Corazón devastado

Al día siguiente, Debora despertó y vio a su esposo acostado a su lado en la camilla del hospital. Jarli había pasado la noche vigilando su sueño, sin dejarla sola ni un momento.

—Jarli —susurró Debora, tocando suavemente su brazo para despertarlo.

Él abrió los ojos lentamente y la miró.

—¿Cómo te sientes, amor? —preguntó él, su voz suave y ronca.

—Mejor. Gracias por quedarte conmigo —respondió ella, mordiendo su labio inferior.

Jarli se incorporó y se estiró, aliviado de ver que Debora parecía más recuperada.

—No podía dejarte sola—dijo sinceramente.

Debora sonrió y asintió. Justo en ese momento, el médico entró en la habitación.

—Buenos días. Me alegra ver que estás despierta y con mejor semblante, señora Debora —dijo el médico, revisando su historial médico en una tableta.

—Sí, me siento mucho mejor. Gracias por todo —respondió ella.

—Vamos a mantenerte en observación un poco más, pero si todo sigue bien, podrás irte a casa esta tarde —informó el médico con una sonrisa.

Jarli asint
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