Una vuelta al pasado
¿Era malo tener espíritu romántico? ¿Creer en cuentos de hadas? ¿O en amores verdaderos? Tal parecía que a Adrián el lado romántico se le había ido y actuaba como si cosas maravillosas o especiales no podían sucederle.
—Solo creo que es especial… Me parece lo más acertado del mundo.
—¿Eso piensas?—dijo molesto.
—Sí.
—¿Te has puesto a reflexionar si ese sujeto lo encontró?
Carelis hizo una mueca y entonces le dijo a su novio.
—Supongo que sí.
—Pero no estás segura…
—¿Eso que tiene que ver?—dijo molesta.
—Tiene que ver que no sabes si ese tipo dice la verdad y ya deseas ponerle tu vida en sus manos.
Adrián era muy teatral, estaba renuente a ir a visitar a un sicólogo que había experimentado por medio de regresiones y ayudado a parejas a encontrar a su amor verdadero. Entonces se alzó de hombros y le dijo a su novio de dos años.
—Quiero saber…
Adrián fijó sus ojos miel en la joven y le dijo:
—¿Y si te dice que no soy yo?
—Entonces tendré que seguir buscando.
Él se rio, lo cierto es que Carelis podía ser muy ingenua y le dijo.
—¿Nunca piensas en mí? En lo que sufriría.
—Creo en lo que te ahorraría si no nos equivocamos.
Adrián meneó la cabeza y le dijo:
—Así no es el amor…
—Quiero estar segura y es más, voy a apartar una cita para poder ir.
—No cuentes conmigo para nada.
—Ok, no cuento entonces.
Era terca como una mula, porque se trataba de su felicidad y futuro, deseaba que el rótulo de felices para siempre viniera con fundamento y no pasar por terribles consecuencias. No, a ella no le pasaría lo de su madre, ella sería diferente y cuando marcó el número una mujer contestó.
—¿Con el doctor Sellares?
—El doctor en este momento está ocupado, ¿desea agendar una cita?
—Esteee… ¿En serio lo hace?
Silencio y ella reformuló la pregunta.
—¿En serio puede hallar al alma gemela?
—Por supuesto—dijo escuetamente—él puede hacer muchas cosas.
—Entonces… ¿Él puede hallarlo?
—Sí… Todo es cuestión de fe, ¿desea una cita?
—Sí…
—Hay disponible cupo para junio 14, ¿le parece bien?
—Claro…
Tenía que esperar dos meses, pero qué rayos, mejor era eso a toda una vida de llanto
El dilema de las almas gemelas
Había escuchado de la teoría de las almas gemelas cuando era niña. Escuchó sobre amores eternos, palabras como estaban destinados a estar juntos y algunas historias de personas que decían que habían nacido junto a otra; sin embargo, se separaron en el momento del alumbramiento. Incluso la teoría de una vidente que decía que el sentido de la vida era hallar a esa persona, que era tu otra mitad, para ser feliz.
Cuando era niña creía en las pelusas mágicas, sí, esas pequeñas pelusitas blancas que solían aparecerse de cuando en cuando empujadas por el viento, parecía de locos, pero creía que eran hadas camufladas y que concedían deseos.
Su abuelo le había explicado que cuando estas pelusitas volaban alto estaban libres para poder pedirles deseos. La otra parte que había que tener en cuenta era cuando volaban bajo. Eso significaba que se asentarían con todos los deseos que se le habían pedido en ese trayecto. Si le pedías un deseo antes de que se asentase este se cumpliría y eso era lo que lo hacía todo un desafío, porque muchas de esas pelusas volaban alto y ella era pequeña; sin embargo, tenía la total seguridad de que si tomaba una antes de que eso sucediese podía lograr lo que desease y eso era encontrar a su otra mitad perdida en el mundo.
Tal vez y solo tal vez estuviera perdido como ella en el mundo, o tal vez no recordara nada sobre ella… Ese era el problema básico de las almas: al llegar a la tierra la memoria se borraba y eso volvía al asunto de las almas gemelas en un desafío de vida. Tenía que recordar algo especial, un detalle, algo que lo acercase a la otra persona. Tal vez una promesa hecha en la eternidad y así… Pero ella no recordaba nada de eso y el miedo la embargaba.
Carelis quería a su alma gemela, si tenía que ser feliz debía encontrarla y valerse de todo, incluso de médicos si fuese el caso.
