Capítulo 4

Kael

La humana que había sido enviada era increíblemente hermosa.

Tenía una belleza singular de esas que poco se veían, de esas capaces de hechizarte y ella misma no parecía ser consciente de ello. Se notaba segura, un poco confiada en sí misma, pero no estaba usando del todo el potencial que seguramente tenía si hacía uso adecuado de sus sonrisas.

Era magnética y ver cuánto aguantó la respiración cuando me vio me deleitó muchísimo, tanto como para que mi lobo, Bazir, se despertara de su letargo y quisiera asomarse a la superficie de mi piel para olerla. Era curioso porque el lobo jamás había mostrado interés por una mujer, había sido enfático en que solo quería a su alma gemela y podía jurar que, aunque esta pelirroja preciosa era exquisita, ella no era nuestra pareja predestinada ni por asomo. Por eso lo controlé para que ella no se asustase.

—Es un gusto conocerlo, conocer a todos —dijo ella con una voz que me puso en guardia y supe que lo que decía era mentira.

La diosa me había dado algunos dones, me había bendecido en el momento de mi nacimiento y me había convertido en el único hombre lobo con una bestia lunar en la faz de la Tierra. Uno de las muchas habilidades con las que me bendijo fue la de percibir el sentimiento de las personas y mi lobo gruñó un poco, por lo que supe que su curiosidad por la mujer posiblemente haya sido animosidad. Por eso tenía que contenerlo, ella estaba aquí para ayudarme a crear un puente a la paz y necesitaba de ello para evitar el caos absoluto.

—Este es el Consejo de lobos —dije con calma y ella los miró uno a uno con suspicacia—. Son los encargados de los diferentes sectores del territorio, así que ellos y yo tomamos las decisiones más importantes para nuestra comunidad. Una de ellas fue limpiar de una vez por todas nuestro nombre.

Algo en sus ojos brillos con burla y me di cuenta de que ella no iba ser fácil.

—Eso esperamos —respondió de manera concisa—. Como comprenderá, la humanidad desea resolver las desapariciones y asesinatos que nos han golpeado en los últimos meses, así que queremos esclarecer todo a la brevedad posible por el bien de todos. Por eso mismo me gustaría comenzar cuanto antes con la investigación.

Un murmullo colectivo se presentó entre los miembros del consejo y supe que esta mujer no iba a andarse con cuidado. Eso de alguna manera fue estimulante, más que todo por la insinuación velada. Así que, para calmar las aguas, miré a cada miembro del consejo y uno por uno fue guardando silencio. Ella lo registró enseguida y me di cuenta de que estaba estudiando la forma en la que controlaba todo.

—Eso es lo que todos queremos, señorita Rosco y eso por eso es que yo mismo voy a trabajar con usted codo a codo —le dije y vi la sorpresa en sus ojos, algo que me agradó—. Antes de ser líder de Cunan, estuve a cargo de la división de investigación y manejo muy bien todo lo que tiene que ver la parte de crímenes violentos de mi especie y de las demás.

Ella asintió y sonrió con soberbia.

—Entonces parece ser que tenemos cosas en común y que será una experiencia inigualable para ambos —dijo y logré escuchar a Waira reírse en el fondo la otra sala—. Tenemos mucho que compartir, pero la documentación que traje se quedó a manos de sus oficiales que, por cierto, necesitan un poco de sensibilización con el trato humano y sobre la evolución de las tareas de la mujer. No me iban a dejar entrar porque mi nombre no aparecía en la invitación, cuando francamente había traído todo el expediente que me acreditaba.

Ella era insolente, no se medía y enseguida supe que los humanos habían tomado una decisión estudiada. No necesitaba hacer una gran introspección para entender que ella había sido un anzuelo para que las posibilidades de un Comité de Paz fueran frágiles al punto de volverse nulas.

Por eso tenía que dar el ejemplo a todos los demás.

—Lo haremos, siempre y cuando sigamos un acuerdo de reciprocidad —le dije con una sonrisa sin dejar de lado mi tono serio.

—Como debe de ser, así que, si tienen algún problema con el trato humano, hagan una lista y se las haré llegar a los políticos de mi pueblo, así harán los ajustes correspondientes.

El tono serio no enmascaraba la burla subyacente, así que negué divertido.

—Será todo un placer, mientras tanto la invito a esperarme en la sala posterior con mi hermana Waira, ella la llevará a donde ser quedará. Se dará cuenta de que tiene todo lo que trajo y en unas horas almorzaremos para hablar del plan de acción a seguir.

Anya asintió y sonrió ahora con diversión, luego se giró e inclinó la cabeza ante el Consejo y salió. Cuando escuché que mi hermana la sacó, las quejas no se hicieron esperar entre los miembros de Cunan.

—¿De verdad mandaron a esa mujer aquí?

—¿Cómo es posible eso?

—¿A quién se le ocurre?

Preguntas como esas comenzaron a resonar en el espacio y entonces tuve que sonar mis palmas en señal de silencio, lo que acataron enseguida.

