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Capítulo 2 — Raro, asqueroso y doloroso.

—Una vez más, somos tú y yo, Liv. —Se burla Amara, negando levemente con la cabeza. Toma mi mano y nos guía directo a la zona de bebidas, donde le pedimos al barman un par de cócteles y nos sentamos en unos enormes cojines a disfrutar del increíble ambiente que había. Sin embargo, mi mirada seguía buscando a una sola persona entre todo este mar de gente— Si estás buscando a Jared, lo vi pasar con sus amigos cuando llegamos; creo que están por la fuente.

Mi rostro se vuelve rojo al instante. Amara me conocía demasiado bien, pero jamás la dejaría sola mientras yo iba a coquetear con alguien. En eso era muy diferente a Mónica.

—Está bien, me atrapaste, pero no iré con él. De seguro sigue enojado conmigo, así que me quedaré contigo.

—Si es por mí...

—No es por ti, te lo juro. —Le sonrío a Amara y bebo lo último que me queda de mi bebida. Luego la tomo de la mano y la hago levantarse del sofá para ir a la pista de baile— Vamos, hoy no me interesa nada que tenga que ver con Jared.

Mi amiga sonríe, aprobando mi actitud, ya que ella odiaba con todo su ser al rubio que me gustaba por cómo había actuado conmigo luego de que rechacé tener relaciones sexuales con él. Ella y Mónica habían vivido de cerca todo mi proceso cuando tenía quince años.

Ellas lo sabían y él no; he ahí la diferencia. Igual la entendía.

Ojalá él lo hiciera.

—Igual se va a arrepentir cuando te vea en ese vestido asesino. Te ves espectacular hoy, Liv. —Halaga, y eso me hace sentir más poderosa mientras comenzamos a bailar al ritmo de la música.

Sinceramente, me sentía hermosa hoy. Mi largo y lacio cabello negro, junto a mi vestido corto de brillantes y mis tacones negros, me hacían sentir superior a todas, cosa que agradecía porque, aunque lo mantenía solo para mí, la verdad es que sí me había afectado el rechazo de Jared. Él realmente me gustaba, y aunque había intentado darme una oportunidad y finalmente entregarme a él, mientras estábamos en eso, entré en una especie de crisis y no pude. Simplemente no pude.

Y me había dejado por eso.

Sé que siempre juzgaba a papá y le exigía seguir adelante y olvidar lo que me había pasado pero; a veces, hasta para mí era difícil hacerlo.

Mientras Amara y yo bailábamos y bebíamos, Mónica se nos une a la fiesta un par de horas después, con el cabello algo despeinado y una sonrisa de oreja a oreja. Ya había cumplido su objetivo y ahora quería disfrutar de la fiesta. Obviamente, Amara y yo la molestamos a más no poder, pero después seguimos disfrutando. Durante ese tiempo, pude ver a Jared pasar cerca de mí varias veces, queriendo llamar mi atención; sin embargo, no le di la satisfacción y seguí divirtiéndome con mis amigas.

Por más que me lastimara el ego, no iba a ir a rogarle por un poco de atención; eso jamás.

Soy una Walker, jamás le rogaré a un hombre.

Finalmente, las tres nos cansamos y decidimos sentarnos en los enormes cojines a descansar un poco, pero a mí me entran unas ganas urgentes de ir al baño y le informo a las chicas que regresaré pronto. Mientras caminaba hacia el área donde estaban los baños, suspiro aliviada al no tener a nadie siguiéndome de cerca. Obviamente, el lugar estaba muy bien custodiado, pero aquellos hombres apenas eran perceptibles.

Esta noche ha sido perfecta y nada lo va a arruinar.

Mala idea. Ni siquiera debí considerar aquel pensamiento.

En el instante en que abrí una de las puertas de los baños súper grandes y elegantes que habían instalado, me encontré con una imagen tan desagradable que se me revolvió el estómago y la sangre comenzó a hervir por mis venas. ¡Qué asco! Apenas divisan que estaba allí frente a ellos, se separan un poco y me miran. El primero, sorprendido; la otra, molesta porque había interrumpido algo importante.

¿Qué acabo de…?

—Lo... lo siento. —Balbuceo con el corazón a mil y cierro la puerta del baño de golpe. Camino lejos de aquel lugar y, en completo estado de shock, me uno nuevamente a mis amigas.

Obviamente, ellas se dan cuenta de mi cambio de humor tan abrupto e incluso se asustan al ver que no hacía ni un solo movimiento. Realmente estaba en shock.

Él... y ella...

Dios, qué estúpida fui.

—Liv, ¿estás bien? —Amara se coloca cerca y habla por encima del ruido.

—Yo... —¿Cómo decir esto?— Acabo de ver lo más raro, asqueroso y doloroso que probablemente veré en años.

—¿Qué pasó? —Esta vez pregunta Mónica, y yo me relamo los labios para lanzarles esta bomba.

