Ajustó el cuello de su camisa de vestir negra y luego se puso sus gemelos de oro puro mientras su mente aún estaba en el tema de Vito, su búsqueda había sido infructuosa, había tratado de descansar un poco después de ir a las calles y ya llegaba tarde a la fiesta de Anfisa. “¿Ella ya está lista?” Preguntó con voz dura, ajustándose las mangas antes de ponerse la chaqueta. Henry, que había terminado de dar las últimas órdenes a los sirvientes, asintió en respuesta. “Casi, señor”, respondió. “Solo necesita algunos retoques finales”. Lucía imponente con su camisa negra perfectamente ajustada, delineando los músculos de su torso con precisión. Los gemelos de oro puro en sus muñecas captaban la luz, agregando un toque de sofisticación que no opacaba la energía masculina que irradiaba. La chaqueta negra entallada resaltaba sus hombros anchos y el contraste entre su piel bronceada y la tela oscura era casi hipnótico. Sus manos grandes y fuertes manipulaban las mangas con destreza, most
Thomas tomó una copa de cristal de una de las bandejas que pasaban, la sostuvo elegantemente mientras levantaba una mano para llamar la atención. Con un ligero movimiento, golpeó suavemente el borde de la copa con una cuchara, el sonido claro resonó por toda la habitación y provocó que las conversaciones se detuvieran gradualmente. Todas las miradas se volvieron hacia él, esperando lo que iba a decir. Con su porte imponente y expresión estoica, Thomas esperó unos segundos, dejando que el silencio se instalara por completo en la habitación antes de hablar. Anfisa se tensó ligeramente cuando todos guardaron silencio y se giraron para mirarlos. "Gracias a todos por vuestra presencia y por aceptar mi invitación." su voz era firme y autoritaria, y llegó a todos los rincones de la sala. "Como saben, tengo un anuncio que hacer." continuó, mientras sus ojos escrutaban los rostros que tenía delante. "Pero antes de eso, me gustaría presentar a alguien muy especial para mí. " Anfisa se mo
Anfisa cerró la puerta de su habitación con cuidado, como si temiera que cualquier sonido rompiera el frágil silencio que la envolvía. Apoyó la espalda contra la madera y dejó escapar un suspiro tembloroso, sintiendo cómo la tensión de la noche comenzaba a desmoronarse en su pecho. Sus manos se deslizaron por el delicado bordado del vestido que Thomas había elegido para ella, los dedos encontrando los diminutos botones en su espalda. Mientras los desabrochaba uno por uno, las palabras de él regresaban, como un eco persistente que la hacía estremecerse. “Me vuelves loco, Anfisa.”El vestido cayó al suelo en un susurro de tela. Anfisa lo dejó allí, sin molestarse en recogerlo, mientras avanzaba hacia el espejo de cuerpo entero frente a la cama. Se miró fijamente, con los brazos cruzados sobre el pecho, como si tratara de protegerse de algo invisible. «¿Por qué me dijo eso? ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Y por qué mi corazón…?»Se detuvo. Una mano subió lentamente a su cuello, rozando
Anfisa miró el asiento vacío de Thomas en el comedor, sus palabras todavía rondaban en su mente, ¿podría ser que él no quisiera verla hoy? Se preguntó mientras miraba a Henry. "¿Y Thomas?" Preguntó al ver que un hombre tan puntual no estaba desayunando. Henry continuó sirviendo la comida, con expresión impasible como siempre. "El señor Hammond desayunó temprano esta mañana, señorita", respondió, sin un rastro de irritación. "Tenía que atender algunos asuntos". Ella miró a Henry con expresión de decepción, cansancio y frustración. No sabía lo que sentía pero esperaba que no la estuviera evitando ya que no era la primera vez que lo hacía y estaba empezando a entender su comportamiento. Algo olía extraño. "¿Ah, sí? ¿Dónde fue?" preguntó, dándole un mordisco a lo que Henry le sirvió. Henry la miró brevemente antes de concentrarse en la tarea que tenía entre manos. Su expresión no delataba nada. "No lo sé", respondió un momento después, con una voz perfectamente neutral
