Un aullido atravesó la noche como un relámpago; mi lobo respondió instintivamente, antes incluso de que mi mente humana pudiera procesarlo. Era una llamada desgarradora, cargada de miedo y algo más... algo familiar que sacudió mi alma. Sin pensarlo, mis patas ya se movían, corriendo a toda velocidad hacia su origen, con mi beta y varios guerreros siguiéndome de cerca.
—¿Atka, reconoces ese aullido? —consulté a mi lobo interior, sintiendo su agitación.—No estoy seguro, Kieran, pero... —la duda en su voz me paralizó por un instante—. ¡Corramos, solo corramos!—¡Atka, no me ocultes nada! —mi corazón latía desbocado, negándome a aceptar lo que ya sospechaba. No podía estar pasando, no ahora que Claris llevaba a mis cachorros. El instinto nos guió hasta la carretera del nCLARIS: Con mi audición superdesarrollada de loba Lúmina, había escuchado los planes de Vikra para esconderme, convencido de que yo era su pareja destinada. También oí cómo decía que Kieran había tomado a Chandra Selene como su loba de placer. Los celos, la furia y la decepción me atormentaban, pero estaba segura de que había sido el humano; Atka, su lobo, parecía más sincero. A pesar de mis sentimientos encontrados, sabía que debíamos huir y regresar al único lugar donde podrían protegernos a mi familia y a mí. Aunque me doliera admitirlo, los cachorros que llevaba en mi vientre eran de Kieran, y eso nos garantizaba cierta seguridad. —Mamá, tenemos que regresar con mi jefe —susurré en su oído, temerosa de que algún lobo enemigo nos escuchara—. Debes saber que ese pueblo tiene la manada más poderosa de todas. El Alfa Kieran nos protegerá. —Claris, hija, tenemos que huir de ese lugar —respondió mi madre con preocupación—. Esa anciana y el Alfa Renier llevan años persiguiéndonos. No
KIERAN:Todavía no podía creer que la familia de Claris fuera la de las especiales Lobas Lunares. Corríamos con todas nuestras fuerzas, alejándome de ellas aunque deseaba quedarme y averiguar todo. Eran lobas que aparecían una vez cada mil años, y había tres. ¡Tres en mi manada!—Atka, ¿pudiste averiguar algo? —le pregunté a mi lobo sin dejar de correr.—Claris es una Loba Lunar Mística, como lo era nuestra madre —respondió—. Su hermana Clara es una Loba Lunar Empática, por eso estaba tan enferma como humana. Y su madre es una Loba Lunar Guardiana, aunque de esto último no estoy completamente seguro.—¿Quieres decir que la enviaron a cuidar de ellas, no es su madre? —pregunté, pero me interrumpió Rafe, avisándome de que estábamos en el perímetro de nuestra manada y que, del otro lado, se encontraba Vikra, cuyos lobos intentaban entrar. Me acerqué despacio, caminando hacia su encuentro, con todos mis guerreros detrás, listos para acabar con ellos si fuera necesario.—¿Qué sucede en su
CLARIS: Desde que nos quedamos en la cueva, mi corazón latía desbocado, temerosa de que le sucediera algo a Kieran. No sabía explicarlo; mi loba se movía inquieta en mi interior y era una sensación a la que no estaba acostumbrada. Mamá también se comportaba de forma extraña; a cada rato me miraba y se inclinaba delante de mí.—¡Mamá, deja de hacer eso! —la regañé, incómoda. Me miró y se alejó sin decir nada. Me sentía molesta porque, por mucho que le preguntamos Clara y yo sobre lo que significaba ser Lobas Lunares y el motivo por el que nos había ocultado toda la vida esa verdad, ella se negaba a contestar. Solo decía que no era el momento para que nosotras despertáramos, y se empeñaba en que regresáramos a la ciudad a vivir como humana cuando pasara el peligro. No quería discutir, así que salí y me escondí detrás de una roca desde donde podía distinguir a todos los que venían, hasta que lo vi regresar. El Alfa más poderoso de todos corría hacia mí. Fui a su encuentro de inmediato
KIERAN:Observé a Claris mientras despotricaba sobre Chandra; sus celos eran evidentes y, aunque una parte de mí se regocijaba al verla así, mi lado Alfa se impacientaba. Miles de años de existencia me habían enseñado a mantener el control, pero esta loba estaba poniendo a prueba mi paciencia. —¿Acaso te importa cómo huela? —repitió la pregunta. Ella, que ni siquiera sabía cómo despedir su propio olor. Un gruñido profundo emergió de mi pecho. Ninguna loba, ni siquiera una Lunar, se había atrevido a hablarme así en siglos. Me acerqué a ella, imponente, dejando que mi presencia de Alfa llenara el espacio entre nosotros. —¡Cuida tu tono, pequeña loba! No sabes cómo serlo, ni siquiera puedes oler mi olor de Alfa —advertí, utilizando mi voz de Alfa, cargada de autoridad, a la cua
CLARIS:Me quedé inmóvil por un momento, observando cómo mi odioso y huraño jefe, el gran Alfa Kieran Theron, temblaba ante el solo pensamiento de que lo rechazara. Lo disfrutaba, mientras escuchaba a mi loba Lúmina protestar en mi mente. —No lo humilles así, es nuestra pareja destinada. Leímos su alma, no mintió; jamás ha mirado a Chandra Selene con esos ojos con los que nos mira ahora. No le contesté, a pesar de que tenía razón. No sabía cómo, pero reconocí la verdad en las palabras de Atka; el cobarde humano se había escondido detrás de su lobo y lo había hecho disculparse primero. Quería saber hasta dónde era capaz de aguantar el engreído y prepotente Alfa Kieran Theron por el miedo a que yo, su Luna, lo rechazara. —Somos su Luna, no debemos exigirle eso —protest&oacut
KIERAN:Me quedé inmóvil, la orden de mi Luna atravesándome como un puñal helado. La miré una última vez, guardando en mi memoria esos ojos verdes que tanto amaba, ahora brillantes por la furia deseosa de venganza. Me lo merecía por cómo la había tratado. Cerré los ojos y me rendí ante su voluntad.El cambio fue brutal. Sentí cómo Atka emergía, tomando el control por primera vez en milenios, y lo hacía por mi propia voluntad. Mi cuerpo se estremeció mientras mi lobo asumía el dominio; cada músculo temblaba, no por la transformación, sino por la agonía de tener que abandonarlo. La sensación era extraña, casi aterradora: yo, el poderoso Kieran Theron, reducido a un mero espectador en mi propia piel.Atka, ahora en control, se postró ante ella con una sumisión que me resultaba dol
CLARIS:Sujeté mi vientre asustada, sin que el dolor cediera, mientras veía al gran lobo negro aullar con todas sus fuerzas llamando a mi loba, pero Lúmina no aparecía. Observé cómo mamá se acercaba a mí, transformada en humana, moviendo la cabeza en señal de negación.—Lúmina no va a aparecer, es una bebé todavía; no debía despertar aún, le falta mucho por desarrollar. En mi miedo, la hice despertar, y tú te comportaste de manera contraria a como debe hacerlo una correcta Loba Lunar. Eso la hizo dormirse de nuevo. No la escuchaste, Claris, ella intentó educarte con las pocas energías que le quedaban —mamá hablaba de una forma que dejaba entrever su arrepentimiento y dolor—. Yo he fallado en cuidarte y enseñarte, que es mi obligación. Tampoco me di cuenta de que estabas embarazada, y eso es imperdonable
KIERAN:Atka llora en mi interior al sentir el odio y rechazo de nuestra bella Luna. Aunque no ha pronunciado las palabras que nos rechazan oficialmente, percibimos el sentimiento y nos está destrozando. Permanezco en silencio, consciente de que todo es mi culpa por no haber estado atento a las acciones de mi primo Gael con mi esperma. Aunque no lo permití, Claris tiene razón: soy culpable de haberla embarazado.—Alfa Kieran —me detiene Elena, la madre de Claris—. No creo que sea buena idea que regresemos a su casa. Vikra, el hijo del alfa Aleph, continuará reclamando a Claris como su pareja destinada, y dado que usted no puede anunciar que ella es su Luna, esto se convertirá en un serio problema político.—Mi Luna tiene que permanecer a mi lado —contesté, notando la mirada de odio que me dirigía.—No soy tu Luna, llámame Claris. Y en cuanto a Vikra... &mdas