Capítulo 4

Terrence y yo nos detuvimos. Nuestras miradas buscaron al dueño de aquella aguda voz. Era nuestra madre furiosa al ver tal escena de salvajismo.

- ¿Que rayos está sucediendo aquí? -

Ambos nos levantamos, nos separamos uno del otro, acomodando y sacudiendo nuestras ropas.

- Madre, lamento que hayas tenido que ver esto - Dijo mi hermano agachando la mirada.

- ¡Madre! Todo ha sido culpa de Terrence -

- ¡¿Que?! - Exclamó él.

- Eres un traidor - Respondí mirándolo con recelo.

- Claro que no! Es tu culpa -

De nuevo la discucion no se hacía esperar, tenía tanto que decirle.

- Basta! - Exclamó nuestra madre - Terrence ve a tu habitación, no quiero que vuelvas a pelear con tu hermano -

- Está bien madre - Dió la vuelta sin mirar atrás.

- Y tu Thomas, tu padre y yo ya nos enteramos de lo que recientemente hiciste. A partir de mañana comenzarán tus clases de regularización -

- ¡Pero madre! -

- Nada de "peros" Ya está dicho. Espero que esto te sirva de lección y comiences a ser un hombre serio. Eres un príncipe, no un marino que anda dejando amores de puerto en puerto. Compórtate a la altura, no nos avergüences -

Mire a otra dirección y apreté los labios. Deseaba salir corriendo y evitar ese incómodo momento. Hasta que al fin hablé decidido - Está bien, pero ¿Por cuánto tiempo? -

- Por lo menos, hasta que cumplas 18 y seas mayor de edad -

- Pero ¿Que? ¿No crees que es demaciado exagerado? -

- ¡No! Si pudiera, ya te habría encerrado cuál princesa de cuento en la última torre mas alta del castillo, pero es imposible. Hemos recibido bastantes quejas por tu comportamiento pero todas y cada una las hemos evadido. Y todo ¿Por qué? Por qué creíamos que eras tan solo un jovencito con curiosidad. Pero pronto cumplirás 16, ya eres conciente de tus actos y... sería desagradable que embaraces a una cualquiera -

Me llevé las manos a la cabeza. No podía creer lo que mi madre decia, mucho menos el tiempo que estaría castigado. Poco más de dos años atado a clases extras, sin poder disfrutar de un buen fin de semana. Esto debía ser una broma.

Después de escuchar a mi madre y más tarde a mi padre darme un gran sermón, me dirigí a mi habitación. Me sentía realmente sofocado, toda esa presión de ser un príncipe me estaba consumiendo. Era joven, solo quería vivir una vida normal, divertirme, conocer chicas, besarlas, disfrutarlas ¿Cuál era el gran problema? ¿Porque tanto alboroto? Solo eran besos y caricias, no había llegado aún tan lejos con ninguna, no había embarazado a nadie así que no entendía la razón del porque llegar a esto.

Al día siguiente desperté a las 8:30 AM. Había olvidado poner la alarma para despertar antes y realizar mis actividades. Me metí a la tina para darme un baño, prendí algunas velas aromáticas y escuché un poco de música. Me sentía tan tranquilo y relajado. Puse una toalla húmeda en mi frente y comencé a dormitar hasta que alguien tocó fuerte a mi puerta interrumpiendo mi momento.

- Thomas ¿Ya estás listo? - Era la voz de mi madre.

- ¿Que? ¿Para que? -

- Tu maestra acaba de llegar, está esperándote en el pasillo -

- ¡Maldición! - Lo había olvidado. Me levanté de prisa, tome mi toalla y comencé a secar mis cabelleros - Ya voy, dame 5 minutos y estoy listo para presentarme -

- No la hagas esperar tanto, te lo advierto -

Después de 10 minutos salí a recibir a mi nueva maestra.

No me sorprendí al verla, era una abuela. La saludé, fuimos a la oficina de mi padre que solo usaba por las noches cuando tenía algún documento que firmar o redactar. Ahí me daría clases. Me dió su forma de trabajar y bueno, era bastante estricta. Por suerte solo la vería los sábados y domingos.

