Camilo, con una sonrisa todavía en los labios, levantó las manos en señal de inocencia.—Solo quería asegurarme de que estuvieras bien, Debora. No quise molestarte.Pero el gesto, lejos de tranquilizarla, la hizo sentir aún más incómoda. La mirada de Camilo, aunque llena de amabilidad, tenía algo que la inquietaba profundamente. Sentía que su espacio personal estaba siendo violado por esa constante presencia.—Necesito un poco de espacio, Camilo. Por favor, entiende —dijo Debora, tratando de mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza en el pecho. Durante toda la semana, Camilo había estado siempre detrás de ella, sin darle un momento de respiro.Camilo asintió, herido pero decidido a no mostrarlo. Dio un paso atrás, permitiéndole a Debora el espacio que pedía, mientras en su mente juraba que no se rendiría tan fácilmente en su misión de ganar su corazón.—Está bien, iré a comprar algunos chocolates y Doritos. Creo que te encantarán. Y más si les echas paprika —dijo Camilo,
—¡Papi, no maltrates a ese hombre! —gritó una pequeña niña de extremo a extremo, causando impacto entre los presentes, principalmente en Jarli.—Te has salvado esta vez, maldito —dijo uno de los hombres, aparentemente el padre de la niña, quien la alzó en sus brazos.Jarli, acostado en el suelo y sin poder moverse, respiró hondo y trató de calmarse. Su pierna estaba destrozada por el dolor, apenas podía estirarse.—¿Qué has hecho, Debora? —susurró Jarli con decepción en sus palabras.**Minutos antes de los hechos:**—Javier, mira —dijo Jarli con una imborrable sonrisa en los labios. Había recibido una notificación de que el teléfono de Debora se encontraba encendido.— Gracias a Dios, la hemos encontrado.—Sí, está en un parque o algo así, además está cerca de aquí.Jarli se sintió feliz al ver que el GPS indicaba que su esposa estaba a pocos minutos de él. Por fin, su insaciable búsqueda había terminado.Jarli llegó al parque, y su corazón se llenó de alegría al ver a su esposa senta
JarliJarli llegó a casa tambaleándose, apenas podía sostenerse en pie. Sentía como si le hubieran partido cinco costillas. Le habían dado la paliza del año.Su hermano Javier mostraba una mezcla de preocupación y rabia después de escuchar lo que Jarli le había contado sobre lo ocurrido en el parque.—Hermano, estoy seguro de que Camilo tiene que ver con todo esto —dijo Javier, tratando de armar el rompecabezas que los alejaba de Debora.—Javier, si ese maldito de Camilo tiene algo que ver —Jarli golpeó la mesa con fuerza, rechinando los dientes de ira—, me las va a pagar como el perro que es—Jarli se dejó caer en la silla, respirando con dificultad. Cada inhalación era un recordatorio del dolor que atravesaba su cuerpo. —Tenemos que hacer algo —dijo Javier—. No podemos dejar que se salga con la suya.Jarli asintió, sus ojos ardían con una furia incontrolable.—No sé cómo, pero Camilo va a arrepentirse de haberme tocado lo que me pertenece. —Miró a su hermano, buscando en él la fuerz
A Debora no le cabía en la mente, cómo es que Amanda estaba viva, ella estaba segura de que la había asesinado. Pero por un lado estaba feliz ya que, no cargaría con el peso de ser una asesina.En ese momento, un grito desgarrador rompe el tenso silencio. Debora reconoce la voz al instante: es Camilo. El sonido de golpes y sollozos proviene de una habitación cercana.—¡Camilo! —grita Debora, sus ojos llenándose de horror—. ¡Déjalo en paz, Amanda! ¡Por favor!Amanda esboza una sonrisa fría y cruel, disfrutando de la desesperación de Debora.—¿Oyes eso? —pregunta Amanda con una calma inquietante—. Ese es el sonido de alguien más que paga por tus errores. No eres la única que va a sufrir hoy.Debora lucha con más fuerza contra sus ataduras, el pánico dándole una fuerza desesperada.—¡Amanda, no! ¡Él no tiene nada que ver con esto! ¡Por favor, déjalo ir! ¡Hazme lo que quieras a mí, pero no le hagas daño a él!.Amanda se inclina hacia Debora, sus ojos brillando con satisfacción.—Es demasi
