Sabía que al momento de apuntarle con aquella arma a ese imbécil estaba jugando con mi vida y capaz no saldría viva de allí así que era mejor morir intentándolo que no hacer nada.
Pero para mi suerte, no terminé muerta, sus hombres me desarmaron y durmieron sin ningún esfuerzo. Al despertar lo hice dentro de una gran habitación con dos hombres en cada esquina de la habitación los cuales me miran serios. —¿Ustedes que diablos hacen aquí? —Tenemos órdenes estrictas de vigilarla señora. —Idiotas. Suspiró dándome por vencida. Mi cabeza duele por la fuerte migraña que traigo y recuerdo que llevo 24 horas sin bañarme. Me levanto de la cama y camino yendo al cuarto de baño, me deshago de mi ropa quedando solo en tanga. Me la retiro y entro encendiendo la ducha dejando que moje mi cabello. Al abrir los ojos observo dos figuras fuera de la ducha, deslizo la puerta corrediza tomando una toalla y envolviendo mi cuerpo en ella. —¿Qué diablos hacen aquí dentro? —Tenemos órdenes estrictas de no dejarla sola en ningún momento señora. —¿Qué diablos? —Tomo un adorno del baño tirándolo a su dirección —. ¡Malditos idiotas! —Señorita debe... No lo dejo terminar tomando otro adorno y aventándolo. Salen del cuarto de baño y voy detrás ellos tirándoles lo que encuentre a mi paso. Los veo bajar las escaleras y desde el inicio de esta sigo tirando lo que encuentro a mi paso. —¡¿Qué significa todo esto?! —El grito de su voz hace que me detenga. —Dile a tus malditos hombres que me dejen aunque sea ducharme sola. Su mirada recorre mi cuerpo descaradamente, miro a su lado a un hombre el cuál tampoco disimula y le aviento el adorno que sostenía en mis manos esquivándolo y mirándome asombrado. —Deja de mirarme así degenerado. —¡Suficiente! O me obligarás a encerrarte en el sótano. ¿Qué? —¿No te basta con tenerme aquí en contra de mi voluntad? —Espeto furiosa y guarda silencio —. Sólo diles a estos idiotas que se mantengan fuera del cuarto de baño o juro que los castrare. Me doy la vuelta regresando a la habitación, tiro de la puerta y suelto un grito de frustración y rabia. Retiro mi toalla y observo por el ventanal como hombres se colocan debajo del balcón de la habitación. ¿Es enserio? Escuchó la puerta ser abierta, me giro tapando mis pechos con mis manos y su mirada cae en mi desnudez. Tomo de la cama la toalla y me cubro lo más posible. —Idiota, ¿No sabes tocar? —Espeto enojada. —No eres la primera mujer que veo desnuda —Responde llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón acercándose —. ¿Qué fisgoneabas por la ventana? —Los hombres que has puesto frente al balcón —Ruedo los ojos —. ¿Hasta cuando pretendes tener aquí en contra de mi voluntad? —El tiempo que sea necesario. "Con que esas tenemos" —Necesito ropa interior, ropa, zapatos y por supuesto mi maquillaje y cremas de cuidado de la cara. —¿Algo más su majestad? —Dice con ironía. —Qué te pudras en el infierno, pero como eso no puede ser posible nada más. Suelto con ironía rodando los ojos, camino pasando frente a él en dirección al baño. Antes de que pueda dar un paso más me sujeta del brazo bruscamente acercándome a él. —Esta noche voy a tener invitados y tú por supuesto vas a bajar y estar allí —Me mira fijamente —. Si intentas algo juro que acabaré con tu vida en ese mismo instante, ¿Entendido? —Si, imbécil —Me suelto de su agarre —. Pero antes, le dirás a unos de tus perros todo lo que necesito y espero me lo traigan o de lo contrario no cuentes conmigo. Camino entrando al cuarto de baño, esta vez le coloco seguro y me dejo caer al suelo dando un gran suspiro. —¿Salí de un maldito infierno para caer en otro?, necesito salir de aquí lo más pronto posible. Observo la bañera, la empiezo a llenar y ya lista me meto en ella tomando un relajante baño. Nada gano haciéndome la víctima que sufre, al final ya escape de un infierno, puedo escapar de este. Al salir del cuarto de baño, me detengo en seco al ver muchas bolsas de ropa y zapatos de grandes marcas por toda la habitación mientras a una chica saca todo de ellas para acomodarlas. —¿Tú quién eres? —Soy Bianca y soy la encargada de atenderla y estar pendiente que nada le falte señora. —No soy señora, me llamo Katrina. La