Me encontraba tan a gusto charlando con aquella bonita mujer, era bastante linda y al ser mayor que yo pude imaginar que sabría besar mejor que las otras chicas. Le lancé un par de piropos, noté como le gustaba escuchar a un caballero como yo, decirle cosas bonitas al oído. Era evidente que ya estaba enganchada.
De pronto escuché una voz - ¿Thomas? - Voltee la mirada y ahí estaba mi primer cita - ¡Ah! hola - Volví mi cabeza y apunté la mirada hacia la chica de las flores. - ¿Que crees que haces? ¿Por qué me ignoras de esa manera? - - Lo lamento pero ahora estoy ocupado - Fuí breve. - ¿Que?! Eres un patán! Sabes que... ¡Terminamos! - Dió media vuelta y caminó a toda prisa lejos de mi. Sonreí incrédulo - No le hagas caso. Ni siquiera la conozco - Le propuse dejar ahí el puesto encargado con alguien más y me acompañara a dar un corto paseo. Acepto encantada, la tomé de la mano cuál dama. Pero tan solo caminamos unos cuantos pasos y nuevamente fuimos interrumpidos - ¿Thomas? - Alguien pronunció mi nombre por las espaldas. Así es, era mi segunda cita. Voltee los ojos en blanco e hice una mueca de fastidio. - ¡Por Dios! ¿Que acaso nadie quiere que bese a esta hermosa chica? - Pensé - ¿Que? - Dije molesto. - Eres un mentiroso. Dijiste que no salias con nadie y mírate, tomado de la mano de otra. Debí salir con Terrence, no contigo ¡Terminamos! - Dió media vuelta aún sacando chispas de coraje y se alejó. Miré a mi nueva cita y le sonreí como si nada pasara - No sabe lo que dice. Jamás le pedí ser mi novia - Me encogí de hombros sin perder mi sonrisa. Ella me miró de pies a cabeza, soltó mi mano de golpe y sin decir nada se marchó. No podía ser cierto. En tan solo unos minutos había perdido mis conquistas. Claro que yo no mentía, a ninguna le había prometido absolutamente nada y en ningún momento les pedí ser mis novias. Solo éramos unos jóvenes conociéndonos y divirtiéndonos. No le veía lo malo por ningún lado. En fin, aún habían muchas más chicas hermosas en toda Inglaterra las cuales conocer. Ya habían pasado algunos años y mi cumpleaños número 15 llegó. Me sentía pleno, lleno de ilusión. Mi vida era perfecta. Ya había conocido alrededor de 25 chicas, todas tenían entre los 14 hasta los 17 años. Había aprendido a besar mejor, aún que siempre me mantuve frío al respecto. Hasta ese momento no sentía en sus labios aquello que me hiciera enamorarme, ni siquiera caer. Y se preguntarán "¿Aún sería virgen a esa edad?". Pues sí. Todavía no llegaba la chica que me acelerará el corazón y me atrapara entre sus piernas. Nadie se lo merecía, nadie tenía el privilegio. El día que cumplí mis 15 primaveras, mi madre me hizo un delicioso pastel. Mi padre me regaló un hermoso cetro el cual adornaba de maravilla mi habitación. Terrence me obsequio un libro titulado "El cuervo" de Edgar Alan Poe y Helena. Por mi parte, yo mismo me obsequie una chamarra de cuero, que compré entre las nefastas calles de los barrios bajos de Inglaterra. Después de mi gran festejo familiar, salí con algunos amigos que querían darme un regalo. Me habían hecho una pequeña fiesta sorpresa en la casa de uno de ellos. Invitaron a algunos conocidos, bebimos ponche de frutas y comimos algunas golosinas. Fue tan divertido. Pero el mejor regalo de ese día fue conocer a una rubia preciosa. Sus mechones dorados me atrajeron rápidamente, tenía una hermosa figura y unos ojos color celeste brillantes. Me acerqué a hablarle, para mí sorpresa me enteré que ya tenía los 18 años cumplidos y aún así me abalance sobre ella. Lo mejor