Luciano Montecristo
Ese era yo, un hombre al cuál perder sus padres cuando era un niño y sufrir la muerte de mi único hermano me había vuelto un hombre calculador, frío y sediento de venganza. Mi padre fue un conocido mafioso de Italia, cuando murió mi hermano tomo su lugar creando un imperio más grande y creando empresas para disimular nuestra ostentosa vida. Los negocios eran algo que me apasionaban desde adolescente, me visualizaba como un gran empresario alejado del mundo criminal, pero eso cambio la noche cuando unas camionetas nos interceptaron, me dispararon en el pecho y mientras perdía el conocimiento me toco ver como aquel hombre le disparaba a mi hermano llevándoselo de este mundo. En ese momento pensé que ambos nos moriríamos, sin embargo corrí con la suerte de sobrevivir y desde entonces jure vengarme de aquel maldito. Me costo un par de meses recuperarme, a los 22 años tome el puesto de mi hermano y con ayuda de Ludobico su mano derecha y mi mejor amigo pude lograr retomar el control y triplicar todos los negocios que este llevaba, incluso los de la mafia. —Me voy unos días y al regresar me encuentro con la noticia que tenemos una invitada retenida a la fuerza aquí que te quiso matar. —Nada que no pueda controlar —Me giro viéndolo y tomó asiento detrás de mi escritorio —. ¿Qué tal todo? —Todo marcha tal como queríamos, no hay de que preocuparse —Toma asiento —. Ahora, ¿Me dirás por qué secuestraste a una mujer? —Choco conmigo en el hotel en Polonia, lucia nerviosa y al ver que unos hombres la vigilaban puse a nuestros hombres a averiguar quién era ella, luego la salve y la traje aquí. —¿La salvaste? —Si, esos hombres tenían órdenes de llevarla viva o muerta. —¿Y porque interferir? Si ni siquiera sabes quién es ella. —Te equivocas, porque si sé quién es ella —Me mira confundido —. Es la mujer de Conde, por eso la secuestre, para hacerlo venir a mi y hacerlo sufrir. —¿Qué? , estuvimos mucho tiempo buscando un punto débil para destruirlo y finalmente llego a nosotros solo. —Ya me encargue de hacerle saber que su mujer ahora me pertenece, quiero hacerlo enfurecer y hacerlo venir a mi. —Y que pien... Queda con la palabra en la boca al ser interrumpido por varios estropicios de lo que parece ser vidrios romperse. Se levanta de su silla al igual que yo y salimos del despacho viendo a dos de nuestros hombres cubrirse en el final de las escaleras mientras Katrina le avienta adornos de cristal de varios rincones de la casa. —¡¿Qué significa todo esto?! —Espeto dando un grito haciendo que se detenga. —Dile a tus malditos hombres que me dejen aunque sea ducharme sola. Observo su cuerpo y veo que este es cubierto por una toalla de baño mientras su cabello luce mojado. Ludovico la observa asombrado y esta lo fulmina con la mirada mientras le avienta un adorno el cual logra esquivar. —Deja de mirarme así degenerado. —¡Suficiente! O me obligarás a encerrarte en el sótano. —¿No te basta con tenerme aquí en contra de mi voluntad? —Espera furiosa —. Sólo diles a estos idiotas que se mantengan fuera del cuarto de baño o juro que los castrare. Se da la vuelta marchándose desapareciendo por el pasillo a pasos agigantados. —Señor... —Ya la escucharon, redoblen la seguridad en su balcón. —Si, señor. —Vaya que tiene carácter la mujercita —Musita Ludovico al marcharse nuestros hombres —. Tienes que tener paciencia con esa fiera o puede terminar agotando tú paciencia. —Ya lo esta haciendo, ya lo esta logrando. Esta mujer alteraba la poca paciencia que tenía, su rebeldía me hacía querer tenerla amarrada y con la boca tapada. No entendía como Conde había podido soportar tanto su rebeldía sin siquiera matarla o tenerla amordazada. —Iré a ver que todo este listo —Palmea mi hombro —. No demoran en llegar nuestros invitados. Se retira, subo las escaleras y camino hasta llegar a la habitación que pedí le dieran, no me molesto en tocar y abro la puerta viéndola desnuda mirándolo por la ventana. Al girarse se cubre sus pechos con sus manos mientras toma rápidamente la bata de baño de la cama y se la coloca. —Idiota, ¿No sabes tocar? —No eres la primera mujer que veo desnuda —Respondo con serenidad llevando mis manos a los bolsillos de mi pantalón —. ¿Qué fisgoneabas por la ventana? —Los hombres que has puesto frente al balcón —Rueda los ojos —. ¿Hasta cuando pretendes tener aquí en contra de mi voluntad? —El tiempo que sea necesario. —Necesito ropa interior, ropa, zapatos y por supuesto mi maquillaje y cremas de cuidado