No puedes huir de mi, Debora

—¡Papi, no maltrates a ese hombre! —gritó una pequeña niña de extremo a extremo, causando impacto entre los presentes, principalmente en Jarli.

—Te has salvado esta vez, maldito —dijo uno de los hombres, aparentemente el padre de la niña, quien la alzó en sus brazos.

Jarli, acostado en el suelo y sin poder moverse, respiró hondo y trató de calmarse. Su pierna estaba destrozada por el dolor, apenas podía estirarse.

—¿Qué has hecho, Debora? —susurró Jarli con decepción en sus palabras.

**Minutos antes de los hechos:**

—Javier, mira —dijo Jarli con una imborrable sonrisa en los labios. Había recibido una notificación de que el teléfono de Debora se encontraba encendido.

— Gracias a Dios, la hemos encontrado.

—Sí, está en un parque o algo así, además está cerca de aquí.

Jarli se sintió feliz al ver que el GPS indicaba que su esposa estaba a pocos minutos de él. Por fin, su insaciable búsqueda había terminado.

Jarli llegó al parque, y su corazón se llenó de alegría al ver a su esposa senta
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