Las vacaciones de navidad han llegado y la relación de Becca y Sam parece ir viento en popa: nada ni nadie puede destruir su felicidad a pesar de sus múltiples diferencias a la hora de ver la vida. Sin embargo, como se suele decir, la felicidad es efímera. A vísperas del juicio contra Becca, Sam sigue siendo un enigma para ella y la amenaza de que sus mentiras fragmenten su relación, continua habiendo un abismo entre ellos, sobre todo cuando se trata de amor y nuevas amenazas. Becca sabe que está enamorada de Sam, pero tampoco puede ocultar todo lo que Aiden despierta en su interior, luchando de nuevo contra lo que ama y lo que desea. ¿Cuál de los dos ganará la batalla en el corazón de Becca?
Leer másNueve meses después.Cruzo una pierna sobre la otra al mismo tiempo que cruzo los brazos sobre el regazo. La doctora Larsson —aunque suelo llamarla Cass—, apunta en su cuaderno. Me parece demasiado joven como para llamarla «doctora». Sin embargo, creo que por eso me llevo también con ella. Tener una psicóloga con una edad similar a la mía es de mucha ayuda.Cass apunta algo en su cuaderno rojo antes de levantar la vista.—Becca, ya sé que sólo me has contado tu vida a grandes rasgos y lo mejor es un poco pronto, pero me gustaría preguntarte que tipo de relación tienes ahora con Sam —me pregunta mientras golpea el cuaderno con el boli.«Inexistente». Es lo primero que pasa por mi mente, pero no es del todo cierto. Hace tres meses que dio señales de vida reales, aunque sólo sea por cortos mensajes que mante
Intento moverme, pero el cuerpo me pesa mucho más que de costumbre, como si llevara un peso de más encima de mí. Siento la luz bajo los parpados, y quiero abrirlos, pero al mismo tiempo quiero mantenerme en este estado de descanso, en el cual sólo veo oscuridad; dónde sólo estoy yo y mi subconsciente.Mis más pesimistas pensamientos contra mi parte coherente, o al menos lo que aún queda de ella, que ya es casi inexistente. Puedo escuchar todo lo que está a mi alrededor, pero al mismo tiempo todo me irrita.Me gustaría decir que se callaran, pero si hablo lo voy a estropear.—¿No debería estar despierta ya? —pregunta mi madre.—Bueno, eso es relativo, pero sí, ya debería estar despierta —le contesta otra voz que no reconozco—. Date cuenta de que lleva diez días durmiendo sin parar, y seguro que ni siquiera quiere despertarse —le comenta Aiden.Me gustaría darle la razón por eso, pero si hablo todo volverá a la normalidad. Todos me harán preguntas, empeza
Esbozo una sonrisa tímida cuando su mirada se suaviza al escuchar mis palabras. Gracias a Dios, no ha comentado nada sobre mi pequeño desliz, creo que va a dejarlo correr. Le devuelvo la sonrisa y le doy un cachete suave en la frente, pero ni se inmuta, sigue observándome, haciendo que me sienta un poco incómoda por su intensidad.Como si sólo estuviera yo y nada más.—Tienes unos ojos preciosos —murmura. El rubor sube por mis mejillas. Eso me descoloca por completo y él se ríe con suavidad—. El verde zafiro se acaba de convertir en mi color favorito.—Me gusta que te guste —le contesto con una amplia sonrisa.Nunca deja de sorprenderme, y eso es lo que más me gusta. Siempre tiene algo bueno que decirme y no le cuesta expresarlo, cuando yo, en cambio, no puedo decirle que me encantan sus ojos porque me da vergüenza.—Deberíamos vestirnos —musito.La verdad es que no quiero salir de aquí nunca, me gustaría quedarme así todos los días. Estar entre s
SamTal vez hayan pasado semanas, quizá meses, pero es como si hubieran pasado siglos desde la última vez que la vi. Sólo en mis pesadillas parezco recordar el tacto de su piel, esa mezcla entre vainilla y cigarrillo que es su olor, y me caló tan hondo que hasta podría asegurar que sigo oliendo a ella.Últimamente he vivido como en una especie de burbuja, donde lo único que quiero es gritar, pero desconoces las razones. Creo que sólo borracho puedo decir su nombre sin que suene como el mayor de los pecados...Lo quería todo con ella, pero supongo que no compartíamos las mismas ideas; nunca lo hemos hecho y jamás lo haremos. Sabía cuál sería el precio que pagaría por al menos intentar, que, por una puta vez en mi vida, algo me saliera bien, pero no llegué a medir que dolería tanto.El hecho de que me perd&i
