—¿Ah, pero puedes hablar? —susurra Amanda con los ojos bien abiertos mientras le quita la venda de la boca a Debora. Antes, Debora apenas podía hablar porque la venda estaba floja, pero Amanda, en su enojo, se la arranca causando un gran dolor en su mandíbula.—Creo que tú estás loca, deberías ir a un psicólogo o, mejor dicho, a un psiquiatra. Tener a una mujer cautiva, y más si está embarazada, es una locura. Estás enferma, Amanda —dijo Debora tratando de hacerla entrar en razón, pero esto solo desató un odio terrible en el corazón de Amanda. Con furia, se paró frente a Debora y comenzó a quitarse la blusa.—Esto es lo que un hombre como Jarli se merece: una mujer hermosa y cautivadora, no como tú, una vieja maluca. Te has convertido en un animal horrible. Él no te quiere. Él me quiere a mí —dijo Amanda, quitándose toda la ropa y enseñándole su cuerpo, creyéndose superior a Debora. No le importó que Rodolfo estuviera presente; continuó modelando y desfilando su extraño cuerpo. Aunque
Jarli apartó la mirada y decidió caminar con Amanda hacia las afueras de la habitación, dejándola a solas con Rodolfo. Inmediatamente, Rodolfo tomó el bolso que traía Jarli y decidió abrirlo. Dentro había una exquisita comida y un par de manzanas. Rodolfo acercó la comida hacia Debora, quien no pudo evitar notar lo bien presentada y apetitosa que se veía. Pero a Debora no le importó esa comida; apartó su cara con un gesto de asco y le dijo a Rodolfo:—No quiero esa sucia comida, y mucho menos que venga de ese maldito hombre —dijo, con el dolor de su alma, aunque le costara maldecir a su esposo. Pero era lo que sentía en ese momento. Cerró sus ojos, intentando alejarse de la realidad y no recordar las despiadadas palabras de Jarli, quien la había llamado miserable.—Debes comer, mira cómo están tus ojeras. Estás un poco pálida —dijo Rodolfo, preocupado por ella. Sin que Debora se lo pidiera, Rodolfo tomó la comida y la desenvolvió cuidadosamente, acercándola al rostro de Debora. Las tr
Amanda avanzó lentamente con el arma.—¿Qué estás haciendo? ¡No seas testaruda! —dijo Jarli con la voz temblorosa. Nunca imaginó que Amanda fuera capaz de apuntarle con un arma.—¿Me crees estúpida? Sé lo que has hecho. Vienes a rescatar a esa estúpida mujer, pero no fuiste tan astuto como yo. ¡Levanta las manos, Rodolfo! —gritó Amanda sin dejar de apuntarle. Su plan siempre había sido atraer a Jarli, capturarlo y quizás matarlo, habiendo contratado a unos hombres para seguirle el rastro.—Estás loca, Amanda. Vamos a hablar de esto —intentó Jarli, su voz en un eco desesperado.—Tú y yo no tenemos nada que hablar, imbécil. Pensé que me amabas, pero prefieres a ese estorbo de mujer. Ahora, ambos irán juntos al infierno.Jarli soltó un suspiro, agotado. Sabía que desde un principio quería atrapar a Amanda y entregarla a la policía. Sin embargo, no podía dispararle, tal como su hermano Javier le había dicho.**Flashback**—Javier, Amanda me ha llamado, me dice que tiene a Debora. Los ojo
La noche había transcurrido con una intensidad abrumadora. La pareja, presa de la desesperación, se encontraba a merced de Amanda, una mujer cuyo temple y violencia les hacían temer por sus vidas. Sostenía un arma con una frialdad capaz de matar sin remordimiento.Rodolfo había preparado una carne que resultó estar poco cocida, goteando sangre, una visión repugnante para Debora, quien al verla, sintió un asco tan intenso que estuvo a punto de vomitar. En ese momento, Amanda, con una crueldad despiadada, tomó un pedazo de la carne y lo empujó a la fuerza en la boca de Debora, sabiendo que le provocaría arcadas. Debora no pudo tragar antes de vomitar bilis, el estómago vacío le causó un dolor insoportable y un mareo que la dejó al borde del desmayo. Su esposo la miraba con una mezcla de tristeza e impotencia, incapaz de ayudarla, mientras Amanda, con una risa sádica, disfrutaba de su sufrimiento.—¡Déjala ir! —gritó Jarli, con voz firme a pesar del miedo—. ¿No ves que está embarazada? A
