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Cap. 5 Más cerca de Adrián

La nostalgia la había invadido, una enfermera se acercó a ella, era hora de visita y ella podía verlo un instante. El frío pasillo le dio la bienvenida nuevamente y pudo verlo.

—Sigue estable…—dijo la mujer.

—Parece frágil…

—Pero es un hombre fuerte… Es su novio, ¿Verdad?

—Sí, mi novio, mi amigo…—la miró.

—Tenga fe, estás situaciones son muy difíciles y solo la fe puede ayudar.

Fe era una palabra que molestaba a Carelis que le dijo a la enfermera:

—Usted no entiende...—dijo con dolor Carelis—Ya he visto irse de mi vida a muchas personas, primero a mi padre, al que nunca más volví a ver, luego mi madre, murió de una penosa enfermedad… Amigos y amigas, días y noches especiales, horas difíciles, todo se va, pero en mí van dejando una huella dolorosa.

    La enfermera comprendía muy bien y con su filosofía vivencial le dijo a la joven:

—Yo sé de la vida niña, somos frágiles, es nuestro destino, he visto muchos nacimientos, son lindos, es la vida en su máxima expresión, pero también he visto morir a muchos otros.

 "No hay forma de explicar esas dos balanzas poderosas, llenas de emociones, no entiendo esos polos tan opuestos, no entiendo por qué la gente muere o nace, únicamente sé que Dios lo decide de esa forma y está bien, siempre lo que Dios decide está bien, aunque no lo comprendamos".

     La desgracia le estaba mostrando un camino diferente donde la soledad parecía la única compañía.

Esa mañana Carelis guardaba su uniforme azul en el armario, había pedido licencia por 15 días, aunque ignoraba si en ese tiempo Adrián mejoraría, decidió estar junto a él en esa espera.

Si reflexionaba un poco, la vida de Adrián era igual de triste que la de ella. Nació en la ciudad de Guayaquil; sin embargo, su madre se mudó a la capital y allí vivieron por muchos años, al cumplir la mayoría de edad decidió buscar respuestas sobre la identidad de su padre.  Esto molestó a su madre que lo echó de casa y Adrián se aventuró en Guayaquil a encontrar a un padre desconocido, el cual todavía era un misterio en su vida.

 Debió ser duro para alguien como Adrián, el rechazo de su madre y luego no cumplir su sueño de hallar la respuesta al misterio de su padre; pero, Adrián no era el clásico amargado, siempre tenía una tenue sonrisa en sus labios como si la vida le diera una alegría constante.

Mientras miraba por la ventanilla del bus pensaba:

 Dicen que los seres humanos somos seres de costumbres y estoy por creerlo, ya han pasado 4 días de todo esto y ya me estoy acoplando a este ritmo. La policía no encuentra al culpable del incidente de Adrián y hasta eso supongo que desmerece importancia, total el tiempo no retrocederá por hallarlo y cambiará todo lo pasado. Confío que mis cuidados y los de mi tío van a rendir frutos”.

Cuando ingresó en la clínica tenía la esperanza de encontrar noticias alentadoras del estado de Adrián; no obstante, al llegar, encontró a su tío en la sala de espera leyendo el diario del día.

—Hola, tío—le dio un beso y le preguntó—¿Cómo va todo?

—Te diré algo…—doblaba el diario mientras decía—Estoy por suponer que la palabra igual es una buena señal.

   Ella suspiró, se sentó junto a él y le dijo:

—Pedí una licencia por quince días en el trabajo…

—Es lo más correcto.

Carelis fue sincera entonces con su tío.

—¿Sabes? Considero que en esos días nada bueno va a suceder.

Su tío no deseaba que su sobrina tuviera una visión derrotista sobre la vida, había cosas que rescatar sobre la misma y le dijo entusiasmado.

—Yo te voy a demostrar que sí pueden suceder cosas buenas…—vio su incertidumbre y le explicó—El señor Montreal estuvo aquí.

  La joven se extrañó con la referencia dicha por su tío y preguntó:

—¿El jefe de Adrián estuvo aquí?

—Sí, ese hombre canceló todos los gastos de la operación de Adrián y se ofreció a pagar los venideros.

—¡Es increíble!—exclamó admirada.

—Es impresionante…—evocó al sujeto muy distinguido y serio, demasiado serio para su gusto—Estaba muy conmovido por todo lo que pasó con Adrián y dejó claro que apreciaba mucho a Adrián, se tomó la molestia de hablar con el doctor Reyes y exigió la mejor atención posible.

