Capítulo 3

Era hora de hacer algo más por mi. Quería cuidar mi físico así que busqué con que ayudarme. Pensé por un momento en la esgrima, pero recordé que Terrence ya asistía a esa clase así que lo olvidé, lo que menos quería era tener a ese hablador cerca de mi. Aún que muy de vez en cuando lo ayudaba a entrenar, y vaya que lo hacía con entusiasmo.

Al final me inscribí en artes marciales, capoeira y equitación. No me decidía en cuál quedarme así que pensé en probar las tres y al final quedarme en la que más me agradará.

Igual no había mucho que hacer los fines de semana y aunque mi hermano era un imbécil, tenía razón en una cosa. Debía alejarme un poco de las chicas. Sabía que era un hombre irresistible... Bueno... aún lo soy. Pero después de perder a un amigo por dejarme seducir pues quería tomarme un tiempo para mí y despejar mi mente.

Pasaron unos meses, al final solo había asistido a equitación unas 5 o 6 semanas, me había quedado con las artes marciales tres días a la semana y la capoeira los fines.

Me sentía un poco más tranquilo, mis calificaciones subieron notoriamente, pero las hermosas mujeres no querían alejarse de mi, me seguían, me llamaban, me buscaban. Un día me encontraba caminando hacia el baño y una bella damita me detuvo en el pasillo. Su tez blanca y rizos negros me atrajeron.

- Hola Thomas ¿Me recuerdas? -

- La verdad... - Negué con la cabeza.

- Te ví en clase de equitación. Vaya que eras bueno, aprendiste muy rápido -

- Si, claro - Respondí observándola de arriba a bajo.

- No sabía que asistías a ésta escuela -

- Si, lo hago ¿Y tú? -

- Pues pronto iré a la universidad -

- ¡Ah! Perfecto - Nos miramos a los ojos y ella mordió su labio con sensualidad.

No sé cómo pasó, pero cuando me di cuenta ya estábamos besándonos cerca de la entrada de los sanitarios. Y de pronto, se me ocurrió la genial idea de meternos al sanitario de los varones, bueno creo tenía que aprovechar las circunstancias del momento. La arrastre poco a poco sin despegar mis labios de los suyos, cerré la puerta por dentro y una vez seguros, pasé mis manos por su cintura hasta llegar a sus caderas y di un fuerte apretón a sus nalgas con ambas manos acercando su pelvis hacia mi.

La giré por completo, tiré de sus cabellos y besé su cuello hasta erizar su piel. Con mi otra mano comencé a explorar bajo su falda. Subí por su muslo hasta encontrar sus bragas, froté su intimidad y comencé a sentir como su pulso se aceleraba, se ponía húmeda y sus gemidos se hacían oír. Metí mi mano dentro de sus pantis y comencé a estimularla hasta que su clítoris se puso duro. Introduje dos dedos dentro de ella. Me fascinaba ver cómo se retorcía de placer cuál sirena nadando en lo ancho del mar. Saque mi mano de entre su interior y la empiné para recargarla en los lavabos. Levanté hasta la cintura su falda para dejar ver sus contorneadas nalgas y le di una fuerte palmada en una de ellas, dejándola totalmente colorada.

- Vamos. Debemos irnos - Dije acomodando su vestido. No pretendía llegar al siguiente nivel en un baño escolar.

Abrí la puerta y extendí mi brazo invitándola a salir. Se acomodo el cabello y cruzó la puerta, miró sobre su hombro y moviendo su mano se despidió feliz. Yo le regalé una media sonrisa y me lleve a la boca el par de dedos que introduje dentro de su cuerpo chupándolos y pasando mi lengua en medio de ellos, guiñando un ojo. Sonrió y sonrajada agachó la cabeza y continúo caminando.

Mire hacia otra dirección y ahí estaba él. Mi pequeña aventura me había dejado tan entusiasmado que jamás lo ví ahí parado casi frente a mi. Terrence me miró serio y solo movía la cabeza negando. Con esto, era más que seguro que iba a ir corriendo a decirle a mis padres. Vaya que tenía mala suerte, pero eso no era todo.

Crucé el marco de la puerta hacia afuera y para evitar a mi hermano, caminé hacia otra dirección. Pero ahí estaba el director, con las manos puestas en la cintura me dijo - Debemos hablar en mi oficina jovencito -

No me lo esperaba. Quedé algo asustado e impactado. Voltee la cabeza para ver a mi hermano y solo se quedó observando como me llevaban como un prisionero a la dirección.

- Tome asiento señor Thomas - Dijo el director. Tragué saliva y esperé a que hablara - Bueno, pues acabo de ver lo que pasó y esto debería ameritar una expulsión. Pero seré comprensible, sé que es el príncipe de Inglaterra, pero este tipo de situación no deben pasar en esta escuela -

- Señor director no es lo que... -

- Basta! - Interrumpió - No lo niegue joven Thomas. Sé de su reputación así que es imposible negarlo. No le daré un gran castigo, solo le diré a sus padres que debe tomar clases de regularización los fines de semana -

- ¿Que? Es imposible. Estoy tomando clases de capoeira los fines de semana -

- Es eso o ser expulsado. Usted decida -

- ¡No puede ser, si me expulsan mis padres me matarán! - Dije poniendo mis manos sobre mi cabeza y pensando un poco - ¡Está bien, está bien! -

- Bien pues entonces les recomendaré a una gran maestra. Con eso se mantendrá ocupado y sus calificaciones no volverán a descender -

Me levanté y caminé hacia la puerta. El director la abrió y yo continuaba incrédulo ante tal situación.

- Vaya directo a su salón joven Thomas, y no cometa más errores. De no ser por su hermano, no se estaría usted salvando de arruinar su vida -

No podía creer lo que mis oídos habían escuchado.

- ¿Que dijo? - Giré para ver al director de frente -¿Fué Terrence quien le aviso que yo estaba en el baño? - Pregunté asombrado.

- Así es. Pero lo hizo porque se preocupa por usted. Así que no lo arruine -

Asenté con la cabeza y sin decir más, caminé por los pasillos lleno de rabia. Mi propio hermano me había entregado, me sentía traicionado. Por meses me esforcé y subí mis calificaciones tan solo por seguir su consejo. Darme unos minutos con una bella chica no era nada, solo sería por esta ocasión y quizá dentro de algunos días o semanas con otra, claro sin dejar de lado mis deberes como antes solía hacerlo pero no, el tenía que llegar y arruinar el momento.

Llegó la hora de ir a casa y fui directo a confrontar a mi querido hermano. Para mí suerte había llegado antes que yo, lo ví caminar por el gran pasillo que separaba nuestras habitaciones de la sala principal.

- ¡Terrence, maldito traidor! -

- ¿Que diablos te pasa? -

- Has arruinado mis planes! -

- ¡Tu mismo lo has hecho! -

- De no ser por tu gran boca, nada de esto habría pasado. Ahora tendré que dejar la capoeira y pasar los fines de semana aburrido, siendo el esclavo de algún odioso maestro extra -

- Lo lamento hermano, pero es por tu bien -

No pude evadir la furia y me abalance sobre él, tirándole un golpe. Le dí justo en el rostro y retrocedió un par de pasos atrás. Después de levantar su mirada se arrojo encima de mi y ambos caímos rodando por el suelo.

De pronto una voz resonó entre el enorme pasillo como eco.

- ¡Terrence! ¡Thomas! Paren ya! -

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