observo y luce unos dos o tres años menor que yo. Su cabello castaño y su delgada figura la hacen parecer una tierna muñeca. —¿Trabajas aquí o también te tienen en contra de tu voluntad? —Trabajo aquí mientras estudio mi carrera universitaria. —¿Y qué estudias? —Diseño y modas—Me sonríe —. Me gusta mucho el mundo de la moda. —Algo así quise estudiar yo, pero la vida me tenía otros planes —Suspiro —. ¿Necesitas ayuda? —No señorita, puedo sola. —Katrina, solo dime Katrina —Me acerco —. ¿Algo cómodo que me pueda colocar? Me entrega un conjunto deportivo , un sostén y unas bragas; le sonrió y regreso al cuarto de baño para vestirme. Al salir, la veo entrar al armario y acomodar la ropa y zapatos: observo por el ventanal que el atardecer ha caído. —¿Dónde está el señor? —El señor Montecristo se encuentra en su despacho. Camino saliendo de la habitación viendo a los dos guaruras, ruedo los ojos y camino bajando las escaleras encontrándome al tipo de hace un rato. —¿Ya estás tranquila? —Un poco —Lo inspecciono —. ¿Tú quién eres ? —Ludovico, —Toma mi mano dejando un beso en ella —. A sus órdenes. —¿Qué roll juegas en este drama? —Soy el mejor amigo de Luciano y su mano derecha. —¿Tú también te quieres vengar de Antonio? —Mi pregunta lo toma por sorpresa—. Olvídalo, un placer Ludovico. Camino siguiendo el paso, abro la puerta del despacho entrando sin tocar. —Luciano...—Guardo silencio al ver tan grotesca escena —. Lamentó interrumpir su embarazoso y asqueroso acto de fornicación. Escupo al ella separarse y levantarse. La tipa me mira de arriba abajo con evidente enojo, mientras él simplemente se limita a subir su pantalón y abotonarlo. —¿Quién diablos eres tú y qué haces aquí? —Escupe con rabia. —Eso pregúntaselo a él —Camino acercándome al escritorio —. No a mi . —¿Quién es está Luciano? —Ese no es tu problema Alaya, ahora vete y déjanos a solas. Lo mira incrédula y yo no puedo soportar aguantar la risa, me mira furiosa acercándose; cuando veo como levanta su mano y sus intenciones la detengo sujetando fuertemente su brazo. —Te equivocaste conmigo — Tomo del escritorio el arma y retiro el seguro apuntándole justo a mitad de su frente —. Vuelves a intentar tocarme y te mató m*****a perra. Sus ojos me miran expectante, Luciano arrebata de mi mano el arma y me toma del brazo colocándome detrás de él. —Alaya márchate, es una orden. —Luciano... —¡Es una orden! —Grita autoritario . La sujeta del brazo y la lleva arrastras sacándola del despacho, al abrir la puerta veo del otro lado a Ludovico y a Bianca los cuáles miran toda la escena . Cierra la puerta y sus gritos retumban por toda la casa. —¡Te odio Luciano!, ¡Te odio! Me cruzo de brazos y veo como sujeta el puente de su nariz. —Tu mujer está bastante enojada. —No es mi mujer. —No me interesa que sea, el caso es que la próxima vez que trate de tocarme le sacaré los ojos antes de matarla. —¿Eres capaz de matar a una persona? —Ya he matado varías —Me mira asombrado —. Y no me tiembla la mano cuando de halar el gatillo se trata. Sus ojos me miran fijamente dejándome ver ese tono café oscuro de ellos, garraspea y retoma su postura. —¿Qué se te ofrece? —¿Qué tan importante es esta reunión? —¿Por que lo preguntas? —Para saber que tan elegante debo estar. —Es muy importante. —Entonces me iré arreglar. Me doy la vuelta saliendo del despacho, al salir veo a la tipa de hace un instante discutir en una esquina de la sala con Bianca. Al verme ambas guardan silencio y la tipa me mira extremadamente furiosa. —Bianca, ¿Me puedes ayudar alistarme para la reunión de esta noche? —Si, señorita. Se acerca a mi y sube a mi lado las escaleras, al entrar a la habitación bufo. —¿Quién es esa mujer? —Se llama Alaya y también trabaja aquí. —¿Es la prostituta privada de Luciano? —Si se le puede decir así, pero también es mi hermana. La miro asombrada y me da una sonrisa de boca cerrada. —Lo siento, yo... —No te preocupes, no has dicho nada que no sea mentira —Me sonríe —. Mi hermana ha confundido las cosas con el señor Luciano creyendo que tiene autoridad para meterse en su vida, cuando realmente solo se lían para pasar el rato. —¿Hace cuanto ellos se lían? —Hace poco de un año, mi hermana siempre ha estado enamorada del señor Montecristo, finalmente encontró la manera de seducirlo , pero solo logro ser la que lo ayuda a liberar su estrés. —¿Y nunca ha tenido novia, prometida o esposa? —Nunca ha traído una mujer a esta casa, tú eres la primera que trae. —Y en contra de mi voluntad sobre todo. —El señor Luciano es un buen hombre —Sonríe —. Te aseguro que pronto te darás cuenta. —Un mafioso nunca será buena persona. —Te aseguró que él si lo es...