El Guardián del Deseo
El Guardián del Deseo
Por: AnnRequenaBooks
Prólogo

El sonido monótono del monitor junto a la cama de mi madre resonaba en mis oídos. Era un ruido que odiaba, que me atravesaba y me quemaba por dentro.

Cada vez que nos encontrábamos en esta situación, mi corazón se desbocaba al imaginar o pensar en todo lo que podría estar sucediendo. A veces solo eran recaídas normales por las quimioterapias; otras, porque el tratamiento no estaba funcionando; y otras veces... porque la situación estaba empeorando.

Mamá... Cuánto daría por ser yo quien estuviera acostado en esa m*****a cama.

No mereces esto.

¡Nadie merece sufrir con esta m*****a enfermedad!

Estábamos en el hospital una vez más. Mamá se había desmayado mientras preparaba un postre que se le había antojado. Sin importar cuántas veces le dije que no lo hiciera, ella no me hizo caso, agotó sus fuerzas y se desvaneció. Como pude, le pedí prestado el auto al vecino —que seguro me cobraría por el favor— y la traje para que la examinaran. Ahora estaba esperando el diagnóstico del doctor.

Ella dormía pacíficamente en esa incómoda cama; se veía tan tranquila, tan en paz... tan ella.

¿Cómo podría alguien como mamá estar sufriendo tanto? Debería ser un crimen. Ella solo se había encargado de ser una buena madre y una buena persona en general.

¿Qué diablos se supone que haré si...?

Definitivamente estaría solo. No tenía a nadie más. Solo a ella.

Desde que papá nos abandonó para irse con otra familia, solo habíamos sido mi madre y yo. No conocía a nadie más. Al parecer, el hecho de que mamá decidiera tener una relación con mi padre hizo que cortaran todos los lazos familiares con ella; por lo tanto, jamás conocí a mis abuelos ni a mis tíos.

Sin mi mamá, definitivamente estaría solo en este mundo.

Y no es como si no fuera capaz de mantenerme ni de vivir solo. Eventualmente sabía que pasaría, pero... jamás sopesé la idea de que sería tan pronto. Jamás pensé que el cáncer desestabilizaría mi vida al punto de tener que pensar qué sería de mi vida sin mi única familia.

¡Maldición!

¡Maldita sea!

Con rabia e impotencia, limpio una solitaria lágrima que se había escapado de mi ojo y trato de pensar en otra cosa.

No, ella no se irá.

Saldremos de esta.

Mamá se recuperará, lo sé. Haré lo que sea para ayudarla.

La puerta se abre con suavidad y el ya conocido doctor Martins entra con expresión impasible, revisando algo en su carpeta. De inmediato me acerco a él, mi corazón latiendo con fuerza.

—Señor Green. —Extiende su mano hacia mí y yo la estrecho, ya que no habíamos podido saludarnos cuando llegué— Vamos a dejarla descansar toda la noche; mañana podrás llevarla a casa.

—No entiendo qué fue lo que pasó. Ella estaba bien, se reía y bromeaba. —Comienzo a decir, tratando de mantener la calma, aunque sinceramente quería echarme a llorar como un niño pequeño— ¿Será algún efecto de la quimioterapia?

Juro que nada en el mundo me preparó para escuchar la siguiente noticia:

—Señor Green, tengo que ser sincero. —Comienza a decir y de pronto se me corta la respiración— Lamento informarle que el carcinoma de su madre ha avanzado a un estado muy crítico. Los últimos análisis muestran una metástasis extensa en órganos vitales, incluyendo el hígado y los pulmones. —¿Qué?— Las probabilidades de supervivencia son extremadamente bajas.

¿Metástasis?

¿Pocas posibilidades?

¡No!

¡No, m*****a sea!

Siento como si alguien hubiera tirado de la alfombra bajo mis pies. El tiempo se sentía lento, demasiado. Apenas podía respirar correctamente y en mis oídos solo se escuchaba aquel maldito pitido ensordecedor. No podía creerlo.

Mi madre... Después de toda esta lucha. Nada tendría sentido.

No.

De inmediato fijo mi vista en el doctor Martins, buscando una pizca de esperanza que mantuviera con vida a mi madre por mucho tiempo.

Tenía que existir algo que pudiera hacer para ayudarla.

—Tiene que haber algo que podamos hacer, ¿cierto? ¿Más quimios? ¿Medicamentos? ¿Operación? —Pregunto con la voz ahogada— Dígame que existe alguna alternativa que pueda mantener a mi madre con vida.

No te perderé, madre.

Eres lo único que tengo.

El doctor suspira, mirándome como si le doliera verme así.

