Dmitry entiende a la perfección la insinuación existente detrás de las palabras de Inna, aun cuando esta es bastante sutil, pero, contrario a lo que se esperaría, después de estas palabras, ambos se sumergen en silencio, como si las palabras de ella fuesen más pesadas de lo que se ve a simple vista.༻ ༺༻ ༺Anastasia cierra los ojos, dejando que la brisa acaricie su rostro mientras camina ente los viñedos. Siente la calidez del sol en su piel y el aroma dulce de las uvas maduras. Pero su calma es interrumpida cuando sus dedos rozan un papel viejo y arrugado que llevaba en el bolsillo de su abrigo: una carta que nunca esperó encontrar, pero que, desde el momento que llegó a sus manos dos semanas atrás, ha estado cambiando de un bolsillo a otro de su ropa.Al estar en la parte más alejada del viñedo, aquella en la que siempre se refugia, toma asiento y peina los mechones que danzan en el viento. Llevando la mano nuevamente a su bolsillo, suspira y, después de un breve titubeo, sala la c
Inna permanece inmóvil, observando a la pequeña que se aferra a Dmitry con un gesto de absoluta desesperación. Su presencia, tan vulnerable y al mismo tiempo tan inocente parece iluminar toda la estancia. Aunque intenta llamarse a la calma, su cuerpo la traiciona, y siente cómo su corazón late con fuerza, casi con dolor. Un impulso desconocido, intenso y natural, la invade: el deseo de abrazar a la niña, de protegerla de lo que sea que la haya hecho llorar de esa forma aun cuando no es ella en quien busca consuelo.—Layeska, cariño —escucha a Dmitry llamarla una vez más, pero la niña sigue aferrándose a él con todas sus fuerzas, negada a separarse de la seguridad que claramente le brinda los brazos de su padre—. Princesa, dime que es lo que pasa.Inna observa cómo Dmitry, abandona totalmente su postura fría y reservada. Su rostro se suaviza, y la manera en que acaricia el largo cabello de la niña, susurrándole palabras de consuelo, es genuina, profundamente tierna. La escena es tal, q
༻ Hacienda Romanovskaya ༺Nikolay se inclina sobre su escritorio, el reflejo de su vaso de brandy brillando bajo la tenue luz del sol que se filtra por la ventana. Frente a él, una carpeta abierta revela una serie de documentos esparcidos, cada hoja impresa con la información que solicitó sobre Inna Volkova. Su mirada recorre las páginas, estudiando cada detalle con la misma cantidad de interés y frustración.Se ha acostumbrado a manejar a las personas, a manipular sus vidas como piezas de un tablero, y esperaba encontrar en esos documentos la forma de hacerlo también con Inna. Sin embargo, la información que tiene ante sí es sorprendentemente escasa, lo que lo incomoda. Para alguien con sus recursos, y acostumbrado a estar en un pueblo donde se conoce hasta el último chisme de cada residente, resulta casi absurdo que la información sobre una mujer como Inna sea tan limitada.Nikolay frunce el ceño, pasando los dedos por una fotografía de ella, una imagen reciente en la que aparece al
༺ Abrau-Dyurso / Rusia. ༻ ༻ Siete Años Atrás. ༺ ¿Cómo es que todo esto había podido pasar? Anastasia apenas siente el frío metal de las esposas rodeando sus muñecas. Las luces de los flashes la ciegan una y otra vez, pero no de la manera que ella lo había soñado. El vestido de encaje blanco que eligió con tanto cuidado, que debía ser el símbolo de su felicidad, ahora está cubierto de manchas intensamente rojas. La sangre, la misma sangre que cubre sus manos, tiñe de carmesí la tela inmaculada. Su mente no puede procesar lo que está sucediendo; unas horas atrás, estaba riendo, emocionada por su nueva vida, por el futuro que iba a compartir con el hombre que amaba. Ahora, todo lo que queda es el eco sordo de su respiración entrecortada, su mirada vacía y el caos a su alrededor. —¡¿Señorita Ivanova?! ¡Anastasia! —grita uno de los periodistas mientras las cámaras estallan a su alrededor, como si el horror frente a ellos fuera solo otro espectáculo para cubrir. Ellos no ven lo que ella