—¿Quién es ella Luciano? , ¿Qué hace esa tipa aquí y por qué no me habías dicho nada? —No tengo porque darte explicaciones de mis decisiones —Escupo molesto —. No tienes ese privilegio. —¿Es tu mujer? , has traído una mujer aquí para que sea tu mujer y deshacerte de mi. Sus reclamos me tenían a punto de tomar mi arma y acabar con ella para de una buena vez así callarla. Si no lo hacía era por la simple razón de que le prometí a su padre cuidar de ellas y porque Bianca no lo soportaría. Había cometido el maldito error de enredarme con ella en un momento de estrés y ahora era como un chicle el cuál no podía despegarme de encima. —¡Suficiente! —Grito golpeando mi escritorio —. Vete de aquí, pronto llegaran invitados y tú también debes atender. Me observa sin articular ninguna palabra, basta con ver su rostro rojo del coraje para saber lo molesta que esta. Se da la media y sale azotando la puerta. Sujeto el puente de mi nariz y me acerco al barba servirme un trago para calmar mis
En estos momentos solo quería deshacerme de estos tacones que me traían muerta del cansancio e irme a mi habitación a descansar. Había perdido el hilo de cuantos martinis me había tomado, pero en estos momentos me encontraba un poco mareada y era suficiente para saber que ellos ya habían echo efecto en mi. —¿Sabes dónde estará Luciano? —Le pregunto a Bianca a mi lado —. Ya me quiero ir a mi habitación a descansar, estoy muerta.—Hace un rato le vi ir a las galeras junto a Ludovico. —Iré por él. —No te dejarán pasar, allí no entra nadie sin su autorización. —Pues eso era hasta hoy. Termino de tomarme el último sorbo de mi copa, camino por el jardín en dirección a las dichosas galeras. Al llegar veo a algunos hombres reunidos en la entrada, entre ellos a los dos girolas que había puesto en mi habitación esta tarde, al verme acercarme todos giran a mi dirección. —No puede pasar , es área restringida —Dice uno de ellos —. Debe volver a la fiesta señorita.—Háganse a un lado o jur
No dejaba de pensar en lo sucedido la noche anterior entre Luciano y yo. ¿En que momento deje pasar todo esto?Se supone que debía odiarlo por lo sucedido, pero cada instante me siento más atraída por él y su carácter. —Katrina —La voz de Bianca me saca de mis pensamientos —. ¿Estás bien?, toque pero no me contestaste. —Lo siento, estaba ida en mis pensamientos. —Eso ya lo note —Sonrió —. ¿Cómo amaneciste? —Bien, —Sonrió al recordar la noche anterior —. Al menos eso creo. —Tu semblante lo dice todo y ver salir al señor Montecristo esta mañana de esta habitación pues lo termino de confirmar. —¿Lo viste salir de aquí? —Por supuesto, se le pegaron las sábanas porque era la primera vez que lo veía despertar tan tarde.—¿Y donde esta? —En su despacho con Ludovico, llevan tiempo allí. —Bien...tengo hambre, ¿podemos desayunar? —Vamos al comedor, pediré que te lleven el desayuno. —Primero ayúdame escogiendo que colocarme hoy mientras me ducho. Asiente, voy al cuarto de baño deján
Llevaba toda la maldita mañana aburrida encerrada en estas cuatro paredes. Pese a la compañía de Bianca sentía que necesitaba aire y estaba dispuesta a salir. —Bianca, ayúdame a buscar un atuendo elegante y sexy para salir . —¿Salir? —Me mira incrédula —. ¿A dónde? —A visitar al señor Montecristo a su empresa. —¿Estás hablando enserio? —Asiento. Tomo del armario unas botas de puntas negras altas , una falda del mismo color, una blusa de tiras blanca y una chaqueta de cuero roja. Me lo coloco y Bianca me ayuda escogiendo unos aretes y collar a juego. Tomo un bolso y salimos de la habitación con rumbo a la salida encontrándonos afuera a uno de los de seguridad. —Simon, la señora quiere ir a ver al señor Montecristo ¿Podrías llevarnos? —Enseguida pido que preparen las camionetas para salir. El chico se aleja raseando algo, rápidamente se acerca un grupo de 5 hombres y dos camionetas se estacionan frente a nosotros. Nos abre la puerta de una ayudándonos a subir a ella y cierra
