Capítulo 2

Anya

Corroboré la historia del tonto de Charles, no me iba a quedar con la primera impresión. Hurgué con varios chicos hasta que, en efecto, sus versiones coincidieron con la que él y el cazador me habían dicho. Anne había corrido con dirección al bosque y no había sido la única, sin embargo, todos los demás regresaron a casa menos ella y eso me ponía de mal humor.

Para nadie era un secreto quiénes éramos y la historia de nuestra familia. No éramos las más amadas, la verdad era que nuestros padres habían tomado decisiones que indirectamente afectaron a todos, sin embargo, eso no quitaba el hecho de que ya tenían varios años muertos, las cosas habían cambiado y les gustase o no, Anne y yo éramos miembros de la sociedad que conformaban.

Si un miembro se desaparecía, el deber de todos era buscar e investigar, lo que a la gente no le importaba en lo más mínimo. Así que fui directo al cuartel de protección y seguridad ciudadana. Me identifiqué con la placa que usábamos para pasar desapercibidos, luego me dirigí a escuadrón de control ciudadano y pedí hablar con alguno de los comisionados.

Necesitaba todos los detalles recabados de la fiesta que habían hecho y mientras esperaba, me di cuenta de que había un boletín de noticias que hablaba sobre algunas muertes violentas de gente de otras ciudades humanas que habían sido reportadas como desaparecidas.

Mi lectura se interrumpió cuando salió un hombre mayor, regordete y con una barba recortada y que tenía cara de pocos amigos. Lo seguí, le tendí mi placa y la miró con recelo, tal vez era uno de los que conocía verdaderamente su significado, pero su animadversión me importaba muy poco.

—¿Qué desea saber, señorita Valente? —dijo mi apellido sin disimular su desprecio.

—Quiero información sobre la redada que realizaron hace días en la frontera con el territorio de los hombres lobos —le respondí con absoluta seriedad—. Hay una ciudadana perdida y quiero entender por qué no se reportó y por qué no hay una búsqueda activa de ella.

El hombre frunció el ceño.

—¿Quién es la ciudadana?

—Mi hermana, Anne Valente —dije con firmeza y su ceño se frunció—. Según testigos de la fiesta, ella fue, pero nunca regresó. Así que quiero saber qué estaban haciendo, qué incautaron y cuáles fueron las condiciones de la redada.

Lógicamente hablando, yo tenía el poder para hacer esas preguntas y cuestionamientos solo con la placa, pero la realidad era que el hombre podía mandarme a la m****a enseguida. Así que traté de controlar mi temperamento para que este cooperase.

—¿Me está diciendo que su hermana lleva días perdidas y ahora es que usted vino a reportarlo? —preguntó con sarcasmo y apreté mis manos—. Nadie la había mencionado, así que para nuestros registros ella nunca estuvo en la fiesta.

Respiré hondo para no insultarlo.

—Por eso mismo vine aquí, para ustedes hagan algo al respecto —dije y miré a mi alrededor—. Se supone que son los que llevan el control de todo, así que esto demuestra que no solo no es así, sino que no tienen idea de lo que sucede. Por eso quiero los datos para consultar con gente que sepa y buscar a mi hermana.

Le había dicho las palabras mágicas, el tonto se puso rojo como un tomate y negó.

—No eres quién para venir a hacer exigencias, hacemos lo que podemos…

—Y eso es nada —lo interrumpí enseguida—. Sé que no les importa, pero hay una joven de diecisiete años perdida y necesita ayuda. Así que no me haga perder la m*****a paciencia, dígame toda la información que recopilaron de esa redada.

—Yo que usted le hago caso a la dama —dijo una voz conocida a mi espalda y cuando me giré a ver, Matt, uno de mis pocos amigos, sino que el único, entró y se paró detrás de mí—. Necesitamos toda la información completa sobre la redada y quiero saber cómo es posible que la seguridad no tenga idea alguna de lo que sucede en esta parte del territorio.

—Gobernador —dijo el delegado de control ciudadano con cierta vergüenza y me burlé del cómo estos imbéciles se cagaban en sus pantalones cuando veían a un político de alto rango—. Nosotros no sabíamos…

—No quiero excusas, quiero acciones y si usted no lo ha entendido, Anya Valente tiene una placa muy poderosa con la que fácilmente demuestra que usted debe cooperar con ella, así que no nos haga perder el tiempo. Denos la información de la redada y despliegue un maldito equipo de investigación respecto a la desaparición de Anne Valente —espetó Matt con una orden y el imbécil regordete asintió.

Salió de la oficina y nos dejó solos, así que miré a mi amigo con suspicacia.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —le pregunté y me respondió con una sonrisa.

Tomó asiento a mi lado y se acomodó el traje elegante que tenía consigo, luego dobló la rodilla y se comenzó a arreglar en cabello rubio lozano en un intento de encantarme con su belleza de chico guapo. Sin embargo, lo que hice fue resoplar y eso lo hizo reír tanto que sus ojos azules transmitían diversión pura.

—Había olvidado tu encanto particular —dijo con burla y me miró con algo de seriedad—. Me dijeron que tú andabas haciendo preguntas sobre tu hermana, así que no fue difícil saber que vendrías aquí por información.

