Anastasia se cruza de brazos mientras que observa a Arman con el ceño ligeramente fruncido y una expresión de genuina preocupación reflejada en su mirada.

—Por favor, ten mucho cuidado en el camino —le pide con voz serena, pero con la firmeza de quien no se siente cómoda dejándolo marcharse tan tarde—. Y avísame tan pronto llegues a casa.

Arman deja escapar un ligero suspiro el cual es acompañado de una baja risa, relajada y confiada, mientras se ajusta la chaqueta.

—No tienes que preocuparte tanto, mamá — asegura mientras mantiene la mirada fija en ella y la sonrisa presente en sus labios—. No es como si no conociera el camino. Además, son solo tres horas de camino.

Pero antes de que Anastasia pueda explicar a sus palabras, Grigori, apoyándose con desenfado en el auto, se une a la conversación.

—No tienes nada de qué preocuparte —interviene con un tono bajo y seguro—. Yo me encargaré de que este cabezón llegue a casa sano y salvo.

Ante las palabras de Grigori, Anastasia le dirige una