Parecía el fragmento de una película de terror:La chica yacía arrodillada cerca del cuerpo de un joven mozo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y el rímel corrido por su rostro. La gente los rodeaba, usando sus móviles para captar la escena lo más nítida posible, viendo el espectáculo mórbido de la hora y compartiéndolo en redes sociales. Alguien pedía ayuda por teléfono con voz alarmada, mientras otros murmuraban sobre lo pasado. Los pocos testigos que vieron el hecho se contradecían, ya que todo fue tan rápido. Los comentarios giraban en torno a rumores sobre un asalto; otros aseguraban haberlo visto caer del bus en movimiento y unos pocos que alguien lo había empujado.El chofer del bus discutía con un policía y a lo lejos se escuchaba el ruido de sirenas acercándose. Mientras todo eso se daba a su alrededor, Carelis estaba con la vista perdida en la nada y miles de emociones en su pecho, ¿qué había pasado? No lo podía recordar, ni cómo llegó a lado de su novio. Adrián no se
“Las tragedias suelen remover nuestra fibra más honda y causan transformaciones; a veces, nos cambian para bien y otras sacan lo peor de nosotros, lo sé bien, he vivido unas cuantas en mi vida. Todo parece una cuestión de elección, la vida nos desafía cuando nos muestra un camino distinto al que seguimos, un camino que muchas veces suele ser revelador”.Los ojos cafés de Carelis seguían cada movimiento de los paramédicos, veía acomodar el cuerpo de Adrián en la camilla, aún estaba vivo, pero, por la forma en cómo se expresaban los médicos, el estado de su novio era alarmante. La clínica Santa Rita los recibió inmediatamente y le dieron el ingreso a cirugía, aunque Carelis deseó acompañarlo, hasta el final se lo impidieron y Adrián se perdió tras una puerta de cristal. Carelis quedó en medio del pasillo, sola esperando noticias alentadoras.Sentía su corazón sobrecogido por el miedo y un nudo en la garganta que le impedía gritar su pena y lo peor era que su mente estaba en blanco c
Una vuelta al pasado¿Era malo tener espíritu romántico? ¿Creer en cuentos de hadas? ¿O en amores verdaderos? Tal parecía que a Adrián el lado romántico se le había ido y actuaba como si cosas maravillosas o especiales no podían sucederle.—Solo creo que es especial… Me parece lo más acertado del mundo.—¿Eso piensas?—dijo molesto.—Sí.—¿Te has puesto a reflexionar si ese sujeto lo encontró?Carelis hizo una mueca y entonces le dijo a su novio.—Supongo que sí.—Pero no estás segura…—¿Eso que tiene que ver?—dijo molesta.—Tiene que ver que no sabes si ese tipo dice la verdad y ya deseas ponerle tu vida en sus manos.Adrián era muy teatral, estaba renuente a ir a visitar a un sicólogo que había experimentado por medio de regresiones y ayudado a parejas a encontrar a su amor verdadero. Entonces se alzó de hombros y le dijo a su novio de dos años.—Quiero saber…Adrián fijó sus ojos miel en la joven y le dijo:—¿Y si te dice que no soy yo?—Entonces tendré que seguir buscando.Él se ri
Carelis miraba por la ventana del jardín de la casa de su tío, las flores que un día plantó estaban floreciendo, veía de cuando en cuando un ave amarilla revolotear y algunas abejas. Podía hasta escuchar el zumbido de ellas en esos momentos; también había sembrado una planta de Abejón y sabía que cuando floreciera los abejones negros serían clientes de ellos, entonces se escucharía más vida en su pequeño jardín y eso era bueno.Su tío era pintor y había dejado un cuadro a medio terminar, era de un mar o algo parecido. El pitido de la cantina de agua se escuchó en esos momentos y ella fue a retirarla del fuego, le venía bien un té a esa hora, algo para los nervios, pues estaba ansiosa porque llegará el día en que pudiera hacerse su primera regresión.Pensó en épocas: francesa, clásica, renacentista, hundimiento del Titanic. La mente volaba en ideas locas… Tomó su móvil y vio que no había pasado muchas horas desde la cita. Revisó los innumerables casos de personas que aducían haber enco
