La despertar sentía que toda ilusión y sensación de alivio que tenía por escapar de aquella tortura se había desvanecido rápidamente. Llevaba media hora gritando con todas mis fuerzas que me dejaran salir, pero simplemente nadie me escuchaba o me ignoraban. Fugaces recuerdos llegaban a mi de lo sucedido la noche anterior, al despertar me percaté que ya era de día y me encontraba encerrada en una habitación algo pequeña y sin ventanas. ¿Quién diablos era ese tipo y porque me llevo a la fuerza? Era la pregunta que no me dejaba de hacer una y otra vez. —¡Déjenme salir! —Grito exasperada en un último intento. Escucho como abren la cerradura, rápidamente doy unos pasos hacía atrás y veo como dos hombres vestidos de traje entran a la habitación acercándose a mi y sujetándome por mis brazos. —¿Qué diablos hacen? —Trato de safarme —. ¡Exijo que me suelten y me digan que diablos quieren! Me llevan arrastras por un pasillo, hasta salir de el , observo una sala bastante amplia y me lleva
Luciano Montecristo Ese era yo, un hombre al cuál perder sus padres cuando era un niño y sufrir la muerte de mi único hermano me había vuelto un hombre calculador, frío y sediento de venganza.Mi padre fue un conocido mafioso de Italia, cuando murió mi hermano tomo su lugar creando un imperio más grande y creando empresas para disimular nuestra ostentosa vida. Los negocios eran algo que me apasionaban desde adolescente, me visualizaba como un gran empresario alejado del mundo criminal, pero eso cambio la noche cuando unas camionetas nos interceptaron, me dispararon en el pecho y mientras perdía el conocimiento me toco ver como aquel hombre le disparaba a mi hermano llevándoselo de este mundo. En ese momento pensé que ambos nos moriríamos, sin embargo corrí con la suerte de sobrevivir y desde entonces jure vengarme de aquel maldito. Me costo un par de meses recuperarme, a los 22 años tome el puesto de mi hermano y con ayuda de Ludobico su mano derecha y mi mejor amigo pude lograr
Sabía que al momento de apuntarle con aquella arma a ese imbécil estaba jugando con mi vida y capaz no saldría viva de allí así que era mejor morir intentándolo que no hacer nada. Pero para mi suerte, no terminé muerta, sus hombres me desarmaron y durmieron sin ningún esfuerzo. Al despertar lo hice dentro de una gran habitación con dos hombres en cada esquina de la habitación los cuales me miran serios. —¿Ustedes que diablos hacen aquí? —Tenemos órdenes estrictas de vigilarla señora. —Idiotas. Suspiró dándome por vencida. Mi cabeza duele por la fuerte migraña que traigo y recuerdo que llevo 24 horas sin bañarme. Me levanto de la cama y camino yendo al cuarto de baño, me deshago de mi ropa quedando solo en tanga. Me la retiro y entro encendiendo la ducha dejando que moje mi cabello.Al abrir los ojos observo dos figuras fuera de la ducha, deslizo la puerta corrediza tomando una toalla y envolviendo mi cuerpo en ella.—¿Qué diablos hacen aquí dentro? —Tenemos órdenes estrictas
—¿Quién es ella Luciano? , ¿Qué hace esa tipa aquí y por qué no me habías dicho nada? —No tengo porque darte explicaciones de mis decisiones —Escupo molesto —. No tienes ese privilegio. —¿Es tu mujer? , has traído una mujer aquí para que sea tu mujer y deshacerte de mi. Sus reclamos me tenían a punto de tomar mi arma y acabar con ella para de una buena vez así callarla. Si no lo hacía era por la simple razón de que le prometí a su padre cuidar de ellas y porque Bianca no lo soportaría. Había cometido el maldito error de enredarme con ella en un momento de estrés y ahora era como un chicle el cuál no podía despegarme de encima. —¡Suficiente! —Grito golpeando mi escritorio —. Vete de aquí, pronto llegaran invitados y tú también debes atender. Me observa sin articular ninguna palabra, basta con ver su rostro rojo del coraje para saber lo molesta que esta. Se da la media y sale azotando la puerta. Sujeto el puente de mi nariz y me acerco al barba servirme un trago para calmar mis
