Kael Kan era un grano en mi trasero.
No había definición mejor para describir nuestra situación y eso era decir mucho, considerando que habían pasado días en los que no logramos hacer absolutamente nada de la investigación primaria debido a sus restricciones. Si no tenía el visto bueno de él, no iba a poder recorrer el territorio a mis anchas ni usar los métodos clásicos que las fuerzas de seguridad humana empleaban en los interrogatorios.
—No podemos hacer lo que hacen los humanos al pie de la letra —me dijo por enésima vez al segundo día de haberle planteado mi plan—. Entiendo lo que dices y comprendo tus percepciones, pero no podemos ir y apresar a cualquiera para ser interrogado. Hay que tener indicios claros, no simples sospechas. Las leyes de Cunan son más estrictas que las del territorio humano, aquí tenemos que demostrar sí o sí que las personas son sospechosas porque hay indicios reales de que estuvieron involucrados en una situación irregular.
—Es que la sospecha no acredita la culpabilidad —le respondí con cansancio—. Ese es el fin de nuestras leyes: inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero aun así podemos usar todo nuestro poderío para hacer los respectivos interrogatorios.
El Alfa me miró con cierto cansancio y yo no hice más que berrear, así que lo hice buscarme unas pizarras grandes en las que ordenamos todo referente a los casos, desde el primero, hasta el último. El hice las respectivas conexiones para que él entendiese bien el panorama de la situación y visualizara la realidad tal cuál era.
—El primer reporte de desaparición fue hace veintidós días. Una joven de 20 años, rubia y que vivía sola en las lejanías del Norte de la ciudad no apareció en su trabajo. Este queda en la carretera Norte que limita con este territorio, es una fábrica de productos químicos —le dije y le señalé a la otra víctima—. El segundo reporte es de un hombre de 30 años, afrodescendiente y con una familia constituida que vivía cerca del mercado de Atenas. Viajaba cada día cerca de dos horas de ida y vuelta a su trabajo en una mueblería que se ubica en la misma carretera norte. El cuarto y quinto caso sucedieron juntos: una pareja de recién casados que trabajaban en la fábrica de alimentos en la frontera noroeste. Los tres casos siguientes son amigos que trabajan en la misma carretera, en un taller mecánico y que desaparecieron al final de su turno. No abordaron nunca el autobús que los llevaba hasta el centro de Atenas. ¿Estás viendo el patrón?
—Todos ocurrieron en la carretera que colinda con mi territorio —dijo con rapidez—. Pero eso no signifique que vayamos a realizar interrogatorios de todos los hombres lobo que viven en el borde de esa frontera. Es una locura.
Negué y suspiré.
—Tenemos qué, no es que no podamos, es que debemos hacer interrogatorios al azar, registrar las cámaras, ver las procedencias y estudiar los comportamientos. Las desapariciones fueron escalando en progresión, pero mantuvieron el mismo grado de violencia —le indiqué y él frunció el ceño—. ¿Leíste los reportes forenses?
—Solo dicen que los cuerpos tenían heridas en formas de garras, no se prueba que fueron hechas con garras —respondió con sutileza y asentí.
—En efecto, eso no quiere decir nada, sin embargo, todas las horas de muerte están en el rango nocturno y ocurrieron cerca del perímetro de esa carretera —especifiqué para ver si caía en cuenta de lo obvio.
—¿Eso quiere decir algo?
Gemí frustrada en incrédula de que él hubiese estado encargado de las investigaciones criminales de Cunan.
—Eso quiere decir que todos ellos murieron en la frontera y según los análisis espectrofotométricos de la tierra de los zapatos de las víctimas, esto sucedió cerca del territorio noreste. La tierra tiene la misma composición química y hay yacimientos ricos en azufre en esa zona, en la que ya no hay ninguna empresa humana, ni siquiera humanos viviendo. Todo lo que hay cerca son hombres lobo y no los estoy culpando, pero se puede partir de ahí y hacer un interrogatorio al azar. Algo me dice que alguien pudo haber visto o escuchado algo extraño o puede haber evidencia en la zona.
Era sentido común básico, pero entendía por qué el Alfa tenía las defensas levantadas. La cosa era que nada se veía bien para los lobos, pero yo conocía de asesinos porque era una. Si quería hacerlo, lo hubiese hecho cerco de gente a la que podía culpar con facilidad.
Así que él decidió pensar la forma de cómo abordar la investigación sin que fuese traumática o cruel para nadie, por lo que tendría que consultar con el delegado encargado de esa región. Era frustrante, así que tuve que quedarme recluida otro día en espera de una respuesta.
Lo más gracioso es que había estado más vigilada que cualquiera.
