42. RAPTADAS

CLARIS:

La figura que emergió de entre los árboles era imponente, pero no era quien yo esperaba. El hermano de Chandra Selene, el lobo de la manada del norte que había insinuado que yo era su pareja destinada, se materializó ante nosotras con una presencia que hacía que el aire se volviera más denso. Sus ojos, de un ámbar profundo, se clavaron en mí con una intensidad que me hizo estremecer.

—Claris, ¿los conoces? —susurró mamá, preocupada, mientras su mano buscaba la mía.

—Tenemos que escapar de ellos, mamá —murmuré, sintiendo cómo el miedo trepaba por mi espina dorsal al reconocerlo.

—No, Claris, ellos ni nadie deben saber qué somos —respondió ella con firmeza, apretando mi mano cuando intenté tocar el anillo—. Clara y tú corren un gran peligro, compórtate como humana.

El her
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