Nueve meses después.
Cruzo una pierna sobre la otra al mismo tiempo que cruzo los brazos sobre el regazo. La doctora Larsson —aunque suelo llamarla Cass—, apunta en su cuaderno. Me parece demasiado joven como para llamarla «doctora». Sin embargo, creo que por eso me llevo también con ella. Tener una psicóloga con una edad similar a la mía es de mucha ayuda.
Cass apunta algo en su cuaderno rojo antes de levantar la vista.
—Becca, ya sé que sólo me has contado tu vida a grandes rasgos y lo mejor es un poco pronto, pero me gustaría preguntarte que tipo de relación tienes ahora con Sam —me pregunta mientras golpea el cuaderno con el boli.
«Inexistente». Es lo primero que pasa por mi mente, pero no es del todo cierto. Hace tres meses que dio señales de vida reales, aunque sólo sea por cortos mensajes que mante
Me aseguro varias veces de que llevo todo lo necesario en la maleta, además del pasaporte, bolsa de mano, cartera y los billetes, por supuesto. Como marca el reloj son las seis y media de la mañana y con la cosa de que hay que llegar al aeropuerto dos horas antes del vuelo, no he tenido tiempo de dormir nada.Arrastro la maleta hacia la puerta, pero me cuesta, es como si pesara una tonelada. Cuando salgo a la calle me arrepiento de haberme puesto esta ropa de verano, así que cuando veo el Mini de Alyssa me relajo; no creo que pudiera aguantar así mucho tiempo. Meto la maleta en el maletero y me deslizo en la parte trasera del coche.Alyssa es la primera en girarse en mi dirección y saludarme con energía. Se da la vuelta y se pone de rodillas sobre el asiento.—¿Lo llevas todo? —inquiere.—Pasaporte, maleta, billetes, dinero, mochila de mano... Sí, creo que lo llevo todo —ironizo.Pongo los ojos en blanco y Amanda se ríe entre dientes. Parece que no soy
Después de un viaje de cuatro horas por fin estamos en Los Angeles ¡Los Angeles! No me lo puedo creer; aunque estoy terriblemente cansada.Sam y yo vamos un par de metros por detrás de Amanda y Alyssa.—Te preguntaría que tal el viaje, pero te lo pasaste durmiendo, así que supongo que estás de maravilla —comenta con una mueca burlona.—Necesitaba dormir, dado que cierta persona no me ha dejado dormir bien durante toda la semana —digo con sarcasmo.Sam se ríe con suavidad y mira en mi dirección con una sonrisa de superioridad, le devuelvo la sonrisa y lo miro con indignación. Parece estar de muy buen humor y me encanta, así parece mucho más divertido que cuando tiene ese permanente ceño fruncido.De repente, escuchamos un grito, ambos nos sobresaltamos cuando descubrimos que procede de Amanda, que echa a correr hacia una chica rubia y alta, muy alta, supongo que será Maica. Sólo hace falta ver como la abraza; igual que yo hice con Sam antes.Alyssa
Alyssa duerme plácidamente a mi lado. No sé cómo puede dormir con el calor que hace, la envidio. Seguro que todos duermen y la casa es mía, podría bajar a la cocina y prepararme uno de esos Malibú con sabor a Coco tan fresquitos que prepara Maica; se me hace la boca agua de sólo pensarlo. No obstante, únicamente doy vueltas en la cama sin poder pegar ojo.Últimamente no duermo casi nada.Llevamos aquí tres días y aunque Sam dice que no está enfadado conmigo, yo no tengo esa sensación para nada. Simplemente nunca está con nosotras y me evita siempre que puede. Además, siempre tiene alguna excusa para no quedarse: desde que ha quedado con algún amigo hasta irse a hacer surf con Maica. Me pone realmente de los nervios y me abruma lo mucho que lo echo de menos..., demasiado para mi gusto.Sólo tengo que cruzar un pasillo para hablar con él, pero no tengo valor para hacerlo. Por otro lado, también estoy muy contenta, porque por suerte —y después de mucho insistir—he con
Los parpados me pesan y me duele la garganta. Mi llorera de anoche comienza a tener efectos. No obstante, no puedo evitar sentirme feliz a pesar del día que es hoy. Lo odio, pero nada va a estropear mi felicidad.No me puedo creer que por fin lo haya dicho, por una vez en mi vida he sido completamente sincera con lo que siento, conmigo misma. No puedo pedir más, porque no hay nada mejor.Me incorporo en los codos y compruebo que Sam ya no está en la cama, pero escucho ruido fuera, gritos y música. Me levanto de la cama y bajo las escaleras, para dirigirme hacia la zona de la piscina. No sé qué hora será, pero el sol ya está en lo más alto y el calor es agradable.Observo la escena frente a mí con diversión. Maica y Sam con un par de pistolas de agua para niños, mojando a Alyssa, que no hace más que chillar mientras corre para evitar los chorros que le vienen de todas partes. Amanda está sentada en la mesa, riéndose mientras se come un trozo de piña. La mesa está re