La cabaña en la que me estaba quedando era un sueño, pero había descubierto micrófonos escondidos en lugares recónditos, así como cámaras a las afueras de la propiedad y guardianes haciendo recorridos en el perímetro. No me sorprendía, la verdad, me lo esperaba ya que no podían ser demasiado confiados para darle libertad a una humana. Lo que no me esperé fue que alguien tocase mi puerta.
—Waira, no pensé verte por aquí —le dije a la hermana del alfa una vez le abrí la puerta y ella sonrió con suficiencia.
—Lo imaginé, así que seré honesta. Vine a ser una entrometida, sé que mi hermano no te lo está poniendo fácil y sé que resultas ser un hueso duro de roer, así que dime de forma sencilla qué necesitas para que logre mediar y que por fin comiencen a investigar todo —dijo con suficiencia.
Definitivamente no me podía caer mal ella, si fuera humana, posiblemente sería una amiga cercana, tal vez se hubiese criado en el gremio de cazadores, pero la realidad era la realidad y tenía el presentimiento de que ella era cierta pieza fundamental en el territorio, una que yo desconocía.
—Los crímenes se cometieron cerca de un territorio que limita con la frontera noreste de Atenas, así que debemos ir a interrogar para ver si alguien notó o vio algo fuera de lo común, si alguien tiene cámaras o si hubo movimientos inusuales los días de las desapariciones. Tal vez peinar la zona en busca de evidencia —dije con normalidad.
—Bien, veo cuál es el problema —musitó con el ceño fruncido.
—¿Me lo puedes explicar? El Alfa solo habla de leyes que desconozco y que no logra explicarme.
—Eres humana, de por sí no vas a entender ciertos contextos. Así que te voy a dar una lección fácil de cultura de lobos, pero no aquí. Cámbiate para que podamos hacer una caminata y así conoces uno de los lugares más hermosos del territorio.
Sus palabras me dejaron un poco atónica, pero asentí y la miré con detalle. Iba de forma muy deportiva y cómoda, así que fui a la habitación y me cambié con rapidez, tomé ropa cómoda y me amarré el cabello en una coleta alta. Entonces la seguí y cuando salí me di cuenta de que dos bestias nos seguían con algo de distancia.
—¿A dónde vamos? —le pregunté con mucha curiosidad.
—A las cataratas de Cunan —respondió con una sonrisa—. Es un lugar bellísimo, pero de un acceso difícil. Tienes que ir solo caminando por los senderos, así que espero que tu condición física no sea terrible.
Me reí y la seguí, luego de media hora de caminata no puede evitar soltar mi lengua.
—Bien, ¿cuál es el problema?
—Veo que la paciencia no es una de tus virtudes —dijo y mantuve mi gesto serio—. La cuestión es simple, eres humana y el que te acerques a preguntar a la gente de la manada en un tono acusatorio o de sospecha, generará malestar. En Cunan las cosas son más estrictas o simples: sin participaste de alguna forma en algo malo lo vas a pagar según el grado de culpa. Por eso no tomamos muy en serio las acusaciones y condenas.
—Eso lo entiendo, pero yo no le veo lo malo a preguntar, en ese caso, yo podría darle las preguntas al Alfa luego de hacer los análisis de la situación y que él las aborde. Todos a estas alturas deben saber lo que pasa, la falta de colaboración simplemente se ve mal.
—En efecto, pero tienes que entender que hay un recelo gigante por el cuidado de la especie. Somos muy celosos de revelar secretos de nuestra manada, de que algo tonto pueda ser usado en nuestra contra. Que los humanos se inmiscuyan más de la cuenta se siente como eso. Luchamos mucho por no extinguirnos en las sombras y luego del declive, preservar esta manada es importante no solo para sobrevivir a otra guerra, sino para cumplir la voluntad de los Dioses y eso es algo que solo los sobrenaturales van a entender.
Estuve a punto de rebatirle al respecto, pero algo me hizo girar y me di cuenta de que las dos bestias que nos seguían habían desaparecido. Un escalofrío recorrió mi cuerpo por completo.
—¿Dónde están los guardianes? —le pregunté y ella hizo algo poco común en humanos.
Waira comenzó a oler y luego frunció el ceño como si lo que hubiese olido no le hubiese gustado nada, entonces vi en momento exacto en el que su cuerpo se tensó por completo y comenzó a mirar a los árboles.
—Muertos —dijo en el momento en el que varios hombres salieron de los árboles y cayeron justo a nuestro alrededor.
Mi guardia se alzó y me di cuenta de que ella estaba temblando, lo que me hizo preguntarme qué diablos le había pasado para que se quedase así. Entonces cuatro de los hombres que estaban vestidos por completo de negro y tenían pasamontañas se acercaron a agarrarnos por lo que respiré con cuidado.
