"La valentía se desliza entre mis dedos, el afán va en el desliz, he caído como un tafetán aterriza a los pies, y un charco de perdición ahoga, el contenido está en él". WD.Rose...Me ha tocado fregar el suelo de la cocina, una vez he terminado empiezo en el comedor, a diferencia de lo que creo, no es una labor mugrosa, porque ya estaba reluciente, pero a la vista de mi jefe raro, no es así. Debo dejar todo perfecto, estoy con la fregona en la mano derecha y la froto sobre el suelo. Un ligero mechón de mi pelo se ha escabullido de mi peinado y ahora cruza mi frente siendo parte de mi campo de visión. No lo arreglo, estoy cansada, y eso que no es mediodía todavía. Me duelen las manos, estoy sudorosa y sedienta. Pero quiero terminar con esto antes de ir por ese vaso de agua que tanto me urge. Agua... la palabra me recuerda que falta en casa y la luz también. ¿Cómo estará mamá? Se enciende una bombilla sobre mi cabeza, llamaré a Mila cuando esté desocupada. Quizá sepa algo. Continúo l
Llego a casa cuando la noche ya ha caído. Toco el timbre en la entrada, no debí olvidar las llaves en mi habitación. Ahora tengo que esperar a mamá. Para mi sorpresa no es su rostro el que veo cuando la puerta cede, es Mila. Chilla al verme y me da su abrazo efusivo que me contagia de alegría. De seguro ha venido a hablar con mamá, lo que me parece emocionante. Le hace bien a mi progenitora socializar, volver a eso que solía, antes de todo el infierno. —Oh, preciosa, estoy feliz por ti. ¿Cómo te ha ido? —Imagino que ya mamá te ha puesto al corriente de todo. Y sí, ha sido un día duro, pero ya firmé el contrato, el salario es más de lo que esperaba. Podré pagar varias deudas, a ti —informo.—Lo que me debes, tranquila, no quiero que me devuelvas un solo centavo. Lo importante es que ustedes tengan lo básico en casa, también luz y agua. Por eso, ya he pagado el servicio, y compré unas cosas. ¿Por qué no me dijiste que no había comida? —cuestiona. —Porque ya has hecho mucho por nosot
"Si no hay admiración, no existe y él odia ser invisible"....Ando hasta el comedor. Al fin veo a la chef, de quién habló Camila ayer. La mujer debe cruzar ya los cuarenta años. Usa un traje blanco, típico de quien cocina en lugares de prestigios. Se gira hacia mí, da un parpadeo curioso. —¿Aryanna Viscardi? —Hola, sí, soy yo, la nueva —confirmo su duda. Asiente ligera, dibujando una sonrisa afable. —Un placer, bienvenida. Ayer no te vi. —Sí, se me asignó otra parte de la casa. Me dice Génesis que debo llevarle el desayuno a Silvain... —Ya lo estoy terminando, ayúdame a ponerlo todo en la bandeja. —emite y lo hago. Arándanos, fresas y chocolate; waffles con miel, hay filetes con huevos, zumo de naranja y café. Es mucha comida. Y todo se ve apetecible con demasía. Me ha dicho la ama de llaves que Silvain come en la terraza, por eso no pregunto hacia donde dirigirme cuando ya sostengo la pesada bandeja. Después del recorrido, estoy a pocos pasos de salir a la terraza y ver a mi
Pasa otro rato y termina de comer. Se levanta. Luce más imponente, más poderoso y tiene doble dominio en mí. Es realmente musculoso, fuerte y apuesto. Se me corta la respiración, mis labios se mantienen rectos, obligada a fingir que no me afecta. No me conozco, esta parte mía se congela, está siendo cubierta por el hielo que genera, él frío, mi jefe raramente surtiendo lo más alto y bajo a la vez. Un fuego flameando dentro de mi ser, un invierno que quema lo recrudece. —Ehm... evita volver a ese tipo de comportamiento, eres solo mi empleada, y antes de que intentes excusarte, recoge todo, llévalo a la cocina y vuelve aquí. —me dice autoritario. Abro los ojos, abrumada. —No eludo la culpa, porque no soy culpable, jefe —me defiendo antes de girar sobre mis pies y literalmente huir.Un escape que se ve atrofiado, e inútil, cuando dedos largos, fiereza y fuerza varonil se ejerce en mi antebrazo. Me vuelve hacia él, mirándome con potencia, ya soy cenizas ante el incendio de sus ojos. Ni