—Y como siempre, a nadie de Atenas le importa lo que suceda con nosotras —espeté con veneno—. No se meten conmigo porque saben de lo que soy capaz, pero Anne es otra cosa y no sé si lo que pasó es la consecuencia de esa rabia tonta que le han tenido a mi familia por años.

—Puedo entender lo que sientes, pero para ser franco, nadie tiene nada que ganar haciéndole algo malo a Anne. Si algo sucedió, ten por seguro que lo más probable es que sea por otros.

—Y eso es lo que me asusta, he visto algo de unas desapariciones y…

En ese momento fuimos interrumpidos, el delegado regresó con una carpeta y un montón de dispositivos USB. Eso me hizo fruncir el ceño y negué ante el atraso tecnológico que aún teníamos para haber avanzado unos 100 años. Este puso todo sobre el escritorio y miró a Matt con cierta vergüenza.

—Esta es toda la información sobre la redada, incluida las cámaras, así que es lo que puedo hacer por ustedes justo ahora. Ya enviaré a un equipo a hacer las preguntas pertinentes.

Tuve todo el control del mundo para evitar una burla, así que Matt tomó todo y me sacó de ahí. Luego fuimos a casa, acompañados de sus hombres de seguridad y entramos mientras estos se quedaban afuera. Ahí revisamos toda la información y nos dimos cuenta de que antes de que los de control ciudadano llegasen ya la gente estaba corriendo y estos habían recibido una llamada anónima sobre la fiesta un par de horas después de que comenzara.

La redada fue improvisada y tuve un mal.

—Esto no es común —dijo Matt mientras yo revisaba los videos de las cámaras—. ¿Por qué harían esto durante la fiesta y no antes? Normalmente los soplones hacen que se eviten las fiestas, no que se terminen.

Eso me hizo asentir.

—Te puedo apostar que ninguno de los que asistieron a la fiesta lo hizo —dije en un murmullo—. Algo más pasó aquí.

Seguí viendo los bordes de las cámaras que estaban en los árboles de los extremos de la frontera y entonces vi ciertos movimientos del lado del territorio de los lobos.

—¿Será que los lobos fueron los que llamaron? —preguntó Matt en voz alta.

Volví a revisar las cámaras y me di cuenta de algo espeluznante.

—Mira —le enseñé a Matt—, hay gente en los bordes del territorio desde antes de la fiesta, pudieron llamar en ese momento, pero no lo hicieron. Se quedaron todo el tiempo y luego se alejan cuando todos comienzan a correr. Esto parece una cacería.

Y como si yo necesitase respaldar mi teoría, algunos encapuchados siguieron a los que estaban corriendo. No necesitaba ser un genio para entender lo que estaba ocurriendo.

—Esto es grave, pero no es algo del todo incriminatorio.

Eso bien que lo sabía, así que duramos horas analizando todo al punto que Matt dejó de lado sus obligaciones. Él quería mucho a Anne, fue el único que no nos hizo el feo cuando todo ocurrió y desde antes, siempre fue una especie de hermano protector, así que me sentí hasta cierto punto aliviada de tenerlo de mi lado. Sin embargo, a medida que terminábamos de analizar pistas, las conclusiones solo recaían en un solo punto: el territorio de lo hombres lobo.

Para el segundo día ya me había tirado de los pelos y suspiré hondo.

—Esto no está llevándome a nada, necesito encontrar la manera de entrar en el territorio de los hombres lobo —le dije con firmeza y él negó—. Ahí encontraré las respuestas que busco.

—Los hombres lobo son muy comedidos y cuidadosos sobre a quién invitan a su territorio, esto va a ser imposible y si descubren tu verdadera profesión, ten por seguro que no vas a salir viva de ahí —espetó con preocupación—. Ellos no están jugando.

—Y yo tampoco, así que si las bestias son las que tienen a mi hermana debo buscar la manera de sacarla de ahí —espeté con dureza.

Días después, Matt me entregó un archivo respecto a las desapariciones de las personas al Norte de Atenas y sus muertes. Eran a troces y tenían marcas que fácilmente pueden ser de los hombres lobo.

—El nuevo líder de Cunan, la ciudad pilar del territorio de los hombres lobo, sabe lo que pasa y ha ofrecido su ayuda. Quiere reestablecer el acuerdo de paz, así que quiere que se abra una investigación en conjunto —dijo y lo miré con sorpresa—. Aquí tienes todo sobre ello, no encaja con la forma en la que desapareció Anne, pero es un comienzo y tu boleto de entrada a Cunan. Te conseguí una placa de investigadora criminal y toda la información que tengo de ese nuevo Alfa. Por favor, trabaja de forma inteligente y encubierta, no puedes dejar que te descubran o yo me meteré en problemas. Debes partir en la mañana.

Miré a Matt con la boca abierta e hice algo que no solía hacer: lo abracé.

—Gracias, no tendré con qué pagarte esto.

—Tienes que hacer el trabajo sí o sí mientras buscas a tu hermana, sé que lo lograrás, pero me temo que tu odio sea el mayor de los obstáculos.

Matt tenía mucha razón.

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