A Debora no le cabía en la mente, cómo es que Amanda estaba viva, ella estaba segura de que la había asesinado. Pero por un lado estaba feliz ya que, no cargaría con el peso de ser una asesina.En ese momento, un grito desgarrador rompe el tenso silencio. Debora reconoce la voz al instante: es Camilo. El sonido de golpes y sollozos proviene de una habitación cercana.—¡Camilo! —grita Debora, sus ojos llenándose de horror—. ¡Déjalo en paz, Amanda! ¡Por favor!Amanda esboza una sonrisa fría y cruel, disfrutando de la desesperación de Debora.—¿Oyes eso? —pregunta Amanda con una calma inquietante—. Ese es el sonido de alguien más que paga por tus errores. No eres la única que va a sufrir hoy.Debora lucha con más fuerza contra sus ataduras, el pánico dándole una fuerza desesperada.—¡Amanda, no! ¡Él no tiene nada que ver con esto! ¡Por favor, déjalo ir! ¡Hazme lo que quieras a mí, pero no le hagas daño a él!.Amanda se inclina hacia Debora, sus ojos brillando con satisfacción.—Es demasi
DeboraDebora se siente como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida, su mente nublada por el miedo y la desesperación. Cada segundo se estira interminablemente, llenando el aire con una sensación abrumadora.-¿No piensas comer desgraciada?-dijo amanda con enojo.El estómago de Debora retumba con hambre, pero cuando Amanda le ofrece un plato de comida, el olor rancio y repugnante hace que su estómago se revuelva. Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, rechaza la comida con un gesto débil.—No... no puedo...Pero Amanda no acepta un no por respuesta. Con una mueca de desdén en su rostro, aempuja el plato hacia Debora, con un repugnante chasquido. Debora cierra los ojos con asco y horror, sintiendo el líquido pegajoso resbalar por su piel mientras la náusea se apodera de ella.—¡Come! —el grito de Amanda es un látigo en el aire, su voz llena de veneno—. ¡O te aseguro que lamentarás no haberlo hecho!Debora lucha por contener las lágrimas mientras limpia la comida de su
Jarli.—Javier, tenemos que apresurarnos —dijo Jarli mientras guardaba el arma en sus bolsillos.Javier intentaba moverse más rápido, aunque le costaba mucho; al menos ya podía caminar, no del todo bien, pero lo suficiente.Los hermanos Ross iban en busca de respuestas para encontrar a Débora.Justo cuando Jarli abre la puerta para salir, se topa con el rostro impotente de su suegro: Tayyar.—Su… suegro —dijo Jarli, visiblemente nervioso.Tayyar venía acompañado de dos de sus hombres, quienes, sin mediar palabras, sujetaron a los hermanos con fuerza hasta dejarlos inmóviles.—¿Qué está haciendo, suegro?Tayyar se acercó hasta Jarli y le dio un golpe en el estómago, tan fuerte que lo hizo tambalearse de dolor.—Mi hija, la he estado llamando y no contesta el maldito teléfono. También hemos estado llamando a Angela, y su teléfono está apagado. Dime, Jarli Ross, ¿dónde está mi hija si no quieres que te corte en pedazos?—Jarli, por favor, dile la verdad, quizás él nos puede ayudar a enco
Debora.—¡Hazlo!—ordenó Amanda con los ojos bien abiertos—Entra en ella, penetrala—volvió a gritar.Debora se encontraba acostada boca arriba toda desnuda, mientras Camilo estaba enfrente de ella, su miembro no estaba erecto, y Amanda quería que se follara a Debora. Con su arma en mano decido amenazarlo mientras le apuntaba a la cabeza.—No, no puedo hacerlo, ella… Ella es mi amiga—dijo Camilo con los ojos aguados, el amor que sentía hacia Debora era más grande que un deseo sexual, por esa razón le fue difícil.—¡Marica!—gritó Amanda. Esta vez apuntándole a Debora en la cabeza—Si no lo haces, la voy a matar.Debora miró a Camilo, su mirada estaba perdida, se sentía cansada y fatigada, aparte no había comido nada, y sus ojeras se veían negras.—No puedo, si gustas matarme, hazlo, mátame—dijo Camilo mientras se aparta de Debora.Amanda soltó un suspiro de enojo.—Está bien, no lo hagas. Pero ve despidiéndote de tu amiga, ya no la verás nunca más…En el momento que Amanda quiso disparar
