KIERAN:
El aullido de uno de mis exploradores me sacó de mis pensamientos. Había captado un rastro, pero algo no estaba bien. El olor era diferente, mezclado con hierbas antiguas. Mi pelaje se erizó; conocía esa esencia.—¡Mi Alfa! —la voz de Rafe sonó urgente a través del radio—. Hemos detectado el rastro cerca del río viejo, pero hay algo más... hay otro olor, uno que no habíamos sentido antes. Creo que hay una loba antigua ayudándoles o protegiéndolas.¿Una loba antigua? Mis garras salieron por instinto. ¿Por qué ellas? Las ancianas del bosque, esas lobas antiguas que se decían guardianas de secretos ancestrales, nunca tomaban partido por nadie.—Rafe, divide a los rastreadores —ordené mientras le indicaba a mi beta Fenris que dirigiera el auto hacia el camino del río—. Quiero la mitad siCLARIS:Miré a la anciana por un instante y juré que pude ver cómo trataba de ocultar el dorado y algo más en sus ojos. No sabía cómo lo hacía, pero estaba segura de que ella era una loba y que no buscaba ayudarnos a escapar, sino todo lo contrario. La voz en mi cabeza me ordenó: —¡Ahora! No dudé; no sabía si era mi inconsciente, mis cachorros, que eran tan poderosos como su padre, o tal vez era el propio Atka quien me hablaba. Giré justo a tiempo para enfilar hacia la carretera que me llevaba de nuevo a la ciudad. —¿Qué haces, niña? —chilló la anciana y trató de agarrar el timón. Pero no la dejé y se detuvo. Mi instinto me decía que no era una amiga. La voz en mi cabeza seguía advirtiéndome: —Tenemos que deshacernos de la loba. —¿Quién es usted realmente? —exigí sin apartar la vista del camino—. ¿Por qué apareció justo cuando Clara escapó? Un gruñido gutural emergió de la garganta de la anciana, un sonido demasiado animal para provenir de una humana. Lanzó el frasco que
CLARIS:La figura que emergió de entre los árboles era imponente, pero no era quien yo esperaba. El hermano de Chandra Selene, el lobo de la manada del norte que había insinuado que yo era su pareja destinada, se materializó ante nosotras con una presencia que hacía que el aire se volviera más denso. Sus ojos, de un ámbar profundo, se clavaron en mí con una intensidad que me hizo estremecer.—Claris, ¿los conoces? —susurró mamá, preocupada, mientras su mano buscaba la mía.—Tenemos que escapar de ellos, mamá —murmuré, sintiendo cómo el miedo trepaba por mi espina dorsal al reconocerlo.—No, Claris, ellos ni nadie deben saber qué somos —respondió ella con firmeza, apretando mi mano cuando intenté tocar el anillo—. Clara y tú corren un gran peligro, compórtate como humana.El her
KIERAN:Un aullido atravesó la noche como un relámpago; mi lobo respondió instintivamente, antes incluso de que mi mente humana pudiera procesarlo. Era una llamada desgarradora, cargada de miedo y algo más... algo familiar que sacudió mi alma. Sin pensarlo, mis patas ya se movían, corriendo a toda velocidad hacia su origen, con mi beta y varios guerreros siguiéndome de cerca.—¿Atka, reconoces ese aullido? —consulté a mi lobo interior, sintiendo su agitación.—No estoy seguro, Kieran, pero... —la duda en su voz me paralizó por un instante—. ¡Corramos, solo corramos!—¡Atka, no me ocultes nada! —mi corazón latía desbocado, negándome a aceptar lo que ya sospechaba. No podía estar pasando, no ahora que Claris llevaba a mis cachorros.El instinto nos guió hasta la carretera del n
CLARIS: Con mi audición superdesarrollada de loba Lúmina, había escuchado los planes de Vikra para esconderme, convencido de que yo era su pareja destinada. También oí cómo decía que Kieran había tomado a Chandra Selene como su loba de placer. Los celos, la furia y la decepción me atormentaban, pero estaba segura de que había sido el humano; Atka, su lobo, parecía más sincero. A pesar de mis sentimientos encontrados, sabía que debíamos huir y regresar al único lugar donde podrían protegernos a mi familia y a mí. Aunque me doliera admitirlo, los cachorros que llevaba en mi vientre eran de Kieran, y eso nos garantizaba cierta seguridad. —Mamá, tenemos que regresar con mi jefe —susurré en su oído, temerosa de que algún lobo enemigo nos escuchara—. Debes saber que ese pueblo tiene la manada más poderosa de todas. El Alfa Kieran nos protegerá. —Claris, hija, tenemos que huir de ese lugar —respondió mi madre con preocupación—. Esa anciana y el Alfa Renier llevan años persiguiéndonos. No