Tan pronto como Amanda preguntó, Jarli la miró con todo el odio del mundo y bajó la cabeza.Al poco rato, Amanda volvió a salir de la habitación, sosteniendo un arma en sus manos. Rodolfo se había quedado un rato en la habitación, observando a la pareja. Sin mediar palabra, decidió sentarse en el suelo. Debora miró a Rodolfo y le sonrió con una sonrisa forzada; estaba tratando de convencerlo para que la ayudara.—Rodolfo, por favor, solo confía en mí. Si nos ayudas, te prometo que mi padre te va a proteger de las garras de Amanda. Mi padre es mucho más poderoso de lo que te he dicho antes —dijo Debora, tratando de hacerlo entrar en razón y esperando que traicionara a Amanda, aunque esa traición le costara la vida. Rodolfo se lo pensó por un rato y luego sus ojos se empañaron hasta derramar lágrimas.Jarli no sabía lo que estaba pasando y tampoco quería interferir en la conversación de su esposa con ese sujeto peligroso. Solo observaba en silencio, sabiendo que Debora podía utilizar l
—Oh, mi Jarli, jamás pensé tenerte de esta lamentosa manera—dijo Amanda, mientras acomodaba su cabello, el cual le caía en la cara.—Amanda, en serio tienes que llegar tan lejos —dijo Jarli tratando de hacer que Amanda no sospechara en lo más mínimo.—Jarli, solo cállate, jamás vas a hacer que cambie de opinión, y menos aún, con lo que acabas de confesar, ¡dijiste que amabas a esa perra! —gritó ella.Jarli trataba de que Amanda no sospechara que él estaba desatado. Respiró profundamente y decidió cambiar de estrategia, sabiendo que el menor error podría ser fatal. —Amanda, por favor, calma. No quise decir eso de esa manera. Solo intentaba explicarte lo que realmente sentía. —dijo Jarli, tratando de sonar convincente mientras buscaba una salida en su mente.Amanda lo miró con los ojos llenos de furia y decepción. Sus manos temblaban, de un momento a otro, lanzó contra la pared el plato de comida que horas antes había traído Rodolfo, haciendo que se rompiera en mil pedazos.—¡Eres un m
—Ya todo acabó—susurró Jarli mientras le daba un beso a Debora en la mejilla.—Oh, Jarli, ¿estás bien?—preguntó Debora, visiblemente sorprendida, mientras veía a su esposo con ojos de amor.Jarli asintió, llevando sus manos al vientre de Debora y acariciándolo con ternura. —¿Cómo está la bebé?—pregunto con una sonrisa.—Estamos bien, gracias a ti, mi amor.Ambos se volvieron hacia Rodolfo al escuchar sus pasos alejándose.—¡Rodolfo!—gritó Debora, pero era inútil, Rodolfo ya se había escapado. en realidad lo único que Debora quería era ayudarlo a seguir adelante, con una vida sana, y sin problemas.Quedaron paralizados, tratando de asimilar lo que había pasado. Jamás pensaron que Rodolfo escaparía de esa manera.De repente, un disparo rompió el silencio y Jarli cayó al suelo, aferrándose a las manos de su esposa.—¡Te irás al infierno conmigo!... dijo Amanda.Los ojos de Debora se llenaron de horror. En ese instante, su corazón se detuvo al ver la sangre brotar del pecho de Jarli. Sus
El padre de Debora quedó paralizado, incapaz de comprender las palabras de su hija. Al principio pensó que estaba bromeando, pero no. Luego comprendió que todo era cierto. Sabía cuándo su hija no estaba bien y cuándo sí lo estaba. Por esa razón, la abrazó fuertemente, le dio un beso en la mejilla y con sus manos grandes acarició su vientre.—Hija, realmente no entiendo lo que sucede, pero... te aseguro que haré todo para ayudarte.—No, papá, no debes ayudarme ya. Jarli está muerto. Esa mujer lo asesinó. Su exnovia Amanda.Debora se aferró desesperadamente a su padre como si el mundo se fuera a acabar. Tragando sus palabras entre sollozos, continuó llorando y llorando hasta que se hizo de noche. Lloró tanto que se cansó y quedó dormida. Su padre, en la sala de espera, estaba muy tenso. No sabía nada de Amanda ni de ninguna otra cosa, ya que el taxista que trajo a Debora al hospital se había ido sin dar respuesta. Por esa razón, era extremadamente difícil adivinar qué estaba pasando, pe