de la cara. —¿Algo más su majestad? —Qué te pudras en el infierno, pero como eso no puede ser posible nada más. Rueda los ojos, camina pasando frente a mi y antes de que pueda dar un paso más la tomó bruscamente del brazo atrayéndola a mi. —Esta noche voy a tener invitados y tú por supuesto vas a bajar y estar allí —La miro fijamente —. Si intentas algo juro que acabaré con tu vida en ese mismo instante, ¿Entendido? —Si, imbécil —Se suelta de mi agarre —. Pero antes, le dirás a unos de tus perros todo lo que necesito y espero me lo traigan o de lo contrario no cuentes conmigo. Camina yendo al cuarto de baño, sujeto el puente de mi nariz y trato de tranquilizarme. Camino a la salida y en el pasillo me detengo. —Que alguien se encargue de conseguir una maquillista para hoy mismo, me traigan ropa, zapatos y todo lo necesario para la señorita. —Si, señor. —Todo tiene que salir perfectamente bien. —Así será señor. Camino yendo a mi habitación para alistarme, mi plan debe empezar y marchar todo como lo he planeado durante mucho tiempo...Sabía que al momento de apuntarle con aquella arma a ese imbécil estaba jugando con mi vida y capaz no saldría viva de allí así que era mejor morir intentándolo que no hacer nada. Pero para mi suerte, no terminé muerta, sus hombres me desarmaron y durmieron sin ningún esfuerzo. Al despertar lo hice dentro de una gran habitación con dos hombres en cada esquina de la habitación los cuales me miran serios. —¿Ustedes que diablos hacen aquí? —Tenemos órdenes estrictas de vigilarla señora. —Idiotas. Suspiró dándome por vencida. Mi cabeza duele por la fuerte migraña que traigo y recuerdo que llevo 24 horas sin bañarme. Me levanto de la cama y camino yendo al cuarto de baño, me deshago de mi ropa quedando solo en tanga. Me la retiro y entro encendiendo la ducha dejando que moje mi cabello.Al abrir los ojos observo dos figuras fuera de la ducha, deslizo la puerta corrediza tomando una toalla y envolviendo mi cuerpo en ella.—¿Qué diablos hacen aquí dentro? —Tenemos órdenes estrictas
—¿Quién es ella Luciano? , ¿Qué hace esa tipa aquí y por qué no me habías dicho nada? —No tengo porque darte explicaciones de mis decisiones —Escupo molesto —. No tienes ese privilegio. —¿Es tu mujer? , has traído una mujer aquí para que sea tu mujer y deshacerte de mi. Sus reclamos me tenían a punto de tomar mi arma y acabar con ella para de una buena vez así callarla. Si no lo hacía era por la simple razón de que le prometí a su padre cuidar de ellas y porque Bianca no lo soportaría. Había cometido el maldito error de enredarme con ella en un momento de estrés y ahora era como un chicle el cuál no podía despegarme de encima. —¡Suficiente! —Grito golpeando mi escritorio —. Vete de aquí, pronto llegaran invitados y tú también debes atender. Me observa sin articular ninguna palabra, basta con ver su rostro rojo del coraje para saber lo molesta que esta. Se da la media y sale azotando la puerta. Sujeto el puente de mi nariz y me acerco al barba servirme un trago para calmar mis
En estos momentos solo quería deshacerme de estos tacones que me traían muerta del cansancio e irme a mi habitación a descansar. Había perdido el hilo de cuantos martinis me había tomado, pero en estos momentos me encontraba un poco mareada y era suficiente para saber que ellos ya habían echo efecto en mi. —¿Sabes dónde estará Luciano? —Le pregunto a Bianca a mi lado —. Ya me quiero ir a mi habitación a descansar, estoy muerta.—Hace un rato le vi ir a las galeras junto a Ludovico. —Iré por él. —No te dejarán pasar, allí no entra nadie sin su autorización. —Pues eso era hasta hoy. Termino de tomarme el último sorbo de mi copa, camino por el jardín en dirección a las dichosas galeras. Al llegar veo a algunos hombres reunidos en la entrada, entre ellos a los dos girolas que había puesto en mi habitación esta tarde, al verme acercarme todos giran a mi dirección. —No puede pasar , es área restringida —Dice uno de ellos —. Debe volver a la fiesta señorita.—Háganse a un lado o jur