—Llama a tu suegro, rápido. Él sabrá cómo averiguar la placa del auto.Jarli, no muy convencido por la situación, decidió llamar a su suegro, quien no dudó en contestar el teléfono a la primera.—¿Tienes noticias? —preguntó Tayyar con urgencia.—Sí, un anciano me dio casi toda la placa del auto de Camilo. Solo falta adivinar el resto.—Ven rápido a mi oficina-ordenó Tayyar con voz arrogante y colgó la llamada.Jarli se dejó caer al suelo, su cuerpo rendido sobre el pavimento. Se sentía exhausto.—¿Estás bien, hermano? —preguntó Javier, agachándose con dificultad.—Hermano, todo esto es mi culpa. Esa mujer testaruda ahora está desaparecida.—No lo está. Solo está bajo las caricias de otro hombre —dijo Javier. Jarli no sintió celos, solo tragó grueso, recordando un escenario que no venía al caso—. Esa Debora es una...—¡Cállate! —ordenó Jarli, levantándose del suelo.—¿Qué pasa, hermano?—Javier, siento que algo no cuadra...El rostro de Jarli estaba horrorizado.—¿Qué es? ¿De qué habla
Debora.—¡Jarli, ayúdame, por favor! —gritó Debora, tratando de pedir ayuda hacia Jarli, aunque sabía que todo era un plan y que él y Amanda estaban aliados en esto.—¿Esa es Debora? —preguntó Jarli con una carcajada.—Sí, es ella. Está llorando para que la ayudes.—Pobre ilusa —dijo Jarli—. Pero no le hagas daño, recuerda el plan.—No te preocupes, no le haré nada a esta idiota. Aunque quiero matarla, me voy a contener solo por ti, mi amor. No sabes el deseo que tengo de estar contigo y poder estar en tus brazos —dijo Amanda, con una sonrisa maliciosa en el rostro, causando mucha tristeza en el pequeño corazón de Debora.—Sabes lo que tenemos en mente para ella. Solo prométeme que cuando vaya por ti, nos largamos de este país-dijo Jarli con la voz ligeramente fría.—Así será, mi bebecito. Ya falta poco para estar juntos. Aunque no te voy a mentir, tengo ganas de darle un balazo en la cabeza. Debora es una llorona.-Ya fue suficiente, solo no la vayas a embarrar.Amanda colgó la llama
—¿Ah, pero puedes hablar? —susurra Amanda con los ojos bien abiertos mientras le quita la venda de la boca a Debora. Antes, Debora apenas podía hablar porque la venda estaba floja, pero Amanda, en su enojo, se la arranca causando un gran dolor en su mandíbula.—Creo que tú estás loca, deberías ir a un psicólogo o, mejor dicho, a un psiquiatra. Tener a una mujer cautiva, y más si está embarazada, es una locura. Estás enferma, Amanda —dijo Debora tratando de hacerla entrar en razón, pero esto solo desató un odio terrible en el corazón de Amanda. Con furia, se paró frente a Debora y comenzó a quitarse la blusa.—Esto es lo que un hombre como Jarli se merece: una mujer hermosa y cautivadora, no como tú, una vieja maluca. Te has convertido en un animal horrible. Él no te quiere. Él me quiere a mí —dijo Amanda, quitándose toda la ropa y enseñándole su cuerpo, creyéndose superior a Debora. No le importó que Rodolfo estuviera presente; continuó modelando y desfilando su extraño cuerpo. Aunque
Jarli apartó la mirada y decidió caminar con Amanda hacia las afueras de la habitación, dejándola a solas con Rodolfo. Inmediatamente, Rodolfo tomó el bolso que traía Jarli y decidió abrirlo. Dentro había una exquisita comida y un par de manzanas. Rodolfo acercó la comida hacia Debora, quien no pudo evitar notar lo bien presentada y apetitosa que se veía. Pero a Debora no le importó esa comida; apartó su cara con un gesto de asco y le dijo a Rodolfo:—No quiero esa sucia comida, y mucho menos que venga de ese maldito hombre —dijo, con el dolor de su alma, aunque le costara maldecir a su esposo. Pero era lo que sentía en ese momento. Cerró sus ojos, intentando alejarse de la realidad y no recordar las despiadadas palabras de Jarli, quien la había llamado miserable.—Debes comer, mira cómo están tus ojeras. Estás un poco pálida —dijo Rodolfo, preocupado por ella. Sin que Debora se lo pidiera, Rodolfo tomó la comida y la desenvolvió cuidadosamente, acercándola al rostro de Debora. Las tr