A la hora de comer junto a mis compañeras, en ese lado apartado, que se distingue por la ausencia de elegancia. Ellas murmuran entre sí, hablan de un tal Gaspard. Se muestran pícaras y acaloradas al mencionarlo. Me mantengo al margen, no estoy familiarizada con esos temas, me incomoda.—Tú, ¿ya has visto a Lebrun? —inquiere Camila, la picardía aborda sus labios, se mete en sus ojos que brillan como dos estrellas.—No, ¿quién es ese? —pregunto arrugando el entrecejo. —El sexy amigo de Silvain —contesta Julia con cara de boba y suspiros tontos —. Suertuda que eres, Aryanna, te ha tocado limpiar la zona de la piscina y el bombón de Lebrun está en la piscina. —¿Qué cosas dices? No estoy pendiente de...—¿Bromeas? —interrumpe Camila —. Estuve a punto de rogarle a Génesis que me dejara limpiar las paredes acristaladas, pero el viernes lo hice. Y chasquea la lengua, luego bufa. No sé qué tan perfecto es ese Lebrun, lo que sí sé, es que luego de ver a Silvain, incluso tan imbécil, otra ca
Soltándome de la imagen sensual de ese francés, empiezo con mi labor. Mis ojos traviesos se desligan del trabajo, para clavarse en él, que se tira a la piscina, para zambullirse de nuevo, un par de veces también me mira, y disimulo, no quiero ser una descarada. Él, sale de la piscina y se acuesta en una tumbona, se ubica a unos tres metros de mí, una distancia que no refleja lejanía, por ende me convierte en gelatina. Desde ahí me observa, sin esconderse en el miramiento furtivo, es un casanova. —¿Cuántos días tienes aquí trabajando? —exclama, su acento europeo me causa gracia, él a diferencia de Silvain, se le nota más lo extranjero. —Pues este es mi segundo día —le devuelvo en respuesta, lo miro fugaz, vuelvo a hacer mi trabajo, ya me queda nada. Estoy barriendo, ya me falta poco para terminar. —Cierto, me has dicho que eres nueva. —No lo hice en realidad, solo me presenté.—Sí, pero tu hermoso rostro jamás lo había visto por aquí. Y vengo seguido, de hecho —comenta sin tapujos
Sábado, 25 de Marzo de 2021.Aún me cuesta creer que te hayas marchado, dejándome sola. ¿Qué hago?Ahora no se qué hacer si no estás. Tú, que siempre has estado presente, dejas de ser mi hoy y el mañana, te has ido en el ayer que cada día se vuelve más lejano. No le sonrío al día, y le lloro a la noche. Y cuando me levanto, falta el aliento. Hay un alba asomándose en la ventana, pero no es suficiente. Te necesito a ti, el vacío quema, y solo tú eres capaz de calmar el resplandor que duele. Me dicen que puedo volver a empezar, pero no quiero hacerlo. Ya no veo la luz por estos lares, un apagón se queda conmigo, emociones marchitas, trazos que no van a ningún lado, y más fotos en la pared que multiplican recuerdos. No encuentro la salida, hay heridas incurables, nadie puede salvarme. Soy una nota que se rompió antes de ser embotellada, ahora echada al mar se deshizo en el agua salada.Sin tus colores, solo soy una pintura abstracta, incompleta, colgada de mala gana en una pared. Nad
Su mirada expresiva me está matando, petulante. Tiene cierta manera de verme que destroza en mí la escasa valentía. Esta ha sido sustituida por una cobardía, seca y aguda, como la madera al romperse, o el golpe de un látigo dejando cardenales profundos. El brete es seguro, salir del mismo, una gigantesca duda. Mi garganta se ha secado y pasar saliva duele. Estoy forcejeando por sostener sus ojos que perforan. Y me rindo con el desosiego masacrando mi débil yo. —Aryanna Viscardi, ¿te dignas finalmente en venir? Espero que tengas una explicación consistente y creíble para los días faltantes, hablaremos en mi oficina. —Buenos días, jefe. Primero, me disculpo por todo, y segundo, sí, tengo mis razones. Le explicaré todo. —balbuceo con el aliento cortado. Él, no dice otra cosa. Yo lo sigo, escaleras arriba, directo a su oficina. Todo es peor a puerta cerrada, con él callado, porque presiento que su silencio se transformará en un rugido. Me dará el zarpazo con las palabras, dolerá. Silv