—Recuerda ponerte más hermosa de lo normal, Liv. Te aseguro que Jared soltará la baba al verte con ese vestido. —Mónica, una de mis mejores amigas, agitaba sugestivamente el pedazo de tela brillante que usaría esta noche— No puede estar molesto toda la vida; es una tontería.
Recordarlo solo me daba ganas de vomitar. Aún así, él no parecía entender mis razones. —No le prestes atención, Liv. Si el idiota de Jared no puede comprenderte, es problema de él. —Amara, mi otra mejor amiga, era la versión opuesta de Mónica, pero amaba tener sus opiniones presentes— No tienes porqué sentirte mal de algo que no es tu culpa. —Amara, comprendo que Jared no te cae bien, pero la forma en que lo dices suena como si realmente lo odiaras. —Mónica se burla de ella, y la mencionada rueda los ojos antes de lanzarle un cojín en la cara, lo que hace que ambas rían divertidas— Al menos tienes que admitir que está bueno. Liv tiene buenos gustos. —Podrá estar bueno, pero es un idiota. —Vuelve a rodar los ojos la morena de piel brillante y cabello ondulado. Mi amiga era toda una belleza exótica— No supo entender cuando Liv le dijo que no, y esa es razón suficiente para ponerlo en mi lista negra. Hay mejores pretendientes... Gustavo, por ejemplo. Al escuchar la mención de su nombre, me permito soltar una pequeña risa. —Créeme, después del interrogatorio que le hizo mi papá la otra vez, dudo que vuelva a acercarse a mí. —Suspiro y me siento en la cama, recostando mi espalda sobre la base. De inmediato, mis amigas se colocan a cada lado y recuestan sus cabezas sobre mis hombros. Sabían que el tema con mi papá era bastante delicado para mí— Amo a papá y ustedes lo saben, pero a veces no conoce sus límites. —Él solo quiere evitar que vuelvas a sufrir. —De nuevo, Amara intentaba hacerme entender las circunstancias. —Sí, Liv, no es fácil lo que sucedió. —Mónica también intentaba aliviar el ambiente. —Lo sé, pero ya han pasado tres años. No podemos vivir con miedo para siempre. Además, ya sé defenderme. —Sonrío victoriosa al recordar las clases de defensa personal en las que me había inscrito mi padre después de lo que viví cuando tenía quince. Aunque, la verdad, prefería olvidar ese detalle. Era una niña; no sabía en lo que me estaba metiendo. Tampoco fue mi culpa, eso también lo tenía claro. Quien intentó hacerme daño ya estaba muy lejos de mí y nunca más volveríamos a cruzar caminos; papá se había encargado de eso. Es por esa razón que deseaba que, al igual que yo lo intentaba, él tratara de seguir adelante. Esperaba que después de lo que pasó con Gustavo, él finalmente bajara un poco la guardia con sus cuidados y sus guardaespaldas. Está bien, estudiaba en una de las mejores universidades de la ciudad y muchos de los estudiantes que estaban allí tenían protección, pero es que conmigo papá exageraba a un nivel que ya era absurdo. Podía soportar a un gorila siguiéndome a todas partes, pero a cuatro jamás. Además, todos eran viejos y aburridos; siempre me sentía incómoda cada vez que salía con mis amigas. Afortunadamente, hoy sería un día diferente. Gracias a mamá, había logrado que papá me diera permiso de ir a la fiesta de Austin sin necesidad de estar rodeada de guardias. Austin era hijo de un gran amigo de negocios de papá y sabía que estaríamos bien cuidados, así que por hoy sería una chica más. Al menos en mi mente. Al ser la hija de Logan Walker, era todo menos normal. —Bien. —Mónica aplaude de pronto, se separa de mí, se levanta de la cama y me mira con un brillo en sus ojos— No más tristeza ni problemas. Hoy nos divertiremos mucho y tú podrás pasar tiempo con el amor de tu vida. Oh, vaya... —A veces me pregunto cómo nos hicimos amigas, Mónica. —Bromea Amara, y la mencionada le saca la lengua divertida— Aunque en algo tiene razón, Liv. Divirtámonos esta noche. Celebremos nuestra primera semana como universitarias. Me tenía tan emocionada esto. Finalmente sería un poco más libre para hacer mis cosas, tomar mis propias decisiones. —Tienen razón. ¡Hoy nos divertiremos y seremos las más bellas del lugar! —Exclamo, y todas vitoreamos alegres por la oportunidad de salir a nuestra primera fiesta como universitarias. Mientras las tres reíamos y hablábamos sobre ropa y maquillaje para la fiesta, unos pequeños toques en la puerta nos hacen