—Existen tratamientos experimentales, como la inmunoterapia avanzada y la terapia génica, que podrían ofrecer alguna esperanza. Sin embargo, no puedo mentirte, Alex; estos tratamientos son extremadamente costosos y no están cubiertos por el seguro. —Explica y yo suspiro hastiado por el tema del seguro— Además, los resultados no están garantizados y los efectos secundarios pueden ser severos. Sé que es difícil asimilar todo esto, pero puedes...

—Haré lo que sea necesario; el dinero no será un problema. —Miento, porque el dinero realmente era un problema.

Mamá y yo no teníamos demasiado dinero y todo lo que había reunido en mis trabajos nocturnos como vigilante ya se estaba acabando gracias a los costosos tratamientos, pero eso no me importaba ahora mismo. Siempre existían formas y sabía que pronto tendría algo de dinero para costear el tratamiento de mi madre.

No puedo perderte, mamá.

No todavía.

Aún no te he dado nada de lo que te prometí cuando niño.

El doctor Martins me mira con mucha más tristeza que antes. Estaba seguro de que no era el primer paciente con esperanzas y ganas de obtener un milagro, pero mientras hubiera formas, yo iba a tener esperanzas de salvar a mamá.

—Entiendo, Alex... Haremos todo lo posible para apoyarlos en este proceso. Te proporcionaré toda la información sobre los tratamientos disponibles y te pondré en contacto con los especialistas adecuados. —Y después de decir eso, se marcha de la habitación, que afortunadamente no teníamos que compartir con nadie, dejándonos solos.

Sintiendo la soledad y el silencio arropándome, queriendo arrastrarme hasta la oscuridad, me acerco una vez más a la cama de mamá y tomo su mano. Esa mano cálida y rasposa, producto de haber trabajado tan duro durante años.

—No voy a dejarte sola, Teresa Green. —Sonrío con el corazón destrozado, pero manteniéndome firme, aún en la mayor de las tormentas, como me habían enseñado en la milicia— Vamos a superar esto, te lo prometo.

Te lo juro, madre.

No te dejaré morir.

[...]

—Si pasas esa entrevista, el trabajo será tuyo, Alex. Tienes suerte de que el señor Walker estuviera buscando nuevo personal. Sabes que jamás recomiendo a nadie para estos puestos, pero sé lo capaz y responsable que eres y... también lo hago por ayudar a Teresa. —Frank, un viejo amigo de mi madre y quien me había animado a entrar en la escuela militar cuando era adolescente, se había enterado de la grave situación en la que estábamos y que necesitaba un mejor empleo. Ya no podía seguir trabajando como vigilante nocturno; no era suficiente— ¿Cómo está ella?

Suspiro con pesadez; ese era otro tema.

Mamá estaba actuando como si nada estuviera pasando, como si con cada segundo que pasaba esa m*****a enfermedad no me robara preciosos momentos a su lado.

—Fingiendo estar bien para no preocuparme, ya sabes.

El hombre mayor palmea con cariño mi brazo y me mira con empatía.

—Sé que saldrán de esta. Iré a saludarla antes de volver al trabajo. No lo olvides, mañana a primera hora. —Me recuerda la hora y yo asiento, agradecido por la oportunidad— El señor Walker odia la impuntualidad. Si todo sale bien, créeme que podrás ayudar a Teresa con el tratamiento. Eres lo que él está buscando.

¿A qué se refiere con eso?

¡Qué importa!

¡Tendré un mejor trabajo, al fin!

Mañana tenía que hacer mi mejor esfuerzo; tenía que conseguirlo por ella, por mi madre. Tenía que hacerla sentir orgullosa del hijo que le tocó. Tenía que darle demasiadas cosas que le prometí. Esta enfermedad no me la iba a quitar.

Jamás.

[...]

—Siéntese, por favor. —Con un gesto de la mano, el grandioso e imponente señor Walker me invita a sentarme frente a él. Estábamos en su oficina, en el penúltimo piso de la importante empresa que dirigía. Frank me había llamado temprano informándome del cambio del lugar donde se haría la entrevista y aquí estaba, frente a una increíble oportunidad que me ayudaría a costear el tratamiento de mi madre— Señor Alexander Vincenzo Green Ramírez. —Intento no fruncir el ceño al escucharlo decir mi nombre completo. Odiaba cuando lo hacían; aun así, trataba de mantener mi postura firme y profesional, siempre con mi expresión inmutable, justo como me habían enseñado— Veinticinco años. ¿Tienes descendencia latina?

—Sí, señor. Mi madre es latina. —Respondo con seguridad y él asiente mientras seguía mirando la carpeta con mis documentos.

—Bien. Aquí dice que estudiaste en la academia militar desde los doce años por decisión propia. —Asiento— El mejor de tu clase y hace dos años fuiste seleccionado para entrar en el equipo de fuerzas especiales. Según tus profesores, eres de los mejores soldados que ha tenido la academia. Impresionante.

