༻ Siete Años Después. ༺
—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —pregunta mientras corta un trozo de la carne de su plato y la lleva a su boca.
—Nuestros hombres ya confirmaron la información —responde con seguridad mientras mantiene su mirada fija en el pelinegro—. A estas horas ya el fúnebre debe estar llegando al pueblo.
Tras esas palabras, el pelinegro se queda momentáneamente en silencio. Dejando de lado su plato de comida, extiende su mano y toma su copa, la observa un momento antes de dar un trago corto y degustar el sabor del vino.
Cuando la noticia de que el viejo doctor había muerto, él sinceramente esperó por un momento que aquello no fuera más que un simple rumor. Por cinco largos años había estado buscando dónde se había metido aquel hombre y ahora que por fin había logrado dar con su paradero, se hallaba con la desagradable noticia de su muerte.
—¿Quién queda que pueda ayudarnos a obtener la información que quiero? — pregunta de vuelta mientras extiende su mano para dejar la copa sobre la mesa nuevamente.
El hombre frente a él duda por un momento sobre su siguiente respuesta, realmente preocupado de la reacción que pueda tener su jefe ante sus palabras.
—Toda la información que pudimos obtener sobre él, es la misma que tienen todos los del pueblo, que se casó con una mujer desconocida y ahora que está muerto solo sabemos que su última voluntad fue ser enterrado aquí…—por un momento el hombre duda sobre si continuar, consciente de que toda la tranquilidad reflejada en los ojos que lo miran de forma insistente, es totalmente falsa—. Sea lo que sea que estuvo haciendo o en donde estuvo todo este tiempo, supo cubrirlo muy bien.
La sonrisa cínica y cruel que se dibuja en el rostro del pelinegro, hace que, a excepción de uno de ellos, todos los presentes en el comedor de la casa traguen grueso y sientan como el miedo se comienza a formar en sus cuerpos. Con un gesto lento, el hombre comienza a mover su mano hacia la mesa, pero no en dirección a la copa de vino o a los cubiertos. el hombre frente a él, siente como el aire se congela en sus pulmones cuando la mano tatuada se detiene sobre el arma en la mesa.
—¡Papá! —exclama con emoción la pequeña de seis años que entra en el comedor luciendo su uniforme escolar.
Su hermoso cabello negro y ondulado, cae suelto sobre su espalda como una oscura cascada, la falda de tablones a cuadros, su camisa blanca y su corbata de lazo no solo la hacen lucir como una muñeca de porcelana, sino que también dejan en claro la clase a la que pertenece. Con una gran sonrisa, la pequeña corre hasta donde se encuentra su padre y este se apresura a colocar una servilleta de forma que esta cubra el arma sobre la mesa, para luego abrazar a su pequeña hija y cargarla.
—Hola mi princesa ¿cómo te fue en la escuela hoy? —pregunta con un amor y amabilidad genuinos, no quedando ningún rastro de su ira mientras observa a su hija y le acaricia la mejilla.
—Bien, pero la señorita Nerea se marchará, y tendremos una nueva maestra—informa con un tono algo melancólico, pues, aunque su maestra ya es algo mayor, ella la quiere mucho—. Papi ¿Podemos comprarle un regalo de despedida?
—Claro que sí amor. Pero papá primero irá a despedirse de un viejo amigo, y luego iremos a comprar el regalo— fijando su mirada en el hombre que sigue comiendo a su lado, se coloca de pie al tiempo que da una orden—. Alisten el auto y llamen a la florería, que preparen su mejor ramo para el viejo doctor— ordena mientras camina a la salida con Layeska abrazándose a él, pero al llegar a la puerta del comedor, se detiene un momento y agrega algo más—. Dile también que preparen los arreglos y el servicio de mantenimientos.
༻.༺
༻.༺
༻.༺
El carro fúnebre avanzaba lentamente por las serpenteantes carreteras, bordeando los viñedos que se extendían como un manto morado y verde bajo el sol. Los trabajadores observar desde la distancia, mientras tres autos siguen al coche fúnebre. Tras ellos, algunos curiosos del pueblo caminan a paso lento, acompañando al cortejo del difunto doctor Volkov. Aunque no por respeto o cercanía, sino por la curiosidad que genera la llegada de su viuda, cuya identidad había sido objeto de rumores durante los últimos años.