Ya en la escuela, todo marchaba bien. Traté de no bajar nuevamente mis calificaciones para que los maestros y mis padres no tuvieran los ojos puestos en mi. Pero aún había alguien obsevandome.

Un día me encontraba en los pasillos cuando dos chicas se acercaron a mi. Una me abrazó por la espalda y otra me tomó del brazo.

- Oye ¿Que haces? - Preguntó una a la otra.

- ¿Que haces tú? - Le respondió.

- Te dije que Thomas me gustaba ¡Ya suéltalo! -

- ¡Pues a mi también me gusta! -

- ¡Eso no se vale! Si no te hubiera contado no estarías aquí molestando -

Ambas chicas comenzaron a discutir. Me soltaron y se pararon una frente a la otra. Debía hacer algo antes de que esto empeorara. Me interpuse en medio de las dos.

- Tranquilas - Dije sonriente - No tienen porque pelear por mi, tengo suficiente atención para ambas - Pasé mis brazos por encima de sus hombros y caminé hacia mi próxima clase con ambas chicas una a cada lado. Eso las calmó y los tres sonreímos.

Pero mi suerte andaba fallando en esos tiempos. Al dar la vuelta Terrence estaba ahí parado charlando con Jane, a la cual por fin se había atrevido a invitar a salir.

- ¿Puedo hablar un momento contigo? - Preguntó mi hermano.

- Chicas lamento dejarlas aquí pero tengo algo importante que hacer - Se despidieron dándome un beso en cada mejilla.

Terrence se despidió de Jane y caminamos hasta mi aula - Creí que después de tu castigo entenderías -

- No estaba haciendo nada malo -

- Pues sabes que debes alejarte de los problemas -

- Y ¿Que? ¿Mantenerme encerrado? ¿Dejar de hablar? ¿Ignorar a todas la mujeres del mundo? -

- No, solo no hacer tonterías, esperar a ser mayor para encontrar a la mujer con la que te casarás -

- Está bien. Ya no quiero hablar de eso - Hice una señal con ambas manos como símbolo de "alto". Di media vuelta y entre a mi clase, dejando a mi hermano ahí parado mirando mi espalda.

Los fines de semana eran los más aburridos desde que la anciana me tenía prisionero en la oficina de mi padre. Pero después de 10 meses de tortura, llegó con una noticia que cambiaría mi vida - Thomas, quiero decirte que muy pronto me jubilare. No te había avisado antes por qué no quería que la noticia te distrajera - Dijo como si eso a mí me importase.

- Muy bien - Respondí neutral. Oculte mi alegría ya que pensé que si ella se retiraba yo me desharía del terrible castigo.

- Pero como aún te falta año y dos meses para levantar tu castigo, he elegido a la persona correcta para sustituirme. Mi nieta acaba de obtener su título en pedagogía, yo le enseñé todo lo que sabe -

- ¡No puede ser! - Pensé - Éste terrible castigo seguiría aún sin la anciana, y peor aún, ahora su nieta que seguro es una ñoña igual que ella estaría aquí para hacer de mi vida un infierno total -

La vieja no paraba de hablar mientras yo pensaba como salir de esta situación - Es bastante seria. Es muy linda pero le diré que sea dura contigo, eres buen chico pero no debemos permitir que el príncipe se descarrile. Ella se casará muy pronto, no me gusta el prometido que tiene, tengo un mal presentimiento sobre ese muchacho pero ya que - Se encogió de hombros - Es el hombre que su padre encontró para ella -

- ¡Aaaggh! Esa vieja bruja no para de hablar, no me dejaba concentrar - Pensé rápidamente en que si hablaba con mis padres y me buscaban a otro maestro o alguna clase diferente antes de que la abuelita se jubilara, asi no tendría que soportar a la aburrida de su nieta.

- En fin, mañana es el último que te veré. En la semana me harán una fiesta de despedida después de casi 30 años como maestra -

- ¡¿Queee?! ¿Mañana es su último día? - Exclamé en voz alta. Mi plan se había arruinado.

- Si, se que la noticia te entristece, pero yo también te extrañaré -

No podía ser cierto. Ahora sí estaba perdido.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP