Capítulo doce.

Esa noche, de regreso a su casa, Ylva se durmió temprano después de cenar. Elena y Thomas, al verla descansar profundamente, pensaron que quizás era el agotamiento de la fiebre lo que la había vencido.

Sin embargo, un par de horas después, Ylva se despertó de golpe, empapada en sudor. Su respiración era agitada y su corazón latía con fuerza en su pecho. Se sentía extraña, como si su cuerpo ya no le perteneciera. Una atracción inexplicable hacia el bosque la impulsó a levantarse.

Como si estuviera sonámbula, salió de la casa y comenzó a caminar hacia el bosque, guiada por una fuerza que no podía comprender. Al llegar al borde del bosque, sintió que su cuerpo empezaba a experimentar una sensación extraña y desconocida.

De repente, su piel comenzó a arder, y una oleada de dolor recorrió su cuerpo. Ylva cayó de rodillas, sintiendo cómo sus huesos se estiraban y cambiaban de forma. Gritó de dolor mientras sus manos se transformaban en patas, y su cabello blanco se extendía, cubriendo su cu
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