Al llegar al cementerio, la caravana se detiene. Un profundo silencio envuelve a los presentes, interrumpido solo por el sonido de las puertas de los autos cerrándose una por una. Desde el vehículo fúnebre, los hombres bajan el féretro con sumo cuidado y respeto, para luego colocarlo sobre la tierra, a la espera de algo, o de alguien.
La noticia de que el viejo doctor, quien había vivido fuera del pueblo durante los últimos seis años, se había casado en secreto, había causado revuelo en el pueblo. Todos querían ver con sus propios ojos a la mujer que había estado al lado del hombre hasta su muerte, la viuda que nadie conocía y cuya identidad intriga a todos.
Aproximadamente unos diez minutos después, y al ver que nadie más llega, el viejo sacerdote se prepara para dar sus oraciones por el descanso del doctor.
Sin embargo, antes de que pueda dar inicio a la ceremonia, el sonido de otro motor irrumpe en la escena. Un lujoso auto negro aparece por el camino de tierra, capturando la atención de todos los presentes.
El auto se detiene y la puerta se abre, dado paso a Nikolay quien desciende con una expresión que mezcla arrogancia y control. Tras él, descienden dos figuras más: su padre, el juez Alexey, y, para desagrado de todos, una joven de aspecto delicado pero imponente, una que, al verla, desata los comentarios. La nueva prometida de Nikolay. Ella es nada más y nada menos que Lena Petrova.
La noticia de que Nikolay se casaría de nuevo había llegado a los oídos de todos en el pueblo, pero que su prometida fuera la media hermana de su difunta esposa, era algo inesperado, una humillación a la memoria de la difunta Anastasia que incluso para todos ellos era algo excesivo.
El sacerdote se detiene a mitad de la oración, debido al creciente murmullo y las miradas que ahora apuntan en una sola dirección. No hay respeto en la mirada de Nikolay, sino algo más, algo que brilla con una frialdad afilada. La joven a su lado sonríe, satisfecha con la atención que recibe,
El silencio vuelve a caer como un manto de tensión cuando el sacerdote, sin perder la compostura, lanza una mirada breve a los recién llegados, incluso él no entiende que hacen allí, después de todo, Nikolay siempre dejó claro su desprecio por el difunto doctor, dado que este nunca ocultó ni negó su interés por la difunta Anastasia. El viejo sacerdote aclara su garganta antes de retomar la ceremonia. Las oraciones sustituyen a los murmullos, o es así hasta que una nueva voz se deja escuchar.
—Amen…
Pronuncia una voz femenina una vez que el sacerdote apenas ha terminado de pronunciar la última palabra de la oración.
Todos los presentes se giran de inmediato hacia la fuente de esa voz, y todos los sonidos se apagan como si alguien hubiera suprimido el sonido mismo. Allí, de pie junto a uno de los autos del cortejo, se encuentra una mujer que hace que el tiempo parezca detenerse por completo.
Su figura destaca, imponente contra el lúgubre cementerio. Su cabello, negro como el azabache, cae en cascada hasta su cintura, un contraste impactante contra rojo que adorna sus labios y los hace resaltar sobre el negro que la viste. Cada uno de sus movimientos al acercarse a ellos es elegante, casi etéreo. Vestida de un modo impecable, con un ajustado y sofisticado vestido negro de capa negro que se ciñe perfectamente a su figura y marca cada una de sus curvas, su porte irradia poder y control, aunque sus ojos reflejan un pozo insondable de secretos.
Otra de las razones para el silencio que los cubre a todos, es ver quien se encuentra con ella. A su lado se encuentra Arman, el abogado y mejor amigo Anastasia, mismo que hace años fue el único ingenuo que la creyó inocente.
Cuando la mujer se detiene frente al féretro del doctor Volkov, las miradas la siguen con una mezcla de asombro, interés y juicio. ¿Cómo es posible que una mujer como esa, tan joven y bella aceptara casarse con un hombre que ya se encontraba cerca de sus 80 años?
—¿Y usted es?... —pregunta el sacerdote al estar cerca de la mujer.
La pelinegra lo mira un momento y retirando el guante que cubre su mano la extiende hacia el hombre mayor.
