—Uf ¿Ella es la viuda? ¡Es tan hermosa!
—Ay ¿Por qué no me casé con una esposa así?
—Con una mujer así, hasta yo me hubiese casado de nuevo.
—Pobrecita, es tan joven.
—Es claro que es una cazafortunas, el doctor tenía la edad para ser su abuelo
…
Nikolay, que hasta ese momento mantenía una expresión fría e imperturbable, ahora observa a la mujer con una mirada imposible de descifrar, mientras la joven a su lado se inquieta visiblemente al notar el interés de su prometido se encuentra mostrando ante la recién llegada. Es evidente que esa mujer a capturado su interés de una manera incorrecta.
—Podrías disimular un poco, querido— susurra mientras se apega más a su brazo dando un ligero apretón a este.
Pero una vez más, todo vuelve a quedar en silencio cuando un nuevo auto negro se detiene a una distancia prudente. Al abrirse la puerta, una figura alta y bien formada sale del vehículo, atrayendo todas las miradas y haciendo que algunos traguen grueso ante el miedo que les produce la sola presencia del recién llegado.
El pelinegro baja del auto para luego proceder a abotonar la chaqueta de su traje a medida mientras camina hacia el resto de las personas reunidas. El hombre de unos 37 años, de cuerpo claramente trabajado y atlético, posee un porte imponente y dominante. Su rostro afilado y bien definido, enmarcado por un cabello oscuro cuidadosamente peinado, refleja un hipnotizaste atractivo que por más que se intente, es difícil pasar por alto. Los tatuajes que se dejan ver en los dorsos sus manos y su cuello hacen que las miradas se fijen en ellos, buscando entender que se oculta tras los rastros de tintas que se ocultan bajo el traje. Un contraste de imagen que deja en claro que más que al mundo de los negocios, el recién llegado pertenece al mundo de la mafia.
—No puedo creer que se atreva a venir aquí —son las palabras de una de las mujeres que se encuentra cercana al féretro—. Nadie decente permitiría que ese hombre se quedara aquí— agrega mientras mira con falso disimulo hacia Inna.
—Permítame darle mis condolencias—dice el recién llegado al detenerse frente a Inna—, el doctor Volkov era un buen hombre.
Guardando un momento de silencio, todos esperan la reacción de Inna. Dando la espalda al cura, la pelinegra mira fijamente al recién llegado y termina por dedicarle un leve y amble sonrisa.
—Le agradezco sus condolencias—responde mientras extiende su mano hacia él.
Al escuchar su voz, el pelinegro se queda momentáneamente choqueado, su mirada se fija en la de aquella mujer, como si buscara en su mirada algo que confirme la idea que aceleró su corazón, pero no hay nada en ella, solo puede ver un vacío y dolor profundo, mismo que puede validar dada la situación. Saliendo de su transe, toma la mano que le es ofrecida y besa el dorso de esta.
—Mi nombre es…
—Dmitry Afinogenov, ¿cierto?
Una sonrisa leve aparece en el rostro de Dmitry al escuchar su nombre en los labios de la ahora viuda, y no puede sino asentir.
—Para servirle en lo que desee.
Y tras ese leve intercambio de palabras, la mirada de Inna se desvía un momento en dirección a Nikolay y una sonrisa suave pero algo fría y calculada brota a sus labios.
—Señora Volkova, —llama el padre —. ¿Le parece bien si seguimos?
—Claro que si padre, por favor.
Las oraciones son retomadas una vez más, y mientras estas son pronunciadas, Inna mantiene su mirada fija en el féretro donde ahora descansa su esposo, y no puede evitar sentir como el dolor en su pecho se va volviendo cada vez más pesado hasta hacerle fallar la respiración. Arman, se separa del auto y se acerca a ella colocando una mano sobre su hombro en clara señal de apoyo.
Cuando el padre termina sus oraciones y deja caer el agua bendita sobre la oscura madera, Inna da los pasos que se la separan del ataúd. Inclinándose sobre este, toma la flor blanca que se encuentra prendida en su vestido y tras dejar un suave beso sobre esta, la coloca en el féretro para luego ver como este comienza a descender lentamente. La imagen es poderosa, casi simbólica. Un acto de despedida y de auténtico dolor de su parte hacia el hombre que no solo le había creído, sino que le había brindado todo su amor de manera desinteresada al tiempo que le había dado las herramientas necesarias para tomar venganza de aquellos que le arrebataron todo.
Arman sigue de pie a su lado, mientras ella se mantiene de rodillas y deja que sus lágrimas broten mientras un beso es dejado su mano para luego extenderla hacia la urna ya en la tierra. Tomando un puño de tierra, se coloca de pie y la deja caer.
