Capítulo 9

Hace años que no sabía lo que era salir a un restaurante a comer y ver mucha gente a mi alrededor.

Al ser la mujer de un narcotraficante en México las salidas eran casi nulas y mi vida se basaba en casa o lugares clandestinos llenos de hombres de la misma calaña que Antonio.

Alejandro era un mafioso, empresario que podía darse el lujo de pasearse por todos lados sin correr peligro o que la policía lo persiga a ser su identidad un completo misterio.

—¿En que tanto piensas? —La voz susurrante de Alejandro me saca de mis pensamientos —. Luces bastante ida.

—Pensaba en lo diferente que es la vida contigo —Lo miro fijamente —. ¿Cuál es la diferencia entre un narcotraficante como Antonio a un mafioso como tú?

—Es sencillo, un narcotraficante como Antonio solo le da la capacidad mental de comprar y vender cosas ilegales —Toma un sorbo de su copa —. Y un mafioso como yo produce inteligencia y vende protección a quienes me la pidan.

"Vaya"

—¿Eso te hace más inteligente y menos peligroso
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