Carelis miraba por la ventana del jardín de la casa de su tío, las flores que un día plantó estaban floreciendo, veía de cuando en cuando un ave amarilla revolotear y algunas abejas. Podía hasta escuchar el zumbido de ellas en esos momentos; también había sembrado una planta de Abejón y sabía que cuando floreciera los abejones negros serían clientes de ellos, entonces se escucharía más vida en su pequeño jardín y eso era bueno.
Su tío era pintor y había dejado un cuadro a medio terminar, era de un mar o algo parecido. El pitido de la cantina de agua se escuchó en esos momentos y ella fue a retirarla del fuego, le venía bien un té a esa hora, algo para los nervios, pues estaba ansiosa porque llegará el día en que pudiera hacerse su primera regresión.
Pensó en épocas: francesa, clásica, renacentista, hundimiento del Titanic. La mente volaba en ideas locas… Tomó su móvil y vio que no había pasado muchas horas desde la cita. Revisó los innumerables casos de personas que aducían haber encontrado al amor verdadero, su alma gemela o bashert que significaba destino en yiddish, eso tenía relación con un matrimonio ideal. Anotó el término como referencia y leyó un pensamiento de la página del doctor Sellares:
“En un mundo con 8.000 millones de personas, ¿esperas encontrar a tu alma gemela cercana a tu casa?”
Buen punto, pero sabía que podía ser cierto, su corazón se aferraba a eso, tal vez por un pacto hecho en la eternidad; aunque esa vocecilla interna le susurraba: “¿entonces por qué no te busca a ti?” y ella le respondía entonces: “Y si lo está haciendo… Puede que al final de todo nos encontremos buscando la pista del otro”. Bravo, Carelis, eres, astuta…
La persona perfecta
La gente tenía la idea de que la vida consistía en ir de persona en persona buscando ese alguien especial. Eso volvía el asunto promiscuo, para personas como Carelis el amor verdadero consistía en ver a los ojos a una persona y que el corazón te confirme si es la indicada. Muy romántico todo, pero era lo que la sostenía en ese tiempo. Tomó un pincel y comenzó a dibujar en un lienzo, al principio eran garabatos, usaba los tonos al azahar, colores e iba mezclando todo y formando algo y cuando miró el dibujo se quedó impresionada: era un manchón con forma humana tirado en lo que parecía un charco de sangre y alguien a su lado.
Su tío Jonás llegó con pintura y se detuvo a mirar el dibujo de su sobrina y dijo:
—Parravicini.
—¿Qué es eso tío?
—Es un sujeto que plasmaba el futuro en dibujos premonitorios, era argentino con un don de dibujar eventos futuros…—miró el dibujo con atención, mucho negro mezclado con rojo sangre, se veía el dolor en la escena del bulto acostado y la persona doliente—se siente el dolor.
—No sé por qué hice eso.
—Porque tu alma habla, no es malo, solo que lúgubre.
Carelis sonrió y le dijo a su tío:
—Tengo un alma lúgubre.
Tomó el color blanco y miró el dibujo, su tío la detuvo:
—Déjame tomarle una foto, uno nunca sabe…—le tomó varias fotos en distintos ángulos.
Entonces su sobrina le preguntó:
—¿Crees en las almas gemelas?
Su tío la miró y le dijo:
—A veces… Aunque la realidad me lleva a creer que no existe una persona perfecta para uno, si fuese así… ¿Por qué sería tan complicado?
Entonces le refirió una historia.
“Un amigo me contó que él buscaba a su alma perfecta en bares y lugares culturales y encontró a una mujer que era todo lo que él soñó… Fue una noche que él cataloga como suprema, era como encontrar a una vieja amiga del alma y todo, al amanecer se despidieron, no sin antes darse los teléfonos y cuando la llamó por la tarde… Nada”.
—¿Nada?
—Nunca respondió, volvió al lugar y nunca más la vio y desde ese día sigue yendo allí para encontrarse con su alma gemela, pero nunca más la volvió a ver.
Eso le hizo a pensar a Carelis que únicamente se mostró; sin embargo, no era el tiempo de estar juntos, solía pasar, esperaba de todos modos que no a ella.
No creo en aplicaciones de citas
Rita, su amiga, le había enviado un enlace en donde podía incluir su perfil para conseguir citas por internet.