—Irina Volkova —se presenta usando un tono respetuoso—. El doctor Volkov era mi esposo—dice con un tono cariñoso que deja ver un genuino pesar ante la pérdida sufrida.
Y esas palabras vuelven a explotar la ola de murmullos.
༺ ༻
༺ ༻
༺ ༻
—Uf ¿Ella es la viuda? ¡Es tan hermosa!—Ay ¿Por qué no me casé con una esposa así?—Con una mujer así, hasta yo me hubiese casado de nuevo.—Pobrecita, es tan joven.—Es claro que es una cazafortunas, el doctor tenía la edad para ser su abuelo… Nikolay, que hasta ese momento mantenía una expresión fría e imperturbable, ahora observa a la mujer con una mirada imposible de descifrar, mientras la joven a su lado se inquieta visiblemente al notar el interés de su prometido se encuentra mostrando ante la recién llegada. Es evidente que esa mujer a capturado su interés de una manera incorrecta.—Podrías disimular un poco, querido— susurra mientras se apega más a su brazo dando un ligero apretón a este.Pero una vez más, todo vuelve a quedar en silencio cuando un nuevo auto negro se detiene a una distancia prudente. Al abrirse la puerta, una figura alta y bien formada sale del vehículo, atrayendo todas las miradas y haciendo que algunos traguen grueso ante el miedo que les produce la sola
—No puedo creer que realmente se atrevieran a asistir—son las palabras de Arman mientras desabotona el chaleco de su traje y se deja caer en el sofá principal de la sala—. Pensé que esos bastardos conocerían un poco de la palabra decoro.—Eres bastante optimista— es la respuesta de Inna, su tono bajo deja en claro lo agotada que se siente—. La verdad, no creo que el decoro sea algo que ellos conozcan o tan siquiera les importe un poco.Arman asiente levemente para luego tomar un trago de su vaso de whiskey antes de fijar la mirada en la pelinegra quien se encuentra de pie frente al ventanal que da hacia el jardín.—Anastasia…—comienza, pero sus palabras se detienen cuando la mirada de su amiga se despega del paisaje exterior y la fija en él con un brillo asesino—. Perdón, perdón. Inna. ¿Crees realmente que tu plan funcione? Al escuchar esa pregunta, Inna se queda en silencio. Después de un momento, se separa de la ventana y comienza a caminar por la sala mientras piensa en cómo respo
Han pasado tres días desde el funeral del viejo doctor.Dmitry se encuentra sentado en su antigua oficina, un espacio que rara vez alguien más había visto, un santuario silencioso en el ala más apartada de la hacienda. A esas horas, las sombras de la noche se adueñan del lugar, solo rota por la tenue luz de un pequeño aplique en la pared, que apenas permitía distinguir los contornos de los muebles en la habitación. Frente a él, en el desgastado escritorio de madera oscura, se hallaba una fotografía, pequeña pero poderosa, enmarcada en oro. La imagen capturaba el momento de una risa abierta y despreocupada; Anastasia Ivanova sonreía con el sol de Italia iluminando su rostro, con ese brillo en sus ojos que siempre se había mostrado tan inalcanzable para él.Dmitry toma un trago de vaso whiskey, sintiendo el calor lento que recorre su garganta, pero que no logra disipar del todo el peso de su soledad. El recuerdo de la mirada de la viuda Volkova vuelve a él, y aunque puede que sus id
Al bajar del caballo, Inna le entrega la fusta a uno de los hombres que se apresura en ayudarla, sus pasos comienzan a resonar por el pasillo mientras camina al interior de la casa. No había logrado dormir en toda la noche, así que pensó que ir a cabalgar la ayudaría a distraer sus ideas, en el pasado aquella había sido su mejor distracción, pero ahora había sido totalmente inútil.Al entrar en la sala de la casa, camina hacia la barra, toma un vaso y se sirve un trago de whiskey el cual bebe de una sola toma. Al dejar el vaso sobre la barra, suspira pesadamente mientras la conversación sostenida con Dmitry vuelve a su cabeza.༻ ༺༻ ༺El silencio se hace presente en la sala tras las palabras pronunciadas por la pelinegra.Inna mantiene la compostura, su rostro inmutable mientras observa y espera la reacción de Dmitry. Él no dice nada al principio, limitándose a mirarla con una expresión que mezcla sorpresa y desconfianza. Por un momento, el silencio de la sala se vuelve pesado,
