¡Maldito infeliz!En estos momentos la sangre me hierve de coraje, al punto que si tuviera un arma en mis manos dejaría sin bolas a Luciano.Solo el recordar sus palabras hacen que mi sangre hierva. —¿Estás enamorando de esa mujer?, ¿Te vas a casar con ella? —No estoy enamorado, ni me pienso casar Alaya , mi relación con Katrina es solo por una razón. Escuchar eso hizo que algo dentro de mí se llenara de ira, pero no pensaba demostrárselo y mucho menos reclamárselo. Entendía que esa razón era su venganza y si solo era parte de ella entonces retomaría lo que soy para él, su anzuelo de su venganza. Al salir del cuarto de baño me encuentro a Bianca con una charola en donde trae frutas, caldo de pollo y agua. —Ahorita lo que menos tengo es Hambre Bianca. —Estas roja del coraje, si sigues así vas a explotar en cualquier momento —Coloca la charola en la mesa —. Debes comer para tomar los antibióticos, te recuerdo que traes una herida de bala que no podemos dejar que se te infecte.
Había sido una noche larga para mi, luego de aquel encuentro con Luciano decidimos abandonar el salón y terminar nuestro encuentro en su habitación. Al despertar me encuentro con su presencia a mi lado el cual duerme de manera relajada. Algo sumamente extraño ya que no ha terminado de salir el sol y este hombre ya se encuentra en su despacho trabajando. Me levanto de la cama con sumo cuidado, voy al cuarto de baño lavando mis dientes y rostro. Me coloco una bata y salgo de la habitación con destino a la cocina por una taza de café. —Bianca, puedes... —Guardo silencio al no verla por ningún lado —. Me la tendré que preparar yo misma. Me acerco al mueble de la despensa en busca de una taza, cuando me giro la dejo caer del susto al ver aquel hombre de anoche en una esquina de la isleta con una taza de café en su mano y el periódico. —¿Qué mierda haces aquí? —Espeto rápidamente. —Lo lamento Katrina, no era mi intensión asustarte —Me sonríe —. Si estoy aquí es porque también viví e
Suelto una carcajada ante sus palabras y esta me mira completamente enojada.—¿De que coño te ríes ? —Eres demasiado mala para los chistes Bella —Niego tratando de dejar de reír —. Deberías buscar uno mejor, ¿no crees? La puerta se abre entrando Bruno y Luciano, este último me mira fijamente y confundido al ver mi risa. —¿Qué sucede aquí? —Pregunta en tono demandante. —Pues nada, aquí nuestra querida Bella que viene a darte la noticia de que serán padres —Suelto nuevamente una carcajada —. ¿Puedes creer? Me van a convertir en madrastra a mi edad querido . La cara de Bruno es un verdadero poema y la de Luciano más que sorprendido parece molesto. Se acerca a ella tomándola por el brazo y sacudiéndola de manera brusca.—¿A que coño viene tú bromita de mal gusto Bella ? —No es ninguna broma —Se suelta de su agarre —. Estoy embarazada y es posible que seas el padre. —Es una posibilidad, pero no una veracidad ya que todos sabemos que te acuesta con todo el mundo querida Bella —Musit
AlbarracínMunicipio en EspañaNos encontrábamos al suroeste del país, Las altas murallas de Albarracín me hacían sentirme como si estuviera viniendo en la Edad Media. Nuestras camionetas se desplazaban con gran rapidez por sus angostas calles llevándonos a la que sería nuestra casa de seguridad mientras estaremos aquí. —Ramón, encárgate de que los hombres custodien los puntos más vulnerables y que conecten todo al equipo de vigilancia. —Enseguida señora. —Ludovico, ¿Ya sabemos dónde están ubicados ellos? —Pregunta Luciano. —Si, también donde está su mercancía. En estos momentos esta llegando y nuestros hombres se encuentran vigilándolos.—Está noche habrá un evento organizado por uno de nuestros socios y asistiremos —Musita Bruno —. Máscaras y trajes es la temática , así que alisten sus antifaces y sus mejores atuendos. —¿Quiénes asistirán? —Preguntó. —Tu hermana y el gorila de confianza de Antonio. —Perfecto, tenemos unas horas para prepáranos —Me levantó con una sonrisa —.
