Capítulo treinta.

Su aroma llenaba la habitación con un poderoso y embriagador olor a feromonas, por lo que Ethan no podía resistirse a ese delicioso perfume que emanaba de la piel de Ylva. Sus sentidos se volvieron locos y un deseo incontrolable lo invadió, de querer saltar encima, porque ella lo observa con ojos llenos de deseo, pero es que Ylva sabe que él no podrá resistir su llamado.

Ethan trago grueso mientras la mirada de esa loba traviesa lo consume, sus ojos azules brillan con una intensidad desconocida, irradian deseo y pasión. El hombre siente un escalofrío recorrer su cuerpo al verla acercarse lentamente, cada uno de sus movimientos es hipnótico, como si estuviera danzando al compás de una melodía sensual y seductora. Su corazón late desbocado y su entrepierna se llena de deseo

Lentamente, comenzaron a acercarse el uno al otro, sus cuerpos ansiando fusionarse en un abrazo más que carnal. Cuando llega a él, Ylva coloca una mano en el pecho de Ethan sintiendo el latido acelerado de su corazón
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