Emil, un actor frustrado sueña con protagonizar una película de su padre, aclamado director de cine, con quien no tiene una buena relación. Su padre cede en darle un papel, pero no le da el protagónico, y él se promete a sí mismo hacer lo posible por encarnar el mejor personaje. El rol que le da su padre es justamente el antagonista del héroe: el asesino. Se entrena para lograrlo, da lo mejor de sí, y en el camino conoce a una sexy e inteligente detective que acecha sus pasos, quien al comienzo no logra vincularlo con los homicidios y se enredan en un amorío. ¿Podrá ganarse a la audiencia con su performance? ¿Serán descubiertos sus crímenes? Y, más importante aún para él, ¿podrá impresionar a su padre?
Leer másEL SUEÑO HÚMEDO DE SIENAOliver y Emil habían llegado puntual a la hora que ella los había citado. Ambos sabían que se encontrarían allí, por lo que no se sorprendieron al verse las caras en la puerta del apartamento de Siena. Sólo se miraron y no se saludaron.–Adelante, pasen –invitó Siena.Entraron y Emil besó en los labios a Siena, mientras que Oliver le dio una palmadita en el hombro. Emil se acomodó en el sofá y se cruzó de brazos.–¿Bebemos algo? –preguntó Siena, tomando unos vasos del aparador.–Deja eso para después –contestó Oliver, rodeando la mesa y acercándose a ella.Se paró a su lado, le quitó los vasos de las manos y los dejó sobre la mesa. Acomodó el cabello de Siena detrás de su oreja y la miró a los ojos.–Qué bonita estás hoy, compañera –le dijo, con un tono de voz más grave de lo usual.Emil observó calculador, desde donde se encontraba, lo que hacía Oliver. Siena miró a Oliver con una sonrisa pícara, negando con la cabeza, como solía hacer cuando él se ponía revo
ESPOSADO Las palabras que había pronunciado Oliver empezaron a cobrar sentido y a calar dentro de él. “Quedas detenido por el homicidio de Ana Müller, Elena Ivanov, Anastasia Taylor, Ariana Markis y Serena Marino.” Y sí, él las había matado. Pero no había imaginado que podría ser arrestado por ello. En su mente los escenarios eran perfectos. Había ultimado cada pequeño detalle y nada se había escapado de él. ¿Qué había fallado? ¿Cómo lo habían descubierto? De pronto, se encontraba en medio de un mar de uniformes y luces azules y rojas, y Oliver se acercaba a él. Todo ocurría en cámara lenta. Los oficiales lo observaban, cautelosos, y Oliver estaba abriendo las esposas para colocárselas. Cooperó, no se movió e hizo lo que le decían. Si se resistía, era peor y parecería aún más culpable. Pero, ¿qué decir en una situación así cuando eres inocente? ¿Y en verdad quería lucir inocente? ¿Qué quería en ese momento? Lo mejor era permanecer con la boca cerrada y caminar. Subió al coche al
TRAYECTO FINAL –Pero… ¿qué dices? ¿Me apoyarás en esto? –preguntó Siena. –Eso creo –contestó Liam–. Pero necesito saber todo. –Tengo un plan para capturarlo. –Siena, no te desvíes de nuevo. –Claro, claro. Siena le contó todo (o casi todo) a Liam, mientras Oliver escuchaba sin emitir palabra, aún sentado frente a la pantalla. –Creo que traeré café –dijo Oliver, cuando Siena terminó su relato. Siena había omitido contarle a Liam sobre la grabación de su encuentro sexual con Emil. No lo creyó necesario y había sido un plan estúpido. Liam movió la cabeza de un lado a otro, pensativo, analizando todo lo que acababa de oír. –Querida, qué haré contigo… Tienes un olfato infalible, pero te has puesto en peligro con este muchacho Emil. Si ese tipo decidía agarrárselas contigo por hacer algo que no le gustaba, no estaríamos hablando ahora. –Jefe, sé cuidarme –contestó Siena, tajante, y algo ofendida. –Lo sé, y de todas maneras me preocupo. Liam hizo una pausa y en ese momento Oliver r
CULPABLE E INOCENTE –No hablaré hasta no tener a mi abogado aquí –espetó Marco. –Está bien, Rossi. Sólo pedimos colaboración para que no se dificulten aún más las cosas –contestó Oliver. –¿Para que no se dificulten aún más? ¿Qué quieres decir? –Vamos, Marco, sabíamos que la conocías hace tiempo. –¿A quién? –A Serena. Habían sido compañeros, cuando estudiaban. Tenían una relación. Ustedes se distanciaron. Te quedaste con sentimientos reprimidos por cosas del pasado, no pudiste superarlo, proyectaste tu ira en otras mujeres, y luego volviste a encontrarla, hasta que la ahorcaste en esa habitación de hotel y por fin pudiste liberar todo tu odio contra ella. –¿Qué dices? –contestó Marco, descolocado. –Dime que no fue así. Está bien, te comprendo, las mujeres pueden ser unas zorras –continuó Oliver, como parte de su acto. –Por favor, detective, yo no asesiné a Serena. –Vamos, si confiesas, las cosas serán mucho más fáciles para tí. Declárate culpable y la condena será menor. –No