Luego de aquel golpe, era necesario regresar lo más pronto a Italia y eso hicimos. No podíamos corrernos el riesgo de sufrir un enfrentamiento en un territorio que no manejaba Luciano. Al llegar a Italia nos desplazamos rápidamente de vuelta a casa, Bruno baja de la camioneta, Ludovico se acerca y baja de mala manera a una Laura quien parece una gata rabiosa gritando y moviéndose. —¡Suéltame maldito imbécil! —Llévala adentro —Pido Luciano . Ludovico le sigue el paso, entramos detrás de ellos y al llegar a mitad de la sala Bruno se le acerca cortando los zunchos que sujetaban sus manos. Cuando trata de dar un paso y acercársele me le paro en frente deteniendo su mano. —Es mejor que te calmes o...—¿O qué? —Responde desafiante —. ¡Eres una maldita hija de puta! Suelto su mano ignorando sus palabras, veo su intención nuevamente de alzar su mano y esta vez sacó rápidamente mi arma apuntándole. —Estás colmando mi paciencia Laura —Retrocede —. Es mejor que no la hagas llegar al lími
Habían pasado dos semanas desde que habíamos traído a la fuerza a Laura. Seguía comportándose como una chiquilla caprichosa haciendo rabietas a cada rato. Ludovico se encargaba de tenerla bien vigilada mientras Bruno y Luciano investigaban con sus hombres el paradero de Antonio. Sabía que iba a ser imposible dar con él, manejaba a la mayoría de los narcotraficantes de México y ellos darían su vida por mantenerlo a salvo pese a lo que fuera. —¿En que tanto piensas? La voz de Luciano me saca de mis pensamientos. Me giro y lo veo detrás mío con las manos dentro de sus bolsillos mirándome de manera fija. —Nada —Le sonrió —. Solo analizaba lo que ha estado pasando todo este tiempo. —Tranquilla nena —Deja un beso en mi frente —. Daremos con él cueste lo que cueste así sea lo último que haga. —¿Qué han investigado? —Enrollo mis manos sobre su cuello y dejo un casto beso en sus hermosos y carnosos labios.—Conde abandonó México y en estos momentos se encuentra en Colombia siendo cuida
El encierro y la convivencia forzada con Laura estaban empezando a asfixiarme. Sus constantes pataletas, sus quejas interminables, me tenían al borde del colapso.Han pasado tres semanas desde que llegó aquí, y cada día ha sido una tortura mayor que el anterior.Luciano está fuera de la ciudad, ocupado con sus negocios y manejando sus compañías. Me parece raro que no esté aquí, vigilando de cerca sus otros negocios... los ilegales. Pero para eso está Ludovico, quien parece estar manejando las cosas con bastante soltura.Nos mantenemos en contacto a lo largo del día a través de mensajes, y cada noche hablamos por videollamada, poniéndonos al día, contándonos los detalles de nuestras vidas. Aunque sé que, en el fondo, Luciano no tiene paz mientras Antonio siga respirando.Paula se ha vuelto insoportable, así que he decidido trasladarla a los chalets en el jardín, donde sus rabietas no pueden agotarnos más de lo que ya estamos.Exhalo un largo suspiro mientras me miro en el espejo por úl
Había sido un viaje largo pero finalmente Luciano regreso antes de tiempo. Estaba en su oficina, un lugar que siempre había sido su refugio, rodeado de documentos, mapas y teléfonos que no dejaban de sonar. Los negocios, legales e ilegales, se manejaban desde ese centro de operaciones. Pero ese día, su mente estaba en otra parte. Un presentimiento sombrío le recorría la piel, como una advertencia que no podía ignorar.Ludovico entró a la habitación con un gesto serio, sosteniendo un teléfono en la mano. Apenas cruzó el umbral, Luciano lo miró con una intensidad que podría partir el aire.—Dime que no es lo que estoy pensando —gruñó Luciano, sus ojos oscuros encendidos de preocupación.—Es Katrina —respondió Ludovico, con una voz grave que apenas contenía su propia tensión—. La emboscaron. Mataron a todos los hombres que la acompañaban. El tiempo se detuvo. La habitación pareció encogerse alrededor de Luciano, el aire se volvió más pesado, más denso. Se levantó de su asiento, derriba