Los días de invierno eran los más calurosos en la ciudad. El sol demostraba su vigor a tempranas horas del día, algunos rayos se filtraban por las cortinas de su habitación y llegaban hasta su rostro.Carelis yacía en la cama, su vista estaba fija en un punto equis del techo, no había dormido en toda la noche porque las imágenes de lo vivido la acuciaban atormentando su mente. Había tomado la decisión de no ir a trabajar por unos días porque Adrián la necesitaba junto a él y no le iba a fallar, no podía fallarle en esos momentos.Carelis ignoraba el tiempo que Adrián permanecería internado. Una parte de ella deseaba que fuese poco, odiaba los hospitales y clínicas; le traían malos recuerdos. Su madre había muerto en uno de ellos, fue una convalecencia larga y penosa, como una persona sensible, hubo noches en que pudo sentir la muerte rondando, su presencia era la de un frío extremo que hiere voluntades. Nunca pensó vivirlo de nuevo, pero no es lo que uno desee, es lo que está escrito
La nostalgia la había invadido, una enfermera se acercó a ella, era hora de visita y ella podía verlo un instante. El frío pasillo le dio la bienvenida nuevamente y pudo verlo. —Sigue estable…—dijo la mujer. —Parece frágil… —Pero es un hombre fuerte… Es su novio, ¿Verdad? —Sí, mi novio, mi amigo…—la miró. —Tenga fe, estás situaciones son muy difíciles y solo la fe puede ayudar. Fe era una palabra que molestaba a Carelis que le dijo a la enfermera: —Usted no entiende...—dijo con dolor Carelis—Ya he visto irse de mi vida a muchas personas, primero a mi padre, al que nunca más volví a ver, luego mi madre, murió de una penosa enfermedad… Amigos y amigas, días y noches especiales, horas difíciles, todo se va, pero en mí van dejando una huella dolorosa. La enfermera comprendía muy bien y con su filosofía vivencial le dijo a la joven: —Yo sé de la vida niña, somos frágiles, es nuestro destino, he visto muchos nacimientos, son lindos, es la vida en su máxima expresión, pero tambi
Su mente y corazón comenzaron a recordar esas primeras charlas en donde se iban sentando las bases para una relación. «En primer lugar, tengo que dejar claro que Adrián nunca quiso ser mi amigo. Lo noté en su forma de mirarme, era una manera muy calante, como si desease desentrañar lo más oculto de mí, su voz era tenue e intimista, como si solo quisiese que yo lo escuchase, típica actitud de un enamorado intimista. La segunda vez que volví a ver a Adrián, fue una semana después, exactamente un sábado, en la mañana. Había comprado unas plantas para la jardinera que estaba desprovista de ellas y me encontraba plantándolas en ese momento, cuando escuché su voz. —¡Hola, Carelis! Respondí con mucho entusiasmo. —Hola, Adrián. Observó mi trabajo concienzudamente como si lo estuviese evaluando y luego, me dijo en son de broma: —Es noble el oficio de jardinero. —Lo sé, pero no soy jardinera, apenas si llego a ser una aficionada y ruego a Dios que la idea que tengo en mente me quede
Carelis se acomodó en la silla junto a él, intento serenarse, pero era difícil escuchar su silencio. Extrajo de la mochila los libros y revistas que había llevado y ante el silencio que imperaba tuvo que decir: —Bien, han sido días bastantes duros… Creo que podré ayudarte, confío en que puedo hacerlo, te lo debo—sonrió. Revisó los tres libros, uno decía “Tú no naciste por casualidad”, lo sintió interesante y el otro “Versos románticos de un hombre para una mujer”, demasiado cursi y el último no decía nada. No se veía recitando poemas o desentrañando misterios existenciales, así que eligió el de cuero y le comentó a su silencio. —Creo que leías este libro antes de que sucediera todo esto, espero poder continuar con la lectura y no dormirme con las primeras líneas… Ya sabes lo poco dada que soy para la lectura, no entiendo cómo me soportabas tantas tonterías—sonrió a lo tonto y abrió la primera página que resultó estar en blanco y al dar la vuelta a la hoja encontró con letra manuscr