—La situación con los humanos es delicada —les dije y ellos asintieron—, por eso mismo debemos cuidar la forma en la que nos expresamos de ellos delante de esta mujer. Fue enviada para hacer las cosas difíciles, así que no le demos las municiones para que puedan cargar sus armas contra nosotros. Yo me encargaré directamente de ella y le haré saber que la colaboración exige respeto mutuo, sino lo entiende la mando de regreso con una carta explicativa de motivos, pero tenemos que evitar los problemas que eso pueda generar.

—Entiendo su posición, Alfa, pero ¿esa es realmente la única vía para llegar a un acuerdo de paz? —preguntó Serafín, uno de los delegados de la tierra Sur.

—Es la más pacífica —dije con sinceridad—. Necesitamos investigar las muertes y descartas que nuestra especie o por lo menos, gente de Cunan, cometió esos atroces crímenes. De ser posible, hay que demostrar la teoría de que nos quieren inculpar, así que, si tengo que lidiar con una humana ignorante y prejuiciosa para lograrlo, lo haré.

—Ese no es el problema, sabemos lo mucho que es capaz de dar porque tengamos paz, pero me temo que las intenciones de ellas no parecen ser las mismas.

Y eso era lo que yo tenía que descubrir, así que los calmé y les pedí que volvieran a sus respectivas labores cotidianas. Luego fui directo a casa y ahí me estaban esperando Waira, Jonás y Jeremía.

—Y bien, ¿tienen algo de la mujer? —pregunté y Waira se rio con ganas.

 —Digamos que estos tontos básicamente le dijeron a la humana que esperaban a un hombre y supongo que luego de que las mujeres humanas tuvieran que luchar siglos por equidad y mantenerla con uñas y dientes más allá del declive, la vena feminista le brotó por los poros.

Miré a mis hombres y negué.

Habíamos tenido una plática larga y tendida sobre el hecho de que en la humanidad los roles de sexo habían sido un problema generacional que ellos manejaban con una equidad más pareja a sus posibilidades. Algo que distaba de mi especie, en los que los roles de hombres y mujeres habían sido definidos desde su nacimiento según su poder y su destino, así como su fuerza. Explicar esto a los humanos era un dolor en el trasero, por lo que procuraba que no se tomara como ofensa para ellos.

—Esto era lo que no quería hacer, les dije que ellas hacen de todo, tanto o más que las mujeres lobas —espeté y ellos fruncieron el ceño—. ¿Qué demonios fue eso de no dejarla entrar porque no estaba su nombre en la invitación?

—Yo no vi su nombre y la devolví —admitió Jonás y suspiré porque sabía muy bien que no era solo eso—. Es que me sonrió de manera falsa y no tuve un buen presentimiento. Su nombre no estaba y es la verdad, no quería alguien así cerca.

Entendía bien en sentimiento, pero la cuestión era simple.

—La invitación al gobierno humano no era específica, era abierta y ellos enviaron a esa mujer, ¿el sustento que trajo es correcto? —pregunté con curiosidad y Jeremía me lo dio.

Miré la placa y todo lo relacionado a ello y me di cuenta que no estaba tratando con ninguna tonta. Era una investigadora criminal de alto nivel, debía ser muy buena para haber llegado a un cargo así siendo tan joven.

—Parece ser de las mejores, hay tres gobernadores que la llaman para resolver problemas —dijo Jeremía—. Además, parece ser una experta en tecnología humana.

—¿Sus cosas están limpias?

—Sí —dijo Jonás—. Todo está dentro de lo permitido, tenía un arma, pero parece ser su arma de reglamento. La confisqué por obvias razones, sin embargo, tenía una carpeta con los datos sobre usted. Su nombre, su puesto, el desconocimiento público de sus poderes y de su familia. De alguna manera, lo tiene estudiado.

Eso me hizo sonreír.

—Es lo mínimo que podía hacer como investigadora criminal, así que será un almuerzo interesante.

Un par de horas después, llevé las carpetas que tenía de ella y las mías, así como mi plan de acción e investigación. Había hecho un hilo conductor de los eventos, por lo que tenía una idea clara de dónde comenzar, así que cuando ella llegó conmigo, la invité a comer a medida que le iba explicando todo de forma minuciosa y detallada. Sin embargo, su expresión fue un muro.

—¿Qué te parece mi plan?

—¿Quiere que sea honesta? —preguntó con cuidado mientras dejó el tenedor a un lado y asentí—. Su plan me parece la idea más absurda de todas, es una porquería.

Era la primera persona en años que me respondía así con ese ímpetu, lo que de alguna manera me impactó.

—¿Por qué dices eso?

—Estás siguiendo un hilo de eventos, pero no estás teniendo en cuenta las variables a considerar en cada caso —dijo con franqueza—. Cada crimen es parecido, pero tiene aristas que los dimensionan por completo. No es solo el orden en el que se dan, sino los factores que facilitaron las desapariciones. La clave está en las pistas actuales y esas están en los documentos que traje, tenga la delicadeza de leer y luego debatimos eso. Pero creo que mi ruta de acción es mejor por múltiples factores…

Ella explicó todo con precisión, inteligencia y una riqueza verbal impresionante, en ese momento supe que ella no se doblegaría fácilmente, que era indomable. Eso me haría el trabajo difícil, pero a mí me encantaban los retos y ella parecía ser un muy complejo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo