Estúpida Liv.
Estúpida. ¡Eres una estúpida de liga mayor! ¿Cómo pudiste rebajarte a ese nivel? ¿Realmente me había acostado con un desconocido? ¿Tuve mi primera vez con un maldito desconocido? En la mañana, cuando mis amigas finalmente me recogieron, lo primero que hicieron fue correr a abrazarme. Realmente estaban preocupadas por mí, creían que algo malo me había pasado y tenían tanto miedo que estuvieron a punto de llamar a mis padres para contarles todo lo que había sucedido. Afortunadamente, decidieron esperarse un poco más; de lo contrario, en estos momentos estaría en camino a la morgue. Las tres nos sentíamos como unas idiotas por haberme ido con ese tipo. Sí, él no me había maltratado, ya que no tenía moretones ni rasguños, aunque sí me dolía mucho todo el cuerpo y las piernas. Suponía que era porque se trataba de mi primera vez, pero de resto me sentía como siempre. Así que, después de jurarnos jamás volver a hacer alguna tontería como esa, decidimos olvidar aquella noche, no mencionar nunca lo que pasó e ir a casa de Mónica a dormir un poco antes de llevarme de nuevo a casa. Mientras íbamos camino a casa de mi amiga, aproveché para enviar un mensaje a mi madre, inventando una excusa por haberme desaparecido durante toda la noche. En resumen, le dije que habíamos salido tarde de la fiesta y que de allí nos fuimos directo a casa de Mónica. Afortunadamente, mamá no preguntó demasiado y papá tampoco lo cuestionó, pues no había enviado a nadie a casa de mi amiga para comprobar mi versión. Afortunadamente. Cuando llegamos finalmente, las tres subimos directo a la habitación de Mon. Sus padres no preguntaron demasiado, tampoco sus hermanos, y es que Mónica prácticamente no tenía restricciones en su vida, así que con ellos no hubo problemas. Después de hablar un poco más, nos turnamos para tomar un baño y, cuando es mi turno, realmente me tomo mi tiempo para borrar mi extraña y súper irresponsable noche de copas con aquel desconocido. La verdad es que no sabía qué sentir. Seguía sin poder recordar los detalles escabrosos, salvo por pocas cosas, pero mientras más recordaba, más rápido me daba cuenta de que, en mi estado de ebriedad, realmente disfruté cada caricia que las manos y los labios de ese hombre me dieron. En mis recuerdos me sentía bien, deseada, excitada, deseosa de más... Sin embargo, cuando lo pensaba estando sobria, solo podía sentir asco y repulsión. Me había convertido en una cualquiera. Por la experiencia que tenía ese chico con sus manos, estaba segura de que yo no era la única chica a la que le hacía esas cosas. Quizás hasta iba a ese bar a cazar jóvenes como yo para... ¿Debería hacerme una prueba para detectar alguna enfermedad? Bueno, al menos usó condón, pero de todos modos... ¡Esto te pasa por idiota, Liv! —¿Liv? —Unos pequeños toques en la puerta me sacan de mis pensamientos. Era Amara— ¿Estás bien? Ya llevas mucho rato allí. No sé qué sentir, amiga. —Eh... Sí, estoy bien. —Miento— Ya salgo, Amara. Termino de ducharme, me visto con la pijama que me prestó Mon y, después de secarme el cabello con el secador y cepillarme los dientes, finalmente salgo del baño para unirme a mis amigas, que lucían muchísimo más cansadas que yo. Ellas no habían dormido nada esperando noticias mías. Me sentía terrible, aunque ellas decían que no pasaba nada. —Ya deja de pensar tanto, Liv. —Me regaña Mon mientras le daba una mordida a su sándwich. Todas estábamos hambrientas— A todos les puede pasar algo así. No es el fin del mundo. —Esas cosas no las hago yo. —Le digo. Sabía que ella solo intentaba hacerme sentir mejor, pero me sentía demasiado decepcionada de mí misma. Y todo por haberme puesto celosa de que Jared hubiera estado con Emi— Yo no soy así y lo sabes. —Ya, pero castigándote no vas a solucionar nada. —Responde y yo suspiro— Aprende de esto y sigue adelante, amiga. Esta experiencia no define quién eres, ni tampoco determina si eres mejor o peor persona que antes. —Mon tiene razón, Liv... —Amara se une a Mónica. Ella seguía molesta