Epílogo

Carelis pintaba un cuadro esa tarde, no era una pintora excelente, pero tenía talento para hacer flores y una que otra silueta y en ese momento hacía la pequeña silueta de una niña que jugaba entre las flores del jardín. Jonás se acercó a verla.

—Tienes talento sobrina, es un buen cuadro.

—¿Te parece?

—Sí, siempre hay que perfeccionar los detalles, pero se ve claro lo que deseas comunicar.

Daled se acercó con algo entre sus manitas y le dijo a su mamá.

—Mami… Hada, hada.

Carelis, miró su mano y vio una pelusita blanca en ella.

—Es una pelusita blanca, podemos pedirle un deseo juntas, ¿te parece, Daled?

La pequeña de ojos miel sonrió emocionada y Carelis cerró sus ojos y la pequeña la imitó.

—Deseo que Adrián llegue pronto con un rico postre,

—Yo también deseo lo mismo…—sonrió la pequeña.

Al poco tiempo escucharon la puerta.

—¡Es papi!

Corrió a la entrada y Adrián llegaba con una bandeja de dulces que su padre le había comprado a su pequeña nieta.

—¡Hola a todos!—dijo con
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