de esto es que no fue tan difícil hacerla caer ante mis encantos. Pronto nos encerramos en una de las habitaciones de la casa y las palabras ya no eran necesarias, nos besamos y acariciamos, mientras afuera la música se hacía escuchar. Tenía puesto un vestido ajustado de seda color gris que llegaba justo en sus rodillas. Su cabello estaba parcialmente suelto, solo una pinza color negro lo sujetaba por arriba. Era fácil maniobrar con tal vestimenta así que lentamente metí mi mano bajo su vestido, rozando su pierna y subiendo por su muslo mientras sus labios seguían unidos a los míos. Mi otra mano la entrelacé entre sus caireles y poco a poco fui bajando hasta tocar sus ya abultados pechos. Pude sentir sus bragas con mis dedos y pensé en bajarlas, pero de pronto la puerta se abrió abruptamente. - ¿Thomas? - Separé mi rostro para saber quién me anunciaba - ¿Que diablos crees que haces? - Me quedé cayado, no entendía nada. - Quítale las manos de encima a mi hermana! - - ¿Que? - Saque mi mano dentro de su falda y di un paso atrás acomodando mi cabello - Lo lamento yo... No sabía que era tu hermana - Sonreí. - Pues ahora lo sabes - La tomó fuertemente del brazo y salió de la fiesta lleno de rabia. La rubia lo seguia pero no sin parar de reclamarle a su hermano. Era uno de mis mejores amigos el que nos había descubierto. Pero no era mi culpa, en verdad no sabía que era su hermana, es más, ni siquiera estaba enterado que tuviese una. Tomé mis obsequios y salí de la fiesta no sin antes agradecerles a todos su presencia. Las chicas me adoraban así que muy tristes se despidieron de mi, me llenaron el rostro de besos y feliz me marché. Al llegar a casa fui al tocador para limpiarme los besos que mis admiradoras me habían dejado y mi tan correcto hermano Terrence se me acercó - Hermano, me permites unos minutos - - Adelante dime ¿En qué puedo ayudarte? - Dije sin parar de limpiarme. - Bueno pues... Me enteré de lo que pasó en la fiesta que te organizaron tus amigos y solo quiero decirte que debes tener cuidado. Deberías dejar de andar conquistando mujeres por doquier. Algún día puedes meterte en un serio problema - - Gracias, pero esto no es de tu incumbencia - Aseguré con seriedad. - Lo digo por tu bien. Si no entras en razón tendré que decirle a nuestra madre - - Claro! Corre ve y dile. Te encanta estar de chismoso o ¿No? Sabes que creo, que te da envidia que yo tengo suerte con las damiselas y tú ni siquiera has podido conquistar a Jane. Y eso que han ido en la misma clase por 3 años - Reí burlonamente. No tuvo el valor de responderme y solo dió media vuelta molesto, hasta parecía que le salía humo por la cabeza.Era hora de hacer algo más por mi. Quería cuidar mi físico así que busqué con que ayudarme. Pensé por un momento en la esgrima, pero recordé que Terrence ya asistía a esa clase así que lo olvidé, lo que menos quería era tener a ese hablador cerca de mi. Aún que muy de vez en cuando lo ayudaba a entrenar, y vaya que lo hacía con entusiasmo.Al final me inscribí en artes marciales, capoeira y equitación. No me decidía en cuál quedarme así que pensé en probar las tres y al final quedarme en la que más me agradará.Igual no había mucho que hacer los fines de semana y aunque mi hermano era un imbécil, tenía razón en una cosa. Debía alejarme un poco de las chicas. Sabía que era un hombre irresistible... Bueno... aún lo soy. Pero después de perder a un amigo por dejarme seducir pues quería tomarme un tiempo para mí y despejar mi mente.Pasaron unos meses, al final solo había asistido a equitación unas 5 o 6 semanas, me había quedado con las artes marciales tres días a la semana y la capoeira