Ella vio eso como una tontería porque no reflexionaba que la tecnología tuviera que ver con las cosas espirituales. Eso no lo concebía y se lo dijo a su amiga.
—Una computadora solo selecciona preferencias, no almas.
—Solo te digo, por si te interesa… Yo deseo probar.
—Bien, pero recuerda que hablamos de alguien perfecto para ti y no lo veo buscando en sitio de internet a su alma gemela.
—Ahora todo es moderno.
—El amor es clásico.
Fin de la conversación, no era lo que ella creía y debía seguir buscando. Su tío le envió la foto del cuadro y una interpretación que había hecho una colega.
[Tú vivirás un terrible momento, viendo sufrir a un ser amado, aquello te llevará en un viaje para que consigas la respuesta ansiada].
Soltó el teléfono y miró al frente, no, podía pensar en ver sufrir a nadie, no de nuevo… No como su madre sufrió y eso lo rechazó profundamente.
La primera cita con el doctor
Todo se detonó, ese día tenía su primera cita y por ende su primera regresión, estaba a mil por hora, sentía que sus nervios estaban a flor de piel y que su corazón latía tan fuerte, ¿qué le esperaba? Solo Dios sabía, tampoco le había dicho nada a su novio por no causar un estruendo antes de tiempo.
La consulta era muy elegante y la asistente le dio la bienvenida con una forma.
—¿Para qué es esto?
—Con esto se sondea al paciente y le damos una idea al doctor de dónde iniciar la búsqueda.
Comenzó a rellenar la forma y le preguntaban cosas simples como colores preferidos, preferencias en comida, sueños recurrentes… No, no tenía sueños recurrentes o tal vez… Siempre soñaba que iba a casarse, se veía vestida de novia y sorprendida de no conocer al novio, cuando llegaba al altar el novio estaba de espalda y ella despertaba. ¿Cuántas veces soñó con eso? Docenas, no era una patología, esperaba que no. Colocó en media hora la información requerida. Había una mujer mayor de unos 60 años esperando y ella le preguntó.
—¿Viene por lo de las almas gemelas?
—Sí, no pierdo la esperanza, después de tres matrimonios fracasados, tiene que haber alguien para mí.
Eso era impactante y preguntó:
—¿Desde cuándo la busca?
—Desde siempre y siempre creo que ya la encontré y de repente no ha sido él.
Eran solo espejismos, tres espejismos que se había mandado, ella no quería caer en eso.
—Tú eres joven, de seguro si empiezas rápido la encontrarás.
—A veces creo que es la pareja que tengo…
—Pues cerciórate muy bien.
Cuando entró y conoció a Sellares, lo vio tomando un vaso de agua y no era tan impactante como pensaba.
—Doctor, vine por lo del anuncio…
—Lo sé…—sonrió—¿quieres encontrar a tu alma gemela?
—Es lo que más quiero en la vida.
—Entonces tendrás que tener paciencia, porque esta primera entrevista que tendremos es para ver tus expectativas y además ver si no has tenido señales activas.
“Señales activas”, era lo que se decía indicativos de que tu alma gemela está cerca o has hecho contacto con él en algún momento.
—Además, si hay interferencias…
“Interferencias”, tómese este término como problemas emocionales, barreras mentales, además de cualquier cosa que produzca bloqueos emocionales.
Su viaje por encontrar el amor verdadero había iniciado…
Sollozó amargamente por el destino triste que le deparaba a alguien tan bueno como Adrián y porque ella no había podido evitarlo, es más, su mente seguía en blanco con ese tema, solo esperaba que pronto pudiera verlo despierto y pedirle perdón… Era lo único que tenía para él, solo suplicarle perdón por haber sido un terrible dolor de parto para él.