por nuestra irresponsabilidad, pero también sabía que ya no podíamos hacer nada para remediar la situación— Tú sigues siendo la misma Liv de siempre. Lo que pasó no te define, ni lo hará. Sigues siendo perfecta ante nuestros ojos y de nuestra boca jamás saldrá una sola palabra sobre esto. —Gracias, chicas. —Sonrío enternecida por sus palabras de apoyo— Las amo muchísimo. —Y nosotras a ti, diosa Walker. —Bromea Mónica tratando de aligerar el ambiente y, cuando la empujo con suavidad, me doy cuenta de que, por ahora, no tenía de qué preocuparme. Las chicas siempre estarían allí para mantenerme lejos de mis pensamientos destructivos. Ellas pensaban que no me había dado cuenta, pero estaban preocupadas de que lo que pasó me afectara de la misma manera que lo que me sucedió cuando tenía quince. Aunque, extrañamente, no me sentía así. Estaba decepcionada de mí por haberme puesto en un peligro innecesario, pero no sentía que me hubieran obligado a nada. Es más, hasta lo disfruté, creo... ¡Aghh! Definitivamente esta situación me hará enloquecer. [...] —¿Cómo te fue en la fiesta, cariño? —Pregunta mamá mientras tomábamos unos frappés en el jardín. Ya estaba a punto de comenzar el atardecer, el día estaba fresco y era perfecto para disfrutar de una tarde en el jardín, y eso era justo lo que estaba haciendo mi hermano mientras jugaba con su pelota— ¿Papá no te molestó, cierto? Afortunadamente no lo había hecho. Después de dormir un rato en casa de Mónica, me trajeron de inmediato a casa, donde almorcé y volví a encerrarme en mi habitación alegando que tenía cosas que estudiar. Gracias a eso, había tenido otras cuatro horas de total libertad para insultarme una y otra vez por haber hecho lo que hice. Sé que parecía tonto, pero eso fue tan poco propio de mí. Sobre todo después de lo que había vivido en el pasado, en el cual juré jamás volver a bajar la guardia de esa manera. ¿Y qué fue lo que hice? Me entregué en bandeja de plata a un completo desconocido. —No, mamá... Y la fiesta estuvo bien... Supongo. —Respondo en voz baja, sin nada de ánimos. Con mamá era casi imposible ocultarle mis sentimientos; ella siempre sabía cuándo algo no andaba bien conmigo, así que no valía la pena ocultarlo. Siempre me había dado mi espacio para descubrirme en la vida, y la amaba por eso. Sin embargo, no podía evitar sentirme avergonzada por haberla decepcionado de ese modo, porque estaba segura de que si ella lo descubría, eso sería lo que sentiría. Perdón, mamá... —¿Estás bien, hija? ¿Pasó algo? —Lo sabía, ella se había dado cuenta. No, ella no puede sentirse decepcionada de mí. Fue un error de una sola noche y no volverá a pasar. No podía seguir así, por lo que decido volver a poner mis pies sobre la tierra y sonreírle a mamá, fingiendo que nada estaba pasando para que no se preocupara por mí. —No, mamá. —Sonrío más que antes y tomo su mano— Estoy bien, solo que aún no me acostumbro a la universidad y a todos los deberes. No me gustaba tener que mentirle; nunca lo hacía, pero solo por esta vez sentía que era lo correcto. Y mi mentira parece dar frutos, ya que mi madre me sonríe un poco más tranquila. —La universidad no es fácil, pero te aseguro que será una de las mejores experiencias de tu vida. —Eso espero, mamá. —Respondo en automático, pero luego vuelvo a sonreírle y tomo un poco de mi frappé al mismo tiempo que veía a Lucian jugando feliz con su pelota de fútbol. Extrañaba tanto tener su edad, cuando no tenía problemas ni dilemas. —Familia. —Papá aparece de pronto en el jardín y saluda a mamá con un beso en la mejilla. Parecía de buen humor— Aprovechando que estamos todos, quiero presentarles a alguien… Oye, Cian, ven aquí. Me quedo mirando la actitud tan animada de mi padre, con mis expectativas al cien. Papá casi nunca nos presentaba personas nuevas. Él era demasiado estricto con sus amistades y la familia. —¿Qué sucede, papá? —Me animo a preguntar una vez que Cian se une a nosotros. Mamá también parecía intrigada. —Tenías razón, Liv... Ya estás mayor para que tu padre te esté recogiendo en la universidad y siempre te quejas de que los demás guardias no te dan el espacio que necesitas. —Comienza a decir, y yo frunzo el ceño confundida porque no tenía idea de qué quería decir con eso— Y aunque tú prefieres no tener protección, eso es algo imposible, ya que, te guste o no, eres una Walker y necesitas tener personas que te protejan, así como a Lucian. Lo sé, papá. Soy una Walker, aunque eso no me guste tanto. —¿Qué es lo que quieres decir, Logan? —Ahora era mamá la que hablaba, y él asiente, dándole a entender que pronto llegaría a ese punto. Yo estaba que moría de curiosidad. —Decidí contratar a un nuevo guardaespaldas exclusivo para Liv. ¿Eh? ¿Un qué? No de nuevo... —¡¿Qué?! —Me sobresalto. Esto ya lo habíamos vivido en el pasado y no funcionó— No, papá... Con ninguno de sus guardaespaldas me sentí a gusto. No quería tener personas siguiéndome de un lado al otro. No lo necesitaba, no tenía enemigos. Nadie me odiaba. Todo estaría bien. No necesitaba a nadie que me cuidara. ¿De verdad, Liv? —Espera, cariño. Déjame terminar. Este nuevo hombre no es como los demás; él tiene entrenamiento especial y es bastante discreto. No te molestará ni presionará. No notarás que está allí, más que cuando le pidas que te lleve a algún lugar. —Explica y, sin darme cuenta, voy bajando la guardia poco a poco, aunque aún no estaba nada convencida. Sin embargo, podía negociar para llegar a un acuerdo— Te estoy dando el espacio que tanto me pediste y estoy tratando de que todo sea más llevadero para ti, Liv, pero no me pidas que te deje sin ningún tipo de protección porque no lo haré, cariño. Pero... ¿Por qué debo tener un perro vigilante siguiéndome todo el día? Ni siquiera le pido ayuda a mamá; ella también estaba de acuerdo en que debía que tener algún tipo de seguridad, aunque fuera pequeña. Por otra parte, debía admitir que papá se había estado esforzando por entenderme y darme mi espacio después de la última discusión que tuvimos. También tenía muy en claro el tipo de familia de la que venía y que no era seguro estar tan expuesta. Aún así, era demasiado difícil para mí adaptarme a la situación. Solo quiero ser libre. Aunque... Papá también merecía estar en paz. Suspiro y asiento, todavía sin estar encantada con la idea. —Está bien, papá... Solo espero que él no sea tan intenso como los demás. Estaré bien, nada malo me va a pasar... —Le aseguro— Pero si crees que esto te ayudará a estar más tranquilo, entonces está bien. Después de lo que hice anoche no podía exigir demasiado. Papá sonríe con demasiada alegría por haber aceptado al menos una de sus tantas condiciones. —Excelente, ahora mismo se los presentaré. —Aplaude— Hey, Alex, ven aquí. Alex... Todo me recordaba a esa m*****a noche. Y entonces el hombre al que mi padre había llamado se hace presente, logrando que mi mundo entero se detenga y que mi corazón se acelere a tal punto de estar por escaparse de mi pecho, lejos de todo el caos que estaba a punto de generarse. No puede ser. No. Tengo que estar soñando. Es imposible. De todas las personas. De todos los Alex en el mundo. De todos los guardaespaldas que existen en la faz de la tierra... —¿Tú? Desafortunadamente, mi boca suelta esas palabras antes de siquiera poder pensar con claridad, dejándome en una clara evidencia frente a mis padres. Maldición. —¿Ustedes se conocen? —Le pregunta papá a Alex, y este lo mira con profesionalismo y respeto. Estoy frita. Estoy muerta. Hasta hoy había vivido una vida feliz y plena. —En absoluto, señor. —¿Qué? ¿Qué no nos conocemos? ¡¿Qué diablos está pasando aquí?! Se pone firme y nos mira fijamente, como si fuéramos unos perfectos desconocidos— Un placer conocerlas, señora Walker, señorita Walker. Mi nombre es Alexander Green y seré el nuevo guardaespaldas de la señorita. —Abro la boca sin saber qué decir. Esto no puede ser posible. Definitivamente era él, su nombre, su rostro, su voz... ¡Era él! Estoy por replicar y decirle a papá que efectivamente nos conocíamos, pero de