El doctor Sellares, decía que había encontrado un patrón por medio de regresiones. Según había salido en las entrevistas en televisión y periódicos, llevaba a la mente a una vida pasada o dos más atrás, para así lograr ver el patrón de su alma gemela. Según los estudios hechos a cien parejas, el ochenta por ciento había encontrado el patrón por medio de las regresiones. Algunos de ellos se reencontraron con su alma gemela perdida en el tiempo.
Había que señalar que Carelis tenía novio, pero no estaba segura de que Adrián fuese el indicado, no coincidían en su forma de pensar o no terminaban de hablar la frase del otro, (indicativo de que era tu alma gemela). No hubo entre ellos esos encuentros destinados, ni nada relevante: lo conoció en un supermercado una mañana, ¿eso era el destino? ¿Así se daban las cosas? Por un carrito atorado que él destrabó iniciaron una relación y no concebía que todo fuese tan básico, debía haber algo más y ella lo iba a encontrar.
Afectado
Esa mañana Adrián se notaba que no estaba de humor para charlas y Emiliano, su jefe, lo miraba de cuando en cuando contrariado. Hasta que se animó a preguntar.
—¿Problemas en el paraíso?
Adrián tiró la pluma en el escritorio.
—Carelis y sus ideas raras.
—¿Qué pasó esta vez?
—No entiendo, es decir… Para ella no soy suficiente.
Emiliano esbozó una sonrisa y le comentó a su pupilo.
—Es una chica exigente, lo que te hace volverte especial.
Se tiró hacia atrás y mirando al techo comentó.
—Es que le doy todo y ella solo… Quiere una fantasía.
Emiliano preguntó curioso.
—¿Qué te dijo para que estés así?
—Quiere buscar a su alma gemela…
Eso no se lo esperaba y Emiliano comentó.
—¿Puedes culparla?
—Es que se supone que soy yo—dijo él.
—Pero ella tiene dudas…
—Exacto—se levantó—¿cómo podemos determinar si somos lo que la persona espera?
Eso era de altas ligas y le dijo:
—Espera yo no…
—¿Qué te hizo decidirte por tu esposa?
Sentía que le estaban disparando y sin poder cubrirse.
—No lo sé, es que todo resulto tan distinto… Eran otros tiempos.
—¿El amor tiene tiempo?
—Bueno…
—Es que deseo saber, ¿qué te lleva a pensar que esa persona es la indicada? Yo lo tengo claro: amo a Carelis, ella es todo cuanto he deseado y punto, es fácil.
Emiliano le dijo entonces.
—Para ti es fácil, para ella no…
—Solo es cuestión de amor, ¿verdad?
—Sí, y no, Adrián, no sé la respuesta, es más, creo que nadie la sabe… Hay cosas que se dan, son como ese impacto profundo que lo cambia todo y simplemente el corazón se aquieta junto a esa persona.
Él sentía así todo eso por Carelis y entonces se llevó una mano a la quijada y comentó.
—Yo siento así, entonces, si Carelis no lo siente, ¿no es real para mí?
Emiliano entonces le explicó.
—A veces solo ama una parte, la otra no lo hace, suele pasar… Por eso hay mujeres que se entregan todas y hombres…—se le hizo delicado el tema—no todos sienten lo mismo.
Adrián dijo confuso.
—¿Entonces cómo puedo hacer que Carelis entienda que la amo?
Su jefe dijo lo primero que se le vino a la cabeza:
—Un salto de fe, cuando hay estos casos se debe dejar que la persona de un salto de fe…
—¿A dónde?
Esa era la parte más dura:
—Hacia donde ella quiera, por eso es una salto de fe—le explicó—Si Carelis necesita eso para poder tener seguridad, dáselo.
Aquello no le gustó y dijo molesto.
—Si hago eso le estaré dando el poder a terceros siempre y eso no es correcto.
Emiliano intentó poner orden en el asunto.
—Hagas lo que hagas, deja esas cuestiones para los fines de semana.
Adrián hizo una mueca y él se apresuró a decir:
—Es que no sé qué decirte.
—De todas formas gracias por escucharme.
Sabía que no ayudaba mucho, pero qué podía aportar al tema, pues no fue un buen amante, ni nada parecido. Al verlo así solo deseaba poder darle todas las respuestas del mundo y no podía.
Carelis acomodaba unos documentos, su mejor amiga Rita se le acercó:
—¿Qué tal lo tomó, Adrián?