Ni yo misma me lo creía.

Ese maldito y yo sintiéndome mal por él.

—Acabo de ver al idiota de Jared teniendo sexo en uno de los baños con Emi. —Escupo con cara de desagrado y las chicas me miraban con ojos bien abiertos.

—¿Emi? ¿Emi Sam? —Pregunta Mónica, y yo asiento. Mi estado de shock se había desvanecido de golpe y ahora, en su lugar, estaba creciendo una fuerte llama de furia que quería abrasar todo a su alrededor— Pero mira qué joyita resultó ser Jared. ¿Dejar a la diosa Walker por Emi? —¿Diosa Walker?— ¿Qué? No me digas que no sabías que los chicos te dicen así.

No, no lo sabía.

Pensaba que era la chica que tenía un padre potencialmente loco.

—Además, Emi tampoco es fea. Es muy bonita. —Añade Amara, y Mónica la mira mal. A ella no le agradaba nada, y es que, si bien Emi nunca se había metido con nosotras, sí que tenía una fuerte fama de diva. Además, trataba a todos en base a cuánto dinero tenían, así que no era tan amable con todos— Ahora, no tienes por qué estar triste, Liv. Te dije que Jared era un idiota; no te merece.

Lo sé, amiga.

Aún así, lastimó mi ego; eso no lo podía evitar. Él realmente me gustaba.

—No estoy triste. —Medio miento porque, en realidad, no me sentía demasiado triste, pero sí decepcionada— No voy a negarte que me habría gustado tomar un vídeo de ambos y difundirlo en internet, pero al fin y al cabo nosotros no éramos nada.

—Pero él te prometió que serían algo.

—Sí, Mónica, pero eso iba a ser en el momento en que Liv aceptara abrirle las piernas, y no es justo. Nuestra Liv no tiene que abrirle las piernas a nadie para obtener algún beneficio.

Pero...

—¿Podríamos dejar de hablar de a quién le voy a abrir las piernas? —Me quejo, y ellas se ríen divertidas, intentando alivianar el ambiente— Lo cierto es que ya no quiero estar aquí.

—¿Segura?

—Después de la escena tan explícita que vi hace rato, créeme que debo marcharme con un poquito de dignidad. —Suspiro mientras trataba de recuperar mi buen ánimo.

Jared era un idiota, y por mucho que me gustara, hace unos días estaba profesándome amor y un mundo lleno de promesas e ilusiones, pero después de que me negara a tener sexo con él, solo le tomó dos días en conseguir a otra.

—¿Iremos a casa? Aún es temprano. —Preguntaba Amara en un tono de voz triste. Odiaba tener que arrastrar a mis amigas en esto, pero sabía que si yo me iba, por más que les rogara que se quedaran, ellas iban a correr detrás de mí.

—Lo siento.

—Aquí nadie va a disculparse, ni mucho menos a ir a casa. —Mónica se mete entre ambas y sonríe con esa sonrisa que siempre acarreaba locas situaciones y alguno que otro castigo— Nos iremos, pero a un lugar mucho mejor.

Ay, no...

—Mónica...

—Shh... No hables, mi diosa Walker. Esta noche mando yo y no dejaremos que el idiota y extremadamente guapo de Jared nos arruine todo lo que habíamos planeado. —Exclama con convicción, como si fuera una fuerte guerrera. Ni Amara ni yo podemos decir nada más— ¿Están dentro?

—Claro que sí, amiga. —Se une Amara, y yo solo suspiro— ¿Liv?

Estoy por negarme cuando de pronto veo a Jared caminar hacia mí con expresión preocupada, pero es interceptado por la delicada asiática necesitada de atención. Esa imagen era razón suficiente para olvidarme de todo.

—Ya que... es mejor que quedarme aquí y ver eso.

Mis amigas miran hacia donde les indico y ambas observaban aquella situación con desagrado.

Idiota.

—Un momento, chicas.

Estábamos por salir del enorme jardín cuando de pronto Mónica nos detiene y se aleja de nosotras, directo hacia uno de los meseros que tenía en sus manos una bandeja y encima de ella una jarra con un extraño ponche rojo. Lo toma entre sus manos y, casi como si fuera una pasarela, se acerca a los susodichos que habían tenido una escena bastante candente minutos atrás en los baños.

Mon, no vayas a…

—Mónica, por favor, dile a Liv que...

Ni siquiera termina de hablar, ya que una larga lluvia de líquido rojo comienza a cubrir su cuerpo entero, pues mi mejor amiga había vaciado aquella jarra de vidrio en su cabeza, empapándolo e incluso salpicando a su compañera, quien estaba usando un delicado vestido blanco. Coloca la jarra en sus manos y, bajo el asombro y la risa de todos los presentes, camina una vez más hacia nosotras.

—Ahora sí podemos irnos, chicas.

Nada qué hacer. Mi amiga era la más icónica entre todas.

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