Terrence y yo nos detuvimos. Nuestras miradas buscaron al dueño de aquella aguda voz. Era nuestra madre furiosa al ver tal escena de salvajismo.- ¿Que rayos está sucediendo aquí? -Ambos nos levantamos, nos separamos uno del otro, acomodando y sacudiendo nuestras ropas.- Madre, lamento que hayas tenido que ver esto - Dijo mi hermano agachando la mirada.- ¡Madre! Todo ha sido culpa de Terrence -- ¡¿Que?! - Exclamó él.- Eres un traidor - Respondí mirándolo con recelo.- Claro que no! Es tu culpa -De nuevo la discucion no se hacía esperar, tenía tanto que decirle.- Basta! - Exclamó nuestra madre - Terrence ve a tu habitación, no quiero que vuelvas a pelear con tu hermano -- Está bien madre - Dió la vuelta sin mirar atrás.- Y tu Thomas, tu padre y yo ya nos enteramos de lo que recientemente hiciste. A partir de mañana comenzarán tus clases de regularización -- ¡Pero madre! -- Nada de "peros" Ya está dicho. Espero que esto te sirva de lección y comiences a ser un hombre serio. E
El día tan odiado había llegado, desperté y fui directo a desayunar. Una vez en la mesa creí que si hablaba con mis padres ellos me retirarían el castigo. Pero al pedírselo ellos se negaron rotundamente.- Pero esa vie... Digo, mi profesora se irá. No le veo sentido seguir con las clases -- Traerá a alguien de confianza - Respondió mi padre.- Es su nieta. No dudo que sea igual de buena e inteligente que ella. Debes tratarla bien, con respeto y poner atención a sus clases - Agregó mi madre.- ¡No puede ser! - Dije en voz baja.Fui a darme una ducha en la tina, totalmente desanimado.Llego la hora de la clase y como cada fin de semana, mi maestra hablaba sin parar, yo estaba que me dormía del aburrimiento. Después de 5 largas y tediosas horas, miró su reloj y se levantó de su asiento - Joven Thomas, me marcho, ya es la hora de irme. Pero no sin antes presentarle a mi nieta, que debe estar afuera esperando -Abrió la puerta y ahí estaba parada con la mano arriba, como si estuviese a pu
Betty llegó, yo ya me encontraba en la oficina más que listo.- Joven Thomas, que puntual - Dijo sonriente.- ¡Claro! Mi padre me enseñó a que nunca se debe dejar esperando a una dama -Me lanzó una sonrisa y se sentó del otro lado del escritorio.- Bueno joven Thomas, sé que estoy aquí como sucesora de mi abuela, y que usted está aquí como castigo. En realidad mi abuela no me dió muchos detalles, pero supongo que son más duros con usted por ser el príncipe -- Aammm... - Agaché la cabeza, no quería decir nada. Era mejor que no se enterará.- Sé muy bien lo que es pasar por esa edad. Y también se que aún le falta mucho para ser libre de estás clases extras así que, yo prefiero tomar otro método, nada parecido a mi abuela, yo soy más comprensiva -- ¿En verdad? Uufff - Expresé.- Sí. Creo que salir un poco no le haría nada mal. Tendremos clase de artes, música, cultura general, entre todo lo aburrido -- ¡Wow! Me parece maravilloso -- ¡Bien! Entonces comencémos -Abrió su bolso y sacó
