Vamos a comprobarlo

Aquel chico es de aspecto agradable, tiene ojos de color marrón, y un cuerpo en forma, aparte, padece de síndrome de Tourette.

-Me encanto tu diapositiva, además hoy estás hermosa-Dijo Camilo acercándose a Debora.

Debora solo le sonrió y siguió su camino, realmente él estaba fuera de su gusto, no por su síndrome sino más bien por su intensidad.

-No entiendo porque no le prestas atención, es un bombón-Dijo Angela refiriéndose a Camilo.

-Te dije que no me gusta, además él es muy pasivo, a mi me encanta que sean dominantes.

-Lo dices porque eres rechazada constantemente por el idiota de tu vecino.

-Te pasas… dijo Debora sin ánimos.

Luego de contemplar todos los diseños, las amigas inseparables se disponen a bailar un rato, claro está, Angela era una dura en eso del jazz, mientras que Debora a duras penas podía mover sus pies, ella tenía otra clase de talentos.

-Amiga no quiero, si mi padre se entera que ando de bebedora es muy capaz de venir hasta aquí y darme un jalón de cabello-Exclamó Debora mientras rechazaba un trago más que su amiga le estaba ofreciendo.

-Vamos no seas tonta-Le empuja el trago hasta sus delgados labios.

-Lo tomaré solo porque estás de intensa-Derrotada acepta el trago y sin lugar a dudas le encantó, tanto así, que a los pocos minutos optó por tomar otro más.

Su teléfono estaba sonando, ella sabía exactamente quién era, por lo tanto solo lo ignoró. Era su padre.

La fiesta estaba divertida tanto así que las amigas no habían visto la hora, ya se había hecho de madrugada pero se relajaron ya que al día siguiente no había trabajo era su día de descanso.

-Me tengo que ir, no aguanto más, a este paso voy a colapsar-dijo Debora acomodando su vestido rojo.

Angela solo asintió y le dijo que fuera con mucho cuidado.

Tomó el primer taxi que vio y se dirigió a su hogar, no podía siquiera estar de pie, de hecho el conductor la ayudó a salir y la llevó hasta su casa dejándola afuera de su apartamento.

Arrastró sus doloridos pies hasta la puerta de su habitación-Mi bolso-Lo había olvidado dentro del taxi por ello llevó sus manos hasta su cabeza mientras se lamentaba.

Sus lágrimas no dudaron en salir, se sentía muy confusa, tanto que escuchaba voces a su alrededor, y si, eran los efectos del alcohol, se tumbó sobre sus rodillas impactando contra el piso.

-¿Ahora que hago?-Sus lágrimas caían una a una.

De seguro mi padre debe estar rompiendo el teléfono a punta de llamadas.

Bajo las escaleras de su apartamento y se sentó a las afueras de este, su vestido estaba muy sucio, sus vecinos de piso todos estaban dormidos, hasta incluso el vigilante.

Se recostó a un costado y suspiró mientras enfoca su dulce mirada hacia la ventana de su amor platónico-Las llaves estaban dentro de mi bolso, rayos.

De momento la ventana se abrió dejando ver a su vecino, su piel era tan blanca como el arroz y su mirada era fría como el viento huracanado.

Miro a Debora sin ninguna expresión.

-¿Estás bien?-preguntó ella mientras llevaba un mechón de cabello a su oreja, el hombre asintió y eso la dejó más tranquila-Verás me he quedado afuera, bueno-Se puso nerviosa-Dejé mi bolso dentro del taxi-El hombre suspiro y coloco sus ojos en blanco-Creo que lo habías imaginado, ¿Verdad?-Se sentía muy avergonzada por estar hablándole a alguien que siempre mantenía esa mirada sería-Me llamo Debora Lember-Trato de meterle conversación. 

-Aún sigues siendo despistada-Se dispuso a hablar por fin el hombre.

-Y-yo-Respondió rápidamente.

-Si, porque yo no veo a nadie más-el hombre miró a su alrededor.

-Quizás porque Dios me hizo así-Sonrió de manera tímida.

-Ya veo-Dijo de mala gana.

-Oye, me puedes dejar pasar la noche en tu apartamento-Propuso Debora. El hombre sonrió de lado, y la miró de manera juguetona.

-Claro-Respondió mientras se quitaba de la ventana.

Debora de inmediato ascendió al apartamento de él, no tenía miedo, más bien se sentía un poco feliz, ya que así podría compartir un momento a solas con él.

Al llegar a la habitación, la puerta estaba abierta, lo cual le permitía entrar con facilidad, los focos estaban encendidos.

-Asegúrate de cerrar la puerta-Dijo el hombre.

Cerró la puerta tras ella, y se sentó en el sofá.

-¿Cómo te llamas?-Preguntó Debora para romper el silencio que había en medio de la sala.

-Jarli-Se sentó enfrente de ella, en sus manos sostenía un cigarrillo, el cual olía a marihuana.

-¿Por qué fumas?-Cuestiona Debora sintiéndose un poco incómoda.

-Porque me da la gana, ¿Algún problema?.

-N-no para nada, es solo que…

Daña tu salud.

-Creo que esto no es nada a comparación de masturbarse todas las noches-Debora salto del susto ese comentario le caía como anillo al dedo.

-¿Por qué dices eso?-Preguntó ella mientras miraba a su vecino con ojos de inseguridad.

-Mira, no te hagas la santa, veo como te clavas los dedos en el cul0 todas las noches-Soltó una gran cantidad de humo.

-No se de que hablas-trago grueso la pobre.

-Me aburre hablar con gente que miente.

-¿Acaso me espías?, depravado-Dijo la que lleva la corona de morbosidad.

-No, no tengo necesidad de ver eso, estoy cansado de mirar chicas desnudas y créeme más guapas que tú-Debora quedó en silencio, se sintió vacía y muy insegura de su belleza. Soltando un ligero suspiro rodó sus verdes ojos hacia la esquina de la sala en dónde había una pistola, sus vellos se erizaron y su boca se empuño.

-¿Por qué tienes una pistola?-Jarli movió sus cejas como quien dice, es normal tonta.

-Porque me da la gana.

-Bueno, ya veo, ahora que lo recuerdo-Tomo una bocanada de aire para poder hablar-¿Porque me llevaste a tu cama anoche?.

-¿Quieres que lo haga nuevamente?.

-Solo te estoy haciendo una pregunta-Sus mejillas se pusieron rojas.

-Sabes, no tengo tiempo para responder tus preguntas de kinder.

-No son preguntas de kinder, se trata de mí.

-¿Y quién demonios eres tú?-Llevó a su boca su cigarrillo y lo absorbió de golpe.

-Sabes exactamente lo que pasó entre nosotros, ¿lo olvidaste?-se sintió indignada. Jarli no le respondió esa pregunta solo soltó su cigarro y pasó sus manos por encima de su rostro-Mira no tengo tiempo para discutir con alguien patético como tú-Debora se levantó del sofá y se dirigió a la puerta. 

Antes de salir los brazos de Jarli se situaron en su cintura, lo que hizo que soltara un suspiro, y con voz tímida Debora habló.

-¿Qué haces?-Llevó su mirada hacia los brazos de Jarli.

-Esto aún no acaba-La hace girar quedando frente a él.

-Estás demasiado cerca.

-Esto es lo que deseas. ¿O no?-Jarli se acercó hasta el rostro de Debora y olió su delicada piel.

-No en su totalidad.

-Vamos a comprobarlo.

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