Todos observan aquella imagen mientras guardan silencio, o casi todos. Apartados de las demás personas, Nikolay, Lena y Alexey observan la imagen que se desarrolla ante sus ojos
—Demasiado circo para una cazafortunas —son las palabras de Lena mientras observa la escena—. Cualquiera pensaría que con un dolor así, se casó por amor.
Nikolay escucha sus palabras y no le da importancia, su atención se encuentra puesta en Dmitry. La mano dentro de su bolsillo se aprieta con fuerza ante la presencia de ese bastardo allí y más al ver la cercanía que se está desarrollando entre él y la viuda.
—Que esté aquí no presagia nada bueno —son sus bajas palabras mientras vuelve su mirada hacia su padre.
—Nada que no se pueda arreglar después, —asegura el mayor mientras sus ojos recorren el cuerpo de Inna con una mirada indecente—. Por el momento, solo ocupémonos de nuestros negocios.
Cuando Inna finalmente logra calmar sus emociones, levanta la mirada y se encuentra los profundos ojos Dmitry y no sabe porque, pero puede sentir una profunda corriente recorrer su cuerpo, misma que se aviva aún más en el momento que el hombre extiende su mano y se la ofrece. Inna mira un momento la mano frente a ella, y manteniéndose en silencio, la toma y le permite que la lleve hasta el auto donde ella y Arman llegaron.
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—No puedo creer que realmente se atrevieran a asistir—son las palabras de Arman mientras desabotona el chaleco de su traje y se deja caer en el sofá principal de la sala—. Pensé que esos bastardos conocerían un poco de la palabra decoro.—Eres bastante optimista— es la respuesta de Inna, su tono bajo deja en claro lo agotada que se siente—. La verdad, no creo que el decoro sea algo que ellos conozcan o tan siquiera les importe un poco.Arman asiente levemente para luego tomar un trago de su vaso de whiskey antes de fijar la mirada en la pelinegra quien se encuentra de pie frente al ventanal que da hacia el jardín.—Anastasia…—comienza, pero sus palabras se detienen cuando la mirada de su amiga se despega del paisaje exterior y la fija en él con un brillo asesino—. Perdón, perdón. Inna. ¿Crees realmente que tu plan funcione? Al escuchar esa pregunta, Inna se queda en silencio. Después de un momento, se separa de la ventana y comienza a caminar por la sala mientras piensa en cómo respo
Han pasado tres días desde el funeral del viejo doctor.Dmitry se encuentra sentado en su antigua oficina, un espacio que rara vez alguien más había visto, un santuario silencioso en el ala más apartada de la hacienda. A esas horas, las sombras de la noche se adueñan del lugar, solo rota por la tenue luz de un pequeño aplique en la pared, que apenas permitía distinguir los contornos de los muebles en la habitación. Frente a él, en el desgastado escritorio de madera oscura, se hallaba una fotografía, pequeña pero poderosa, enmarcada en oro. La imagen capturaba el momento de una risa abierta y despreocupada; Anastasia Ivanova sonreía con el sol de Italia iluminando su rostro, con ese brillo en sus ojos que siempre se había mostrado tan inalcanzable para él.Dmitry toma un trago de vaso whiskey, sintiendo el calor lento que recorre su garganta, pero que no logra disipar del todo el peso de su soledad. El recuerdo de la mirada de la viuda Volkova vuelve a él, y aunque puede que sus id
Al bajar del caballo, Inna le entrega la fusta a uno de los hombres que se apresura en ayudarla, sus pasos comienzan a resonar por el pasillo mientras camina al interior de la casa. No había logrado dormir en toda la noche, así que pensó que ir a cabalgar la ayudaría a distraer sus ideas, en el pasado aquella había sido su mejor distracción, pero ahora había sido totalmente inútil.Al entrar en la sala de la casa, camina hacia la barra, toma un vaso y se sirve un trago de whiskey el cual bebe de una sola toma. Al dejar el vaso sobre la barra, suspira pesadamente mientras la conversación sostenida con Dmitry vuelve a su cabeza.༻ ༺༻ ༺El silencio se hace presente en la sala tras las palabras pronunciadas por la pelinegra.Inna mantiene la compostura, su rostro inmutable mientras observa y espera la reacción de Dmitry. Él no dice nada al principio, limitándose a mirarla con una expresión que mezcla sorpresa y desconfianza. Por un momento, el silencio de la sala se vuelve pesado,
