Capitulo treinta y tres

Ylva estaba llena de preguntas y confusión. La revelación de su madre la había dejado con más interrogantes que respuestas. Sin embargo, Elena parecía entenderlo y continuó hablando, tratando de aliviar la angustia de su hija.

—Cuando no te encontrábamos, me sentía desesperada. La incertidumbre y el miedo me consumían cada día. Luego, cuando nos dieron los resultados de los exámenes, me sentí fatal. Pensé que quizás habías huido, creyendo que serías rechazada por nosotros —dijo Elena, su voz temblando ligeramente por la emoción.

Ylva observó a su madre, viendo el dolor reflejado en sus ojos. Sentía un nudo en la garganta mientras escuchaba cada palabra.

—Pero, Ylva, eso nunca podría pasar. Jamás podríamos rechazarte. Aunque no soy tu madre biológica, te amo demasiado porque eres mi hija —continuó Elena, sus ojos llenándose de lágrimas.

Ylva sintió una oleada de emociones. Lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras miraba a su madre, sintiendo una mezcla de alivio, culpa y
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