—Mal como siempre, es que no puedo creer que me haya enamorado de un sujeto que conocí en un supermercado.
—Cupido si es un estúpido… Aunque no veo nada de malo en querer saber—miró a su amiga y le preguntó—¿y si es él?
Eso no lo había considerado y comentó desconcertada.
—No lo he pensado…
—Podría ser que tu cita en la eternidad haya sido en un supermercado…
¿Hasta en eso era una ilusa? No, eso era un error, ella debía de tener algo especial, algo único y Adrián no lo era.
“Porque no puede ser tan fácil… Me niego a creer que lo fuera”.
Carelis miraba por la ventana del jardín de la casa de su tío, las flores que un día plantó estaban floreciendo, veía de cuando en cuando un ave amarilla revolotear y algunas abejas. Podía hasta escuchar el zumbido de ellas en esos momentos; también había sembrado una planta de Abejón y sabía que cuando floreciera los abejones negros serían clientes de ellos, entonces se escucharía más vida en su pequeño jardín y eso era bueno.Su tío era pintor y había dejado un cuadro a medio terminar, era de un mar o algo parecido. El pitido de la cantina de agua se escuchó en esos momentos y ella fue a retirarla del fuego, le venía bien un té a esa hora, algo para los nervios, pues estaba ansiosa porque llegará el día en que pudiera hacerse su primera regresión.Pensó en épocas: francesa, clásica, renacentista, hundimiento del Titanic. La mente volaba en ideas locas… Tomó su móvil y vio que no había pasado muchas horas desde la cita. Revisó los innumerables casos de personas que aducían haber enco
Los días de invierno eran los más calurosos en la ciudad. El sol demostraba su vigor a tempranas horas del día, algunos rayos se filtraban por las cortinas de su habitación y llegaban hasta su rostro.Carelis yacía en la cama, su vista estaba fija en un punto equis del techo, no había dormido en toda la noche porque las imágenes de lo vivido la acuciaban atormentando su mente. Había tomado la decisión de no ir a trabajar por unos días porque Adrián la necesitaba junto a él y no le iba a fallar, no podía fallarle en esos momentos.Carelis ignoraba el tiempo que Adrián permanecería internado. Una parte de ella deseaba que fuese poco, odiaba los hospitales y clínicas; le traían malos recuerdos. Su madre había muerto en uno de ellos, fue una convalecencia larga y penosa, como una persona sensible, hubo noches en que pudo sentir la muerte rondando, su presencia era la de un frío extremo que hiere voluntades. Nunca pensó vivirlo de nuevo, pero no es lo que uno desee, es lo que está escrito
La nostalgia la había invadido, una enfermera se acercó a ella, era hora de visita y ella podía verlo un instante. El frío pasillo le dio la bienvenida nuevamente y pudo verlo. —Sigue estable…—dijo la mujer. —Parece frágil… —Pero es un hombre fuerte… Es su novio, ¿Verdad? —Sí, mi novio, mi amigo…—la miró. —Tenga fe, estás situaciones son muy difíciles y solo la fe puede ayudar. Fe era una palabra que molestaba a Carelis que le dijo a la enfermera: —Usted no entiende...—dijo con dolor Carelis—Ya he visto irse de mi vida a muchas personas, primero a mi padre, al que nunca más volví a ver, luego mi madre, murió de una penosa enfermedad… Amigos y amigas, días y noches especiales, horas difíciles, todo se va, pero en mí van dejando una huella dolorosa. La enfermera comprendía muy bien y con su filosofía vivencial le dijo a la joven: —Yo sé de la vida niña, somos frágiles, es nuestro destino, he visto muchos nacimientos, son lindos, es la vida en su máxima expresión, pero tambi
Su mente y corazón comenzaron a recordar esas primeras charlas en donde se iban sentando las bases para una relación. «En primer lugar, tengo que dejar claro que Adrián nunca quiso ser mi amigo. Lo noté en su forma de mirarme, era una manera muy calante, como si desease desentrañar lo más oculto de mí, su voz era tenue e intimista, como si solo quisiese que yo lo escuchase, típica actitud de un enamorado intimista. La segunda vez que volví a ver a Adrián, fue una semana después, exactamente un sábado, en la mañana. Había comprado unas plantas para la jardinera que estaba desprovista de ellas y me encontraba plantándolas en ese momento, cuando escuché su voz. —¡Hola, Carelis! Respondí con mucho entusiasmo. —Hola, Adrián. Observó mi trabajo concienzudamente como si lo estuviese evaluando y luego, me dijo en son de broma: —Es noble el oficio de jardinero. —Lo sé, pero no soy jardinera, apenas si llego a ser una aficionada y ruego a Dios que la idea que tengo en mente me quede