Al llevar sus miradas a la puerta de la estancia, ambas mujeres se encuentran con la imponente figura de Dmitry en el marco de la misma. El ramo de rosas se desliza de las manos de Tania ante el miedo que la invade por la presencia de ese hombre, por otra parte, Inna y Dmitry se mantienen ajenos a los nervios de la mujer, y todo en la habitación desaparece mientras se pierden uno en la mirada del otro.Finalmente, es Dmitry quien rompe la intensidad de sus miradas y termina de ingresar totalmente en la estancia levantando un ramo de tulipanes blanco los cuales ofrece a Inna.—Acepto.Y tras esas palabras Inna gira totalmente su cuerpo, manteniendo el vaso de whiskey en sus manos y su expresión calmada, aunque sus ojos delatan una breve chispa al ver a Dmitry de pie en la puerta de la sala, sosteniendo un ramo de lirios blancos en su mano derecha.Tania, visiblemente nerviosa y apenada por su reacción, baja la mirada y se apresura a recoger el ramo de rosas con manos temblorosas, lanza
Dmitry entiende a la perfección la insinuación existente detrás de las palabras de Inna, aun cuando esta es bastante sutil, pero, contrario a lo que se esperaría, después de estas palabras, ambos se sumergen en silencio, como si las palabras de ella fuesen más pesadas de lo que se ve a simple vista.༻ ༺༻ ༺Anastasia cierra los ojos, dejando que la brisa acaricie su rostro mientras camina ente los viñedos. Siente la calidez del sol en su piel y el aroma dulce de las uvas maduras. Pero su calma es interrumpida cuando sus dedos rozan un papel viejo y arrugado que llevaba en el bolsillo de su abrigo: una carta que nunca esperó encontrar, pero que, desde el momento que llegó a sus manos dos semanas atrás, ha estado cambiando de un bolsillo a otro de su ropa.Al estar en la parte más alejada del viñedo, aquella en la que siempre se refugia, toma asiento y peina los mechones que danzan en el viento. Llevando la mano nuevamente a su bolsillo, suspira y, después de un breve titubeo, sala la c
Inna permanece inmóvil, observando a la pequeña que se aferra a Dmitry con un gesto de absoluta desesperación. Su presencia, tan vulnerable y al mismo tiempo tan inocente parece iluminar toda la estancia. Aunque intenta llamarse a la calma, su cuerpo la traiciona, y siente cómo su corazón late con fuerza, casi con dolor. Un impulso desconocido, intenso y natural, la invade: el deseo de abrazar a la niña, de protegerla de lo que sea que la haya hecho llorar de esa forma aun cuando no es ella en quien busca consuelo.—Layeska, cariño —escucha a Dmitry llamarla una vez más, pero la niña sigue aferrándose a él con todas sus fuerzas, negada a separarse de la seguridad que claramente le brinda los brazos de su padre—. Princesa, dime que es lo que pasa.Inna observa cómo Dmitry, abandona totalmente su postura fría y reservada. Su rostro se suaviza, y la manera en que acaricia el largo cabello de la niña, susurrándole palabras de consuelo, es genuina, profundamente tierna. La escena es tal, q
༻ Hacienda Romanovskaya ༺Nikolay se inclina sobre su escritorio, el reflejo de su vaso de brandy brillando bajo la tenue luz del sol que se filtra por la ventana. Frente a él, una carpeta abierta revela una serie de documentos esparcidos, cada hoja impresa con la información que solicitó sobre Inna Volkova. Su mirada recorre las páginas, estudiando cada detalle con la misma cantidad de interés y frustración.Se ha acostumbrado a manejar a las personas, a manipular sus vidas como piezas de un tablero, y esperaba encontrar en esos documentos la forma de hacerlo también con Inna. Sin embargo, la información que tiene ante sí es sorprendentemente escasa, lo que lo incomoda. Para alguien con sus recursos, y acostumbrado a estar en un pueblo donde se conoce hasta el último chisme de cada residente, resulta casi absurdo que la información sobre una mujer como Inna sea tan limitada.Nikolay frunce el ceño, pasando los dedos por una fotografía de ella, una imagen reciente en la que aparece al