Al llevar sus miradas a la puerta de la estancia, ambas mujeres se encuentran con la imponente figura de Dmitry en el marco de la misma. El ramo de rosas se desliza de las manos de Tania ante el miedo que la invade por la presencia de ese hombre, por otra parte, Inna y Dmitry se mantienen ajenos a los nervios de la mujer, y todo en la habitación desaparece mientras se pierden uno en la mirada del otro.Finalmente, es Dmitry quien rompe la intensidad de sus miradas y termina de ingresar totalmente en la estancia levantando un ramo de tulipanes blanco los cuales ofrece a Inna.—Acepto.Y tras esas palabras Inna gira totalmente su cuerpo, manteniendo el vaso de whiskey en sus manos y su expresión calmada, aunque sus ojos delatan una breve chispa al ver a Dmitry de pie en la puerta de la sala, sosteniendo un ramo de lirios blancos en su mano derecha.Tania, visiblemente nerviosa y apenada por su reacción, baja la mirada y se apresura a recoger el ramo de rosas con manos temblorosas, lanza
Dmitry entiende a la perfección la insinuación existente detrás de las palabras de Inna, aun cuando esta es bastante sutil, pero, contrario a lo que se esperaría, después de estas palabras, ambos se sumergen en silencio, como si las palabras de ella fuesen más pesadas de lo que se ve a simple vista.༻ ༺༻ ༺Anastasia cierra los ojos, dejando que la brisa acaricie su rostro mientras camina ente los viñedos. Siente la calidez del sol en su piel y el aroma dulce de las uvas maduras. Pero su calma es interrumpida cuando sus dedos rozan un papel viejo y arrugado que llevaba en el bolsillo de su abrigo: una carta que nunca esperó encontrar, pero que, desde el momento que llegó a sus manos dos semanas atrás, ha estado cambiando de un bolsillo a otro de su ropa.Al estar en la parte más alejada del viñedo, aquella en la que siempre se refugia, toma asiento y peina los mechones que danzan en el viento. Llevando la mano nuevamente a su bolsillo, suspira y, después de un breve titubeo, sala la c
Inna permanece inmóvil, observando a la pequeña que se aferra a Dmitry con un gesto de absoluta desesperación. Su presencia, tan vulnerable y al mismo tiempo tan inocente parece iluminar toda la estancia. Aunque intenta llamarse a la calma, su cuerpo la traiciona, y siente cómo su corazón late con fuerza, casi con dolor. Un impulso desconocido, intenso y natural, la invade: el deseo de abrazar a la niña, de protegerla de lo que sea que la haya hecho llorar de esa forma aun cuando no es ella en quien busca consuelo.—Layeska, cariño —escucha a Dmitry llamarla una vez más, pero la niña sigue aferrándose a él con todas sus fuerzas, negada a separarse de la seguridad que claramente le brinda los brazos de su padre—. Princesa, dime que es lo que pasa.Inna observa cómo Dmitry, abandona totalmente su postura fría y reservada. Su rostro se suaviza, y la manera en que acaricia el largo cabello de la niña, susurrándole palabras de consuelo, es genuina, profundamente tierna. La escena es tal, q
༻ Hacienda Romanovskaya ༺Nikolay se inclina sobre su escritorio, el reflejo de su vaso de brandy brillando bajo la tenue luz del sol que se filtra por la ventana. Frente a él, una carpeta abierta revela una serie de documentos esparcidos, cada hoja impresa con la información que solicitó sobre Inna Volkova. Su mirada recorre las páginas, estudiando cada detalle con la misma cantidad de interés y frustración.Se ha acostumbrado a manejar a las personas, a manipular sus vidas como piezas de un tablero, y esperaba encontrar en esos documentos la forma de hacerlo también con Inna. Sin embargo, la información que tiene ante sí es sorprendentemente escasa, lo que lo incomoda. Para alguien con sus recursos, y acostumbrado a estar en un pueblo donde se conoce hasta el último chisme de cada residente, resulta casi absurdo que la información sobre una mujer como Inna sea tan limitada.Nikolay frunce el ceño, pasando los dedos por una fotografía de ella, una imagen reciente en la que aparece al
Inna se deja caer sobre la suave colcha de su cama, envuelta solo en su bata de baño tras una ducha caliente. Su cabello aún húmedo se extiende sobre las sábanas, y aunque el vapor de la ducha debería haberla relajado, sus pensamientos están tensos, como cuerdas tirantes listas para romperse. A un lado, su teléfono descansa con la pantalla encendida, en altavoz, mientras la voz de Arman, distante pero tranquila, intenta atravesar la niebla de sus pensamientos.“Inna, tal vez estás exagerando un poco” —dice Arman, en su tono familiar, sin intención de hacerla sentir menos, pero tratando de poner algo de calma a su nerviosismo—. “No hay forma de que Dmitry sepa algo.”Inna cierra los ojos y exhala, recordando el instante que tanto la perturbó. Dmitry la había llamado "Anastasia", y aunque había sido solo una palabra, su corazón había dado un vuelco al escucharlo, porque aquel no era una duda, era un llamado lleno de seguridad. Durante un segundo eterno, se sintió vulnerable, atrapada en