Cuando uno de ellos me puso las manos en las muñecas, me impulsé para llevarlo hacia atrás y lo impacté contra un tronco, lo que lo hizo jadear de dolor, eso causó que el otro que iba por mí sacara un arma eléctrica para apuntarme, por lo que fui rápida y giré al herido para que le diese.
Eso hizo y el hombre quedó adolorido en el piso, así que fui tan rápida como mi entrenamiento me lo había enseñado. Busqué sus armas y antes de que tuvieran tiempo de reacción, sostuve cada arma de fuego en mis manos y les comencé a disparar a los que estaban alrededor en la cabeza.
Cada uno cayó como un saco de papas, pero los dos que tenían a Waira amarrada se había alejado con rapidez, así que corrí tras ellos, no sin antes tomar la pistola eléctrica y dispararle a uno de ellos en las piernas, luego le di un disparo a otro en el hombro. Eso hizo que soltaran a la mujer loba que intentó quitarse las amarras en sus muñecas.
Cuando me acerqué, el herido me quiso disparar, pero fui más rápida y le di en la cabeza, luego el otro quiso apuntar a Waira y antes de que lograse apretar el gatillo, le disparé en el cuello.
Respiré hondo y luego la realidad me golpeó con fuerza.
Había matado a un escuadrón de hombres delante de la hermana del Alfa y sabía muy bien que eso no se vería nada bien. Solo rogaba que salvarle la vida me diera un indulto.
Kael Estaba a nada de negociar cómo serían los interrogatorios en la parte del territorio de Cunan que limitaba con la frontera noreste de Atenas cuando Jonás entró con prisa a interrumpirnos y me dejó con la palabra en la boca. —Señor, lamento molestar, pero algo sucede con los guardias que puso a cargo de la humana, no responden al enlace —dijo Jonás con preocupación. Eso me puso en guardia y miré a los delegados, estos asintieron a la solicitud muda para irme. Así que seguí a Jonás y este ya estaba en un auto con Jeremía y otros hombres. Todos estaban esperando mis órdenes, así que no me hice esperar. —Denme todo el contexto completo. —Waira fue a buscar a la humana como había acordado, la sacó de la casa a charlar y la llevó al sendero de las cataratas. Intento comunicarme con los guardias, pero estos no responden y la comunicación directa con Waira no se da —dijo Jeremía, su pareja, con cierto temor y la tensión llenó mi cuerpo. Waira era una de las lobas con telepatía más f
Kael—Llama a un consejo extraordinario de emergencia, ahora —le ordené a Jonás con prisa—. Quiero que venga un equipo de dos del centro de investigaciones a recoger el cuerpo y todo lo demás. Que tengan mucho cuidado y que lo lleven directamente a la morgue. Más nadie tiene acceso a esto, solo ellos dos, yo, la señorita Rosco, tú y Jeremía. Todos los demás tienen acceso restringido sin excepciones. Las personas entrarán solo conmigo presente.Jonás asintió con seriedad y se movió, yo no dejé de ver el símbolo con total respeto y cierto miedo. Lo que implicaba, las repercusiones que esto podría tener al mundo sobrenatural eran infinitas, y aunque podría ser una tontería, las consecuencias de un resurgimiento podrían ser devastadoras.—¿Qué demonios está pasando? —preguntó la humana y me miró con incertidumbre—. Y no trates de esquivarme, lo que sea que significa te puso tan mal que puedo jurar que tienes miedo.Yo no era el hombre más ecuánime del mundo, sin embargo, guardaba la compo
AnyaEl lobo viejo me estaba tocando los cojones.No había mejor descripción gráfica para eso que ello y me daba un poco de risa el asunto porque ellos estaban haciendo acusaciones por doquier, pero la primera persona que recibió una respuesta grosera de parte de ellos fui yo. No me gustaban, eso estaba más que claro, les tenía recelo y era evidente que se me notaría como a cualquier humano con tres dedos de frente si está cerca de las bestias, sin embargo, estaban tomando una actitud por completo pesada al respecto.Me importaban tres pimientos sus secretos, me interesaba descubrir qué demonios era ese maldito símbolo, así que solo asentí para salir del paso y complacer al muy imbécil del Sabio.El hombre no era de mi agrado y si posiblemente lo hubiese matado en un suspiro, solo por la forma en la que me estaba viendo, como si yo fuera un maldito insecto.—Hago lo que sea con tal de que podamos investigar, les guste o no, entiendan o no, hay alguien matando humanos inocentes que sol