DeboraDebora se siente como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida, su mente nublada por el miedo y la desesperación. Cada segundo se estira interminablemente, llenando el aire con una sensación abrumadora.-¿No piensas comer desgraciada?-dijo amanda con enojo.El estómago de Debora retumba con hambre, pero cuando Amanda le ofrece un plato de comida, el olor rancio y repugnante hace que su estómago se revuelva. Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, rechaza la comida con un gesto débil.—No... no puedo...Pero Amanda no acepta un no por respuesta. Con una mueca de desdén en su rostro, aempuja el plato hacia Debora, con un repugnante chasquido. Debora cierra los ojos con asco y horror, sintiendo el líquido pegajoso resbalar por su piel mientras la náusea se apodera de ella.—¡Come! —el grito de Amanda es un látigo en el aire, su voz llena de veneno—. ¡O te aseguro que lamentarás no haberlo hecho!Debora lucha por contener las lágrimas mientras limpia la comida de su
Jarli.—Javier, tenemos que apresurarnos —dijo Jarli mientras guardaba el arma en sus bolsillos.Javier intentaba moverse más rápido, aunque le costaba mucho; al menos ya podía caminar, no del todo bien, pero lo suficiente.Los hermanos Ross iban en busca de respuestas para encontrar a Débora.Justo cuando Jarli abre la puerta para salir, se topa con el rostro impotente de su suegro: Tayyar.—Su… suegro —dijo Jarli, visiblemente nervioso.Tayyar venía acompañado de dos de sus hombres, quienes, sin mediar palabras, sujetaron a los hermanos con fuerza hasta dejarlos inmóviles.—¿Qué está haciendo, suegro?Tayyar se acercó hasta Jarli y le dio un golpe en el estómago, tan fuerte que lo hizo tambalearse de dolor.—Mi hija, la he estado llamando y no contesta el maldito teléfono. También hemos estado llamando a Angela, y su teléfono está apagado. Dime, Jarli Ross, ¿dónde está mi hija si no quieres que te corte en pedazos?—Jarli, por favor, dile la verdad, quizás él nos puede ayudar a enco
Debora.—¡Hazlo!—ordenó Amanda con los ojos bien abiertos—Entra en ella, penetrala—volvió a gritar.Debora se encontraba acostada boca arriba toda desnuda, mientras Camilo estaba enfrente de ella, su miembro no estaba erecto, y Amanda quería que se follara a Debora. Con su arma en mano decido amenazarlo mientras le apuntaba a la cabeza.—No, no puedo hacerlo, ella… Ella es mi amiga—dijo Camilo con los ojos aguados, el amor que sentía hacia Debora era más grande que un deseo sexual, por esa razón le fue difícil.—¡Marica!—gritó Amanda. Esta vez apuntándole a Debora en la cabeza—Si no lo haces, la voy a matar.Debora miró a Camilo, su mirada estaba perdida, se sentía cansada y fatigada, aparte no había comido nada, y sus ojeras se veían negras.—No puedo, si gustas matarme, hazlo, mátame—dijo Camilo mientras se aparta de Debora.Amanda soltó un suspiro de enojo.—Está bien, no lo hagas. Pero ve despidiéndote de tu amiga, ya no la verás nunca más…En el momento que Amanda quiso disparar
—Llama a tu suegro, rápido. Él sabrá cómo averiguar la placa del auto.Jarli, no muy convencido por la situación, decidió llamar a su suegro, quien no dudó en contestar el teléfono a la primera.—¿Tienes noticias? —preguntó Tayyar con urgencia.—Sí, un anciano me dio casi toda la placa del auto de Camilo. Solo falta adivinar el resto.—Ven rápido a mi oficina-ordenó Tayyar con voz arrogante y colgó la llamada.Jarli se dejó caer al suelo, su cuerpo rendido sobre el pavimento. Se sentía exhausto.—¿Estás bien, hermano? —preguntó Javier, agachándose con dificultad.—Hermano, todo esto es mi culpa. Esa mujer testaruda ahora está desaparecida.—No lo está. Solo está bajo las caricias de otro hombre —dijo Javier. Jarli no sintió celos, solo tragó grueso, recordando un escenario que no venía al caso—. Esa Debora es una...—¡Cállate! —ordenó Jarli, levantándose del suelo.—¿Qué pasa, hermano?—Javier, siento que algo no cuadra...El rostro de Jarli estaba horrorizado.—¿Qué es? ¿De qué habla