Carelis se acomodó en la silla junto a él, intento serenarse, pero era difícil escuchar su silencio. Extrajo de la mochila los libros y revistas que había llevado y ante el silencio que imperaba tuvo que decir: —Bien, han sido días bastantes duros… Creo que podré ayudarte, confío en que puedo hacerlo, te lo debo—sonrió. Revisó los tres libros, uno decía “Tú no naciste por casualidad”, lo sintió interesante y el otro “Versos románticos de un hombre para una mujer”, demasiado cursi y el último no decía nada. No se veía recitando poemas o desentrañando misterios existenciales, así que eligió el de cuero y le comentó a su silencio. —Creo que leías este libro antes de que sucediera todo esto, espero poder continuar con la lectura y no dormirme con las primeras líneas… Ya sabes lo poco dada que soy para la lectura, no entiendo cómo me soportabas tantas tonterías—sonrió a lo tonto y abrió la primera página que resultó estar en blanco y al dar la vuelta a la hoja encontró con letra manuscr
Carelis estaba conmovida con todo lo leído y le dijo emocionada:—Me doy cuenta de que esta relación significó mucho para ti desde el principio. A veces pensaba que eras un tontuelo enamorado, un idealista del amor—hizo una pausa larga para una reflexión y luego le comentó—Me he dado cuenta de que nunca te conocí en nada, me eras simplemente familiar y muchas veces conversamos en parques, ¿Es que nunca te escuché?«No, no lo hice… Solamente reflexionaba en mi príncipe azul perdido en este inmenso mundo, pero no en ti, discúlpame. Me amabas desde hace tiempo y yo no noté o no deseé notarlo», Se daba cuenta de que ahora era esa letra la que hablaba por él y que tenía entre sus manos la vida de Adrián. Una parte de ella deseó saber más y esa ansia la llevó a voltear la página y encontró el escrito correspondiente al día siguiente. [Ninguna decisión alteró tanto mi vida, apenas pude dormir y en el trabajo estuve torpe: Emiliano fue muy tolerante conmigo, yo diría que se divertía
Una extraña exaltación recorrió su cuerpo, nunca dejó que la pasión la dominara al punto de llegar a transgredir la línea, porque había una línea que si se cruzaba quedaría comprometida para siempre, Adrián respetó como hombre ese límite. Como mujer a veces sentía la necesidad de cierto tipo de afecto y es allí donde surgían esos momentos que ella disfrutaba mucho, aunque pasado el instante evitaba profundizar en lo vivido. ¿Por qué? Porque eran tantas emociones que sentía que no podía manejarlas si las hablaba, hay cosas que nacen para ser sentidas y no habladas. Adrián era feliz, sus ojos brillaban, sabía que él deseaba hablar y expresar con toda las frases posibles lo que sentía. Pero aprendió con ella que una sola palabra podía encerrar todo ese afecto y la pasión recibida y era una simple “GRACIAS”, y entonces ella se acomodaba la blusa y luego se levantaba como si no hubiera escuchado nada y fríamente le decía “Llévame a casa” y así concluía todo. Tenía los ojos cerrados
Jonás tenía el diario del día y se lo leía al joven en ese momento: —Hola… Entró Carelis pálida y Jonás debió notarlo porque intentó aliviar las cosas con una plática casual. —Hola, acaban de asearlo y yo le estaba leyendo las noticias principales—hizo una pausa y le preguntó— ¿Viste la desgracia que sucedió en el cuarto de al lado? —Sí...—dijo nerviosa, entonces reparó en las páginas que su tío tenía y le reclamó—¿Le estabas leyendo la crónica roja? —Es lo mejor que tiene el diario. —Tío queremos motivarlo, no deprimirlo. —También le leí las sociales y el deporte. Carelis se pasó una mano por el rostro y le dijo: —Lo siento, tío—se serenó—Me impresionó lo que vi. —Lo sé…—reparó en las flores y comentó animado—Lindas flores. —Traje rosas amarillas para él, es lo más masculino que vi, quería alegrar la habitación, a veces la siento muy fría. —Pero cómoda, al padrino banquero debe estarle costando una fortuna. Buscó acomodar las flores en un jarrón y para darle un toque