   Carelis se levantó y dijo de pronto:

—Necesito ver a Adrián.

    En efecto, fue a visitarlo detrás del gran vidrio que los separaba. No podía negar el alivio que sentía porque la parte económica se haya solucionado, pero su corazón aún se conmovía de ver que en medio de esos aparatos extraños yacía un hombre al que apreciaba mucho y por el que sentía una ternura inexplicable. De vuelta en la sala tomó asiento junto a su tío y le preguntó:

—¿Crees que Adrián sueñe con algo en especial?

—No pienso que sueñe con algo, en especial…—fue sincero—Adrián está detenido en el punto cero en medio de la nada—entonces le preguntó—¿Aún no recuerdas nada?

—No…

En ese momento el doctor Reyes se les acercó. El galeno tenía un andar lento en su caminar, como si se tomara su tiempo en todo, y en ese momento sostenía una ficha entre sus manos.

—Buenos días, tengo noticias para ustedes…—vio la inquietud en ambos y se apresuró a explicarles—tranquilos, el estado de Adrián es el mismo; sin embargo, el riesgo ha pasado, hemos tomado la decisión de trasladarlo a una sala especial, donde tenga más contacto con ustedes.

    “En esta parte del tratamiento voy a necesitar de la colaboración de ustedes. Necesito que me ayuden a estimular a Adrián por medio de la lectura, a través de una charla amena; aunque al principio todo esto les resulte incómodo de realizarlo, le va a ayudar mucho en su recuperación. Hemos visto casos de personas que han llegado a despertar de su sueño profundo usando esa técnica”.

—Haré todo lo que sea necesario—dijo Carelis.

—Lo sé jovencita—antes de irse le dijo—No pierdan la fe.

    Era hora de hacer algo importante por Adrián, buscó en su agenda el número de la madre de su novio, necesitaba localizarla, la llamó desde una cabina… Una timbrada, dos, tres y así hasta perderse el tono, volvió a marcar y sucedió lo mismo, así tres veces más. Sabía que Adrián necesitaba a su madre y ella tenía el deber de traérsela, ¿Cuántas veces vio a su novio escribirle cartas y mandarle dinero a su madre? Muchas y ¿Cuántas veces vio regresar la carta sin abrir y el dinero? Otras muchas veces y con ellas el desaliento del joven, aunque después todo cambió, las cartas ya no eran devueltas; pero, tampoco hubo respuestas a ellas… Intentó comunicarse de nuevo en diferentes horas y por días y todo seguía igual, no había nadie o tal vez nadie quería contestar.  El fin de semana estaba a la puerta y con ello una oportunidad de estar junto a su novio.

    Debió sentir que el tedio se apoderaba de su vida, pues sus ojos encontraban en el suave vaivén de la lavadora, una forma de deleite. Observar la mezcla de colores, girando, suéteres, blusas, pantalones e interiores, todo mezclándose armoniosamente, Carelis se sentía aletargada, en un suspenso constante, entonces el timbre del teléfono la despertó, era su tío, lo escuchó emocionado.

—¿Tío qué sucede?

—Acaban de trasladar a Adrián a la sala especial, justo en este instante lo están acomodando y pronto podré estar junto a él.

—¡Es, es increíble!

—Sí, y te diré que la sala es de lujo, tiene teléfono, sofá, cama adicional y baño y me olvidaba de la televisión…

   Toda esa referencia la abrumó y solo pudo decir:

—No sé qué decir, tío.

—Por lo pronto serénate y trae lo necesario para asear a Adrián.

—Sí, iré a su departamento y traeré lo necesario.

Su estado era de alteración total, podía sentir su corazón retumbar dentro de su pecho y pronto estaría cerca de Adrián para tocarlo y hacer todo lo necesario para su mejoría. Pensó en llevarle libros, Adrián solía leer mucho, pero ella era de las que apenas si lo hacía, porque si sabía que un libro podía convertirse en película esperaba el estreno. En cambio, Adrián era lo opuesto, siempre culto, al día en el teatro, cine, música de aquella que no tenía cantante más que instrumentos; él le decía clásica, ella aburrida. Sacó una pequeña mochila y metió en ella tres revistas de moda y farándula de su pertenencia y luego con la copia de las llaves que un día le diera su novio al cumplir los dos años de relación se dirigió al departamento. Todo aquello evocaba recuerdos, ¿Cómo fue naciendo la amistad entre ellos?

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