NUEVA ESCENA DEL CRIMEN–Buenas noches, queridos amigos, soy Felix, su fiel servidor, y aquí estamos con Emil Rossi, el actor del momento, en un episodio más de este Podcast Mundo Cine. Escúchanos todos los viernes, como siempre, a las ocho de la noche. ¿Cómo estás, Emil?–Muy bien, gracias.–Antes que nada, felicitaciones por tan tremenda película.–Gracias, Felix, gracias.–Debo admitir, amigo, que he reído, llorado, me he emocionado con todos los personajes. Pero tu interpretación me ha puesto los pelos de punta. Ha sido excelente. Eso abrirá unas cuantas puertas para ti a partir de ahora.–Sí, ya tengo algunas buenas propuestas. Pero tengo que analizar bien a partir de ahora –rio Emil.–Claro que sí. ¿Qué te gustaría hacer después?–En verdad, no lo he pensado aún. Tengo algunas cosas que resolver antes de aceptar mi próximo proyecto y preferiría tomarme las cosas con calma, sabes, analizarlas tranquilo, fríamente.–Entiendo. Mira, aquí tenemos en nuestras redes sociales miles de
DE NUEVO… Cuando los oficiales irrumpieron en la productora ese día, Oscar los observó en silencio desfilar hacia el interior de la oficina de Marco. –¿Qué pasa aquí? –gritó Marco, desde el interior. –Tenemos una orden de arresto, Rossi. Aquí tiene –dijo uno de ellos. Le leyeron sus derechos y Marco refunfuñó, y Oscar oyó cómo daba vueltas de un lado a otro, furioso. –Acompáñenos. –Yo no he hecho nada. –Sí, todos dicen eso. Vamos. Marco continuó maldiciendo, así que Oscar salió de su oficina, se acercó e intervino. –Marco, coopera con ellos, por favor. Llamaré a tu abogado. Intenta no hacer un escándalo. Lo resolveré. Sal de aquí sin hacer una escena, y con la frente en alto. De todas maneras, no has hecho nada, ¿verdad? Marco recapacitó por un momento e hizo silencio. Asintió con la cabeza hacia los policías y salió de allí por sus propios medios. Los policías lo esposaron y lo guiaron hacia afuera. –No te preocupes, me encargaré de esto –le dijo Oscar. Marco resopló, pero
CULPABLE E INOCENTE –No hablaré hasta no tener a mi abogado aquí –espetó Marco. –Está bien, Rossi. Sólo pedimos colaboración para que no se dificulten aún más las cosas –contestó Oliver. –¿Para que no se dificulten aún más? ¿Qué quieres decir? –Vamos, Marco, sabíamos que la conocías hace tiempo. –¿A quién? –A Serena. Habían sido compañeros, cuando estudiaban. Tenían una relación. Ustedes se distanciaron. Te quedaste con sentimientos reprimidos por cosas del pasado, no pudiste superarlo, proyectaste tu ira en otras mujeres, y luego volviste a encontrarla, hasta que la ahorcaste en esa habitación de hotel y por fin pudiste liberar todo tu odio contra ella. –¿Qué dices? –contestó Marco, descolocado. –Dime que no fue así. Está bien, te comprendo, las mujeres pueden ser unas zorras –continuó Oliver, como parte de su acto. –Por favor, detective, yo no asesiné a Serena. –Vamos, si confiesas, las cosas serán mucho más fáciles para tí. Declárate culpable y la condena será menor. –No
TRAYECTO FINAL –Pero… ¿qué dices? ¿Me apoyarás en esto? –preguntó Siena. –Eso creo –contestó Liam–. Pero necesito saber todo. –Tengo un plan para capturarlo. –Siena, no te desvíes de nuevo. –Claro, claro. Siena le contó todo (o casi todo) a Liam, mientras Oliver escuchaba sin emitir palabra, aún sentado frente a la pantalla. –Creo que traeré café –dijo Oliver, cuando Siena terminó su relato. Siena había omitido contarle a Liam sobre la grabación de su encuentro sexual con Emil. No lo creyó necesario y había sido un plan estúpido. Liam movió la cabeza de un lado a otro, pensativo, analizando todo lo que acababa de oír. –Querida, qué haré contigo… Tienes un olfato infalible, pero te has puesto en peligro con este muchacho Emil. Si ese tipo decidía agarrárselas contigo por hacer algo que no le gustaba, no estaríamos hablando ahora. –Jefe, sé cuidarme –contestó Siena, tajante, y algo ofendida. –Lo sé, y de todas maneras me preocupo. Liam hizo una pausa y en ese momento Oliver r