No dejaba de pensar en lo sucedido la noche anterior entre Luciano y yo. ¿En que momento deje pasar todo esto?Se supone que debía odiarlo por lo sucedido, pero cada instante me siento más atraída por él y su carácter. —Katrina —La voz de Bianca me saca de mis pensamientos —. ¿Estás bien?, toque pero no me contestaste. —Lo siento, estaba ida en mis pensamientos. —Eso ya lo note —Sonrió —. ¿Cómo amaneciste? —Bien, —Sonrió al recordar la noche anterior —. Al menos eso creo. —Tu semblante lo dice todo y ver salir al señor Montecristo esta mañana de esta habitación pues lo termino de confirmar. —¿Lo viste salir de aquí? —Por supuesto, se le pegaron las sábanas porque era la primera vez que lo veía despertar tan tarde.—¿Y donde esta? —En su despacho con Ludovico, llevan tiempo allí. —Bien...tengo hambre, ¿podemos desayunar? —Vamos al comedor, pediré que te lleven el desayuno. —Primero ayúdame escogiendo que colocarme hoy mientras me ducho. Asiente, voy al cuarto de baño deján
Llevaba toda la maldita mañana aburrida encerrada en estas cuatro paredes. Pese a la compañía de Bianca sentía que necesitaba aire y estaba dispuesta a salir. —Bianca, ayúdame a buscar un atuendo elegante y sexy para salir . —¿Salir? —Me mira incrédula —. ¿A dónde? —A visitar al señor Montecristo a su empresa. —¿Estás hablando enserio? —Asiento. Tomo del armario unas botas de puntas negras altas , una falda del mismo color, una blusa de tiras blanca y una chaqueta de cuero roja. Me lo coloco y Bianca me ayuda escogiendo unos aretes y collar a juego. Tomo un bolso y salimos de la habitación con rumbo a la salida encontrándonos afuera a uno de los de seguridad. —Simon, la señora quiere ir a ver al señor Montecristo ¿Podrías llevarnos? —Enseguida pido que preparen las camionetas para salir. El chico se aleja raseando algo, rápidamente se acerca un grupo de 5 hombres y dos camionetas se estacionan frente a nosotros. Nos abre la puerta de una ayudándonos a subir a ella y cierra
Hace años que no sabía lo que era salir a un restaurante a comer y ver mucha gente a mi alrededor. Al ser la mujer de un narcotraficante en México las salidas eran casi nulas y mi vida se basaba en casa o lugares clandestinos llenos de hombres de la misma calaña que Antonio. Alejandro era un mafioso, empresario que podía darse el lujo de pasearse por todos lados sin correr peligro o que la policía lo persiga a ser su identidad un completo misterio. —¿En que tanto piensas? —La voz susurrante de Alejandro me saca de mis pensamientos —. Luces bastante ida. —Pensaba en lo diferente que es la vida contigo —Lo miro fijamente —. ¿Cuál es la diferencia entre un narcotraficante como Antonio a un mafioso como tú? —Es sencillo, un narcotraficante como Antonio solo le da la capacidad mental de comprar y vender cosas ilegales —Toma un sorbo de su copa —. Y un mafioso como yo produce inteligencia y vende protección a quienes me la pidan. "Vaya"—¿Eso te hace más inteligente y menos peligroso
Había decidido que quería pasar el resto del día en casa, así que cancele todo y me retire con la esperanza de alcanzar la caminera donde iban Katrina, Ludovico y Bianca. Al llegar a casa veo a Ludovico levantar su móvil , al ver la camioneta detenerse se acerca rápidamente y yo me bajo. —¿Qué sucede? —Los de seguridad me acaban de comentar que Bella está aquí. —¿Porque diablos la dejaron entrar? —Espeto molesta. —No lo sé, lo que me preocupa es...—Señor, —Uno de los de seguridad se acerca agitado —. Debe venir adentro rápido.—Katrina...Entro rápidamente seguido de Ludovico,escuchó a algunos gritos por toda la casa. —¡Katrina detente o la matarás! Bianca grita aterrorizada mientras Katrina se encuentra barriendo prácticamente toda la casa con Bella la cual sostiene por su cabello y golpea contra el suelo. "Esta mujer esta loca" —¡Hagan algo antes que la mate! Me acerco rápidamente a ella tomándola por la cintura mientras Ludovico intenta hacer que suelte a Bella. Al logr
—¿Y bien? —Me cruzó de brazos mirándola fijamente —. ¿Por qué me mentiste? —No te mentí, la señorita Bella nunca ha vivido en esta casa ni había sido traída por el señor Montecristo. —Si fue su prometida debió hacerlo Bianca. —De hecho nunca la trajo, solo venía acompañada de su padre en reuniones y se iba nunca durmió en esta casa. —¿Entonces que tipo de relación tenían esos dos? —Su compromiso fue por negocios y si tuvieron algo, tuvo que ser fuera de esta casa. "Vaya" Me pregunto si Luciano se habrá follado a esa patética mujer. Sabía que me había pasado en darle su merecido al golpearla de aquella forma , pero ella había acabado con mi poca paciencia. La puerta de la habitación se abre entrando Luciano, observa fríamente a Bianca y está sale rápidamente de la habitación dejándonos a solas. —¿Qué? , vienes a sermonearme por golpear a tu hermosa ex prometida —Me cruzo de brazos —. No estoy para sermones Luciano. —No he venido a eso —Introduce sus manos en los bolsillos de