Hace años que no sabía lo que era salir a un restaurante a comer y ver mucha gente a mi alrededor. Al ser la mujer de un narcotraficante en México las salidas eran casi nulas y mi vida se basaba en casa o lugares clandestinos llenos de hombres de la misma calaña que Antonio. Alejandro era un mafioso, empresario que podía darse el lujo de pasearse por todos lados sin correr peligro o que la policía lo persiga a ser su identidad un completo misterio. —¿En que tanto piensas? —La voz susurrante de Alejandro me saca de mis pensamientos —. Luces bastante ida. —Pensaba en lo diferente que es la vida contigo —Lo miro fijamente —. ¿Cuál es la diferencia entre un narcotraficante como Antonio a un mafioso como tú? —Es sencillo, un narcotraficante como Antonio solo le da la capacidad mental de comprar y vender cosas ilegales —Toma un sorbo de su copa —. Y un mafioso como yo produce inteligencia y vende protección a quienes me la pidan. "Vaya"—¿Eso te hace más inteligente y menos peligroso
Había decidido que quería pasar el resto del día en casa, así que cancele todo y me retire con la esperanza de alcanzar la caminera donde iban Katrina, Ludovico y Bianca. Al llegar a casa veo a Ludovico levantar su móvil , al ver la camioneta detenerse se acerca rápidamente y yo me bajo. —¿Qué sucede? —Los de seguridad me acaban de comentar que Bella está aquí. —¿Porque diablos la dejaron entrar? —Espeto molesta. —No lo sé, lo que me preocupa es...—Señor, —Uno de los de seguridad se acerca agitado —. Debe venir adentro rápido.—Katrina...Entro rápidamente seguido de Ludovico,escuchó a algunos gritos por toda la casa. —¡Katrina detente o la matarás! Bianca grita aterrorizada mientras Katrina se encuentra barriendo prácticamente toda la casa con Bella la cual sostiene por su cabello y golpea contra el suelo. "Esta mujer esta loca" —¡Hagan algo antes que la mate! Me acerco rápidamente a ella tomándola por la cintura mientras Ludovico intenta hacer que suelte a Bella. Al logr
—¿Y bien? —Me cruzó de brazos mirándola fijamente —. ¿Por qué me mentiste? —No te mentí, la señorita Bella nunca ha vivido en esta casa ni había sido traída por el señor Montecristo. —Si fue su prometida debió hacerlo Bianca. —De hecho nunca la trajo, solo venía acompañada de su padre en reuniones y se iba nunca durmió en esta casa. —¿Entonces que tipo de relación tenían esos dos? —Su compromiso fue por negocios y si tuvieron algo, tuvo que ser fuera de esta casa. "Vaya" Me pregunto si Luciano se habrá follado a esa patética mujer. Sabía que me había pasado en darle su merecido al golpearla de aquella forma , pero ella había acabado con mi poca paciencia. La puerta de la habitación se abre entrando Luciano, observa fríamente a Bianca y está sale rápidamente de la habitación dejándonos a solas. —¿Qué? , vienes a sermonearme por golpear a tu hermosa ex prometida —Me cruzo de brazos —. No estoy para sermones Luciano. —No he venido a eso —Introduce sus manos en los bolsillos de
Luciano se veía bastante molesto, estaba rojo de ira y podía jurar que estaba completamente poseído por ella. Daba vueltas en la habitación mientras Ludovico se encontraba a mi lado sentado observándolo en silencio al igual que yo. Había dado la orden de que su madre fuera instalada en una de las habitaciones de arriba mientras solucionaba todo esto. —Nuestros hombres han confirmado el ataque, en efecto no quedó ninguno vivo; ni siquiera los del servicio. —Quiero que los rastreen, llama a los demás socios y diles que pido su cooperación si quieres seguir teniendo protección y autoridad. —Ya lo he hecho, Vitaly nos ha notificado que han salido del país hace unas dos horas; entraron y salieron con pasaportes falsos del país según nuestro informante de migración. —¿Un informante del gobierno? —Preguntó incrédula. —Querida, el gobierno coopera con nosotros por ciertos negocios que mantienen con nosotras —Me guiña el ojo —. Que no te sorprenda nada. —Quiero saber adónde se dirigen.