Cuatro meses después.Siempre me había sentido vacía, como si no tuviera nada que ofrecer, como si no tuviera ninguna labor en este mundo. Pero me he dado cuenta de que me equivocaba, porque fui, y aún soy capaz de amar a alguien que no sea yo misma. Y ahora puedo sentir el dolor de que te abandonen.En el fondo, creo que esa oscuridad oprimiendo mi pecho es lo único que me separa de la muerte y la vida.Porque es como si estuviera muerta en vida.Ni siquiera soy capaz de cerrar los ojos por más de dos segundos y no recordar el modo en que me abandonó. No puedo dormir por las noches sin acabar desgañitándome, pidiendo que no me deje otra vez.Me dejó con una mentira más, demasiadas mentiras insoportables, se reproducen una y otra vez en mi cabeza; como una de mis canciones favoritas, de esas que solía escuchar hasta que las sab&iac
Me revuelvo en la cama con dificultad, intentando ocultarme del resplandeciente sol que entra a raudales por la habitación. Estiro las piernas en la cama y vuelvo a voltearme, pero me percato que me falta algo. Aunque no me doy cuenta hasta que palmeo el colchón con ambas manos en busca de Sam, pero con escasos resultados, dado que no está.Al instante, abro los ojos y me incorporo en la cama con demasiada brusquedad, lo que hace que me maree un poco a causa de la rapidez del movimiento.Mi mirada se dirige al instante a la mesilla de noches, esperando encontrarme una nota, pero no hay nada en absoluto. Agudizo el oído y me detengo para saber si está en la ducha, pero no hay ruido de agua, aunque su ropa tampoco está en el suelo.Los nervios comienzan a apoderarse de mí cuando no hay ningún atisbo de su presencia. Tomo aire por la nariz e intento calmarme. Sé que Sam nunca se marcharía sin des
Entreabro los ojos con escepticismo y lo miro con una ceja enarcada, pero a pesar de ello no me niego y obedezco una de sus órdenes por primera vez en mi vida. Camino hacia la cama con pasos cortos y echo el edredón hacia atrás, y tal como acaba de decir me tumbo sobre las sabanas boca abajo. Apoyo la frente sobre mis brazos y cierro los ojos para poder concentrarme en lo que me rodea.Aunque todo en lo que puedo pensar es en lo que va a hacerme, que rondará esa cabeza suya... Tampoco tengo mucho tiempo para pensarlo. Siento como el colchón cede ante su peso, pero después no hay nada, hasta que siento como se inclina sobre mi espalda.Ni siquiera sé por qué el simple hecho de sentir su peso sobre mi espalda hace que tiemble, pero no de placer, sino de pánico. Todos mis músculos se agarrotan al mismo tiempo, como si mi cuerpo reconociera la escena con miedo.Sus labios se deslizan por mi espalda con suavidad, con pequeños besos suaves, pero a pesar de ello la sensac
El corazón comienza a palpitarme desbocado contra el pecho cuando su piel entra en contacto con la mía. Sólo el tacto de sus dedos deslizándose por la piel de mi brazo consigue que suspire y cierre los ojos para concentrarme en la sensación.Antes de que pueda reaccionar me coge la cara entre las manos y posa sus labios sobre los míos. Me pilla tan de sorpresa que tengo que agarrarme a su camiseta para no caerme por la efusividad. No es un beso de los que Sam suele darme siempre, sino algo totalmente distinto, es contundente y duro, es hábil y voraz, reclamando todo lo que desea de mí. Y, sobre todo, calma mis demonios, evapora todo el dolor y libera la presión de mis músculos.Enrosco los dedos en su pelo y tiro con fuerza para acércalo más a mí, gime contra mi boca al mismo tiempo que me impulso para que pueda cogerme por el trasero. Me levanta como si no pesara más que una hormiga y yo aprovecho para cerrar la puerta detrás de él.Separo nuestros labios para rec
No sé si es que aún no estoy familiarizada con esas veces en las que se te forma un nudo en la garganta y sientes que algo oprime tu pecho, que te mata por dentro, que te destruye... Son porque algo ha golpeado tu corazón, te da con demasiada fuerza y tú no estás preparada para ese golpe.Pues eso se está convirtiendo en el pan de cada día.Miro a Sam con demasiada fijeza, como si no pudiera creerme que estuviera aquí, hasta tengo que pellizcarme para saber si esto no es un espejismo. Sus ojos bicolores me analizan, como si buscara alguna especie de imperfección en mi cara y no fuera capaz de encontrarla, pero no es eso lo que hace que el pecho se me encoja, sino la oscuridad en su mirada. Ya no veo esa adoración que estaba acostumbrada a contemplar, ese brillo que daba vida a sus ojos.Me agarro a la puerta cuando siento que las rodillas me tiemblan y podrían fallarme.—¿Qué haces aquí? —le pregunto con la voz como papel de lija.—No lo sé —admite. Se