DE NUEVO… Cuando los oficiales irrumpieron en la productora ese día, Oscar los observó en silencio desfilar hacia el interior de la oficina de Marco. –¿Qué pasa aquí? –gritó Marco, desde el interior. –Tenemos una orden de arresto, Rossi. Aquí tiene –dijo uno de ellos. Le leyeron sus derechos y Marco refunfuñó, y Oscar oyó cómo daba vueltas de un lado a otro, furioso. –Acompáñenos. –Yo no he hecho nada. –Sí, todos dicen eso. Vamos. Marco continuó maldiciendo, así que Oscar salió de su oficina, se acercó e intervino. –Marco, coopera con ellos, por favor. Llamaré a tu abogado. Intenta no hacer un escándalo. Lo resolveré. Sal de aquí sin hacer una escena, y con la frente en alto. De todas maneras, no has hecho nada, ¿verdad? Marco recapacitó por un momento e hizo silencio. Asintió con la cabeza hacia los policías y salió de allí por sus propios medios. Los policías lo esposaron y lo guiaron hacia afuera. –No te preocupes, me encargaré de esto –le dijo Oscar. Marco resopló, pero
NUEVA ESCENA DEL CRIMEN–Buenas noches, queridos amigos, soy Felix, su fiel servidor, y aquí estamos con Emil Rossi, el actor del momento, en un episodio más de este Podcast Mundo Cine. Escúchanos todos los viernes, como siempre, a las ocho de la noche. ¿Cómo estás, Emil?–Muy bien, gracias.–Antes que nada, felicitaciones por tan tremenda película.–Gracias, Felix, gracias.–Debo admitir, amigo, que he reído, llorado, me he emocionado con todos los personajes. Pero tu interpretación me ha puesto los pelos de punta. Ha sido excelente. Eso abrirá unas cuantas puertas para ti a partir de ahora.–Sí, ya tengo algunas buenas propuestas. Pero tengo que analizar bien a partir de ahora –rio Emil.–Claro que sí. ¿Qué te gustaría hacer después?–En verdad, no lo he pensado aún. Tengo algunas cosas que resolver antes de aceptar mi próximo proyecto y preferiría tomarme las cosas con calma, sabes, analizarlas tranquilo, fríamente.–Entiendo. Mira, aquí tenemos en nuestras redes sociales miles de
CONFIANZA–El niño es mío, ¿verdad?–Emil, ¿por qué preguntas eso?–Porque he estado ausente en muchas ocasiones a causa de los viajes por las grabaciones de la película. Es lógico que hayas… no lo sé, estado con otros chicos. Eres una mujer muy hermosa.–¿Necesitas una prueba de ADN? No tengo problema en hacerla. Es tuyo. No he estado con nadie más. Pensé que ninguno de nosotros…–No. Está bien Es que nunca hemos hablado de los términos de nuestra relación. Yo no he estado con nadie más que tú.–¿Quieres hacerlo? ¿Quieres hablar sobre nuestra relación?–Iremos a vivir juntos, tal vez deberíamos –meditó Emil.–Sí, es cierto, aunque me preocupan otras cosas también, que creí que me dirías con el tiempo… Creo que te he dado tiempo y confianza suficientes.–¿De qué cosas hablas?–¿No crees que deberíamos ser sinceros entre nosotros?–¿A qué te refieres? –preguntó Emil–. Soy sincero contigo.–Sé que la relación con tus padres es algo con lo tú mismo debes lidiar y no voy a entrometerme en
LA ESTAFADORA–Hola, Serena.–¡Emil! Qué susto me diste. Eres el hijo de Marco, ¿no?–Así es. Es que estoy de civil –bromeó–. Me quitaré esta tonta gorra.–Mis felicitaciones. Excelente performance.–Muchas gracias. Qué casualidad encontrarla aquí. ¿Quiere ir a tomar algo? Yo invito.–¿Tienes tiempo para esas cosas? Eres una estrella ahora.–Claro que sí. Me lo he ganado después de tanto trabajo. Además, no pensaba encontrarme semejante talento en la vía pública, así que me haría un espacio para conversar con usted, si no lo tuviera.–Ah, eres tan encantador como tu padre. ¿Quieres venir a mi hotel? Está justo aquí a la vuelta de la esquina.–Conozco un lugar mejor. Quizá en su hotel nos acosen, ahora que soy famoso –bromeó Emil–. Quién me acosaría –agregó riendo–, nadie me conoce aún. De todas formas, puedo llevarla a un lugar tranquilo y bonito, si quiere.–Claro, querido. Vamos.Caminaron sólo un poco, hasta que Emil se detuvo.–Sé que no es propio de usted, pero puedo llamar un co
PREMIERE–¿Qué significa todo esto, Emil? ¿A qué se debe tanto lujo? –preguntó Siena, observando la mesa ya servida en el apartamento de Emil.–Siéntate, mi amor, se enfriará –invitó él–. Hoy es un día para celebrar. Estamos por finalizar el rodaje. Eso significa que luego de la edición, y si no debo repetir ninguna toma, soy un hombre libre.–Te felicito, entonces –contestó Siena, ofreciendo una sonrisa–. Tendré que apurarme para solicitar mi traslado. ¿Has pensado a dónde te gustaría ir?–Tengo algunos lugares en mente.–¿Qué hay de Dani? ¿Hablaste con su madre?–Aún no… Eso va a ser un tema delicado.–No te preocupes. Tenemos tiempo. Esto está delicioso, Emil.–Pero si no has tocado la comida prácticamente, siempre devoras todo.Siena se levantó con precipitación y se dirigió al baño, cerrando la puerta de un golpe. Emil quedó solo sentado en la mesa, escuchando a Siena vomitar. No supo qué hacer. Esperó un momento y se levantó para ir a dar unos golpecitos suaves a la puerta.–¿Te