Nostalgia
Ya no había pelusitas mágicas flotando en el aire y sus manos ya no batallaban por alcanzar a las pequeñas hadas de los deseos. Tampoco había ni una señal que le dijera que cosas buenas iban a sucederle y eso le dio mucho dolor…
Ese viaje por el pasado la lleno de mucha nostalgia y mirando hacia el frente solamente podía ver un panorama oscuro y desolador frente a ella. Adrián ya no le podría obsequiar una rosa de cuando en cuando, tampoco escucharía su voz insistiéndole que era él su amor verdadero. Ahora estaba en una cama de una clínica luchando por su vida y ella debía volver sobre sus pasos para recordar cómo llegaron a ese instante tan desolador…
Los días de invierno eran los más calurosos en la ciudad. El sol demostraba su vigor a tempranas horas del día, algunos rayos se filtraban por las cortinas de su habitación y llegaban hasta su rostro.Carelis yacía en la cama, su vista estaba fija en un punto equis del techo, no había dormido en toda la noche porque las imágenes de lo vivido la acuciaban atormentando su mente. Había tomado la decisión de no ir a trabajar por unos días porque Adrián la necesitaba junto a él y no le iba a fallar, no podía fallarle en esos momentos.Carelis ignoraba el tiempo que Adrián permanecería internado. Una parte de ella deseaba que fuese poco, odiaba los hospitales y clínicas; le traían malos recuerdos. Su madre había muerto en uno de ellos, fue una convalecencia larga y penosa, como una persona sensible, hubo noches en que pudo sentir la muerte rondando, su presencia era la de un frío extremo que hiere voluntades. Nunca pensó vivirlo de nuevo, pero no es lo que uno desee, es lo que está escrito
La nostalgia la había invadido, una enfermera se acercó a ella, era hora de visita y ella podía verlo un instante. El frío pasillo le dio la bienvenida nuevamente y pudo verlo. —Sigue estable…—dijo la mujer. —Parece frágil… —Pero es un hombre fuerte… Es su novio, ¿Verdad? —Sí, mi novio, mi amigo…—la miró. —Tenga fe, estás situaciones son muy difíciles y solo la fe puede ayudar. Fe era una palabra que molestaba a Carelis que le dijo a la enfermera: —Usted no entiende...—dijo con dolor Carelis—Ya he visto irse de mi vida a muchas personas, primero a mi padre, al que nunca más volví a ver, luego mi madre, murió de una penosa enfermedad… Amigos y amigas, días y noches especiales, horas difíciles, todo se va, pero en mí van dejando una huella dolorosa. La enfermera comprendía muy bien y con su filosofía vivencial le dijo a la joven: —Yo sé de la vida niña, somos frágiles, es nuestro destino, he visto muchos nacimientos, son lindos, es la vida en su máxima expresión, pero tambi
Su mente y corazón comenzaron a recordar esas primeras charlas en donde se iban sentando las bases para una relación. «En primer lugar, tengo que dejar claro que Adrián nunca quiso ser mi amigo. Lo noté en su forma de mirarme, era una manera muy calante, como si desease desentrañar lo más oculto de mí, su voz era tenue e intimista, como si solo quisiese que yo lo escuchase, típica actitud de un enamorado intimista. La segunda vez que volví a ver a Adrián, fue una semana después, exactamente un sábado, en la mañana. Había comprado unas plantas para la jardinera que estaba desprovista de ellas y me encontraba plantándolas en ese momento, cuando escuché su voz. —¡Hola, Carelis! Respondí con mucho entusiasmo. —Hola, Adrián. Observó mi trabajo concienzudamente como si lo estuviese evaluando y luego, me dijo en son de broma: —Es noble el oficio de jardinero. —Lo sé, pero no soy jardinera, apenas si llego a ser una aficionada y ruego a Dios que la idea que tengo en mente me quede
Carelis se acomodó en la silla junto a él, intento serenarse, pero era difícil escuchar su silencio. Extrajo de la mochila los libros y revistas que había llevado y ante el silencio que imperaba tuvo que decir: —Bien, han sido días bastantes duros… Creo que podré ayudarte, confío en que puedo hacerlo, te lo debo—sonrió. Revisó los tres libros, uno decía “Tú no naciste por casualidad”, lo sintió interesante y el otro “Versos románticos de un hombre para una mujer”, demasiado cursi y el último no decía nada. No se veía recitando poemas o desentrañando misterios existenciales, así que eligió el de cuero y le comentó a su silencio. —Creo que leías este libro antes de que sucediera todo esto, espero poder continuar con la lectura y no dormirme con las primeras líneas… Ya sabes lo poco dada que soy para la lectura, no entiendo cómo me soportabas tantas tonterías—sonrió a lo tonto y abrió la primera página que resultó estar en blanco y al dar la vuelta a la hoja encontró con letra manuscr