ESPOSADO Las palabras que había pronunciado Oliver empezaron a cobrar sentido y a calar dentro de él. “Quedas detenido por el homicidio de Ana Müller, Elena Ivanov, Anastasia Taylor, Ariana Markis y Serena Marino.” Y sí, él las había matado. Pero no había imaginado que podría ser arrestado por ello. En su mente los escenarios eran perfectos. Había ultimado cada pequeño detalle y nada se había escapado de él. ¿Qué había fallado? ¿Cómo lo habían descubierto? De pronto, se encontraba en medio de un mar de uniformes y luces azules y rojas, y Oliver se acercaba a él. Todo ocurría en cámara lenta. Los oficiales lo observaban, cautelosos, y Oliver estaba abriendo las esposas para colocárselas. Cooperó, no se movió e hizo lo que le decían. Si se resistía, era peor y parecería aún más culpable. Pero, ¿qué decir en una situación así cuando eres inocente? ¿Y en verdad quería lucir inocente? ¿Qué quería en ese momento? Lo mejor era permanecer con la boca cerrada y caminar. Subió al coche al
EL SUEÑO HÚMEDO DE SIENAOliver y Emil habían llegado puntual a la hora que ella los había citado. Ambos sabían que se encontrarían allí, por lo que no se sorprendieron al verse las caras en la puerta del apartamento de Siena. Sólo se miraron y no se saludaron.–Adelante, pasen –invitó Siena.Entraron y Emil besó en los labios a Siena, mientras que Oliver le dio una palmadita en el hombro. Emil se acomodó en el sofá y se cruzó de brazos.–¿Bebemos algo? –preguntó Siena, tomando unos vasos del aparador.–Deja eso para después –contestó Oliver, rodeando la mesa y acercándose a ella.Se paró a su lado, le quitó los vasos de las manos y los dejó sobre la mesa. Acomodó el cabello de Siena detrás de su oreja y la miró a los ojos.–Qué bonita estás hoy, compañera –le dijo, con un tono de voz más grave de lo usual.Emil observó calculador, desde donde se encontraba, lo que hacía Oliver. Siena miró a Oliver con una sonrisa pícara, negando con la cabeza, como solía hacer cuando él se ponía revo
EL ENSAYO Emil, de pie sobre el escenario, ensayaba las líneas de su personaje en el amplio teatro. Su voz se oía por todo el lugar, proyectándose hasta los palcos del fondo. Caminaba, y sus pasos resonaban sobre el suelo de madera, y en sus ojos cerúleos se podía ver la emoción que le otorgaba al personaje que había construido. Detrás de él, su profesora de teatro se acercó con el libreto en la mano. Se acomodó sus cabellos rizados y grises detrás de la oreja y esperó a que terminara su línea. - Hasta ahí, Emil -dijo, levantando la mano-. Tu interpretación está muy bien, pero debes encarnarte más en el papel y hablar desde la emoción del personaje. No debes pensar como un actor. Recuerda eso. Para la clase que viene quiero ver mejoras, por favor. La profesora comenzó a recoger las cosas del ensayo y Emil fue detrás de ella, ayudándola. - Disculpe, profesora… Tiene razón. - No hay necesidad de disculparse, Emil
LA MADRE Emil, sentado en su pequeña oficina, hablaba por teléfono y acomodaba los papeles desordenados sobre su escritorio. - La reunión con la gente de marketing se realizará el jueves a las cinco de la tarde. Venga con todas sus propuestas -Emil hizo una pausa escuchando-. Si, hasta luego. Colgó el teléfono y escribió en su laptop cuando su móvil comenzó a sonar. Miró la pantalla y atendió rápidamente. - Hola, ma -dijo, y escuchó-. ¿Qué pasó? ¿que te caíste? ¿cómo sucedió? Espera, no llores, ¿cómo que haciendo jardinería? Estoy saliendo a verte, no te preocupes. No te muevas y quédate con la pierna hacia arriba. Emil tomó su abrigo y salió rápidamente de su oficina. Condujo hacia la casa de su madre, aparcó el coche y cerró de un golpe la puerta. Abrió con su llave la puerta de entrada e ingresó. Caminó por la casa antigua, exageradamente decorada, y se dirigió a la habitación de su madre. Su madre, Isabella,