nuevo, el castaño se me adelanta— Creo que se confundió de persona, señorita. Esta es la primera vez que nos vemos. ¿Qué? Esto realmente no lo esperaba. No esperaba pasar una noche de pasión en un motel con este hombre, tampoco que papá lo contratara como mi guardaespaldas y mucho menos que él comenzara a fingir demencia y decirle a todos que era nuestra primera vez viéndonos. ¡Lo cual es una completa mentira! No podía evitar mirarlo anonadada e incluso fruncía el ceño varias veces, preguntándome si en realidad esa era la verdad. Obviamente nos conocíamos. Al final, suspiro y, por alguna extraña razón, decido seguirle la corriente. Ahora que lo pienso, no me gustaría que mis padres supieran lo que había hecho con este hombre. Sería vergonzoso. —Sí, supongo que me confundí. Es un gusto conocerlo. —Respondo y él asiente de acuerdo conmigo. Sus ojos grises traspasándome una vez más, justo como esa noche. Esa noche. Y ahora nuevamente estaba frente a mí. Cómo guardaespaldas. ¿Tuve sexo con él anoche y ahora tedría que vigilarme todo el tiempo? ¡¿Qué diablos estaba pasando en mi vida?!—Alex, acá está el horario de mi hija. —Abro los ojos sorprendida y, al mismo tiempo, indignada porque mi papá ya tenía todo planeado y yo no tenía ni idea. Los tres estábamos en su oficina y yo había decidido unirme a ellos solo para asegurarme que al tonto con el que me había acostado no se le ocurriera meter la pata— Cada cosa que hace Liv está escrito aquí, así que no habrá problema para que lo memorices y...—Y Liv tiene boca y pensamientos propios, papá. —Lo interrumpo un poco molesta. Digo, su intención era buena, pero el hecho de que ahora tendría al tal Alex vigilando cada paso que daba me tenía los pelos de punta y no podía hacer nada para evitarlo— ¿Cómo rayos pudiste crear un cronograma con mis movimientos diarios?Mi padre rueda los ojos y vuelve a tomar la carpeta en sus manos.—Si me dejaras terminar, podrías escuchar la información completa. —Me regaña y yo me cruzo de brazos— No son tus movimientos, son tus actividades. La universidad, tus prácticas de gimnasia, la be
—¡Liv, amiga! ¿Qué tal tu fin de...? Oh. —Mónica se detiene justo cuando corría a abrazarme. Frunce el ceño y mira al hombre que había abierto la puerta del auto para ayudarme a salir— ¿Él no es...? —No es nadie, vámonos. —Respondo de mal humor y empujo a mi amiga lejos de él. Obviamente, Alex no dice nada; eso es lo que había hecho durante todo el camino a la universidad y esperaba que se mantuviera así. Todavía me daba golpes en la cabeza por haberme metido en esta situación. A veces incluso quería ir a contar todo y así librarme de él, pero sabía que al final la peor parte me la llevaría yo, ya que papá me encerraría de por vida. Así que, por ahora, solo podía soportarlo y hacer que él mismo renunciara a ser mi guardaespaldas. Ojalá lo hiciera ahora mismo. —Ahora entiendo la razón por la que te desapareciste el resto del fin de semana. —Comenta Mon con la boca abierta, una enorme sonrisa y su energía al máximo— ¿Quieres explicarme por qué el candente hombre del bar al que
El sonido monótono del monitor junto a la cama de mi madre resonaba en mis oídos. Era un ruido que odiaba, que me atravesaba y me quemaba por dentro.Cada vez que nos encontrábamos en esta situación, mi corazón se desbocaba al imaginar o pensar en todo lo que podría estar sucediendo. A veces solo eran recaídas normales por las quimioterapias; otras, porque el tratamiento no estaba funcionando; y otras veces... porque la situación estaba empeorando.Mamá... Cuánto daría por ser yo quien estuviera acostado en esa maldita cama.No mereces esto.¡Nadie merece sufrir con esta maldita enfermedad!Estábamos en el hospital una vez más. Mamá se había desmayado mientras preparaba un postre que se le había antojado. Sin importar cuántas veces le dije que no lo hiciera, ella no me hizo caso, agotó sus fuerzas y se desvaneció. Como pude, le pedí prestado el auto al vecino —que seguro me cobraría por el favor— y la traje para que la examinaran. Ahora estaba esperando el diagnóstico del doctor.Ella