Anfisa se sorbió la nariz roja, se limpió la nariz con un pañuelo que Henry le entregó, ahora estaba más tranquila pero todavía un poco triste. “¿Puedes dejar de mirarme así?” Preguntó ella tirando el pañuelo sucio al bote de basura que estaba a su lado, solo con ver la expresión en el rostro de Henry supo que él se estaba conteniendo para no decirle cosas, pero ella no estaba de humor. Henry se apoyó contra la pared y la miró con una mezcla de preocupación y frustración. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos fijos en su cuerpo exhausto. “Con el debido respeto, señorita, alguien tiene que hacerla entrar en razón.” Respondió con franqueza, con un tono un poco más severo de lo habitual. “Estás jugando con fuego y vas a terminar quemándote.” Sintió que el inicio de sus cejas se alzaba de nuevo y las palabras de Henry no la ayudaron mucho. Desde aquella incómoda conversación con Thomas no había vuelto a verlo y tampoco se había atrevido a buscarlo. Henry observó su re
Anfisa había aprovechado que Thomas se había integrado a un grupo de hombres y ella había ido por un poco de agua para tomar distancia de él, buscando con quien incluirse con ella pero los grupos parecían cerrados.Salió del salón principal con pasos ligeros, esquivando a los invitados que charlaban animadamente entre sí. Su vestido, largo y ajustado, rozaba el suelo con elegancia, pero ella no lo notaba. Su mente estaba atrapada en un remolino de pensamientos mientras se dirigía hacia el balcón más cercano. El aire fresco de la noche la envolvió cuando cruzó las puertas de cristal. Se apoyó en la barandilla, sus manos delicadas descansando sobre el frío metal, mientras su mirada se perdía en las luces de la ciudad. Respiró profundamente, intentando calmar el nudo de ansiedad que llevaba en el pecho desde que había llegado a la fiesta. «¿Por qué está tan distante?» pensó, su ceño frunciéndose levemente. Desde aquella noche, Thomas apenas le dirigía la palabra. Sus interacciones se
Anfisa lo escuchó salir del auto de un portazo, luego del beso, ambos habían subido al auto para irse del lugar y no habían dicho nada más, ni siquiera habían tocado el tema de la discusión y mucho menos del beso, el silencio había sido incómodo ya que él había manejado como un loco y ella solo podía pensar en rezar para que no hubiera un accidente. Cuando llegaron y él salió del auto a toda prisa, ella solo lo vio alejarse mientras Henry salía de la mansión y Thomas le entregaba las llaves. Henry inmediatamente la miró como si quisiera saber qué había hecho ahora. Ella solo salió con los tacones en la mano mientras sostenía la falda larga del vestido. Henry la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación. “Señorita Anfisa, ¿está todo bien?”, preguntó con voz amable pero con una mirada penetrante al notar su aspecto desaliñado y la ausencia de Thomas. “Yo… yo realmente no lo sé…” respondió ella mientras se paraba frente a él y pensaba que decirle, ni siquiera sabía que estaba pa
Ella gimió débilmente mientras se aferraba a sus grandes brazos y pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, fue un balanceo lento pero profundo.Thomas se movió lentamente, cada embestida medida y deliberada, sus manos agarrando sus caderas con fuerza. Podía sentir sus paredes apretándose a su alrededor, su cuerpo respondiendo a su toque incluso mientras las lágrimas se filtraban por las comisuras de sus ojos. Se inclinó, presionando su frente contra la de ella, su aliento caliente contra su rostro. Se sentía tan extasiado, como si estuviera drogado, que apenas pudo resistirse.Se sentía tan jodidamente bien pero mal al mismo tiempo, estar encima de ella, sentirla aferrarse a él fuertemente era el paraíso, pero sentía que la estaba violando, quería parar pero no podía.Ella ahogó sus gemidos mientras se aferraba más fuerte a él, su peso aplastándola contra la enorme cama y las sábanas enredándose con ellas con cada movimiento, sollozaba en medio de tantas emociones y sensaciones abrumad