Carelis estaba conmovida con todo lo leído y le dijo emocionada:—Me doy cuenta de que esta relación significó mucho para ti desde el principio. A veces pensaba que eras un tontuelo enamorado, un idealista del amor—hizo una pausa larga para una reflexión y luego le comentó—Me he dado cuenta de que nunca te conocí en nada, me eras simplemente familiar y muchas veces conversamos en parques, ¿Es que nunca te escuché?«No, no lo hice… Solamente reflexionaba en mi príncipe azul perdido en este inmenso mundo, pero no en ti, discúlpame. Me amabas desde hace tiempo y yo no noté o no deseé notarlo», Se daba cuenta de que ahora era esa letra la que hablaba por él y que tenía entre sus manos la vida de Adrián. Una parte de ella deseó saber más y esa ansia la llevó a voltear la página y encontró el escrito correspondiente al día siguiente. [Ninguna decisión alteró tanto mi vida, apenas pude dormir y en el trabajo estuve torpe: Emiliano fue muy tolerante conmigo, yo diría que se divertía
Una extraña exaltación recorrió su cuerpo, nunca dejó que la pasión la dominara al punto de llegar a transgredir la línea, porque había una línea que si se cruzaba quedaría comprometida para siempre, Adrián respetó como hombre ese límite. Como mujer a veces sentía la necesidad de cierto tipo de afecto y es allí donde surgían esos momentos que ella disfrutaba mucho, aunque pasado el instante evitaba profundizar en lo vivido. ¿Por qué? Porque eran tantas emociones que sentía que no podía manejarlas si las hablaba, hay cosas que nacen para ser sentidas y no habladas. Adrián era feliz, sus ojos brillaban, sabía que él deseaba hablar y expresar con toda las frases posibles lo que sentía. Pero aprendió con ella que una sola palabra podía encerrar todo ese afecto y la pasión recibida y era una simple “GRACIAS”, y entonces ella se acomodaba la blusa y luego se levantaba como si no hubiera escuchado nada y fríamente le decía “Llévame a casa” y así concluía todo. Tenía los ojos cerrados
Jonás tenía el diario del día y se lo leía al joven en ese momento: —Hola… Entró Carelis pálida y Jonás debió notarlo porque intentó aliviar las cosas con una plática casual. —Hola, acaban de asearlo y yo le estaba leyendo las noticias principales—hizo una pausa y le preguntó— ¿Viste la desgracia que sucedió en el cuarto de al lado? —Sí...—dijo nerviosa, entonces reparó en las páginas que su tío tenía y le reclamó—¿Le estabas leyendo la crónica roja? —Es lo mejor que tiene el diario. —Tío queremos motivarlo, no deprimirlo. —También le leí las sociales y el deporte. Carelis se pasó una mano por el rostro y le dijo: —Lo siento, tío—se serenó—Me impresionó lo que vi. —Lo sé…—reparó en las flores y comentó animado—Lindas flores. —Traje rosas amarillas para él, es lo más masculino que vi, quería alegrar la habitación, a veces la siento muy fría. —Pero cómoda, al padrino banquero debe estarle costando una fortuna. Buscó acomodar las flores en un jarrón y para darle un toque
Carelis se apartó de la puerta impresionada ¡El señor Emiliano Montreal era el padre de Adrián! ¿Cómo Adrián pudo callarse todo aquello? Tenía la boca abierta con miles de palabras congeladas en ella. ¿Qué podía aportar a todo eso? ¿Acaso daba don Emiliano por sentado que ella lo sabía todo? Su tío Jonás se acercó con dos cafés humeantes en las manos y le dijo con ánimo alegre: —Carelis, el señor Montreal, está de visita, ¿lo viste? Ella solo pudo comentar. —Sí, lo sé—estaba pálida. —No te ves muy bien…—se extrañó. —Estoy bien, vine apurada y se me bajó la presión—mintió. —Tranquila, toma mi café que yo le daré este al señor Montreal, a él le gusta capuchino. De repente a Carelis le embargó un sentimiento de engaño, se sentía engañada, estaba descubriendo que Adrián guardaba muchos secretos y que esa imagen diáfana de hombre transparente era exclusivamente eso pura fachada. Comenzaba a darse cuenta de que no conocía de nada a Adrián, primero descubre que su novio escr