En estos momentos solo quería deshacerme de estos tacones que me traían muerta del cansancio e irme a mi habitación a descansar. Había perdido el hilo de cuantos martinis me había tomado, pero en estos momentos me encontraba un poco mareada y era suficiente para saber que ellos ya habían echo efecto en mi. —¿Sabes dónde estará Luciano? —Le pregunto a Bianca a mi lado —. Ya me quiero ir a mi habitación a descansar, estoy muerta.—Hace un rato le vi ir a las galeras junto a Ludovico. —Iré por él. —No te dejarán pasar, allí no entra nadie sin su autorización. —Pues eso era hasta hoy. Termino de tomarme el último sorbo de mi copa, camino por el jardín en dirección a las dichosas galeras. Al llegar veo a algunos hombres reunidos en la entrada, entre ellos a los dos girolas que había puesto en mi habitación esta tarde, al verme acercarme todos giran a mi dirección. —No puede pasar , es área restringida —Dice uno de ellos —. Debe volver a la fiesta señorita.—Háganse a un lado o jur
No dejaba de pensar en lo sucedido la noche anterior entre Luciano y yo. ¿En que momento deje pasar todo esto?Se supone que debía odiarlo por lo sucedido, pero cada instante me siento más atraída por él y su carácter. —Katrina —La voz de Bianca me saca de mis pensamientos —. ¿Estás bien?, toque pero no me contestaste. —Lo siento, estaba ida en mis pensamientos. —Eso ya lo note —Sonrió —. ¿Cómo amaneciste? —Bien, —Sonrió al recordar la noche anterior —. Al menos eso creo. —Tu semblante lo dice todo y ver salir al señor Montecristo esta mañana de esta habitación pues lo termino de confirmar. —¿Lo viste salir de aquí? —Por supuesto, se le pegaron las sábanas porque era la primera vez que lo veía despertar tan tarde.—¿Y donde esta? —En su despacho con Ludovico, llevan tiempo allí. —Bien...tengo hambre, ¿podemos desayunar? —Vamos al comedor, pediré que te lleven el desayuno. —Primero ayúdame escogiendo que colocarme hoy mientras me ducho. Asiente, voy al cuarto de baño deján
Llevaba toda la maldita mañana aburrida encerrada en estas cuatro paredes. Pese a la compañía de Bianca sentía que necesitaba aire y estaba dispuesta a salir. —Bianca, ayúdame a buscar un atuendo elegante y sexy para salir . —¿Salir? —Me mira incrédula —. ¿A dónde? —A visitar al señor Montecristo a su empresa. —¿Estás hablando enserio? —Asiento. Tomo del armario unas botas de puntas negras altas , una falda del mismo color, una blusa de tiras blanca y una chaqueta de cuero roja. Me lo coloco y Bianca me ayuda escogiendo unos aretes y collar a juego. Tomo un bolso y salimos de la habitación con rumbo a la salida encontrándonos afuera a uno de los de seguridad. —Simon, la señora quiere ir a ver al señor Montecristo ¿Podrías llevarnos? —Enseguida pido que preparen las camionetas para salir. El chico se aleja raseando algo, rápidamente se acerca un grupo de 5 hombres y dos camionetas se estacionan frente a nosotros. Nos abre la puerta de una ayudándonos a subir a ella y cierra
Hace años que no sabía lo que era salir a un restaurante a comer y ver mucha gente a mi alrededor. Al ser la mujer de un narcotraficante en México las salidas eran casi nulas y mi vida se basaba en casa o lugares clandestinos llenos de hombres de la misma calaña que Antonio. Alejandro era un mafioso, empresario que podía darse el lujo de pasearse por todos lados sin correr peligro o que la policía lo persiga a ser su identidad un completo misterio. —¿En que tanto piensas? —La voz susurrante de Alejandro me saca de mis pensamientos —. Luces bastante ida. —Pensaba en lo diferente que es la vida contigo —Lo miro fijamente —. ¿Cuál es la diferencia entre un narcotraficante como Antonio a un mafioso como tú? —Es sencillo, un narcotraficante como Antonio solo le da la capacidad mental de comprar y vender cosas ilegales —Toma un sorbo de su copa —. Y un mafioso como yo produce inteligencia y vende protección a quienes me la pidan. "Vaya"—¿Eso te hace más inteligente y menos peligroso