detener. Era Lucian, quien lucía un poco incómodo porque sabía lo que le esperaba. —Hermana, ya vinieron por Mónica y por Amara. —Nos informa, y antes de que pudiera salir corriendo, mis amigas corren hacia él para tomarlo entre sus brazos, apretando sus rosadas mejillas y diciéndole cosas lindas. Él odiaba cuando actuaban así— ¡Ya basta! ¡Suéltenme! Se queja, pero mis amigas lo ignoran y continúan con sus apapachos hasta que el menor finalmente logra escapar lejos de las dos revoltosas que eran mis amigas. —Tu hermano es la cosa más adorable que he visto en la vida. —Exclama Mónica, y Amara la secunda— Lástima que mis hermanos no heredaron la belleza de mi familia, solo yo. Eso sí. Mónica era una hermosa pelirroja de cabello ondulado, pecas y ojos azules. Una diosa griega, en mi opinión. —Obviamente, la genética de la familia de Liv es superior. La señora Larissa es bellísima y vi fotos del señor Walker cuando era joven, y vaya que era hermoso. —Se expresa Amara, y yo pongo una mueca de asco al verla referirse así a mi papá. Siempre lo hacían— Obviamente, Liv y Lucian con esos genes saldrían espectaculares. —¿También viste las fotos del señor Walker? —Mónica se une a la conversación, y mi mueca solo se hace más grande— Si hubiera nacido en esa época, te aseguro que estarías llamándome mamá ahora mismo. Tu papá de joven era increíblemente ardiente. No puede ser... ¡Estas dos! —¡Basta, ustedes dos! Ya dejen de hablar de mi padre como si fuera carne fresca. ¡Qué asco! —Me quejo, y ellas se ríen— Además, les triplica la edad; ¿cómo van a decir que está guapo? —Nunca dijimos que era guapo. —Se burla Mónica— Dijimos que el señor Walker de esa época era ardiente, y no puedes negarlo, Liv. Además, no nos triplica la edad, bájale años que no está tan viejo. —¡Es mi padre! —¿Y? —Mejor váyanse antes de que pierda la paciencia. —Me harto y me levanto de la cama para poder darles sus bolsos y empujarlas fuera de la habitación— Mañana mismo le conseguiré novio a cada una. Mónica y Amara se ríen y caminan lejos de la habitación, escaleras abajo. Sin embargo, puedo escucharlas hablar mientras se alejan: —Enójate todo lo que quieras, pero sabes que es verdad, Liv. Esa cara bonita no vino de la nada. —Abro la boca sorprendida de que Mónica hubiera dicho eso en voz alta, ya que mis padres estaban en casa, así que con el rostro encendido bajo las escaleras a toda velocidad, pero las locas de mis amigas ya se habían marchado. Mamá estaba en la cocina, dándole instrucciones a Linda y a otra chica que la asistía en las comidas de vez en cuando. Lucian parecía de mal humor y sospechaba que era por los arrebatos de cariño de mis amigas, y papá estaba sentado en un sillón, viendo algo en el teléfono. —Cariño, ¿las chicas vendrán por ti esta noche? —Pregunta mamá en cuanto me ve acercarme a la cocina, lo que llama la atención de papá. Aún así, asiento y me siento en uno de los taburetes. —Sí, Mónica irá primero por Amara y luego vendrá por mí. Ya de ahí nos iremos a casa de Austin. —Sigo pensando que deberías llevar al menos a uno de mis hombres, princesa. —Papá se acerca y se une a la conversación, como siempre intentando mantener el control sobre mí. —Papá, habíamos quedado en algo. Además, Mónica es una gran conductora. —Lo sé, lo sé... Solo estoy sugiriendo un solo hombre. Uno solo. —Intenta de nuevo, pero yo suspiro y niego con la cabeza. Me levanto del taburete y me acerco a él para darle un beso en la mejilla. Eso siempre lo tranquilizaba. —Te prometo que estaré bien; nada malo me va a pasar. —Sí, pero... —Logan... —Le advierte mamá con un tono de voz suave, y eso es lo único que necesita para rendirse. —Bien, bien... Sé que estarás bien. —Accede una vez más, y eso me alegra y me tranquiliza. Con Logan Walker, cada pequeño paso era un gran avance para mí— Si te aburres en esa fiesta y necesitas que vaya por ti, solo llámame y... —Lo haré, papá. —Vuelvo a besar su mejilla— Gracias por comprender. Ya es hora de avanzar, ¿sí? Ni siquiera lo dejo responder; me separo de ambos y camino hacia donde estaba mi hermano molesto y le sonrío cómplice. —¿Una partida antes del almuerzo, Cian? —Señalo los controles de los videojuegos, y eso es todo lo que Lucian necesita para recuperar su buen humor y olvidar a mis amigas. —¡Sí! Hoy sí