Capítulo 23

El encierro y la convivencia forzada con Laura estaban empezando a asfixiarme. Sus constantes pataletas, sus quejas interminables, me tenían al borde del colapso.

Han pasado tres semanas desde que llegó aquí, y cada día ha sido una tortura mayor que el anterior.

Luciano está fuera de la ciudad, ocupado con sus negocios y manejando sus compañías. Me parece raro que no esté aquí, vigilando de cerca sus otros negocios... los ilegales. Pero para eso está Ludovico, quien parece estar manejando las cosas con bastante soltura.

Nos mantenemos en contacto a lo largo del día a través de mensajes, y cada noche hablamos por videollamada, poniéndonos al día, contándonos los detalles de nuestras vidas. Aunque sé que, en el fondo, Luciano no tiene paz mientras Antonio siga respirando.

Paula se ha vuelto insoportable, así que he decidido trasladarla a los chalets en el jardín, donde sus rabietas no pueden agotarnos más de lo que ya estamos.

Exhalo un largo suspiro mientras me miro en el espejo por úl
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