Anya—Este símbolo no necesariamente quiere decir nada —dije con firmeza—. La víctima lo pudo tener en la mano por múltiples razones, tal vez lo consiguió de algún sitio...—Eso es imposible —dijo el Alfa de manera tajante.—¿Por qué es imposible? Yo creo que puede suceder, las casualidades existen.La frase sonó ridícula y todo el mundo me lo hizo saber con la expresión de burla sus rostros, fue como si hubiese dicho una completa estupidez.—Eso es cierto, las casualidades existen, pero ¿cómo pudo haber llegado ese símbolo a manos humanas cuando nuestra historia fue sellada con magia pura para que la humanidad no la conociera? Nadie podía saber del símbolo, así que indistintamente de cómo llegó, la verdad es que un ser sobre natural sacó la información fuera de nuestro círculo y la llevó a manos prohibidas —contestó el Sabio con firmeza.—¿Insinúas que la humanidad son manos prohibidas?El silencio en la sala fue sepulcral, pero yo no me amilané, al contrario, me erguí en toda la ext
AnyaBuscar en el territorio de las bestias era como buscar una aguja en un pajar.Me estaba cansando mucho porque no encontraba rastro alguno de mi hermana, así que tuve que hacer un extenso recorrido por los lugares cercanos al sitio donde hicieron la fiesta para intentar conseguir algo, sin embargo, había llovido y según el mismo Kael, la lluvia era capaz de borrar las huellas.—Buscar por aquí va a ser difícil —me dijo mientras yo exploraba el terreno—. Llovió y el agua tiende a arrastras todo, si había marcas de neumáticos o pisadas, no se van a ver jamás. Si algo se cayó, posiblemente esté arrastrado por el fango y eso no es fácil de oler.Eso me hizo fruncir el ceño.—¿Puedes olor objetos o cosas extrañas que desentonan del ambiente? —pregunté con algo de escepticismo.—Sí, por lo menos yo puedo hacerlo —respondió con humildad—. Los hombres lobo tenemos los sentidos mejor desarrollados que cualquiera, la verdad es que podemos percibir personas, animales y fragancias a kilómetro
AnyaDormir estaba sobrevalorado.Había dormido un poco por el cansancio, pero desperté en la madrugada para lograr mi objetivo. Nadie me iba a detener de intentar averiguar de forma disimulada sobre mi hermana. Desde que había llegado a Cunan no había tenido un tiempo propiamente a solas para hacerlo. Sabía bien que habían puesto ojos en todos lados, hasta revisaron mi auto en busca de algo sospechoso, lo que era de esperarse.Yo hubiese hecho lo mismo.Sin embargo, yo conocía muchas tretas para ocultar cosas, principalmente armas, así como había tenido la previsión de dejarlas en lugares estratégicos de la carretera por si necesitaba usarlas. Del mismo modo, había colado el informe del último rastro de Anne en mi maleta, cosido en un doble fondo y fue lo que saqué para analizarlo antes de hacer una búsqueda visual por Cunan.Según testigos de la fiesta, mi hermana iba con un vestido verde aguamarina de tiras, unos zapatos deportivos de color negro y una chaqueta de cuero similar. Er
KaelLa humana era una caja de sorpresas y tenía un interés grande por descubrirlas.Había algo en ella que me llamaba, no sabía qué, pero sí entendía que era lo suficientemente fuerte como para que mi lobo también estuviese interesado, lo que por sí mismo era algo atípico. Si no fuera porque estaba seguro de que Bazir no la reconocía como nuestra mate, lo hubiese pensado al instante.Ella tenía un tipo de magnetismo que no había sentido con nadie.Había una atracción tácita entre los dos que ella desconocía y que agradecía que así fuera porque la diosa sabía qué sería capaz de hacer con ella. Me di cuenta, luego de varias discusiones, que no era una mujer que se doblegase, mucho menos que se dejase llevar por lo primero que veía. Ella no se quedaba quieta, le costaba, era como si tuviese que tener un hueso que perseguir hasta roer al grado de romperlo.Mujeres como ella no abundaban y eso era refrescante para mí, aunque resultaba una molestia en mis huevos porque me hacía la vida muc
AnyaDe todas las locuras que podía escuchar en la vida, jamás pensé que las bestias pudieran reconocer las etapas del ciclo menstrual en la que estaba una mujer con solo olerla. Era escalofriante, tanto o más como el hecho de que el olor de la ovulación hacía que los machos estuvieran dispuestos, de forma natural, a querer satisfacer las necesidades de reproducción de una mujer.En mi cabeza era algo demasiado animal y me hizo replantear la manera de ver los casos de los lobos a los que cacé por ser unas asquerosos acosadores.—En las mujeres humanas esto no se percibe, solo con sutiles síntomas que muchas veces no toman en cuenta, pero cuando pasa en una mujer loba, digamos que queremos tener sexo con ganas —dijo Waira con una sonrisa de oreja a oreja y no pude evitar sonrojarme a recordar la escena que había visto de ella horas