KIERAN:Todavía no podía creer que la familia de Claris fuera la de las especiales Lobas Lunares. Corríamos con todas nuestras fuerzas, alejándome de ellas aunque deseaba quedarme y averiguar todo. Eran lobas que aparecían una vez cada mil años, y había tres. ¡Tres en mi manada!—Atka, ¿pudiste averiguar algo? —le pregunté a mi lobo sin dejar de correr.—Claris es una Loba Lunar Mística, como lo era nuestra madre —respondió—. Su hermana Clara es una Loba Lunar Empática, por eso estaba tan enferma como humana. Y su madre es una Loba Lunar Guardiana, aunque de esto último no estoy completamente seguro.—¿Quieres decir que la enviaron a cuidar de ellas, no es su madre? —pregunté, pero me interrumpió Rafe, avisándome de que estábamos en el perímetro de nuestra manada y que, del otro lado, se encontraba Vikra, cuyos lobos intentaban entrar. Me acerqué despacio, caminando hacia su encuentro, con todos mis guerreros detrás, listos para acabar con ellos si fuera necesario.—¿Qué sucede en su
CLARIS: Desde que nos quedamos en la cueva, mi corazón latía desbocado, temerosa de que le sucediera algo a Kieran. No sabía explicarlo; mi loba se movía inquieta en mi interior y era una sensación a la que no estaba acostumbrada. Mamá también se comportaba de forma extraña; a cada rato me miraba y se inclinaba delante de mí.—¡Mamá, deja de hacer eso! —la regañé, incómoda. Me miró y se alejó sin decir nada. Me sentía molesta porque, por mucho que le preguntamos Clara y yo sobre lo que significaba ser Lobas Lunares y el motivo por el que nos había ocultado toda la vida esa verdad, ella se negaba a contestar. Solo decía que no era el momento para que nosotras despertáramos, y se empeñaba en que regresáramos a la ciudad a vivir como humana cuando pasara el peligro. No quería discutir, así que salí y me escondí detrás de una roca desde donde podía distinguir a todos los que venían, hasta que lo vi regresar. El Alfa más poderoso de todos corría hacia mí. Fui a su encuentro de inmediato
KIERAN:Observé a Claris mientras despotricaba sobre Chandra; sus celos eran evidentes y, aunque una parte de mí se regocijaba al verla así, mi lado Alfa se impacientaba. Miles de años de existencia me habían enseñado a mantener el control, pero esta loba estaba poniendo a prueba mi paciencia. —¿Acaso te importa cómo huela? —repitió la pregunta. Ella, que ni siquiera sabía cómo despedir su propio olor. Un gruñido profundo emergió de mi pecho. Ninguna loba, ni siquiera una Lunar, se había atrevido a hablarme así en siglos. Me acerqué a ella, imponente, dejando que mi presencia de Alfa llenara el espacio entre nosotros. —¡Cuida tu tono, pequeña loba! No sabes cómo serlo, ni siquiera puedes oler mi olor de Alfa —advertí, utilizando mi voz de Alfa, cargada de autoridad, a la cua
CLARIS:Me quedé inmóvil por un momento, observando cómo mi odioso y huraño jefe, el gran Alfa Kieran Theron, temblaba ante el solo pensamiento de que lo rechazara. Lo disfrutaba, mientras escuchaba a mi loba Lúmina protestar en mi mente. —No lo humilles así, es nuestra pareja destinada. Leímos su alma, no mintió; jamás ha mirado a Chandra Selene con esos ojos con los que nos mira ahora. No le contesté, a pesar de que tenía razón. No sabía cómo, pero reconocí la verdad en las palabras de Atka; el cobarde humano se había escondido detrás de su lobo y lo había hecho disculparse primero. Quería saber hasta dónde era capaz de aguantar el engreído y prepotente Alfa Kieran Theron por el miedo a que yo, su Luna, lo rechazara. —Somos su Luna, no debemos exigirle eso —protest&oacut