inocencia robada 2

—Señor, usted está cometiendo un grave error—le digo tratando de hacerlo caer en razón.

—No, en realidad mi objetivo eres tú, Céline de Macalister..

Mis vellos se erizaron de punta a punta.

—Estás mal de la cabeza, no me llamo Céline, me llamo Jimena—trato de mentir. Pero eso hizo que el hombre de ojos verdes soltara una risita.

—No eres tan lista como aparentas—se acercó a mí, y me tomó de la cintura—Vamos.

Me niego a caminar, y él me hace caminar de un suave empujón.

—¡Ah duele!-me quejé, en realidad mis rodillas están lastimadas.

—¿Qué pasa?—Me pregunta el hombre de ojos verdes con voz preocupante.

Mis rodillas temblaban incapaces de moverse. Solo sentí un líquido recorrer por mis pantorrillas.

El hombre me soltó, y llevó su mirada hasta mis piernas, alzó mi falda lentamente. En cuanto vio mis heridas, su rostro se enfureció como el mismo Tasmania.

—¡¿Cómo dejaron que se lastimara!?—gritó enfurecido buscando una buena explicación.

—Señor, ella se cayó—dijo la chica en
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