te venceré. —Suerte con eso, enano. Pasar tiempo con mi hermano era algo que me daba paz interior. Adoraba pasar tiempo con él. [...] —Esto es increíble. —Amara estaba más sorprendida que nosotras por lo imponente que era la enorme mansión de la familia de Austin. Ella nunca la había visitado, pero Mónica y yo sí— Necesitaré un mapa para no perderme. Mientras bajábamos del auto convertible de Mónica, veíamos cómo más personas llegaban a la fiesta. Al parecer, Austin había invitado a todo el campus, porque había muchas personas en los alrededores. La música también estaba a tope. Aún no entendía cómo la familia tan aristócrata de Austin había aceptado que su hijo hiciera semejante escándalo, pero al menos este evento me había alejado de los excesivos cuidados de mi padre, así que lo disfrutaría a más no poder. ¿Quién sabe cuándo volvería a pasar? —Chicas, a devorar el lugar. —Comenta Mónica con una sonrisa coqueta, así que no podemos evitar reírnos y caminar dentro del lugar hasta llegar al enorme jardín, preciosamente decorado con luces por todas partes. Había un DJ en una esquina y varias zonas de comida y alcohol. A pesar de que ya tenía dieciocho años, aún no se me permitía beber alcohol libremente, pero las chicas y yo siempre encontrábamos maneras de probar un poco— Bueno, mis amores, por allá está mi objetivo de esta noche. Nos vemos en unos minutos... Quizás algunas horas. Y así, Mónica nos abandona para ir detrás de un chico con el que probablemente tendría sexo esta noche. Así era ella, demasiado explosiva y muy activa. No le importaba venir de una familia con dinero; solo quería divertirse.—Una vez más, somos tú y yo, Liv. —Se burla Amara, negando levemente con la cabeza. Toma mi mano y nos guía directo a la zona de bebidas, donde le pedimos al barman un par de cócteles y nos sentamos en unos enormes cojines a disfrutar del increíble ambiente que había. Sin embargo, mi mirada seguía buscando a una sola persona entre todo este mar de gente— Si estás buscando a Jared, lo vi pasar con sus amigos cuando llegamos; creo que están por la fuente. Mi rostro se vuelve rojo al instante. Amara me conocía demasiado bien, pero jamás la dejaría sola mientras yo iba a coquetear con alguien. En eso era muy diferente a Mónica. —Está bien, me atrapaste, pero no iré con él. De seguro sigue enojado conmigo, así que me quedaré contigo. —Si es por mí... —No es por ti, te lo juro. —Le sonrío a Amara y bebo lo último que me queda de mi bebida. Luego la tomo de la mano y la hago levantarse del sofá para ir a la pista de baile— Vamos, hoy no me interesa nada que tenga que ver con Jared.
—Estás loca, ni queriendo nos dejarán entrar. —Amara miraba al enorme gorila que custodiaba la entrada de aquel club nocturno al que nos había traído Mónica. Al otro lado de la ciudad. —Confía en mí, no es la primera vez que vengo. —¿Acaso no te da miedo que nos atrapen? —Vuelve a preguntar la morena, y la pelirroja niega con una sonrisa de superioridad. —Nuestros padres no van a decir nada, no te preocupes. —Los suyos no, pero los míos sí. Si papá lo descubre, jamás me dejará salir de nuevo sin protección. Estaría en serios problemas. —Ay, niñas, ya estamos aquí. De nada nos servirá conducir hora y media a casa... Vamos, vinimos a divertirnos. —Intenta una vez más, y yo suspiro derrotada. En fin, ya estoy en problemas. Al menos me divertiré un poco. —¡Esa es mi diosa! —Exclama Mónica, y luego Amara se une. Las tres caminamos hacia la entrada, donde había demasiadas personas haciendo fila y un enorme custodio esperando que le diéramos nuestras identificaciones. Pe
Sus labios acariciaban mi cuello con una suavidad extrema mientras sorteábamos a las personas que querían entrar al bar. Apenas había podido hacerle señas a mis amigas, diciéndoles que me iba con el chico cuyo nombre apenas recordaba. Obviamente se preocuparon un poco al verme en ese plan, pero luego lo dejaron pasar y me mostraron sus celulares, diciéndome por señas que las llamara si algo llegara a pasar.No creo que lo necesitaré.No con este espécimen de hombre.Y así fue como llegué a esta situación, caminando tomada de la cintura en una calle oscura por un hombre al que apenas conocía, rumbo al primer motel que se nos apareciera. Estaba ebria, demasiado ebria, porque en otras circunstancias jamás me habría prestado para algo así. Sin embargo, lo que mi mente racional pensara no me importaba en esos momentos.Este hombre estaba buenísimo y, por primera vez en muchos años, ese líbido sexual que se había mantenido en la oscuridad ahora brillaba como si fuera la estrella más grande
