EL SUEÑO HÚMEDO DE SIENAOliver y Emil habían llegado puntual a la hora que ella los había citado. Ambos sabían que se encontrarían allí, por lo que no se sorprendieron al verse las caras en la puerta del apartamento de Siena. Sólo se miraron y no se saludaron.–Adelante, pasen –invitó Siena.Entraron y Emil besó en los labios a Siena, mientras que Oliver le dio una palmadita en el hombro. Emil se acomodó en el sofá y se cruzó de brazos.–¿Bebemos algo? –preguntó Siena, tomando unos vasos del aparador.–Deja eso para después –contestó Oliver, rodeando la mesa y acercándose a ella.Se paró a su lado, le quitó los vasos de las manos y los dejó sobre la mesa. Acomodó el cabello de Siena detrás de su oreja y la miró a los ojos.–Qué bonita estás hoy, compañera –le dijo, con un tono de voz más grave de lo usual.Emil observó calculador, desde donde se encontraba, lo que hacía Oliver. Siena miró a Oliver con una sonrisa pícara, negando con la cabeza, como solía hacer cuando él se ponía revo
EL ENSAYO Emil, de pie sobre el escenario, ensayaba las líneas de su personaje en el amplio teatro. Su voz se oía por todo el lugar, proyectándose hasta los palcos del fondo. Caminaba, y sus pasos resonaban sobre el suelo de madera, y en sus ojos cerúleos se podía ver la emoción que le otorgaba al personaje que había construido. Detrás de él, su profesora de teatro se acercó con el libreto en la mano. Se acomodó sus cabellos rizados y grises detrás de la oreja y esperó a que terminara su línea. - Hasta ahí, Emil -dijo, levantando la mano-. Tu interpretación está muy bien, pero debes encarnarte más en el papel y hablar desde la emoción del personaje. No debes pensar como un actor. Recuerda eso. Para la clase que viene quiero ver mejoras, por favor. La profesora comenzó a recoger las cosas del ensayo y Emil fue detrás de ella, ayudándola. - Disculpe, profesora… Tiene razón. - No hay necesidad de disculparse, Emil
LA MADRE Emil, sentado en su pequeña oficina, hablaba por teléfono y acomodaba los papeles desordenados sobre su escritorio. - La reunión con la gente de marketing se realizará el jueves a las cinco de la tarde. Venga con todas sus propuestas -Emil hizo una pausa escuchando-. Si, hasta luego. Colgó el teléfono y escribió en su laptop cuando su móvil comenzó a sonar. Miró la pantalla y atendió rápidamente. - Hola, ma -dijo, y escuchó-. ¿Qué pasó? ¿que te caíste? ¿cómo sucedió? Espera, no llores, ¿cómo que haciendo jardinería? Estoy saliendo a verte, no te preocupes. No te muevas y quédate con la pierna hacia arriba. Emil tomó su abrigo y salió rápidamente de su oficina. Condujo hacia la casa de su madre, aparcó el coche y cerró de un golpe la puerta. Abrió con su llave la puerta de entrada e ingresó. Caminó por la casa antigua, exageradamente decorada, y se dirigió a la habitación de su madre. Su madre, Isabella,
EL ASESINOEmil frenó ante la puerta de vidrio de la productora. Era de mañana y estaba nervioso. Había estado leyendo casi toda la noche el libreto que le había enviado Oscar, y sabía las líneas a la perfección. Tomó aire y lo retuvo en sus pulmones un momento. Lo soltó y cruzó la puerta.Recorrió los pasillos hasta llegar a una sala grande, que tenía una de las hojas de la puerta doble abierta. En ese momento Oscar, asomó su cabeza por la puerta.- Aquí estas. Ven conmigo -le dijo.- ¿Muy concurrido? -preguntó Emil, disimulando su nerviosismo.- Unos cuantos, pero tu no tienes de qué preocuparte. Ha venido cada desastre que mejor ni mencionarlo. No sé donde toman clases de actuación hoy en día.- Si no fuese por tus sugerencias y buenas recomendaciones yo estaría peor que ellos
EL SABUESOSiena estaba en la escena del crimen haciendo su trabajo. La víctima se encontraba sentada frente al escritorio de su oficina, con un revolver en su mano y un tiro en la frente.- Todavía debemos descartar homicidio -decía su jefe, Liam.- El lugar de la herida es totalmente accesible. El orificio de entrada fue la frente y la bala salió limpiamente por aquí -señaló Siena, mientras fotografiaba la herida.- Busca residuos de pólvora en la mano -pidió Liam.Siena continuó fotografiando al cadáver, mientras Liam gritaba órdenes a los recién llegados.- ¡Etiqueta bien esa evidencia! No quiero problemas como con el caso anterior. Novatos… -dijo Liam-. ¡Oye! ¿Dónde están tus guantes? -Liam caminó hacia los novatos recién llegados hacia la escena del crimen para reprenderlos.
LA EXEmil entró en la escuela primaria y se sentó entre los padres de las últimas filas. Su ex mujer lo vio y se sentó a su lado.- ¿Qué haces aquí, Emil? -le dijo Lisa.- He venido a ver a mi hijo. Él me pidió que viniera.Emil le mostró en su móvil la conversación que habían tenido.- ¿Ves?Lisa miraba hacia adelante, sin prestar atención a lo que Emil le mostraba.- No puedes estar aquí. Y no quiero que estés aquí. Debes irte -dijo Lisa.- Pero… -Emil la observó, sin realmente saber qué contestar-. Ya comienza.- Vete, no me importa. No quiero que te acerques a mi hijo.Emil cerró los ojos y masajeó sus sienes, respirando profundamente. Abrió nuevamente los ojos y la miró.- De acuerdo. Tú le dirás qu
LA PELÍCULAA la mañana siguiente, Emil se levantó temprano y ordenó la habitación. Compró café y algunas cosas ricas para dejarle a Oscar para que desayunara y condujo, bebiendo su propio café. Aparcó frente a una tienda de juguetes y compró unas figuras de acción, para llevarle más tarde a Dani.Luego, se dirigió a la productora y de camino allí, se detuvo en la puerta del cine que quedaba cerca. En la cartelera podía verse un anuncio de las películas que proyectarían en la semana. Llamó su atención el ciclo de cine sobre crímenes y asesinatos que estaban promocionando, y pensó que podrían servir en la construcción de su nuevo papel, por lo que aparcó el coche en la puerta y bajó a observar.La primera película que proyectarían sería El nombre de la r
FAMA Y FORTUNAA la mañana siguiente, Emil decidió llevar la figura de acción a su hijo y algunas compras como para llenarle la alacena a Lisa. Pensó que podría funcionar.Se posicionó frente al timbre, pero dudó por un momento. Dio media vuelta y volvió a encaminarse hacia su coche. Finalmente, tomó coraje y pensó que tenía que enfrentar los gritos de Lisa. Caminó con paso rápido y tocó timbre antes de que se arrepintiera de nuevo.Lisa asomó su rostro por la puerta entreabierta y lo observó.- ¿Qué haces aquí? -preguntó, mirándolo de arriba abajo con cara de pocos amigos.- Vengo a ver a Dani. Le he traído algunas cosas. A ti también.Lisa salió y cerró la puerta tras de sí.- No sé si puedes verlo ahora -dijo, pensando sus pr&oac