Cuando llegamos a casa, estoy tan cansada que lo único que quiero es darme una larga ducha y dormir, dormir mucho y beber algo para hidratarme. Aunque he estado en miles de bares esta tarde y he tomado un montón de bebidas aún necesito más.Maica y Amanda se encargan de la cena y Alyssa se ha ido a su cuarto para poder hablar con Dave, así que estamos completamente libres.Cojo una de las uvas que hay en el frutero de la isleta de la cocina y observo a Sam con una sonrisa divertida.—Jake es muy majo, que pena que no lo hubiera conocido mejor —admito.—Sí, tanto que te ha acaparado toda la tarde —replica dulcemente. Cruza la isla y me coge de la cintura mientras acerca la boca a mi oreja—. Suerte que por las noches eres toda mía.Me como otra uva para reprimir una sonrisa y hago una mueca burlona. Hoy no creo que pueda corresponderlo en ese sentido; estoy demasiado cansada.Sus ojos tienen ese brillo oscuro que consiguen ponerme alerta, pero m
Antes de lo que esperaba ya estamos cruzando la Avenida Figueroa. Parece que el baloncesto en este país es un gran acontecimiento; podría afirmarlo. Cuando conseguimos aparcar el coche y llegar al Staples Center alucino aún más. Es un auténtico caos, sólo veo una multitud de gente de ambos equipos entrando por las puertas principales.Dado que ya está anocheciendo el estadio está iluminado con un color azul y el nombre del estadio con un rojo vivo. Nos colamos por donde podemos, como tiene varias entradas seguimos la corriente de gente para que nos guíe. Conseguimos encontrar a Jake de puro milagro, que va como la mayoría de los aquí presentes, con camiseta amarilla de los Lakers. Saluda a Sam y a mí me da un efusivo abrazo, que para mi gusto dura demasiado, pero se lo devuelvo de todos modos.Se revuelve pelo ya despeinado y nos sonríe.—¿Os ha costado mucho encontrar el sitio? —pregunta.—Te recuerdo que estuve viviendo aquí tres años —le responde Sam con a
Salimos detrás del bullicio, intentando adelantar puestos entre la gente que hay delante. Todos vamos muy juntos para no perdernos, casi formando una cadena humana. Las voces que hay alrededor son horribles, todo el mundo parece discutir sobre los resultados, pero yo no podría estar más contenta.¿A quién no le gusta vivir la tensión hasta el último segundo del partido? Esos son los mejores.Sam y Maica comienzan a discutir, es casi en broma y nada importante, aun así, algunos de los seguidores de los Lakers nos mira con cara de palo al ver a estos dos enzarzados en una conversación sobre el partido.Aprieto la mano de Sam mientras me obligo a seguir caminando.—Pasa de ellos —me recomienda Jake.—Eso intento, pero me está costando —mascullo entre dientes. Ladeo la cara en su dirección y veo que parece estar bastante relajado a pesar de que no han ganado el partido—, pero a alguno me gustaría partirle la cara.Las mejillas me arden y tengo muc
Sé que ir a estas horas a la playa no es lo más normal, pero me apetece hacerlo. Además, esa playa siempre está hasta los topes de gente. Quiero saber cómo es cuando no hay nada, ni nadie, sin ruido, sin alboroto, con sitio donde escoger. Es muy posible que no vuelva aquí hasta dentro de no sé cuánto, así que quiero aprovecharlo al máximo.Al principio pienso que no me va a hacer caso, pero me sonrío cuando da la vuelta por Olympic Boulevard y gira en dirección Blaine Street. No pensé que fuera a hacerlo, pero sabe que ahora mismo no soy una persona a la que se le pueda llevar la contraria, y mucho menos cuando está cabreada.Estoy tan entretenida mirando las casas que nos rodean, que no me doy cuenta de que ya estamos en Santa Monica hasta que pasamos el Jardín comunitario que hay en Neilson Street.A pesar de las horas sigue habiendo ajetreo en las calles, pero ni la mitad de lo que suele haber a mediodía o por las mañanas. Encontrar aparcamiento ya no es difícil