Escuchar hablar de mis logros me llevó de vuelta al pasado, tan duro pero gratificante, que había vivido mientras me formaba. No me arrepentía de mi decisión, pero sí de haber perdido tanto tiempo valioso con mi madre que ahora no podría recuperar.

—Gracias, Señor Walker. He trabajado duro para llegar hasta aquí. —Respondo con humildad, porque realmente me había preparado demasiado para tener una oportunidad como esta.

Formar parte del equipo de seguridad de la familia Walker era una oportunidad que no se le daba a cualquiera, por muy capacitado que estuviera. Sabía que la razón por la que estaba sentado frente a un hombre tan importante y respetado como Logan Walker era gracias a la recomendación de Frank; ahora me tocaba a mí demostrar por qué merecía este puesto más que nadie.

La vida de mi madre dependía de esto.

No vayas a joderla, Alex.

—También tengo entendido que rechazaste permanecer en el equipo de fuerzas especiales. —Aunque intento no mostrarlo, me es imposible no tensarme ante su pregunta. De seguro fue Frank quien se lo dijo— ¿Por qué lo hiciste? Era una increíble oportunidad.

Lo sé, pero no contaba con que mi vida daría un giro de 360 grados, señor.

—Formar parte del equipo significaba tener que estar lejos de casa por mucho tiempo. —Al final decido ser sincero— Mi madre solo me tiene a mí y su estado de salud no es el mejor, pero estamos trabajando en eso.

El señor Walker asiente y cierra la carpeta. Entrelaza sus dedos por encima de la mesa y me mira sin ninguna expresión en su rostro. Realmente no podía ver si estaba molesto o complacido con mi respuesta.

—Necesito a alguien capacitado para proteger a mi hija mayor, Olivia. —Comienza a decir y yo vuelvo a centrarme en sus palabras— Necesito una persona que esté al pendiente de ella todo el tiempo, que la lleve a los lugares que desee y que esté atento a su entorno sin ser demasiado intrusivo. Ella no está nada contenta con la idea y no ha tenido una buena relación con ninguno de mis otros guardaespaldas, así que esa es la razón por la cual necesito a una persona nueva y con la suficiente energía para atravesar este camino.

Oh, no... ¿Estar a cargo de una niña mimada?

Piensa en el dinero, Alex. Piensa en el dinero. Esto es por mamá. Soportaremos esto por mamá.

Madre.

—Entiendo, Señor Walker. Haré todo lo posible para que se sienta cómoda y segura. —Decido responder como si el trabajo ya fuera mío, porque necesitaba demostrarle a este hombre que toda esa aura imponente no era capaz de hacerme flaquear.

Él se inclina un poco más y clava sus ojos en mí.

—Olivia tiene dieciocho años; es una joven brillante, muy independiente, pero sobre todo, la luz de mis ojos. —Comienza a decir y yo asiento, aunque por dentro solo quería rodar los ojos, porque efectivamente tendría que cuidar a una niña malcriada— Apenas está iniciando su primer año universitario en administración de empresas. Es muy dulce, solidaria, apasionada, pero en muchas ocasiones testaruda y eso la ha llevado a meterse en varias situaciones por las que no puedo permitirme dejarla sin seguridad. —Vuelvo a asentir, anotando todo en mi agenda mental— A Olivia le gusta sentir que tiene el control de su vida, lo cual hace que la idea de tener un guardaespaldas sea difícil para ella de aceptar.

Definitivamente, las personas con mucho dinero tienen los problemas más tontos del universo.

—Comprendo, señor. Puedo asegurarle que si me da la oportunidad de formar parte de su equipo, la señorita Walker no se sentirá agobiada con mi presencia y estará muy segura. Conozco muchos métodos que podrían ayudar a que ella se sienta cómoda con la situación.

Me arriesgo a decir aquello, pero parece que al hombre mayor le gusta mi respuesta, ya que asiente y vuelve a echarse para atrás, todo eso sin despegar su mirada de la mía.

—¿Sabe, señor Green? —Comienza a decir y no sé por qué, pero había algo en su mirada que me hacía sentir tenso, como si no debiera bajar nunca la guardia estando cerca de él— Toda esta semana he entrevistado a muchos posibles candidatos, mucho más capacitados, con experiencia comprobable y un poco más adultos. —Oh, no— Sin embargo, dado que Frank fue quien te recomendó, me di la oportunidad de escucharte y debo admitirlo, para ser tan joven tienes varias cualidades que me gustan... Comenzarás el lunes a primera hora; dos días antes, Frank te buscará. Necesito que conozcas a los demás miembros del equipo, el sitio donde trabajarás, tus labores diarias y, finalmente, que conozcas a toda mi familia.