Estúpida Liv.Estúpida.¡Eres una estúpida de liga mayor!¿Cómo pudiste rebajarte a ese nivel?¿Realmente me había acostado con un desconocido? ¿Tuve mi primera vez con un maldito desconocido?En la mañana, cuando mis amigas finalmente me recogieron, lo primero que hicieron fue correr a abrazarme. Realmente estaban preocupadas por mí, creían que algo malo me había pasado y tenían tanto miedo que estuvieron a punto de llamar a mis padres para contarles todo lo que había sucedido. Afortunadamente, decidieron esperarse un poco más; de lo contrario, en estos momentos estaría en camino a la morgue.Las tres nos sentíamos como unas idiotas por haberme ido con ese tipo. Sí, él no me había maltratado, ya que no tenía moretones ni rasguños, aunque sí me dolía mucho todo el cuerpo y las piernas. Suponía que era porque se trataba de mi primera vez, pero de resto me sentía como siempre. Así que, después de jurarnos jamás volver a hacer alguna tontería como esa, decidimos olvidar aquella noche, n
—Alex, acá está el horario de mi hija. —Abro los ojos sorprendida y, al mismo tiempo, indignada porque mi papá ya tenía todo planeado y yo no tenía ni idea. Los tres estábamos en su oficina y yo había decidido unirme a ellos solo para asegurarme que al tonto con el que me había acostado no se le ocurriera meter la pata— Cada cosa que hace Liv está escrito aquí, así que no habrá problema para que lo memorices y...—Y Liv tiene boca y pensamientos propios, papá. —Lo interrumpo un poco molesta. Digo, su intención era buena, pero el hecho de que ahora tendría al tal Alex vigilando cada paso que daba me tenía los pelos de punta y no podía hacer nada para evitarlo— ¿Cómo rayos pudiste crear un cronograma con mis movimientos diarios?Mi padre rueda los ojos y vuelve a tomar la carpeta en sus manos.—Si me dejaras terminar, podrías escuchar la información completa. —Me regaña y yo me cruzo de brazos— No son tus movimientos, son tus actividades. La universidad, tus prácticas de gimnasia, la be
—¡Liv, amiga! ¿Qué tal tu fin de...? Oh. —Mónica se detiene justo cuando corría a abrazarme. Frunce el ceño y mira al hombre que había abierto la puerta del auto para ayudarme a salir— ¿Él no es...? —No es nadie, vámonos. —Respondo de mal humor y empujo a mi amiga lejos de él. Obviamente, Alex no dice nada; eso es lo que había hecho durante todo el camino a la universidad y esperaba que se mantuviera así. Todavía me daba golpes en la cabeza por haberme metido en esta situación. A veces incluso quería ir a contar todo y así librarme de él, pero sabía que al final la peor parte me la llevaría yo, ya que papá me encerraría de por vida. Así que, por ahora, solo podía soportarlo y hacer que él mismo renunciara a ser mi guardaespaldas. Ojalá lo hiciera ahora mismo. —Ahora entiendo la razón por la que te desapareciste el resto del fin de semana. —Comenta Mon con la boca abierta, una enorme sonrisa y su energía al máximo— ¿Quieres explicarme por qué el candente hombre del bar al que
El sonido monótono del monitor junto a la cama de mi madre resonaba en mis oídos. Era un ruido que odiaba, que me atravesaba y me quemaba por dentro.Cada vez que nos encontrábamos en esta situación, mi corazón se desbocaba al imaginar o pensar en todo lo que podría estar sucediendo. A veces solo eran recaídas normales por las quimioterapias; otras, porque el tratamiento no estaba funcionando; y otras veces... porque la situación estaba empeorando.Mamá... Cuánto daría por ser yo quien estuviera acostado en esa maldita cama.No mereces esto.¡Nadie merece sufrir con esta maldita enfermedad!Estábamos en el hospital una vez más. Mamá se había desmayado mientras preparaba un postre que se le había antojado. Sin importar cuántas veces le dije que no lo hiciera, ella no me hizo caso, agotó sus fuerzas y se desvaneció. Como pude, le pedí prestado el auto al vecino —que seguro me cobraría por el favor— y la traje para que la examinaran. Ahora estaba esperando el diagnóstico del doctor.Ella