro y me sonreía con tristeza.—Tu padre era un asesino de dioses. Pronto serás como él —susurraba con el dolor en su mirada.No le entendía, mi mente solo captaba muy poco y lo que podía recaudar de mis memorias.—Pero soy una niña, soy débil.Sus ojos centelleaban como los rayos que aparecían en el cielo de esa noche.—¿Te hace débil ser mujer? —Asentí—. No, pequeña. Lo que te hace fuerte es la valentía, no la fuerza bruta. Recuérdalo, mi niña, que pronto t
La espesa nieve me dificulta el caminar y se hunde sobre mis hombros, dejando que el frío traspase mi chaqueta de piel de oso. El invierno parece querer engullir los pocos pueblos de este bosque. El vaho que sale de mis labios es mi guía, pues flota hasta deshacerse en una pequeña cabaña con su puerta abierta. El letrero tallado en madera exuda que es una vinatería.Me cubro más en el momento que irrumpo la pequeña estancia; los leñadores detienen las copas de vino sobre el filo de sus bocas para observarme. Sé que es extraño ver a una mujer sola, sin un marido, en un lugar como este.La vendedora tras el gran roble que hace de mesa no tarda en servirme una copa de vino caliente sobre la mesilla en donde me siento.No aparto los ojos de su próximo movimiento: sentarse al frente de mí.—¿Qué hace por aquí, forastera?Aprieto los labios rece
En el momento que una gota de agua gélida cae en mi frente, me he despertado por eso, porque la lluvia ha traspasado la barrera de hojas que nos brindaba el árbol. Empiezo a guardar todos mis utensilios en la bolsa, el cuero recubierto por pelaje vuelve a estar envuelto en mi cuerpo como un escudo.—Óláfr, levanta. —Lo muevo con la punta de mi pie. Refunfuña entre sueños—. Vamos.Despega sus párpados con un bostezo. Dejo que se aliste.—Tenemos que darnos prisa, se aproxima una tormenta.Observo las nubes congestionadas que se arremolinan en lo alto de nuestras cabezas. Ahora el diluvio es más fuerte, arrasa las débiles ramas y troncos, al igual que marchita las madrigueras de algunos roedores. Las gotas parecen ser bellotas al impactar contra el suelo, la borrasca será contundente.—Muévete, Óláfr, si no deseas ser ahogado por l
ÓLÁFRLa sangre manchando la cristalina agua y el cuerpo de Freya flotando sobre ella me hace viajar en el tiempo, a esa época en la que apenas era un niño, en la cual tenía a mi padre. Me caí de una mesa de rocas improvisada que armé con los amigos que solía tener. Mi progenitor al encontrarme con la cabeza manchada en ese líquido peculiar, me cargó entre maldiciones y corrió hasta el final del Ulaf, me sumergió en él y esperó. No es un mito lo que sucedió dicho día, la herida cerró, la sangre se secó tan rápido como emanó. Vuelvo en sí al oír un grave estruendo.Me arrastro por el suelo, jadeante. El dolor punzante en mi hombro abierto se agranda, no alcancé a protegerla, pues la gran hacha no tardo en rebanar mi carne. Y ella fue herida de gravedad al intervenir mi pat