¿Acabo de escuchar bien?

¿Me dio el trabajo?

¿Podré pagar el tratamiento de mi madre ahora?

Solo aguanta un poco más, madre.

—Muchas gracias, señor Walker. —Agradezco, tratando de mantenerme tranquilo— Le prometo que no se arrepentirá de haberme dado la oportunidad.

—Eso espero, muchacho. —El mayor se levanta de su sillón y yo hago lo mismo, para después estrechar su mano— Confío en el ojo clínico de Frank. No me defraudes y no lo defraudes a él.

Jamás.

Mamá y yo le debemos la vida a Frank.

—No lo haré, señor. Lo juro.

—Antes de que te vayas, debemos hablar de tus honorarios. —Me quedo quieto una vez más. Este tema era de suma importancia para mí— Al formar parte de mi equipo de seguridad gozarás de muchos beneficios, así como tus familiares. Tu sueldo también será bueno y, dependiendo de cómo vayas haciendo tu trabajo, podrás optar a un aumento; todo depende de ti. —¿Tantas cosas? Vaya, jamás pensé que el señor Walker fuera tan considerado— No tienes por qué poner esa cara. Les pago a mis empleados el valor que se merecen. Si quiero resultados exitosos, debo invertir bien.

Y le juro que solo le daré resultados exitosos, señor.

[...]

—Salud, hermano. —Choco mi vaso de vidrio contra el de Leo, quien parecía más emocionado que yo. Él conocía perfectamente el caos que era mi vida— Vamos, Alex, cambia esa cara. Te mereces una noche de relajación. Conseguiste un excelente trabajo y podrás ayudar a la señora Teresa. Ahora brindemos por eso; todo irá bien a partir de ahora.

Eso espero, amigo.

Eso espero.

—Solo me siento incómodo por haber dejado sola a mamá en casa.

—No está sola; Micaela se ofreció a cuidarla esta noche. —Aclara Leo y yo solo niego con la cabeza mientras bebo un trago más, sintiéndome más basura que antes al estar bebiendo aquí— Además, Teresa se deprime más cuando te ve encerrado en casa con ella. Ya sabes que siempre te pide que disfrutes tu vida.

—Lo sé, pero...

—Hermano, sé que lo que estás pasando es jodidamente duro. —Me interrumpe mientras pone una mano en mi hombro— Sabes que perdí a mi abuelo por culpa de un jodido cáncer y es por eso que puedo entenderte mejor que nadie, pero también quiero que sepas que estés aquí o allá, esa m*****a enfermedad seguirá estando presente. Luchamos con ella todos los días; has luchado junto a tu madre como nadie en el mundo y eso es de admirar, pero también sabes que Teresa se entristece al verte así de triste. No te pido que lo olvides por completo, solo por un rato... Que esta noche sea el inicio de puras noticias buenas para todos, ¿sí?

Él tiene razón, pero... ¿Cómo le explico eso a mi mente?

Mamá siempre me decía lo mismo, pero también tenía sentimientos; no podía ir por ahí como si una parte de mi vida no se estuviera muriendo.

Al final decido suspirar y asentir. Solo tomaría un poco más y luego volvería con ella. Mamá siempre será mi prioridad.

Leo sonríe un poco más animado y me informa que va a buscar un par de tragos para nosotros, mientras que yo me quedo parado viendo a los demás bailar y divertirse. La música estaba en pleno apogeo y apenas cabía un alma. Este lugar era muy famoso entre los jóvenes. Lo sabía porque había trabajado aquí como guardia unos meses atrás, junto a Leo.

Estoy esperando a mi amigo, cuando de pronto aparece en mi campo de visión la mujer más hermosa que mis ojos hubieran visto jamás. Tenía el cabello negro, liso y largo; ojos café oscuro; piel blanca, tersa y delicada; y labios rosados y jugosos. Era mucho más baja que yo, pero se ayudaba con sus tacones, y ese delicado cuerpecito estaba cubierto por un pequeño vestido rojo de brillantes. Una diosa, si me permiten añadir.

Demasiado bella.

Parecía estar un poco ebria, y eso lo confirmo cuando veo en sus manos un potente cóctel casi terminado.

—Hola. —Saluda en voz alta, intentando que la escuchara en medio de todo el ruido. Lo intento, pero me es imposible no devorarla con la mirada. Era demasiado hermosa— Un... gusto, soy... Liv.

Liv...

Un hermoso nombre para una hermosa chica.

Una diosa.

Una aparición que despertó en mí un hambre voraz que no sentía desde hace mucho.

Quizás Leo tiene razón.

Solo por una noche, solo una noche olvidaría todo lo horrible que estaba pasando en mi vida y me divertiría.

¿Qué es lo peor que podría pasar?

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