Ya en la escuela, estaba más despistado de lo normal, no lograba concentrarme. Pensaba en la bella Lizzie, sus hermosos cabellos pelirrojos, sus delicadas curvas, las pecas de su nariz esos grandes y brillantes ojos jade, en fin... Toda su humilde belleza.Pero no solo pensaba en eso, también pensaba en que esa hermosa sonrisa escondía una gran tristeza. Quizá su interior estaba lleno de depresión, soledad y mucho dolor, algo que su dulzura quería evadir a toda costa.La campana del receso sonó sin entrar por mis oídos. Cuando reaccioné, voltee a ver a mi alrededor pero yo era el único que seguía dentro del aula. Me levanté, pero una chica entro al aula cerrando detrás de ella la puerta.- Hola Thomas - Dijo caminando hacia mí.- Aamm... Hola... ¿Te conozco? - Pregunté confundido.- Sí. Bueno en los pasillos siempre te saludo pero nunca he podido hablar contigo. Siempre estás rodeado de chicas -- ¡Oh! Pues lo siento mucho - Sonreí de lado.- No te preocupes. En realidad, varias de el
Ambas me tomaron por los brazos y me jalaron fuertemente haciéndome pasar.- Ven Tommy, siéntate ¿Quieres tomar algo? - Preguntó una de las chicas.- ¿Quieres algo de comer? - Preguntó la otra, acercándome un racimo de uvas.- Gracias preciosas. Que atentas son -Ambas se miraron, sabía que tramaban algo. Se sentaron una a cada lado mío y entrelazaron sus dedos por mis cabellos jugando con el.- Nos gustas mucho Thomas - Dijeron en coro.- Y ustedes a mí - Sonreí.Una de ellas comenzó a lamer el exterior de mi oído, mordisqueaba mi lóbulo, provocando que mi piel se erizara, mientras la otra desabrochaba mi chaqueta haciendo que resbalara por mis hombros, hasta caer en el sofá.Debo admitir que me puse algo nervioso. Ambas mujeres se habían puesto de acuerdo para hacerme caer ante sus provocaciones, y yo realmente me estaba desplomando.Bajó lentamente de mi oído a mi cuello, las partes más sencibles de mi ser. La otra dama, más atrevida, lamió mis labios haciéndome perseguirlos para q
El fin de semana llegó y Betty estaba lista para empezar las clases. -Muy buen día joven Thomas - Atravesó la puerta saludando. - ¡Hey! Ya habíamos hablado respecto a las formalidades - Dije. - Aamm... Si, lo siento es solo que no quiero que se mal interprete lo que pasó en la colina - Agachó la mirada sonrojada. - No, no para nada. Espero que no pienses mal de mi - En realidad había sido mi culpa, no quería hacerla sentir mal - Mejor olvidemos eso y dime... ¿Que haremos hoy? - - ¡Ah! Pues hoy veremos cultura general así que iremos a las calles para averiguar lo que la gente compra y vende en los pequeños puestos de la plaza - - Me parece muy interesante - Caminamos por las calles, nos detuvimos en algunos puestos armables con mesas, vendían de todo, desde vestidos lindos, zapatos, comida casera hasta dulces hechos en casa. Me encantan las golosinas así que me detuve ahí para poder probar algunas. Compré un macarrón, son mis favoritos, es un dulce realizado con leche de cabra
La escuela se me había hecho más aburrida, pesada y tediosa de lo normal. Yo estaba ansioso por ver a Betty y escuchar su respuesta.El timbre sonó, guarde el libro que estaba sobre mi mesa y corrí por el pasillo sin esperar a que me dieran el permiso, mis compañeros y profesor solo me vieron alejarme.Llegué a la fuente, miré mi reloj y me di cuenta que había llegado 10 minutos antes de la hora. No quería verme tan impaciente, mucho menos que Betty notará lo entusiasmado que estaba por verla, así que decidí sentarme a la orilla y cruzarme de piernas como siempre, como si nada a mi alrededor me importara, tranquilo y relajado.- ¡Hola, Thomas! Espero no haberte echo esperar mucho tiempo - Dijo al llegar.- No, no. Acabo de llegar - Respondí sonriendo - Bien pues, supongo que ya pensante tu respuesta -Dió un largo suspiro - Ay Tom yo... No puedo aceptar, me siento tan mal. Ya tuviste una confrontación con Julious, no quiero que te involucres más. Eres mi alumno y solo te deberían impo