El sonido monótono de los ventiladores en la sala de juicio apenas es audible sobre el murmullo de los asistentes. Es el quinto día del juicio, y la tensión se vuelve cada vez mayor a medida que impregna el aire como una tormenta a punto de estallar. Anastasia está sentada en el banquillo de los acusados, sus manos frías y temblorosas descansan sobre sus rodillas, y la marca roja de las esposas marca su piel, aunque ya no las lleva puestas.El traje negro que lleva es otorgado por la prisión, su corazón duele al pensar que en esos días su madre no se ha acercado a ella, ni siquiera ha asistido a las sesiones del juicio. Eso le deja en claro que, para su madre, ella es la culpable, y esa es la única sentencia que le marca.Hoy es el último día del juicio, el día en que Nikolay testificará. El hombre al que ama, al que alcanzó a darle el sí antes de que la tormenta comenzara. El único que puede salvarla de esta pesadilla. Anastasia había esperado este momento como un quien espera un sal
༻ Siete Años Después. ༺—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —pregunta mientras corta un trozo de la carne de su plato y la lleva a su boca.—Nuestros hombres ya confirmaron la información —responde con seguridad mientras mantiene su mirada fija en el pelinegro—. A estas horas ya el fúnebre debe estar llegando al pueblo.Tras esas palabras, el pelinegro se queda momentáneamente en silencio. Dejando de lado su plato de comida, extiende su mano y toma su copa, la observa un momento antes de dar un trago corto y degustar el sabor del vino.Cuando la noticia de que el viejo doctor había muerto, él sinceramente esperó por un momento que aquello no fuera más que un simple rumor. Por cinco largos años había estado buscando dónde se había metido aquel hombre y ahora que por fin había logrado dar con su paradero, se hallaba con la desagradable noticia de su muerte.—¿Quién queda que pueda ayudarnos a obtener la información que quiero? — pregunta de vuelta mientras extiende su mano para dej
—Uf ¿Ella es la viuda? ¡Es tan hermosa!—Ay ¿Por qué no me casé con una esposa así?—Con una mujer así, hasta yo me hubiese casado de nuevo.—Pobrecita, es tan joven.—Es claro que es una cazafortunas, el doctor tenía la edad para ser su abuelo… Nikolay, que hasta ese momento mantenía una expresión fría e imperturbable, ahora observa a la mujer con una mirada imposible de descifrar, mientras la joven a su lado se inquieta visiblemente al notar el interés de su prometido se encuentra mostrando ante la recién llegada. Es evidente que esa mujer a capturado su interés de una manera incorrecta.—Podrías disimular un poco, querido— susurra mientras se apega más a su brazo dando un ligero apretón a este.Pero una vez más, todo vuelve a quedar en silencio cuando un nuevo auto negro se detiene a una distancia prudente. Al abrirse la puerta, una figura alta y bien formada sale del vehículo, atrayendo todas las miradas y haciendo que algunos traguen grueso ante el miedo que les produce la sola
—No puedo creer que realmente se atrevieran a asistir—son las palabras de Arman mientras desabotona el chaleco de su traje y se deja caer en el sofá principal de la sala—. Pensé que esos bastardos conocerían un poco de la palabra decoro.—Eres bastante optimista— es la respuesta de Inna, su tono bajo deja en claro lo agotada que se siente—. La verdad, no creo que el decoro sea algo que ellos conozcan o tan siquiera les importe un poco.Arman asiente levemente para luego tomar un trago de su vaso de whiskey antes de fijar la mirada en la pelinegra quien se encuentra de pie frente al ventanal que da hacia el jardín.—Anastasia…—comienza, pero sus palabras se detienen cuando la mirada de su amiga se despega del paisaje exterior y la fija en él con un brillo asesino—. Perdón, perdón. Inna. ¿Crees realmente que tu plan funcione? Al escuchar esa pregunta, Inna se queda en silencio. Después de un momento, se separa de la ventana y comienza a caminar por la sala mientras piensa en cómo respo