—Recuerda ponerte más hermosa de lo normal, Liv. Te aseguro que Jared soltará la baba al verte con ese vestido. —Mónica, una de mis mejores amigas, agitaba sugestivamente el pedazo de tela brillante que usaría esta noche— No puede estar molesto toda la vida; es una tontería.Recordarlo solo me daba ganas de vomitar.Aún así, él no parecía entender mis razones.—No le prestes atención, Liv. Si el idiota de Jared no puede comprenderte, es problema de él. —Amara, mi otra mejor amiga, era la versión opuesta de Mónica, pero amaba tener sus opiniones presentes— No tienes porqué sentirte mal de algo que no es tu culpa.—Amara, comprendo que Jared no te cae bien, pero la forma en que lo dices suena como si realmente lo odiaras. —Mónica se burla de ella, y la mencionada rueda los ojos antes de lanzarle un cojín en la cara, lo que hace que ambas rían divertidas— Al menos tienes que admitir que está bueno. Liv tiene buenos gustos.—Podrá estar bueno, pero es un idiota. —Vuelve a rodar los ojos l
—Una vez más, somos tú y yo, Liv. —Se burla Amara, negando levemente con la cabeza. Toma mi mano y nos guía directo a la zona de bebidas, donde le pedimos al barman un par de cócteles y nos sentamos en unos enormes cojines a disfrutar del increíble ambiente que había. Sin embargo, mi mirada seguía buscando a una sola persona entre todo este mar de gente— Si estás buscando a Jared, lo vi pasar con sus amigos cuando llegamos; creo que están por la fuente. Mi rostro se vuelve rojo al instante. Amara me conocía demasiado bien, pero jamás la dejaría sola mientras yo iba a coquetear con alguien. En eso era muy diferente a Mónica. —Está bien, me atrapaste, pero no iré con él. De seguro sigue enojado conmigo, así que me quedaré contigo. —Si es por mí... —No es por ti, te lo juro. —Le sonrío a Amara y bebo lo último que me queda de mi bebida. Luego la tomo de la mano y la hago levantarse del sofá para ir a la pista de baile— Vamos, hoy no me interesa nada que tenga que ver con Jared.
—Estás loca, ni queriendo nos dejarán entrar. —Amara miraba al enorme gorila que custodiaba la entrada de aquel club nocturno al que nos había traído Mónica. Al otro lado de la ciudad. —Confía en mí, no es la primera vez que vengo. —¿Acaso no te da miedo que nos atrapen? —Vuelve a preguntar la morena, y la pelirroja niega con una sonrisa de superioridad. —Nuestros padres no van a decir nada, no te preocupes. —Los suyos no, pero los míos sí. Si papá lo descubre, jamás me dejará salir de nuevo sin protección. Estaría en serios problemas. —Ay, niñas, ya estamos aquí. De nada nos servirá conducir hora y media a casa... Vamos, vinimos a divertirnos. —Intenta una vez más, y yo suspiro derrotada. En fin, ya estoy en problemas. Al menos me divertiré un poco. —¡Esa es mi diosa! —Exclama Mónica, y luego Amara se une. Las tres caminamos hacia la entrada, donde había demasiadas personas haciendo fila y un enorme custodio esperando que le diéramos nuestras identificaciones. Pe
Sus labios acariciaban mi cuello con una suavidad extrema mientras sorteábamos a las personas que querían entrar al bar. Apenas había podido hacerle señas a mis amigas, diciéndoles que me iba con el chico cuyo nombre apenas recordaba. Obviamente se preocuparon un poco al verme en ese plan, pero luego lo dejaron pasar y me mostraron sus celulares, diciéndome por señas que las llamara si algo llegara a pasar.No creo que lo necesitaré.No con este espécimen de hombre.Y así fue como llegué a esta situación, caminando tomada de la cintura en una calle oscura por un hombre al que apenas conocía, rumbo al primer motel que se nos apareciera. Estaba ebria, demasiado ebria, porque en otras circunstancias jamás me habría prestado para algo así. Sin embargo, lo que mi mente racional pensara no me importaba en esos momentos.Este hombre estaba buenísimo y, por primera vez en muchos años, ese líbido sexual que se había mantenido en la oscuridad ahora brillaba como si fuera la estrella más grande